|| C A P Í TULO UNO ||
CAPÍTULO UNO
APOLO
Es muy sexy.
Sus labios se curvan en una sonrisa pícara.
—¿A qué le temes tanto, Apolo? —su voz, suave y seductora, resuena en la semioscuridad de mi habitación mientras yo respiro con lentitud en un intento fallido de calmarme. Ella me ha provocado demasiado, he aguantado demasiado. Ella baja su mano a mis pantalones y atrapo su muñeca para detenerla. Sus ojos buscan los míos y ella ladea la cabeza con malicia.
<<¿Qué carajos estoy haciendo?>>
15 HORAS ANTES
Extrañaba trotar.
Me tomó cuatro semanas recuperarme por completo y recibir la autorización por parte del doctor para hacer ejercicios de nuevo. Por lo menos, la parte física ya ha sanado, la mental es otra cosa. Aún me despierto de pesadillas donde esos chicos me atacan y no paran de golpearme, sin mencionar que ahora la lluvia me pone de un humor de mierda.
Son las seis y media de la mañana cuando entro al apartamento, empujo la puerta detrás de mí para cerrarla. El pasillo de entrada del apartamento se extiende frente a mi en la semioscuridad porque aún no amanece por completo. Al llegar a la amplia cocina, enciendo la luz. Un despelucado Gregory asoma la cabeza desde el pasillo de las habitaciones.
—¿Qué haces despierto a esta hora?
—Fui a trotar.
—A las...— tiene un ojo entrecerrado e intenta ver el reloj del microondas—. ¿Seis de la mañana?
—Seis y media.
—Ni siquiera mi abuelo se despertaba a esas horas para trotar.
—Tu abuelo no trotaba —le recuerdo, y pongo las llaves sobre el mesón de la cocina.
—Exacto.
—¿Qué haces tú despierto? —pregunto y abro la nevera para tomar una botella de agua.
—Eh...
—¡Buenos días! —una energética chica pelinegra con la que ya estoy familiarizado chilla con emoción al salir del pasillo y pasarle por un lado a Gregory, ¿su nombre? Kelly. La no-tengo-ni-puta-idea-de-que-es de Gregory. El hecho es que Kelly pasa muchas noches en nuestro apartamento. A veces actúan como una pareja normal, a veces ni se miran cuando se ven, honestamente, no lo entiendo y no soy tan entrometido como para preguntar. Lo mío es llevarme bien con Gregory, que, aunque le conocí a través de mi hermano Ares, se convirtió en un buen amigo y ahora compañero de apartamento.
Ha sido un alivio vivir con él durante estas primeras semanas de la universidad. No me he sentido tan solo, y Gregory no me deja mucho tiempo libre para deprimirme o ponerme a extrañar casa, siempre se le ocurre algo que hacer. Extraño mucho al abuelo, a mi hermano Artemis y su esposa Claudia, a mis perritos, pero sobre todo lo que me ha pegado mucho ha sido lo mucho que extraño a Hera, jamás pensé que podría llegar a extrañar tanto a mi sobrina.
—¿Apolo? —Kelly se para frente a mí y pasa su mano frente a mi cara—. ¿Aún estás dormido?
—Buenos días —respondo con una sonrisa amable.
Gregory bosteza y se nos une en la cocina.
—Bueno ya que estamos despiertos, ¿desayuno?
Levanto mi puño para chocarlo con el suyo. Gregory es muy bueno en la cocina y esa es una cualidad poco valorada hasta que te toca mudarte solo. Por mi parte, no soy bueno, pero es que, para nada, lo único que me queda bien son los postres y no se puede vivir de panecillos y pasteles todos los días.
—¿Qué se les apetece hoy? ¿Desayuno continental? ¿americano? —Gregory ofrece inclinándose para sacar los sartenes del gabinete. Kelly aprovecha para posicionarse detrás de él y agarrarlo de las caderas para hacer movimientos sexuales contra el trasero de Gregory.
—¡Para! —Gregory le susurra, girándose y besándola con pasión contra el mesón.
Yo muevo mis labios en un círculo, y me muevo de un lado al otro mientras observo la interesante pintura de una pera en la pared de la cocina. Ya debería estar acostumbrado.
Después de desayunar, me ducho y paso mucho más tiempo del necesario debajo de la regadera con los ojos cerrados. Bajo la cabeza, estiro mis brazos y descanso las manos contra la pared frente a mí. El agua cae sobre mí y es como si no estuviera aquí realmente. Mi cuerpo está aquí pero mi mente se desconecta, alcanza un punto vacío donde no siento nada. La ironía se abre paso en mi vida porque he venido a estudiar psicología en la universidad y en mi primera semana sufro un suceso traumático como esa golpiza. Sonrío con tristeza y cierro la llave para quedarme quieto por unos segundos antes de sacudir mi cabeza, no solo para deshacerme del agua en mi cabello sino para traer mi mente a la realidad de nuevo.
Me seco un poco y salgo en toalla a mi cuarto, el apartamento es inmenso y cada cuarto tiene su baño. Sin embargo, me doy cuenta de que mi ropa interior está en la secadora. Salgo de mi habitación con una toalla cubriéndome de la cintura para abajo y con la otra alrededor de mi cuello. Kelly está acostada en el mueble de la sala, jugando con su celular. Al notarme, baja su teléfono y alza una ceja.
—¿Escondes todo eso detrás de esa cara de niño bueno?
Hago una mueca ante la palabra 'niño', la primera chica de la que me enamoré parecía tener una obsesión con esa palabra.
—¿Qué te hace pensar que soy un niño bueno?
—Ah, por favor, se te nota a leguas —ella usa sus codos para levantarse ligeramente—. Hasta diría que eres virgen.
Eso me hace reír y le doy la espalda para buscar mi ropa interior en la secadora para terminar la conversación porque no sé si son ideas mías o creo que está coqueteando conmigo, quizás sea la forma en la que sus ojos se posan en los músculos de mis brazos y abdomen y lo menos que quiero es problemas con Gregory. Cuando paso de regreso, ella está sentada en el reposabrazos del mueble y me observa con diversión.
—¿Te asusté?
Recordé las palabras de Ares cuando le daba por explicarme el tipo de coqueteo que aplicaba algunas chicas: "A ese tipo de chicas las llamo 'retadoras', te confrontan y usan preguntas que siempre te llevarán a demostrarle lo contrario, a tener que probarles algo que generalmente es su objetivo." No puedo creer que las generalizaciones de ese idiota tengan sentido a veces. Supongo que ser un ex rompecorazones le dejó la experiencia porque eso si, no he conocido a nadie que haya roto tantos corazones como el idiota de mi hermano. Sin embargo, nunca he sido el tipo de persona que asume algo de los demás así que le doy el beneficio de la duda y le sonrío.
—Para nada —me encojo de hombros.
Ella me devuelve la sonrisa, se pone de pie y queda frente a mí. Ella presiona su puño contra mi abdomen desnudo y ladea la cabeza.
—Tienes mucho que aprender, niño bueno.
Ahí está esa palabra de nuevo, tenso mi mandíbula y envuelvo mi mano alrededor de su muñeca para despegarla de mi abdomen.
—No soy un niño —le digo manteniendo la calma—, pero puedes pensar que lo soy, no tengo intención de demostrarte lo contrario.
Libero su muñeca y me alejo de ella para volver a mi cuarto.
#
Mi clase de la mañana es orientación así que no es muy pesada, solo nos dan consejos e indicaciones para guiarnos en nuestro comienzo universitario. El salón está repleto de estudiantes, la profesora está explicando algo sobre la cafetería y los horarios de descanso entre clases. Tengo mi cuaderno abierto frente a mí, y mi mano inquieta comienza a trazar sobre el papel con mi lápiz. No es hasta que he terminado que me doy cuenta de lo que he escrito: Rain.
Ese es su nombre.
Rain Adams es la chica que me salvó aquella noche lluviosa. Eso es todo lo que tengo de ella: su nombre y que asiste a esta universidad. Esa fue toda la información que me dieron los médicos cuando desperté al día siguiente. Por lo que escuché, ella también colaboró con la policía y declaró en el caso, aún están investigando porque no parecía un simple atraco, la policía dijo que fue un ataque demasiado violento teniendo en cuenta que les di todo voluntariamente, que tenía que haber algo más.
Sin embargo, nunca he visto a Rain, todo lo que tengo es su recuerdo de esa fría noche, su voz, su silueta, ese olor a perfume cítrico, pero nada más. Y debo admitir que tengo muchas ganas de encontrarla y agradecerle, de saber como es, de conocerla. He intentado las redes sociales, pero cuando escribo 'Rain' lo único que he encontrado han sido días lluviosos. Quizás pienso demasiado en ella y puede que ella ni siquiera me recuerde.
Sonrío para mí mismo.
<<Vamos, Apolo, acabas de empezar la universidad y ya te andas obsesionando con una chica>>.
—¿Rain? —una voz femenina me saca de mis pensamientos y busco con la mirada la fuente de esa voz y me encuentro con una chica de gafas y cabello ondulado en el asiento a mi lado, es linda, sus ojos cafés brillan ligeramente mientras me habla—. ¿Te gusta la lluvia?
Entendí a lo que se refería, Rain es lluvia en español, lo cual me parece tan irónico dada las circunstancias en las que conocí a Rain. Me toma unos segundos responderle porque nadie me ha hablado en clase hasta ahora y me toma por sorpresa.
—En realidad, ya no me gusta la lluvia.
Ella asiente.
—Pensé que me darías el discurso de que te encanta el sonido de la lluvia, que te relaja, y que es nostálgico —no sé qué decir y ella me sonríe para ofrecerme su mano—. Soy Érica —yo recibo su mano y abro mi boca para decir mi nombre, pero ella sigue—. Mucho gusto, Apolo.
—¿Cómo sabes de mi nombre?
Ella arquea una ceja.
—En este campus, todo el mundo sabe tu nombre, Apolo Hidalgo.
—¿De qué estás hablando?
—Has estados en las noticias de la universidad por semanas, lamento mucho lo que te pasó, ¿estás bien? —la lastima en su semblante me incomoda.
—Estoy bien —le digo y me pongo de pie, pido permiso para ir al baño a la profesora y salgo disparado del salón, camino hacia el poster principal de la facultad y me encuentro con muchos artículos sobre mi ahí, con mi cara, mi nombre y todo. Y me doy cuenta de que, sí, he estado en las noticias de la universidad todo este tiempo, Rain tuvo que verme en algún lado así que ella sabe donde encontrarme, sabe mi nombre, mi carrera, todo y aún así no me ha buscado. Tuerzo mis labios al darme cuenta de que Rain quizás no tiene ninguna intención de encontrarse conmigo, ¿por qué la tendría? Ella me salvó, no me debe nada. Me paso la mano por la cara y me doy la vuelta.
Mi celular vibra en el bolsillo de mis pantalones y lo saco para ver los mensajes de Gregory:
Bufo y escribo una respuesta.
Yo soy el recién llegado, Gregory ya tiene un año en esta universidad, ya tiene in circulo social y muchos amigos mientras yo solo lo tengo a él. Me perdí las dos primeras semanas de clase recuperándome así que la mayoría de las personas de mi carrera han hecho sus grupos, y de nuevo, he quedado por fuera. Nunca he sido bueno haciendo amigos, en la preparatoria, todas las personas que conocí fueron por mis hermanos. Sus amigos terminaron siendo los míos porque yo estaba ahí y no me estoy quejando, mis mejores amistades fueron el resultado de eso, pero nunca he tenido amigos que haya hecho por mi mismo. Supongo que ha llegado el momento de que eso cambie.
A veces me pregunto si todo está bien en la cabeza de Gregory, no he podido descifrar de que forma funciona su cerebro.
Suspiro y lo llamo. Se escucha un desorden que me hace preguntarme si de verdad fue a clase o solo anda por ahí con sus amigos.
—¿Cuántas personas?
—¿Doce y media? —él se ríe y eso solo me hace entrecerrar los ojos.
—¿Y media?
—Una de las chicas trae su perrita.
Eso lo hace más llevadero, me encantan los perritos.
—¿Cómo se llama la perrita?
—Cookie.
—Está bien.
Él me dice unas cosas más y me cuelga. Me doy cuenta muy tarde de que usó mi debilidad por los perritos para distraerme, y que de seguro llenará el apartamento de gente. Supongo que será mi oportunidad para socializar. En el camino de vuelta a la clase, el pasillo está lleno de gente. Algunos me ojean con curiosidad, otros con pena, aunque los morados se han ido, aún quedan los puntos que me han tenido que coger en el lado izquierdo de la mandíbula y a un lado de mi ojo derecho. Así que bajo la mirada y finjo revisar mi teléfono.
Cítrico...
Levanto la mirada al sentir un aroma a perfume cítrico. Me lleva de inmediato a esa noche, al frío, al dolor, a ese suave susurro entre todo:
"Estarás bien."
Me giro para ver un grupo de chicos y chicas que acaban de pasarme, mezclarse en la multitud. Me quedo viéndolos, parado en medio de todos, pero solo alcanzo a verlos alejarse.
Basta, Apolo.
Sigo mi camino, pero mi mente vuelve a quedarse estancada en ella.
¿Te encontraré algún día, Rain?
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