
30
Cuando mi garganta ardía y me era mas difícil respirar giré la cuadra y visualicé la casa de Elliot. Entonces me obligué a dejar de correr y comenzar a caminar, trataba de recuperar el aliento mientras me dirigía a la casa de Elliot. Comparé lo decidida que estaba de verlo cuando salí de casa y lo nerviosa e imprudente que lucía ahora. Terminé de analizar la situación en cuanto estuve frente a mi destino y opté por seguir avanzando para así terminar tocando la puerta. Segundos mas tardes una pequeña niña estaba frente a mí.
—Hola —pronunció con una voz increíblemente dulce—. ¿A quien buscas?
—Hola, ¿está Elliot? —jugué con mis dedos al realizar la pregunta.
—Claro, espera aquí.
Entonces sin cerrar la puerta en mi rostro se dirigió a buscar a Elliot. Terminé inhalando y exhalando un par de veces y observando el pequeño jardín, no me di cuenta cuánto tiempo había pasado hasta que Elliot estuvo frente a mí, observándome con confusión pero manteniendo una pequeña sonrisa.
—Daka, que sorpresa —dijo cerrando la puerta detrás de él.
—Necesito que hablemos, por favor —le pedí.
—Claro, pero no aquí. Busquemos otro lugar.
Sentí alivio en cuanto comprendí que había aceptado y que estaba dispuesto a escuchar todo lo que debía decir, ésta vez no pensaba contenerme. Necesitaba decir todo lo que me había estado guardando. Seguí a Elliot muy de cerca mientras caminábamos a través de las vacías calles y en medio de lo que se estaba volviendo una fría noche. Caminamos en silencio hasta llegar a un solitario lugar no muy lejos de su casa, con césped y bancas, perfecto para hablar. Sin más nos sentamos juntos en una banca y de lejos observamos a una pareja juntos que optamos por ignorar.
—Por favor, cuéntame. —pidió intrigado.
—Hoy descubrí que he estado viviendo en una mentira. —inhalé.
—¿Que quieres decir? —interrogó con confusión.
—Robert no es mi padre.—lo miré—. Me engañaron todo éste tiempo —susurré.
—¿Que estás diciendo? —noté su expresión de horror—. ¿Quien te lo dijo?.
Terminé por contarle todo lo sucedido a Elliot, desde el momento en que mis padres salieron, mi sospecha acerca del cofre y la foto. Le conté lo sucedido con mi madre y cómo después de cenar me confesó lo que había pasado. Le conté lo mal que me sentía y cómo pensaba irme en mi cumpleaños. Entonces lo observé sacar un cigarrillo y comenzar a fumarlo.
—Elliot, ahora que sabes la verdad creo que es momento de decirte algo — comenté nerviosa.
—Claro, dime. —me miró.
—Yo... Te quiero. —confesé en apenas un susurro.
—¿Sabes algo? —negué—. También te quiero —confesó con una sonrisa.
—¡No lo entiendes! He muerto todos los días esperándote —suspiré.
—Tranquila, te he querido todo éste tiempo. Te quiero desde niños y lo haría por mil años mas, Daka. —toma una calada de su cigarrillo—.Cuando me fui, supe que te encontraría a lo largo de los años, pero el tiempo se ha encargado de traerte hacia mí y hacer que nuestra unión tenga un fin... Complementar al otro.
—Tú y yo no podemos complementarnos—dije en un ahogo.
—¿Por que no? —preguntó girándose para tirar lo que había quedado de su cigarro.
—Me iré Elliot. Debo hacerlo por mi bien. Agradezco que hayas querido escucharme y agradezco los momentos que pasamos juntos pero... Creo que es momento de que vuelva a casa. —me levanté dispuesta a irme.
—¿¡Piensas volver con ese hombre allá!?—preguntó con horror.
—¡No tengo otra opción! —solloce.
—¡Siempre hay otra opción! Yo te quiero Daka —me recordó.
Escucharlo nuevamente causó un punzada en mi corazón, quizá si lo hubiera escuchado antes de saber la verdad mi decisión no sería la misma. Pero ahora, siento que es demasiado tarde y que intentar algo en éste lugar sería como seguir atrapada en mi infierno y eso implicaría arrastrar a Elliot conmigo. Comencé a caminar lejos de allí sin darle respuesta alguna, con lágrimas amenazando por salir aceleré mi paso. Mis pensamientos retumbaban en mi cabeza, los recuerdos invadían mi memoria y mi corazón... Mi corazón dolía.
Sin darme cuenta, hundida en mis pensamientos el tiempo había trascurrido. Observé mi casa desde afuera, recordé cada momento en mi niñez aquí y cada momento de maltrato. Inmediatamente me aproximé a adentrarme para seguidamente ir directo a mi habitación.
Así pasaron los días y noches que faltaban para mi cumpleaños. La misma rutina de siempre estaba allí, sin dialogar con nadie, sin salir a ningún lugar pero sobre todo... Escuchando los insultos de Robert. Entonces desperté la mañana del primero de septiembre, recordando inmediatamente que era mi cumpleaños número dieciocho y notando la presencia de mi madre en el marco de la puerta. Un par de maletas yacían a su lado y la tristeza se posaba en su caído rostro.
—¿Que haces? —pregunté levantándome de la cama.
—Feliz cumpleaños hija. —noté una lágrima desplazarse por su rostro—. En estas maletas está lo necesario para tu viaje, sigues teniendo un sueño muy profundo.—confesó.
—Gracias. —susurré en cuánto terminé de analizar la situación.
—La discusión de ayer con Robert estuvo... Difícil. —se levantó su suéter dejándome observar un par de moretones—. Lo sabe todo Daka, sabe que sabes la verdad. He llamado a tu tía, ella vendrá por ti.
—¿De que tía me estás hablando? — pregunté ignorando por completo lo demás.
—Mi hermana. Tu tía Paula.—contestó—. Sé cuánto deseas irte y no podía dejar que estuvieras por tu cuenta, ella vive fuera de Sidney. Estoy segura de que Robert ni siquiera la recuerda —aseguró—. Paula llegará en unos minutos, te sugiero que te vistas.
—¿Por que estás haciendo todo esto? — pregunté con mis ojos llenos de lágrimas.
—Porque aunque no lo creas —se acercó a mí—. Yo te quiero. Aunque no te merezca y haya sido la peor madre, te quiero.
Entonces la observé secarse las lágrimas en sus mejillas y salir de mi habitación. En silencio comencé a llorar mientras me obligaba a dejar de hacerlo, no deseaba perder más tiempo. Sabía que Robert estaba trabajando y que mi tía llegaría pronto, necesitaba estar lista.
Bajé con mis maletas las escaleras, de verdad agradecía que mi madre las hiciera. Observé la puerta completamente abierta y a mi madre hablar con una señora con cierto parecido a ella, un carro yacía detrás de ellas y entonces supe que era momento de irme. Con timidez terminé por salir de casa, recibiendo una sonrisa por parte de ambas.
—Por favor, cuídala mucho. —le pidió mi madre.
—Feliz cumpleaños, Daka —dijo Paula acercándose para abrazarme.
La observé tomar mis maletas y comenzar a subirlas al auto junto a mi madre. Entonces mi mirada se posó en quien menos esperaba ver el día de hoy; Elliot, lo observé terminar de acercarse a mí y abrazarme.
—Te voy a extrañar mucho. Gracias a ti por los momentos que pasamos juntos, gracias a ti por aceptarme de nuevo en tu vida. Cuídate mucho Daka, me alegra que tu vida esté a punto de cambiar para bien, te lo mereces.
—Cuídate mucho tú también, voy a echarte de menos.
—Y Daka... déjame decirte que, estoy seguro de que algún día volverás a mí —susurró a mí oído causando que me estremeciera.
Terminamos despidiéndonos en un abrazo para seguidamente aproximarme al auto, me dolía alejarme de él, me dolía dejarlo. Sin embargo, era momento de comenzar una nueva etapa. Subí al auto luego de ser abrazada también por mi madre, sentí un gran dolor en mi pecho al observar cómo la misma terminaba de despedirse de su hermana, pero me dolió más darme cuenta que Paula ya estaba dentro del auto y que éste estaba en marcha.
De lejos observé a mi madre secar sus lágrimas y comenzar a hablar con Elliot. Los observé hasta perderlos de vista, noté también cómo Paula estaba al tanto de la situación y supuse que mi madre se había encargado de contarle todo al respecto, por lo que ella decidió mantener el silencio, al menos hasta llegar al que sería mi nuevo hogar. Entonces dirigí mi mirada hacia la ventana y pude notar cómo poco a poco me alejaba del que había sido mi hogar y mi pequeño infierno a la vez; Sidney.
Fin.
Hola, hola. Espero que estén bien, pero sobre todo espero que les guste éste final. ¿Por que he decidido dejarlo hasta acá? simplemente porque la historia tendrá un epilogo y en este será explicado lo que pasó con Elliot, la relación que se creó con su tía y lo que estará siendo la nueva vida de Daka.
Próximamente el Epilogo. Los quiero.
Val.
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