05
Cameron se va a su casa luego de que la película termina, pasará por mí mañana junto a Meghan para ir al instituto.
Estoy sentada aún en el sillón del salón, mientras observo el portaretrato con la fotografía que nos habíamos tomado cuando tenía cinco años. Parecíamos una familia tan feliz, tan perfecta. Lástima que todo se derrumbó.
Escucho la puerta principal abrirse y sé que mis padres ya han llegado.
—Hola, hija —saluda mi padre.
—H-Hola —tartamudeo al saludarlo.
Patética Daka
Mi padre sube a su habitación junto a mi madre, quien ni siquiera me saluda.
Sé que las cosas no cambiarán entre nosotras, ella jamás se revelará en contra de mi padre. Sin embargo, una parte de mí tiene una pequeña esperanza puesta en ella, en que algún día se acercará a mí y me preguntará cómo me siento. No le pido que me ayude a salir de los maltratos de mi padre, porque quizás terminaríamos peor las dos, solo le pido que me de apoyo cada vez que mi padre sale de mi habitación victorioso por haberme golpeado tal y como quería.
Quiero odiarlos a ambos por hacerme tal cosa pero no puedo, en mi corazón no puedo odiarlos. Mi única pregunta es, ¿podría ser mejor si tan solo logrará tener el valor de enfrentar yo misma a mi padre, de revelarme en su contra y hacer lo que debo hacer para salir de todo esto?.
Estás loca Daka, él te mataría.
...
Bajo las escaleras a paso rápido con la intención de salir de casa. Abro la puerta de madera y comienzo a correr, con tanta prisa que no logro ver la gran roca que está frente a mí siendo esta la causante de que me caiga y lastime mi pie. Chillo de dolor y trato de levantarme.
Siento el miedo recorrerme y está comenzando a llover. Logro observar a mi padre dirigirse hacia mí y trato de alejarme de él, pero el dolor en mi pie me lo hace casi imposible.
—Te dije que todo es tu culpa, Daka.
—Ya no me hagas más daño —suplico.
—No debiste salir corriendo, ahora te ira peor cariño. Haces que tu padre se enoje aún más —dice y su mano impacta en mi rostro.
Me siento vulnerable, lo estoy.
Logro observar a mi madre correr hacia nosotros y taparse la boca con sus dos manos. Comienza a llover más fuerte y mi padre está frente a mí.
—Por favor Robert, ya no la lastimes — escucho susurrar a mi madre con miedo.
—Cállate Jessica, no te metas o a ti también te irá mal —amenaza.
Ruego por que pase alguien en la calle y logre ver el espectáculo pero lamentablemente no sucede. Mi padre golpea mi estómago dejándome casi sin aire y me siento más débil.
—Detente —susurro pero no lo hace.
Golpe tras golpe.
Salto del sofá, en el cual me había quedado dormida cayendo al suelo y sintiendo un alivio al darme cuenta que solo fue otra de mis pesadillas.
Me levanto y llevo una mano hasta mi pecho tratando de calmar mi respiración.
Subo las escaleras a paso rápido y me lanzo a la cama, tengo ganas de llorar pero no lo haré, no hoy.
Me despierto y siento un alivio al darme cuenta que mi padre no vino a golpearme anoche. Me levanto de la cama y voy directo al baño.
Observo en mi espejo que el moretón de mi rostro está sanando y entro a la ducha. Al salir voy hasta mi habitación, busco algo sencillo que ponerme para bajar y encontrar a mis padres desayunando.
Respiro profundo antes de acercarme hasta ellos.
—Buenos días —saludo acomodandome en el comedor.
—Buenos días, hija —saluda mi padre.
El desayuno fue bajo un silencio bastante incómodo, el cual no quería romper.
—Tu madre y yo saldremos a cenar hoy, espero sepas que debes hacerte la cena tú. —Informa él, y yo asiento temblorosa.
Los domingos son los días más aburridos, al menos para mí. Decido ir al parque y aquí estoy, en un parque, sentada en una banca de madera sola. Los sábados son los días en los que los chicos, con una vida normal salen a fiestas y amanecen con jaqueca los domingos por haberse emborrachado.
—Hola —escucho una voz detrás de mí, haciéndome sobresaltar.
Me giro con cuidado y observo a Elliot, me quedo paralizada tratando de asimilarlo. ¿El chico que he amado desde que tengo memoria está hablándome?, ¿acaso solo es una mala broma de mi imaginación?.
Pestañeo varias veces y noto confusión en su rostro.
—Hol-la —tartamudeo.
Me coloco frente a Daka y la miro fijamente, puedo notar que está nerviosa por mi presencia, eso me causa gracia.
Había estado pensando toda la noche en si disculparme con ella o no, pero no quiero quedar como un grosero por lo que decidí que la próxima vez que la viera lo haría. Creí que tendría que buscarla mañana en el instituto pero todo se hace más sencillo cuando la veo sentada en el parque y decido acercarme hasta ella.
Llevo el cigarrillo que estoy fumándome, lo inhalo llevando el humo hasta mis pulmones y luego dejándolo salir.
—Quería disculparme contigo. —Hablo luego de unos minutos.
Esta chica está totalmente fuera de este planeta, no dice nada y me mira con cara de que ha visto un fantasma.
—¿Hola? —digo moviendo la palma de mi mano frente a sus ojos causando que reaccione.
Río por su acción y ella se avergüenza .
—Lo siento —digo.
—¿Po-r qué? —Tartamudea al preguntar.
—Por haber sido tan grosero contigo cuando te tropezaste y accidentalmente lanzaste tu comida hacia mí —digo y ella asiente.
—No te preocupes —contesta y le sonrío.
Me siento victorioso, ya no tengo que tener el remordimiento de haber sido grosero con ella.
—Bien, entonces adiós Daka.—Me despido y me alejo de ella.
¿Daka?, ¿me había llamado por mi nombre?. Cielos, él realmente recuerda mi nombre.
No sé qué me emocionaba más, el hecho que se disculpo conmigo o que me ha llamado por mi nombre. Reviso mi teléfono y observo que tengo un mensaje de Meghan, lo abro de inmediato.
—Daka, quisiera que me ayudaras con algo, necesito un consejo.
Arrugo las cejas al leer tal mensaje. Meghan nunca ha pedido mi ayuda en algo y yo no soy la mejor consejera.
—De acuerdo, dime que necesitas —respondo.
Miro la pantalla esperando que responda y a los segundos lo hace.
—Iré a tu casa de inmediato.
Demonios.
Me levanto de la banca y camino hasta mi casa, con la ventaja que no está para nada lejos. Al llegar el reloj marca las seis de la tarde y mis padres ya han salido a cenar. Genial.
Meghan no tarda ni diez minutos en llegar a mi casa y yo no tardo ni treinta segundos en abrir.
Subimos a mi habitación, nos sentamos en mi cama. Ella está frente a mí y parece que tiene una batalla en su mente tratando de saber si era o no lo mejor contarme.
—¿Estas segura que quieres contarme? —pregunto y asiente.
Respira por décima vez y se acomoda el cabello.
—Es sobre Cameron —dice y me sorprendo.
—¿Qué sucede con Cameron? —pregunto confusa.
¿Por qué Meghan quiere hablar conmigo sobre Cameron?, ¿o por qué siquiera está aquí?, ¿ella me considera su amiga también?
—Creo que me gusta —susurra y claramente no puedo evitar hacer una expresión de sorpresa. Realmente no es lo que esperába escuchar.
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