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01

Me encuentro caminando por las frías calles de Sidney de vuelta a casa, con el temor de que mi padre este allí. Estos últimos años han sido realmente duros, tras el drástico cambio de él. Al llegar a casa me quedo paralizada frente a la gran puerta de madera, pensando en lo que podría estar a punto de pasarme; minutos después me armo de valor para entrar encontrando a mi madre sentada en el sillón del salón, leyendo.

—Hola —saluda sin siquiera poder mirarme a los ojos.

—Hola —respondo cortante.

Subo las escaleras yendo directo a mi habitación para seguidamente lanzarme a la cama. Al parecer mi padre no se encuentra, algo que realmente agradezco.

...


—¡Mamá! —grito una vez más, pero no recibo respuesta alguna de su parte.

Mi padre está golpeándome de nuevo, mi cuerpo se retuerce de dolor y estoy segura de que tendré moretones al día siguiente.

—¡Basta! —grito una vez más, mientras siento como lágrimas se deslizan lentamente por mi rostro.

Ya no puedo soportarlo.

Él se detiene cuando prácticamente se cansa de golpearme y sale de la habitación dando un portazo. Yo sigo allí, en el suelo, cubriendo mi estómago con mis manos, como si eso fuera a detener el dolor que siento física y emocionalmente.

—Tranquila Daka, mañana será un nuevo día.—Me doy un poco de ánimo.

«Exacto»

Al día siguiente me despierto gracias a los molestos rayos de sol que entran por mi ventana, el dolor no tarda en llegar a mi cuerpo, una vez más. Chillo al levantarme de la cama y voy directo al baño, observo en el espejo aquel moretón que se encuentra en mi rostro, «no puedo ir al instituto así». Entro a la ducha y me estremezco al sentir el agua caliente impactar con mi piel.

Al salir y terminar de vestirme decido tapar el moretón con un poco de maquillaje. Bajo las escaleras encontrando a mis padres desayunando en la cocina. «Esto no es bueno».

—Buenos días —digo sin expresión alguna.

—Buenos días, querida —responde papá y siento escalofríos recorrer mi cuerpo.

Mientras  los minutos transcurren ruego porque mi mejor amigo pase por mí para ir a clase, sé que no tardará, además no quiero irme en bus.

Mis mejores amigos, Cameron y Meghan, son los únicos que saben sobre mi situación familiar. Mi papá es un importante empresario que viaja a distintos países administrando empresas, posee una de las compañías más importantes, lo cual le ha dado reconocimiento a nivel nacional. Mi madre está condenada a pasar el resto de su vida a su lado, ya que él se niega a dejarnos libres a ella y a mí.

El sonido de un auto en mi jardín me indica que Cameron ya ha llegado, me levanto del comedor sintiéndome incómoda para seguidamente salir de casa.

—Daka —llama mi padre.

—¿Q-qué sucede? —pregunto mientras ruego que no se acerque a mí.

—Cuídate mucho, hijita—indica hipócrita. 

Camino a pasos rápidos hasta el auto de mi mejor amigo, donde también se encuentra Meghan. Los saludo y entro al auto.

—¿Te ha golpeado de nuevo, no? —pregunta Meghan.

Muevo mi cabeza afirmativamente.

Meghan es una compañera de clase, la cual se ganó la confianza de Cameron y poco a poco la mía, es inevitable decir que inclusive se convirtió en mi amiga más cercana. Sin embargo, con Cameron no puedo mentir, con él puedo ser yo misma y aunque mienta me conoce lo suficiente como para saber que mis palabras no son ciertas.

—Tienes que ponerle fin a esto, Daka — aconseja Cameron. Perdiendo por unos segundos la vista del volante. 

Él está totalmente convencido que ir a la policía es lo mejor, aunque tiene bastante claro que no nos creerán. Es decir, mi padre tiene un reputación intachable, es casi imposible que siquiera nos tomaran en cuenta luego de que él lo niegue todo.

—Cameron tiene razón —añade Meghan apoyándolo.

—Ustedes mejor que nadie saben las razones por las cuales eso no ha pasado —les recuerdo.

Minutos más tarde ya estamos en el lugar que nos roba la mayor parte del día y Cameron no dudó en estacionar el auto frente a este. Al entrar lo primero que captan mis ojos es al chico de cabello castaño, Elliot.

Elliot Adams, es conocido como el castaño y su chaqueta negra; la cual lo caracteriza.

Realmente perfecto.

Comienzo a caminar a pasos rápidos cuando él nota que estoy observándolo como tonta. Entro al aula a pesar de saber que aún no ha llegado nadie, pero amo estar sola en momentos como este, hablar sobre mis sentimientos no era una opción siempre.

—¿Qué sucede contigo? —interroga Meghan cuando entra al aula.

Me he olvídalo por completo de ellos.

—Lo siento, necesitaba hacer algo aquí —miento nerviosa.

—No sabes mentir, Daka —me recuerda Cameron. Quien había entrado más atrás.

...

Las clases comienzan minutos después. Me encuentro en la parte de atrás, prestando mi total atención a la explicación del profesor Hudson hasta que entra él, el castaño cautivador de mi mirada. Lo observo mientras se sienta a la otra esquina del aula e inmediatamente saca sus respectivos cuadernos; entonces varios recuerdos llegan a mi memoria. Conocí a Elliot cuando apenas éramos unos niños y desafortunadamente él nunca se fijó en mí. De hecho, no podría recordar con exactitud la última vez que mantuvimos comunicación, quisiera poder contar con mis dedos la cantidad de veces que la vida me ha fallado pero lamentablemente los dedos de mis manos no tienen tan alta cantidad.

...

La hora del almuerzo llega y rápidamente recojo mis cosas para salir junto a mis amigos. Minutos más tarde, luego de observarlos comprar sus almuerzos, me dispongo a sacar el mío para seguidamente caminar hacia la mesa en la que nos sentamos a diario; esa mesa donde sólo somos nosotros tres, sin la compañía de alguien más.
De un momento a otro, sin poder explicarlo en un abrir y cerrar de ojos siento el impacto causante de que mi almuerzo caiga al suelo, y con ello Elliot queda todo lleno de comida.

¡No puede ser!.

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