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Zedd.


Quien diría que mi vida se resumía a mirar el techo de mi habitación a la seis y media de la mañana todos los días. Esto ha sido un proceso que he realizado desde los diez años y que ahora a mis dieciséis años tenga que seguir llevando a cabo por culpa de mi despertador, vecina y título auto nombrado de mejor amiga, Jules Miller. Era comienzo de semana y aun cuando las clases comenzaban alrededor de las ocho y media y la escuela quedaba a un par de minutos de casa, eso no impedía que Jules se despertara temprano a molestar, ella tenía una especie de cronómetro fobia en donde sentía que llegaba tarde a todos lados.

Me levanté sin ganas de la cama y fui hasta mi viejo escritorio, sobre él descansaba mi enorme tablero de actividades semanales, el cual me indicaba que esta era la última semana de exámenes finales que nos daría paso a dos meses de vacaciones de verano, este año mi familia tenía planeado regresar a mi ciudad de origen, Nueva York, con mi abuela la madre de mi padre y pasar ahí todo el verano, aun cuando esto solo parecía un viaje que tomaríamos una vez cada tres meses, para mi era un pase de libertad que sucedía una vez al año. Aun cuando no era bueno con el tema de la demostración de emociones en general, sentía la satisfacción recorrer mi cuerpo, dos meses sin Jules era como un pase directo a lo que los individuos de coeficiente intelectual promedio llamaban paraíso. Claro que también lo tomaría como una oportunidad para que mi hermano mayor y yo nos diéramos una vuelta por las universidades del área y ver a algunos viejos amigos.

Mire de reojo la hora, me acerque a abrir la ventana de mi habitación y di entender a mi vecina que ya estaba despierto, esto era necesario, ya que si no mostraba algún signo de actividad, Jules era capaz de saltar por el viejo roble que compartíamos y entrar por mi ventana para asegurar de que estuviera despierto. Un año más, pensé. Tan solo tenía que soportar su presencia otro grado más, después me graduaría y me iría a la universidad más alejada e imposible del país para que ella no pudiera seguirme, inclusive podria volver a la gran manzana, vivir con la abuela en su imprenetable castillo de concreto.

Cuando nos conocimos apenas éramos unos críos de alrededor ocho años, mis padres se acababan de mudar de la gran ciudad de Nueva York a este pequeño pueblo de Arizona en busca de una vida tranquila, alejada del ruido y los peligros de la modernidad y que mejor lugar que este. Mis padres lo veían como una oportunidad para una mejor vida, yo por otro lado podía ver como las oportunidades de un mejor futuro se me escurrían por las manos. Deje atras las academias, las clases avanzadas y las buenas escuelas por una educación promedio con almuerzos deporables y pecimas actividades curriculares.

Y cuando por fin puede reincorporarme en la escuela, me era imposible consentrarme ya que estuvimos en la boca de todos por semanas, este lugar era anticuado y la mayoría de los residentes habían fundado este lugar, así que la llegada de nuevos habitantes era casi un milagro y mucho más si la familia era de médicos con dos pequeños genios, no fue dificil darse cuenta que mi familia era todo un espectaculo para los locales y la abrupta relación que mis padres formaron con los Milles, nuestros vecinos y lideres de la sociedad de padres, nos coloco mas reflectores encima. 

La familia de los Miller estaba compuesta por el señor y la señora Miller, profesores de artes liberales y sus dos hijos, un genio y una cabeza de chorlito. La señora Miller era profesora de gramática y dialéctica y el señor Miller era un profesor de música, ambos impartían clases en la única preparatoria del lugar en donde años mas adelante asistiriamos. Caleb y Jules tenian la misma edad que nosotros así que nuestros padres pensaron que era buena idea presentarnos y fomentar una fuerte amistad. 

Cuando conocí a Caleb de inmediato fue de mi agrado, era una versión mejorada de mi hermano, mas alto, mas divertido y mucho mas educado, además de que no le parecía extraño mi poca habilidad de socialización y mi inexistente carisma pero al ser de la misma edad de Teo pasaba más tiempo con él, dejándome a mí con Jules, ella era la típica chica chiflada del vecindario, nunca paraba de hablar y su nivel intelectual era el de un maní, desde el momento en el que de la manera mas cortes que conocia la salude me convertió en su siervo.

Comencé a desvestirme, el único momento en el que podía relajar mi mente era en la ducha, tome mi reproductor y coloque una recopilación de música clásica, abrí el agua caliente y deje que la calidez del agua recorriera mi cuerpo dejando que mis problemas se fueran con el agua. Estuve un par de canciones hasta que considere que estaba exhaustivamente aseado, coloque una toalla a mi alrededor y salí de la ducha. Al colocar una mano en la perilla sentí una punzada en la cabeza, sabía que significaba esto.

Cerré los ojos y sostuve una prolongada inspiración, abrí la puerta y caminé hasta el centro de la habitación, frente a mí y esparcida en mi cama, estaba Jules la cual estaba revisando una revista científica que siempre descansaba en mi mesa de noche. Me acerque a ella y se la quite para volver a colocarla en su lugar, ella ni siquiera se inmutó y dije:—¿Qué haces aquí? La ventana estaba abierta y tú sabes que significa.—Ella se acomodó en la cama, recargándose en el respaldo, aún traía puesta su vestimenta de dormir y se notaba que estaba soñolienta, eso era algo poco común. Me acerque al marco de la ventana y observe como su ventana se encontraba abierta, acto seguido mire la caída que pudo haber ocurrido si ella hubiera dado un paso en falso en el estado en el que estaba, me gire a verla anonadado.—¿Cruzaste el roble adormilada

—Tal vez si, tal vez no.—Replico despreocupada. 

—Jules, ¿podrías no intentar darme un ataque psicótico cada cinco minutos?

—Si lo hago, entonces ya no tendría un pretexto para existir. 

—Ja-ja, muy divertido. 

—¿Sabías que es muy lindo cuando te inquietas por mí?—Sus ojos recorrieron mi cuerpo, y pude ver como se sorprendió, era tan despistada que no había notado mi estado de poca ropa en lo que llevaba aquí. Ella no se mostró avergonzada sino que alzo sus cejas y me acerco a ella tomándome por la cintura, su tacto me tomo por sorpresa pero no me inmuto, estaba acostumbrado a este tipo de comportamiento radical.—Y ¿acaso estás tratando de cautivarme con esa toalla de baño? Porque está funcionando. 

Tome un prolongado suspiro, relajado y mentalmente contando hasta pi, me acerque más a ella dándole falsas ilusiones, cuando vi como comenzó a tragar saliva y a entrecerrar los ojos le propine un zape con la palma abierta justo en la frente, frente a mí se retorció de dolor de una manera casi dramatúrgica, sabía que el golpe no había hecho nada más que darle un buen susto.

—Es solo carne Jules, aprende a controlar tus deseos carnes y de paso tu lengua.

—¡Estaba bromeando!—Dijo reincorporándose y colocando ambas manos sobre su frente.—¿Por qué siempre te tomas las insinuaciones de una manera tan literal?

—Te vi decidida a devorarme, me sentí amenazado y me defendí, es lo que hubiera hecho cualquiera. 

—No, Zedd, no puedes ir por el mundo golpeando a la gente cada vez que traten de bromear contigo, eso provocara que se alejen de ti y crean que eres raro.  

—¿Entonces tú consideras que soy raro y tienes un impulso por alejarte de mí?

—No.—Me miro confundida. 

—¿Por qué? ¿Debí golpearte más fuerte?

—¡Zedd! En serio que no puedo contigo esta mañana, estás insoportable.

—Oh vaya, ¿por qué será?—Dije resaltado el sarcasmo.—Oh si, ya lo recuerdo. Primero cruzaste el roble casi dormida que según mis cálculos pudiste haber caído y muerto, después me tocas de manera inapropiada cuando me encuentro desnudo y lo mejor de todo es que ni siquiera sé que haces aquí.—Mi frustración llego al límite cuando seguí su mirada, estaba demasiado ocupada viendo mi entrepierna.—¡Jules! Mi cara esta más arriba.

Mi relación con Jules funcionada de esta manera, todos los días me preparaba mentalmente para soportar su comportamiento estableciendo un límite mental que tenía que servir para que en todo el día su presencia no me molestara o por lo menos lo pasara desapercibido, pero ella tenía la dualidad de utilizar ese recurso en una sola conversación. La tomé del brazo, la levante de la cama y arrastre hasta la ventana, tenía que irse. 

—¡Espera, espera! Tuve una pesadilla. ¿Feliz? Me dio miedo y no quería despertar a Caleb.  

Aquí vamos de nuevo. Desde que conozco a Jules, aprendí que tiene una obsesión con los sueños y un temor abismal por las pesadillas. Este ha sido un problema para mí y todo aquel que se cruce frente a ella, ya que cuando es un buen día ella tiende a contar sus sueños, consideraba estas imágenes creadas por su imaginación eran demasiado buenas como para quedárselos para ella misma, consideraba sus relatos como una manera de regalarle al mundo un pedazo de ella. Pero si ocurría lo contrario y tenía una pesadilla, lo interpretaba como si un pedazo de su alma estaba siendo consumida por la oscuridad. Algo dramático pero así funcionaba su cabeza. 

Suspire, le di un par de palmada en su espalda y dije tratando de sonar lo menos irritable posible:—Lo que harás es ir a tu cocina, calentar un poco de leche y come un par de galletas de chocolate. Dicen que lo dulce alegra el corazón. 

—¿A ti te ha funcionado?

—Jules, créeme que si lo ejecutase me haría diabético, ahora vete.

Sin decir otra cosa más, salio por la ventana y con agilidad paso por las ramas del roble hasta llegar al otro lado, antes de meter su cuerpo por completo se volteó a mirarme y me sonrió. En modo de respuesta cerré la ventana y la cortina de corrido. La mayoría de las personas que me conocen consideran que aborrezco a Jules pero no lo hago, por lo menos no del todo. A comparación de mi personalidad, soy realmente bueno con ella, solo que no la soporto la mayor parte del tiempo y mis facciones faciales me delatan. Solía alejarme de toda persona que no compartiera una opinión inteligente a temas de mi interés y ella era eso y más, una definición perfecta de chica linda, cabeza hueca. No lo negaba, ella era muy atractiva pero su falta de sentido común me era desagradable. 

Con el paso de los años había escuchado que nuestra relación era única porque no eramos iguales, eso lo escuchaba principalmente de mis padres que tenían una especie de obsesión con Jules y no veían más allá de sus grandes ojos zarcos, principalmente mi madre que se la pasaba mencionando como le hubiera gustado tener una hija como ella, ¿estúpida? pensaba yo con frecuencia, a diferencia de mis padres, yo preferia tenerla a tan solo cien pasos de distancia o inclusive más, lo suficiente como para que no se colara por mi radar. 


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¡Espero que les haya gustado el primer capitulo! 

Estare subiendo adelantos en mi cuenta de Wattpad en Instagram @k.gorettyedits espero que se puedan dar una vuelta por ahi. 

Tambien pueden encontrar en Spotify la playlist de la historia, la cual se actualizara de manera constante, la pueden encontrar como "A CIEN PASOS DE DISTANCIA OST".


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