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Me miré por última vez en el espejo para ayudarme a confirmar que de nuevo había fallado en combinar mi atuendo, además de que la sonrisa falsa que me dedicaba a practicar todas las mañanas esta vez no estaba funcionando, todo por culpa de Jules. Desde una corta edad adopté el hábito de imitar los semblantes dramatúrgicos de las películas, los utilizaba como una máscara para que los individuos a mi alrededor dejaran de notar mi poca habilidad social o como una alternativa para responder a los comentarios estúpidos de mis poco evolucionados compañeros de clase. Al realizar un par de intentos fallidos y darme por vencido, me acerque al escritorio, tome mi mochila y comencé a llenarla con todo aquello que me sirviera para aprobar el examen de hoy, al terminar la cerré de un jalón y salí de mi habitación cerrando tras de mí.

El pasillo se encontraba en silencio, seguí el viejo camino de fotografías infantiles y retratos familiares hasta llegar al comienzo de las escaleras, ahí fue cuando comencé a oliscar el exquisito aroma de comida calcinada, eso solo significaba una cosa, mis padres estaban en casa. Baje las escaleras confiando en que, lo que sea que hubieran hecho fuera comestible, ya que me moría de hambre. Al llegar a la cocina la encontré hecha un desorden, mi mirada se fue a las dos figuras que parecían bailotear torpemente por el lugar, eran mis padres tratando de hacer funcionar la batidora, en el comedor pude localizar a mi hermano que se encontraba como rehén devorando de un solo trago una especie de panqueque de un color sospechoso.

Mi madre fue la primera en darse cuenta de mi presencia, fue tan rápido que ni siquiera pude procesar un plan de escape para el desayuno, ella al igual que mi padre aún vestía el uniforme del hospital pero se encontraba cubierto de mezcla de panqueques, se veía agotada, hasta su semblante estaba apagado pero la sonrisa amplia y brillante que la caracterizaba parecía no desaparecer, mi padre por otro lado se había dado por vencido con la batidora y ahora se encontraba sirviendo la que podría ser su quinta taza de café.

—Buenos días corazón.—Mi madre me atrajo hacia ella y deposito un resonante beso en la mejilla para acto seguido limpiarlo con su pulgar.—Llegaste justo a tiempo para probar esta nueva receta de panqueques con chocolate que me dio una enfermera.

Chocolate, eh, conque de ahí proveía ese color.

—Nos quedaron deliciosos—Dijo mi padre mientras pasaba a mi lado con un plato repleto.

—Se ven exquisitos—Dije tratando de sonar sincero, pareció funcionar cuando la sonrisa de mi madre se hizo más grande y la mía comenzó a perder credibilidad o así lo percibía yo.

Mi madre me alcanzó un plato antes de sentarse para comenzar a desayunar, musite un leve gracias y me gire a lo que se encontraba en la barra, los panqueques, salchichas ahumadas -quemadas-, huevos y un par de jarras con posibles jugos misteriosos pero lo único que parecía comestible esa mañana eran los huevos revueltos, sin dudarlo pensé en Teo, por lo menos alcanzó a intervenir en algo. Mis padres al no estar la mayor parte del tiempo en casa no eran muy domésticos y verlos tratar de hacer algo en casa era como ver a dos niños averiguando cómo ser padres era por eso que Teo y yo aprendimos a hacer de todo, desde cambiar una bombilla hasta preparar nuestros alimentos.

Mientras que ellos salvaban vidas, nosotros nos encargábamos de sobrevivir por nuestra cuenta.

Tome un par de panqueques y los hundí en huevos revueltos, si iba a comerlos me aseguraría a que asimilasen el sabor de otra cosa. Camine hasta el comedor y tome asiento a un lado de mi hermano, analice el plato de Teo que de nuevo se encontraba lleno, su apetito era voraz y al parecer mi madre no lo había olvidado, ya que se había encargado de volver a llenarlo de comida. Nuestras miradas se encontraron, los dos estábamos en busca de algo, un salvador tal vez.

Tome los cubiertos con dificultad y comencé a comer, vi a mis padres que mientras dialogaban sobre un caso de hospital devoraban su comida haciéndolo ver deleitable. No sabía si mis padres realmente estaban gozando lo que engullían o solo pretendían, tal vez ese es un super poder de doctor, perder el sentido del gusto.

Me acerque a Teo y le susurre:—¿Los dejaste cocinar?

En modo de respuesta y de manera sutil, sentí un golpe por debajo de la mesa. De la misma manera él me susurro:—¿Crees que soy tan estúpido como para comprometer mi paladar? Cuando baje a la cocina ellos ya estaban aquí, solo pude apoderarme del sartén de los huevos.

—¿Estás bien? Ya vas por tu segundo plato.

—Te lo dire en un par de horas, cuando todo esto decida ser evacuado.

—Recuérdame como un héroe—Corte un pedazo y lo examine antes de meterlo a mi boca, espero que sepa mejor de como luce. Al dar el primer bocado pude notar como Teo no dejaba de mirarme, no sabía si estaba asegurándose de que no me diera una reacción alérgica, o tan solo lo estaba haciendo para molestarme.—¿Qué?

Pego su asiento más cerca del mío y note como se le formaba una media sonrisa.—No pude retener la emoción e investigar... ¿Qué hacia Jules tan temprano en tu habitación?

—¿Nos escuchaste?

—Imposible no hacerlo, aunque claro, juntar mi oreja en la puerta de tu habitación fue de gran ayuda.

—Entonces sabes que tuvo una pesadilla.

—¿Y necesitaba los escuálidos brazos de su amado?

—No me hagas más difícil la tarea de digerir esto—Dije dándole una mirada a mi plato.

—¿Qué tanto están murmurando que les impide desayunar niños?—La voz de mi padre nos hizo enderezarnos en nuestros asientos y comenzar a comer a una velocidad impresionante.

Teo saltó al rescate, con la boca llena de comida y a punto de atragantarse dijo:—Estábamos hablando del viaje de verano, estamos muy emocionados de que por fin se puedan tomar un descanso del trabajo.

—Y ustedes un merecido descanso de la escuela, mis dos pequeños genios. ¿Consideran que sus amigos y ustedes se sienten preparados para los exámenes de esta semana?—Pregunto mi madre de repente que al mismo tiempo no dejaba de lanzarle miradas nerviosas a mi padre, el cual no sabía como abordarla, aunque la pregunta estaba dirigida a los dos, su mirada no se despegaba de la mía, desconcertados asentimos. Ella sabía que los exámenes eran un juego para nosotros, que Caleb era un as en los exámenes y Riley, mi mejor amigo era lento pero su memoria lo hacía tener buenas calificaciones. La observé, se estaba revolviendo en su asiento para acto seguido juntar sus manos y recargar su cuerpo hacia adelante, estaba inquieta pero no sabía por qué.—... Y ¿Jules se siente preparada?—Dijo inquieta, lanzándome otra mirada.

Sabía a donde iba este interrogatorio, Teo no tardo en descubrirlo también, ya que emitió una carcajada mientras que le daba golpes a la mesa y no paraba de decir:—Hermano te han vendido.

Yo por otro lado me llevaba una mano a la cien para comenzar a masajear. Con los ojos cerrados tratando de relajarme pregunté a mi madre:—Mamá, dime por favor que no lo hiciste.

—Zedd antes de que te enfades, déjame explicarme. Estuve hablando con Molly...—Dijo llamando a la madre de Jules por su nombre de pila—... me estaba contando que está notando a Jules algo alterada, no ha podido dormir bien por pensar en las calificaciones de fin de curso. Así que cuando escuche su problema pensé en ti, le prometí que ayudarías a la pequeña Jules.

El recital paso directo por un oído y me salio por el otro, primero que nada: conocía a Jules demasiado bien como para saber que su "estrés" solo consistía en no poder pasar el último nivel de Candy Crush y que si era incapaz de dormir, solo era porque estaba demasiado ocupada mirando  una serie de televisión. Así que la "pequeña" Jules había usado su cerebro por primera vez, había utilizado a una de las pocas personas que me negaba a ayudar para su propio beneficio, su propia madre. Impresionante, aterrador pero impresionante. 

Inexpresivo me levante de mi asiento, tome mi plato y me dirigí a la cocina, liberaría mi ira lavando los cubiertos. No me gustaba la sensación de estar acorralado, mucho menos si Jules era la que estaba delante, utilizar a Molly era caer muy bajo. La señora Miller formaba parte de una lista muy corta de personas a las cuales yo no me podía negar, ella se dedicó a cuidar de mí cuando mis padres se encontraban demasiado ocupados trabajado en el hospital, me alimento y me dijo que estaba bien ser diferente cuando los chicos se burlaban de mí. 

Tras de mí podía escuchar a mis padres llamándome pero necesitaba tranquilizarme primero. 

—Déjenlo, está canalizando su ira—Dijo Teo.

—Pero si Jules es su mejor amiga, no entiendo cual es el problema.

Tal vez no podía sonreír por gusto, querer por necesidad pero diablos, la ira era una de las cosas que no necesitaba forzar porque siempre estaba ahí. 

Cerré el grifo y me giré hacia mis padres, tome un largo respiro y dije:—No lo haré por Jules, sino por la señora Miller que no pidió tener una hija tan tonta como ella.

—Zedd Anderson, no seas de esa manera.

—Es la única manera que conozco.

Justo ese momento tocaron la puerta, mire el viejo reloj que tenía en mi muñeca, dentro de poco empezarían las clases y a la misma hora de siempre había llegado la caballería. 

—Que momento más oportuno.—Dijo mi hermano tratando de desplazar aquel mal momento que había creado. 

Cogí mi mochila que se encontraba descansando en una esquina del lugar, tomé varias y profundas respiraciones preparándome para el largo día que tenía delante. No podía darme el lujo de enfadarme hasta perder los estribos, ya que tenía un examen que aprobar y una Jules para enfrentar. Mi cerebro comenzó a maquinar un plan para regresarle el golpe a Jules sin desobedecer a la señora Miller, si realmente quería que la ayudara a "estudiar", pues la ayudaría y le haría esta semana un infierno.

Teo que iba tras de mí me detuvo justo cruzando la sala y dijo mientras que me escaneaba de pies a cabeza—Espera... ¿a dónde vas con esa ropa?—Al no obtener respuesta de mi parte ante mi pésimo sentido de la moda se giró hacia mi madre que aún se encontraba tras nosotros junto a mi padre—Mamá, por favor dile a Zedd que se quite esto y se ponga algo más de su edad.

Mi madre tardó unos segundos en contestar, tal vez aún se encontraba buscando las palabras correctas para dirigirse a mí, inclusive la manera en la que contestó dio a entender que sentía mal de ponerme entre la espada y la pared minutos atrás—¿Qué tiene de malo el atuendo de tu hermano?—Dijo señalándome de pies a cabeza. Intentaba enmendar su error elogiando el horrible atuendo que había armado esta mañana.

—Parece que voy a clases con mi abuelo.

Ni siquiera lo tomé como un insulto, era genial. Estaba muerto pero sus méritos nadie se los quitaba.

—Cállate y vámonos.

Sin hacer esperar más a los que se encontraban detrás de la puerta, la abrí y frente al pórtico de casa se encontraba Caleb, el hermano mayor de Jules con su característico traje deportivo, Riley, el único chico asiático del pueblo y mi mejor amigo y Jules, que eufóricamente saludaba a mis padres con la mano.

—¡Nos vemos chicos, que tengan un buen día en la escuela!—Gritaron mis padres tras nosotros.

—¡Y no olvides lo que prometiste Zedd!—Añadió mi madre, refiriéndose a las tutorías.  

Al salir de pórtico y caminar hacia la entrada del patio delantero mi hermano corrió a los brazos de Caleb como si la noche anterior no hubiera jugado videojuegos juntos hasta altas horas de la noche, me detuve a la mitad del camino para observar a Jules que parecía impaciente de saltar sobre mí en el preciso momento en el que cruzará el porche, se veía más entusiasmada tal vez pasando por su cabeza que el plan que había elaborado se había realizado sin fallo alguno. Como de costumbre no paraba de sonreírme, estaba tratando de conectar su mirada con la mía que la observada inexpresivo, esta vez fui yo quien tomó la iniciativa y la mire fijamente a los ojos, ella no parecía conocer mis intenciones ni mucho menos de cómo mi mente trabaja a mil por hora en pensar cómo aplastar ese pequeño cerebro suyo, a su lado mire a Riley, el cual pronto se convertiría en mi cómplice en mi crimen perfecto. 

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Pueden encontrar en Spotify la playlist de la historia, la cual se actualizará de manera constante, la pueden encontrar como "A CIEN PASOS DE DISTANCIA OST".

Cuidense mucho, no olviden utilizar cubrebocas y lavarse las manos seguido. 

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