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𝕮𝖚𝖆𝖙𝖗𝖔

En mi cabeza tenía la manera en la que ejecutaría el plan, saliendo de la escuela la llevaría a su casa y comenzaría la tortura disciplinaria: enciclopedias, notas de estudios, guías y cartas para memorización e inclusive había investigado un par de videos en mi tiempo libre para hacer el proceso más doloroso. Y quién sabe quizás me quedaría tiempo extra para quedarme cenar.

Pero como todo buen clímax, el plan no se ejecutó a la velocidad que tenía planeada. No había tomado en cuenta las variables. 

Después de que terminara la hora del almuerzo le dije a Jules que terminando las clases iríamos a su casa y comenzaríamos a estudiar para los siguientes exámenes pero había olvidado por completo la reapertura de la piscina escolar por la llegada del verano y la reanudación de las actividades del equipo -en el cual Jules estaba-. Así que ahora me encontraba sentado en una de las áreas verdes del colegio soportando los intensos rayos del sol que parecían gritarme en el rostro que si no me movía pronto me dejaría una quemadura en el rostro junto con una severa deshidratación. El ala principal de la escuela -y donde se encontraba el único lugar donde me podría resguardar, la biblioteca- había cerrado hace un par de horas, dejando disponible la parte en donde se encontraban los clubes de actividades extracurriculares, el gimnasio y las canchas de futbol americano pero esas opciones incluía estar rodeado de una gran cantidad de alumnos.  

Prefería rostizarme como pollo frito bajo el sol incandescente junto con mis tarjetas de estudio y mi botella de agua antes que estar rodeado de gente que no conozco. 

Este era una de las razones por que la que detestó este lugar. En New York los veranos eran cálidos, no infernales y las academias estaban abiertas hasta altas horas de la tarde para los alumnos como yo. 

Desde un principio tuve la opción de irme a casa y esperar a que Jules terminara su entrenamiento, ir con mis amigos a un café local y estudiar, inclusive mirar como los siameses jugaban videojuegos mientras Riley memorizaba las respuestas del examen a mi lado pero fui cruelmente amenazado por la cabeza de chorlito: Si no me esperas hasta el final del entrenamiento le dire a mi madre que no haga tu favorito para cenar. Esa fue la amenaza. Simple pero mortal. 

Desde donde estaba observaba el estacionamiento de la escuela, el cual lentamente comenzaba a desalojar las camionetas oxidadas y motocicletas viejas de los alumnos que al igual que Jules se quedaban practicando algún deporte o eran partícipes de clubes. Mire de nuevo el reloj que colgaba de mi muñeca, era pasada de la hora de la que me había prometido estar aquí y era raro por que Jules odiaba llegar tarde. Si ella no venia a mí, tendría que ir yo hacia ella. 

Me levanté limpiando los rastros de pasto seco y me dirigí hacia el área del gimnasio en donde se encontraba la piscina, entre más me acercaba comenzaba a ver actividad humana, alrededor se apreciaban a los deportistas dando sus últimas vueltas a la pequeña pista y en el otro extremo a las porristas preparándose para su última pirámide mal ejecutada. 

—Zedd Anderson espiando a las porristas, ¿quién lo diría?—Dijeron tras de mí. Voltee para encontrarme a Riley el cual venia cargado de instrumentos musicales. 

—Pensé que te habías ido con los siameses.

—Ese era el plan pero el señor Miller me intercepto a la mitad del camino. Me ha traído de su esclavo pasando los instrumentos a la bodega detrás de la escuela desde hace rato ya.—Parecía estar lidiando con la caja la cual parecía pesada—¿Y tú que sigues haciendo aquí?

—Estoy esperando a Jules, se supone que su entrenamiento terminaba hace ya quince minutos. 

—Que extraño. El entrenamiento terminó hace rato, inclusive vi a Jules saliendo con las chicas del equipo en dirección al lago. Pensé que habían pospuesto la tortura. 

—Eso no tiene sentido, a Jules no le agradan las chicas del equipo y dudo mucho que eso haya cambiado en dos horas.—Dije.

—Es lo mismo que pensé al verlas, pero como estaban riendo supuse que habían arreglado sus diferencias. Además, veamos el lado positivo, es la oportunidad perfecta para que consiga amigas. 

Tenía un mal presentimiento. Incluso cuando no la consideraba la mejor compañía y me quejaba constantemente de ella, la conocía a la perfección y Jules no era la clase de persona que de un día para otro hiciera amigos, aun cuando las chicas formaban parte del equipo, ella solía evitarlas y limitarse a la comunicación básica. 

—Iré a buscarla.

—¿Crees que le estén haciendo algo malo?—Dijo Riley. Asentí. 

—¿Hace cuanto que las viste? 

—Quince minutos, incluso más. 

—Es mejor que me apresure entonces, el lago no esta lejos.

—Dejaré estas últimas cajas en la bodega y te alcanzo. ¿Quieres que avise al señor Miller?

Negué rápidamente—No quiero preocupar a su padre por una sospecha, nos encargamos nosotros. 

Ambos salimos corriendo en dirección contraria, nos encontraríamos ahí. No estaba acostumbrado a realizar actividad física y a los pocos pasos ya me encontraba sofocado, pero tenía que ir hacia la entrada del bosque que me dirigiría al lago, de día era fácil encontrar el camino, ya que podías observar el rastro de los exploradores locales pero una vez que comenzara a caer la tarde y la luz del sol fuera desapareciendo en posible perderse entre la maleza, inclusive se podría llegar a caer en un barranco y morir de una caída pero nadie eran tan estúpido como para venir solo. En el momento en que comencé a esquivar ramas de árboles me arrepentí de haberme puesto una chaqueta de mezclilla esa mañana, el calor era casi insoportable. Aun cuando el calor era sofocante no dejaba de correr y después de un par de minutos comencé a ver la orilla del lago el cual alojaba un par de barcas pero no había rastro de actividad humana. El lugar estaba vacío. 

Deje caer mi mochila en unos matorrales asegurándome que estuviera protegida y comencé a merodear por el lugar, en los alrededores no había señales de una aglomeración de chica, del otro lado del lago un poco más alejado, el muelle se encontraba desierto. Regresé y volví a colgarme la mochila, Jules no estaba aquí o si estuvo, ya se había ido. Tome una larga respiración para relajarme, si este había sido otro de sus planes para hacerme perder el tiempo y ella se encontraba sana y salva en la comodidad de su habitación, la mataría y después a Riley. 

Retome el camino en el que había llegado pero un par de murmullos y risas me hicieron detenerme, se escuchaban tras unos árboles a tan solo unos pasos de mi. Me acerque hasta quedar tras unas chicas que parecían el equipo de natación, la mayoría aun traía puesta la ropa de entrenamiento y se encontraban empapadas como si terminaran de salir de nadar, rapidamente comence a buscar a Jules entre las chicas pero nada. Me incline entre unos arbustos y comencé a escuchar su conversación, no era lo correcto pero quiza podria averiguar donde estaba Jules. 

—Encarguense de que su ropa quede destrozada y que si la encuentra, no pueda ni usarla.—Dijo la voz de una chica que se encontraba en medio, era rubia, delgada y pequeña, al igual que el resto. Parecía que tener esas características físicas era casi un requisito ya que las chicas que la rodeaban parecían una copia de la anterior.  Trate de identificar sus rostros pero no parecía conocer a ninguna o por lo menos no les había prestado atención antes. 

—Tome su mochila e incluso pude sacar su celular de su casillero.—Dijo la que estaba a su lado. Entre sus manos se encontraba un mochila púrpura que reconocí de inmediato, estaban hablando de las pertenencias de Jules pero ¿donde estaba ella?—¿Que tal si vemos si es a prueba de agua? 

—No creo que esto esté bien.—Dijo una de las chicas, la cual parecía estar cohibida entre el resto. Las que la rodeaban la ignoraron. 

—Chicas, ¿están seguras de que no le dirá a nadie?—Dijo otra.

—Conocemos a Jules desde niñas, es una pequeña cobarde.—Dijo la misma que se encontraba en el centro.—No se atrevera a decir ni pio. 

—Es una perra suertuda, está rodeada de los chicos más codiciados de la escuela.

—De seguro su única función en ese grupo es ser la esclava sexual. Toda una perra corriente. 

—¡Natalie!—Chillo una fingiendo indignación—Su hermano es parte de ese grupo. 

La tal Natalie tan solo se encogió de hombros y dijo las últimas palabras que me hicieron llegar al borde de mi paciencia y me hicieron salir de mi escondite:—Capaz a la loca le gusta el incesto.

Al salir de entre los arbustos y entrar en el campo de visión de aquellas chicas, todas empezaron a murmurar mi nombre entre ellas, asustadas, preguntándose cómo había llegado ahí. Me acerque a la chica que tenía las pertenencias de Jules y se las arrebate, ella se alejo de mi de un respingo. No habian alcanzado a dañarlos pero su ropa por otro lado estaba llena de lodo y rasgada.

Me gire hacia la que parecía la líder y la tome de la muñeca, mi agarre comenzó a intensificarse, quería lastimarla de la misma manera en la que ella probablemente había lastimado a Jules. 

—¿Que estas haciendo? Me estas lastimando, suéltame.—Chilló mientras se retorcía para zafarse de mi agarre.  

—No hasta que me digas dónde está Jules.—Parecía una mula, la chica estaba roja del coraje y no parecía tener intenciones de decirme su paradero. La acerque mas a mi sin deshacer mi agarre.—¿¡Donde está Jules!?  

—Por mi que muera ahogada en la borda del río.

La solté con fuerza y terminó en el suelo quejándose del dolor de la muñeca, había apretado lo suficiente como para dejarla fuera de la piscina por un par de días. Me gire hacia otra de las chicas, la que había tomado su mochila y celular, planeaba lastimarla de la misma manera pero una chica que parecia la mas chica de ese grupo se puso frente a mi, llorando -la que había sido ignorada por el resto- y dijo: 

—La dejaron en el lado contrario del lago, cerca de muelle.—Algo en mi cerebro había hecho clic, no la había visto porque no estaba en el lado que estaba buscando.—Lo lamento.—Dijo para después echarse a llorar.  

—¡Melany, eres una traidora!—Dijo una chicas tras nosotros.

—Considerate fuera del equipo.—Musito la chica que se encontraba en el suelo. 

La chica de nombre Melany comenzó a llorar con más intensidad. Por ahora no tenía tiempo de compadecerme a sus lágrimas, aun cuando parecía la única que estaba ahí por la fuerza, tenía que buscar a Jules. Mire de nuevo al grupo, si me iba y se daban a la fuga no sería capaz de alcanzarlas, ella eran atletas y se encontraban en forma, yo por otro lado ni cerca.   

Dos quejidos llamaron la atención del grupo, incluyendome. De entre los arbustos aparecieron dos chicas quejándose para ser liberadas y tras de ellas apareció Riley, la cual las venía sosteniendo del cuello de sus sudaderas 

—¡Zedd!—Dijo en modo de reproche—Se te escaparon dos arpías lengua suelta. 

—Llegaste en el momento perfecto, tengo que buscar a Jules. La dejaron...

—...  en el lado contrario del río, cerca del muelle.—Dijo terminando por mi. ¿Cómo lo supo?—Estas dos amables señoritas me contaron todo. Ve a buscar a Jules, yo me encargo de ellas. 

—¿Seguro?—Dije mirando a las chicas, eran al menos ocho, incluyendo a las dos que habian escapado. El asintió. Mire a cada una de ellas y dije:—Me encargare de ustedes luego.—Me acerque a la chica que aun seguía en el suelo y que ahora se encontraba rodeada de un par de chicas que trataban de que dejara de llorar. Me incliné hacia ella y la tome del cuello de su uniforme y le musité amenazante:—Si alguna vez te vuelvo a ver cerca de Jules o incluso si te veo respirar el mismo aire que ella, mandaré a la mierda eso de que eres una chica y te trate como lo que realmente eres. Un ser humano con problemas de atención y una perra hija de puta. 

Al levantarme pude observar la mirada de Riley, me veía con una enorme sonrisa en el rostro.  

—Eso fue super romantico.—Miro a las dos chicas que aun sostenía y les pregunto:—¿A que si arpías?

—¿Qué harás con ellas?—Dije ignorando su comentario. 

—Pedir refuerzos.

Aun cuando no sabía a qué se refería, deje en sus manos al grupo de chicas, mientras que yo me daba camino a buscar a Jules pero antes le di la indicación de que dejara ir a Melany. 

Salí corriendo hacia otra dirección, la puesta de sol había llegado y reflejaba en el agua tranquila del lago, aún en pleno verano, la temperatura solía bajar por las tardes e incluso más en la noche sin contar que el agua del lado suele tener una temperatura demasiado baja al estar entre montañas, temía que si no llegaba a tiempo se encontraría a una Jules al borde de la hipotermia, además ni siquiera sabía en qué condiciones la habian dejado. A la mitad del camino pude observar el viejo muelle de madera, estaba cerca. Con la poca fuerza que me quedaba corrí hasta la orilla justo donde comenzaba el muelle, mire hacia ambos lados pero no había rastro de Jules. ¿Habrá salido por su cuenta? 

Deje que nuestras pertenencias cerca de la orilla y deje que el agua del lago me tocara los tobillos y comencé a buscar entre las hendiduras de las piedras, no fue hasta que me acerque a la parte inferior del muelle que vi un cuerpo aferrándose a la madera con una mano. Era Jules. Me acerque hasta donde estaba y ella levantó la mirada, se quedo estática un par de segundos hasta que lentamente comencé a esconderse detrás de la madera, ¿estaba avergonzada? ¿en shock?. Maldecía por mis adentros cada vez que una leve embestida de agua me mojaba la ropa, mi madre me mataría si hecho a perder este atuendo mal combinado. 

Al ver que ya no podía escapar asomo su cabeza y dijo levemente:—Hola. 

—Sal de ahí Jules.—Me acerque a ella y le tendí la mano, ella rápidamente se negó y se alejó un poco más.

—No puedo, rasgaron mi traje de baño.—Mi mirada fue hasta su mano, la cual se encontraba sosteniendo la parte superior de su ropa.

Rápidamente me quité la chaqueta y se la tendí con los ojos cerrados.—Pontela.

—No veas.

—No me quiero quedar ciego.  

—Ja-ja, muy gracioso. 

Comencé a caminar hacia la orilla y pude escuchar como Jules venía tras de mi. Me giré hacia ella la cual se encontraba cubierta hasta las rodillas con mi chaqueta de mezclilla. Los últimos reflejos de sol la rodearon, creando una ilusión que le daba mechas pelirrojos en su cabello, y su piel pálida resaltaba junto a sus pecas que resaltaban sus ojos azules. Trate de buscar signos de abuso, alguna marca, sangre o moretones pero estaba intacta. Inclusive su rostro no mostraba señales de enojo ni miedo, estaba tranquila. Observar a Jules Miller era como tratar de descifrar un misterio imposible, tenías que irte con paso discreto para tratar de descubrir qué estaba pensando. 

—¿Quieres hablar de lo que pasó? 

—No. Por lo menos no ahora. 

—Entiendo. Solo quiero que sepas que no dejaré que vuelva a suceder.

—¿Acaso Zedd Anderson está mostrando sentimientos hacia mi?—Dijo con su típica mirada coqueta. 

—No te acostumbres.—Tome nuestras pertenencias y me encamine a salir de aquel lugar con Jules tras de mi. 

—Zedd—Dijo tras de mi. No me gire y solo hice un gesto con la mano para que supiera que la estaba escuchando—No quiero que mis padres me vean llegar así y comiencen a hacer preguntas que realmente no quiero responder. 

—Te puedes quedar en mi casa, les avisare que te quedaras a estudiar conmigo. 

—¿Les mencionaras sobre lo ocurrido? 

—Por el momento no si tu no quieres pero eventualmente sabes que lo haré. 




Para llegar a casa tuvimos que rodear para que ningún vecino curioso viera a dos adolescentes caminar mojados por la calle, tardamos el doble en llegar pero por lo menos nadie se dio cuenta de nuestra apariencia. Cuando llegamos a mi casa, nos tuvimos que colar por la puerta trasera, para nuestra suerte Teo no estaba en casa. Deje nuestras cosas en la sala y ambos subimos a mi habitación, busqué en mi armario ropa vieja que Jules pudiera utilizar y un cambio para mi, le tendí un par de pantalones de dormir y una vieja camisa que mi madre me había regalado hace un par de años que tenía marcado la motivadora -e irónica- frase "Después de todo, mañana es otro día". Mientras que ella se cambiaba en el baño aproveche y comencé a quitarme la ropa mojada y la sustituí por un par de pantalones holgados y una camisa a juego -o por lo menos eso creía- y me dirigí hacia la cocina para buscar algo para cenar, solamente quedaban sobras de una pasta que Teo había hecho ayer y macarrones con queso, calente ambos y los serví con cuidado, tomé un par de bebidas del refrigerador y con cuidado de no tirar nada por el camino subí las escaleras, tenía que encargarme de que Jules cenara y descansará. Necesitaría energía. 

Al abrir la puerta la encontré sentada en el suelo mirando la televisión, con la ropa ahora tenía un mejor aspecto pero su cabello seguía mojado, deje la comida frente a ella y me senté a su lado, al ver la comida tan solo dio un par de mordiscos y dio un par de tragos a la bebida. Me tomó de sorpresa cuando se terminó recostada en mis piernas sin dejar de apartar la mirada del televisor, aun cuando el sonido del televisor llenaba el vacío de la habitación pude escuchar como Jules comenzó a sollozar cada vez con mayor intensidad. 

Sin saber que hacer solo coloque mi mano sobre su cabello y comencé a acariciarlo hasta que se quedó dormida. 


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Pueden encontrar en Spotify la playlist de la historia, la cual se actualizará de manera constante, la pueden encontrar como "A CIEN PASOS DE DISTANCIA OST".

Cuidense mucho, no olviden utilizar cubrebocas y lavarse las manos seguido. 


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