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𝕮𝖎𝖓𝖈𝖔

La anoche anterior había sido capaz de localizar a Riley, el cual me explicó que su refuerzo después de irme de la escena termino siendo el padre de Jules, el cual aún no dejaba la escuela, claro que para contarle cómo había terminado en medio del bosque con un puñado de chicas del equipo de natación evitó varios puntos importantes como que: su hija había sido la víctima y que el alboroto lo había ocasionado yo.

Aun cuando no pudo decir la verdad, se encargó de que fueran suspendidas inventando que las había encontrado fumando e incendiando propiedad sagrada y natural del bosque, aun cuando lo negaron, Riley se encargó de poner sus propios cigarrillos en la escena del crimen. El vicio que llevábamos tiempos tratando de quitarle por fin tuvo un buen uso.

Aun con todo lo sucedido había dedica un par de horas de estudio para mis exámenes de hoy y había despertado mentalmente agotado, además de que tuve que hacerla de niñero con Jules, la cual se había quedado a dormir. Abrí los ojos en busca de un bulto en el suelo pero la cama improvisada que le había hecho se encontraba vacía. ¿Jules habrá regresado a casa mientras yo dormía? Me gire para abarcar toda la comodidad de mi cama y al hacerlo me tope con la intensa mirada de Jules a mi lado. Pero por supuesto que no regreso a casa.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí observándome?

—No mucho.

—¿Alguna razón en específico?

—¿Por qué eres demasiado atractivo?

—No me hagas lastimarte Jules.

Me volteé para darle la espalda y tratar de dormir otro par de minutos extras. Demasiado temprano, dije para mí.

Noté como se revolvió a mi lado y se acercó a mi oído, susurrando—Sé que no lo harías.

—¿Ah no?—Dije retador. Me giré de nuevo quedando tan cerca de ella que pude sentir su mal aliento mañanero en mi rostro. Por primera vez en mucho tiempo sonreí con ganas y mientras lo hacía la desplazaba de mi cama con una patada, ella en cuestión de milésimas de segundo se encontró en el suelo riendo de mi repentino acto. Aun cuando sabía que la caída no la había lastimado, me acerque a la orilla de la cama para cerciorarme de que se encontraba bien. Había dejado de reírme y se estaba concentrando en el techo, con ambas manos cruzadas en el pecho.

—Necesitaba esto.—Dijo después de soltar un prolongado resuello y regresar a contemplar el techo. Aun cuando parecía absorta en el concreto sobre nosotros, podía identificar que estaba tratando de recordar.

—Reconozco esa mirada en donde sea. ¿Qué soñaste?—Dije. Sacándola de su trance.

—Zedd... creo que por primera vez no quiero compartir mi sueño.

Deje que medio cuerpo se aventara por la borda de la cama y dirigí mi mano hasta su frente—¿Te sientes bien? ¿Estas enferma? ¿Quién eres tú y qué has hecho con Jules?

Emitió un par de risitas y me tomo del cuello de la camisa para tirarme de la cama, tuve que actuar rápido para no dejar caer todo mi peso sobre ella, mi maniobra nos dejó en una posición prometedora, yo sobre ella, con ambas manos a un lado de su cabeza. Estábamos demasiado cerca. Demasiado peligroso que nos encontraran en esta posición.

Su mirada encontró la mía y pude notar que ambos estábamos teniendo dificultad para respirar. —Soñé contigo.—Dijo sin más.

De repente sentí que me ponía colorado, me aclaré la garganta un par de veces y mi lado lógico quería tratar de desviar la conversación pero la curiosidad se había apoderado de mi hormonal mentalidad adolescente—¿Qué hacíamos en tu sueño?

La mirada de Jules aún seguía clavada sobre la mía, tanto que temía que leyera mis pensamientos. Se inclinó hacia adelante y tomó mi rostro en sus manos con delicadeza, sus ojos comenzaron a inspeccionar como si tratara de recordar cada proporción, acercó sus labios a los míos y pude sentir lo cálidos que eran, su tacto repentino tacto no me sorprendió pero no dejaba de preguntarme si está bien lo que estaba haciendo. En cuestión de un momento nos encontrábamos besándonos a un mismo ritmo, mis manos se encontraban estáticas esperando, no sabía que hacer. Cada movimiento que hacía Jules lo sentía tan ansioso, como si por fin hubiera obtenido un buen bocado de comida después de matarse de hambre. Ella tomó mis manos y las coloco debajo de su blusa, podía sentir su piel ardiente entre mis dedos, comencé a hacer un recorrido por su abdomen, era la primera vez que la tocaba de esta manera y sentía que estábamos haciendo lo correcto. Todo parecía salido de un sueño, un sueño demasiado extraño.

Aun cuando ambos parecíamos deseosos de no separarnos, aquello no duro demasiado, ya que la realidad me golpeo como una buena bofetada. Literalmente.

—¡Zedd Ya despierta, se nos hace tarde para la escuela!—Sobre mí se encontraba Jules, bañada y lista para partir. Se levantó con agilidad, camino hasta mi armario comenzando a sacar ropa y a lanzármela—Teo ya tiene listo el desayuno.

—Todo fue en sueño—Dije para mí, sonando aliviado pero confundido.—¿O una pesadilla?

—No me hagas levantarte grandullón.

Se quedó observándome desde la distancia pero algo andaba mal, no podía levantarme. Mierda, mierda, mierda. Una palpitación en mi entrepierna me comenzaba a molestar, estaba teniendo una erección matutina y Jules estaba frente a mí, esperando.

Mis manos fueron a parar a mi entrepierna para cubrir el accidente, enrolle la sábana alrededor de mi cintura y torpemente me levanté de la cama. Jules me observo confundida durante unos segundos hasta que al final terminó comprendiendo lo que me estaba sucediendo.

—Oh... ¿Necesitas... privacidad?

—Por favor.

—Voy saliendo.—Dijo tratando de combatir la incomodidad. Abrió la puerta y salió cerrando tras de ella con un fuerte golpe. Ahora que no estaba pude observar el bulto entre mis piernas y dude. Esta cosa es enorme. ¿Acaso debería sentirme orgulloso? ¿qué se supone que tendría que hacer con esto? ¿y si era como un tumor? Yo solo escuchaba a los chicos hablar sobre la masturbación, nunca había tenido curiosidad de intentarlos y hacerlo en estas circunstancias no me parecía adecuado. La puerta se abrió tomándome por sorpresa, la cabeza de Jules fue lo único que identifique—¡Ah te la creíste!

Tome una de las almohadas y se la lance—¡Jules!

—Sí, sí. Ya me voy.—Dijo cerrando la puerta de nuevo. Esta vez no me fie de ella, camine hasta ella y le coloqué el seguro.

Ahora solo éramos mi amigo y yo.







El desayuno había sido de lo más incómodo, no podía ni siquiera levantar la mirada sin pensar en lo que tuve que hacer ni mucho menos por saber quién había sido la culpable, inclusive mi hermano parecía estar atento a todo, como si reconociera él después de una masturbación precoz. Cuando salimos de casa para encontrarnos con los demás trate de estar lo más separado de ellos, caminando muy detrás, por un lado me sentía incómodo y por el otro, no quería mirar a la cara a Caleb, había soñado con su hermana en una situación prometedora. La conocía desde que éramos unos críos y nunca había pensado, imaginado o soñado con ella de esa manera, normalmente cuando soñaba con ella siempre terminaba tirándola por un precipicio o desapareciendo la boca para que dejara de hablar, jamás le había puesto un dedo encima de una manera inapropiada.

—¿Todo salio bien esta mañana?—Dijo Jules a mi lado. Estaba tan absorto en mis pensamientos que ni siquiera note cuando se separó del grupo.

—Jules, no quiero hablar sobre eso.—Y realmente no quería hacerlo, había sido una experiencia traumática, tuve que caer a lo más bajo de la inteligencia humana e investigar en Google.

Ella se acercó a mí de un salto repentino y trato de conectar nuestros brazos como solía hacerlo todo los días pero esta vez, con tan solo sentir su tacto se me venían los recuerdos de ese vívido sueño, rápidamente separe nuestros brazos.

—Estás más raro de lo normal.

—Lo tomaré como un cumplido.—Dije tratando de recuperar mi característico semblante inexpresivo.

Trate de acelerar el paso, tenía que llegar a la seguridad que me brindaban las cuatro paredes de la escuela pero Jules era mi único obstáculo, me tomo un extremo de la camisa que ella misma había elegido y me detuvo.—Espera, quería hablar contigo respecto a lo de ayer...

—Riley se encargó.—Dije.—No tienes que preocuparte, ellas no volverán a molestarte por lo menos este ciclo.

—¿Como estas tan seguro? Todas me odian y no dudarán en tomar la oportunidad de volverme a lanzar al rio.

—Digamos que deje a la capitana incapaz de participar en actividades que requieran una mano por lo menos un par de días, agregando que las suspendieron a todas y solo se presentaran a realizar los exámenes... Además, no todas te odian.—Dije recordando a Melany, la pequeña morocha que había dejado escapar.

—Entonces... ¿estoy a salvo?

—Claro, ¿que acaso no confias en mi?—Dije. Ella asintió rápidamente y continuamos caminando. Aun cuando había dicho que si, podia notar que se encontraba nerviosa entre mas nos acercabamos a la escuela, trataria de distraerla.—¿Que examen tienes hoy?

Ella se sorprendió por mi repentino interés ante su vida académica.—Filosofía a la mitad del segundo periodo.

—¿Te sientes preparada? Ayer no pudimos estudiar.

Después de todo lo ocurrido no considere prudente levantarla y obligarla a estudiar en la condición en la que se encontraba.

—Oye, tal vez no lo creas pero soy capaz de escribir muy buenos versos.

—¿No tendrá nada que ver que tu madre sea la docente?

—Algo... digo que no me alimentaria sino pasaba el examen.

—Suena como tu madre.

En el corto tramo que nos quedaba por recorrer, Jules no paró de hablar sobre cosas tan triviales que me parecieron aburridas pero se veía tan emocionada que ni ganas me dieron de callarla, al contrario, me encontraba hipnotizado en sus labios, no podía dejar de mirarlos era como si los fragmentos del sueño atacaran mi subconsciente casi obligándome a recordar. Me di un par de bofetadas mentales para concentrarme, ya estábamos a tan solo unos pasos de la entrada, las clases empezaban pronto y el estacionamiento ya se encontraba lleno con cientos de estudiantes que se juntaban para entrar a sus aulas, ya hacía rato que habíamos perdido a los chicos los cuales estaban demasiado ocupados cuchicheando entre ellos como para darse cuenta que habíamos dejado el grupo. Todo parecía moverse hacia a excepción de un pequeño cuerpo inerte que no seguía el flujo de los demás, una cara que reconocía, a un lado de las enormes puertas se encontraba la pequeña chica morocha aferrada a los tirantes de su mochila, observando a cada estudiante que pasaba a su lado, esperando algo o a alguien. 

—Ve entrando a clases...—Dije deteniendo a Jules—...tengo algo que hacer antes.—Ella tan solo asintio y siguio su camino pero antes de perderla de vista dije entre la multitud:—Saliendo de clases estudiamos en tu casa.

Al percatarme que no estaba dentro de mi radar de visión camine hasta la chica, la cual al verme se puso nerviosa y lentamente sus mejillas tomaban un color carmesí.

—Parece que me estabas buscando.

Le costó un poco responder pero finalmente dijo:—Solo quería disculparme.

—No creo que sea el indicado para recibirla.—Dije sin más y comencé a caminar hacia el pasillo. Podía escuchar sus pisadas tras de mi, esquivando a los alumnos que se ponían en su camino.

—No se porque las seguí—Dijo tras de mí.—Yo no soy esa clase de persona y es por eso que quiero que vayamos a la oficina del director y las acusemos, tomare parte de la culpa. dire de la verdad—Me detuve para dejar que se nivelara mi paso.

—Ya nos encargamos de ellas, por el momento. No tienes que salir perjudicada. Creo que lo que hiciste fue estúpido pero pienso que no eres como ellas.—Señale mi aula al final del pasillo—Ahora si me disculpas.

—¿Crees que ella me odie?—Dijo deteniéndose de nuevo.—Era mi primer dia en el equipo, cuando la vi realmente pense que podiamos ser buenas amigas pero ahora...

Me giré hacia ella—El corazón de Jules jamas tendria lugar para el odio, no te preocupes.

—Se ve como una persona agradable.

—Lo es.—Ahora que la veía detenidamente, ya había visto a esta chica antes: Melany Shepard. Su padre era un florista que trabaja en centro del pueblo, decían que tenía manos mágicas y que podía revivir cualquier tipo de flor. En cada aniversario de mis padres Teo y yo ordenamos de parte de mi padre un regalo de su florería.—Eres Melany Shepard, ¿cierto? A veces trabajas en la florería de tu padre.

—Si, suelo ayudar a mi padre con las entregas pensé que no me recordarías.

—¿Tienes planes este verano?—Dije.—Por que necesito un favor.

Ella tan solo me observo confundida tratando de descifrar el significado de aquella repentina pregunta, yo por otro lado observaba a la próxima primera amiga de Jules. 






Al tocar la campana Jules ya se encontraba fuera de mi aula esperando, como un pequeño leon cazando a su presa. Ese dia habia decidido saltarme el almuerzo para estudiar un poco más para el segundo examen de la semana el cual terminó siendo un éxito, al menos desde mi perspectiva, además de que aprovecharia el tiempo para dejar de pensar en el sueño que parecía estar atormentandome. Estaba cansando pero tenía que darle clases particulares a Jules por lo menos un par de horas, aun cuando esto de las tutorías no era nada nuevo, me hacía recordar hace un año cuando aún compartíamos clases y yo era el encargado de ayudarle a memorizar números para nuestra clase de matemáticas, las partes de las células para biología e inclusive autores contemporáneos para filosofía pero siempre resultaba en una enorme decepción. Todo cambio cuando entramos al bachillerato, fuimos separados, tuvo que aprender a estudiar por su cuenta pero claro, es Jules, una de las chicas con el cerebro más hueco que existe, explicarle lo necesario para pasar los últimos tres finales sería una misión suicida.

Agradeci los minutos de silencio que hubo desde la escuela hasta su casa. Por el momento nos encontrábamos solos ya que los chicos habian decidido estudiar en un café del centro mientras que yo me quedaba atascado con Jules, solos, ya que sus padres aún se encontraban en la escuela y nos dijeron que no llegarian sino hasta la hora de la cena. Al llegar al vecindario me cerciore que mis padres aun no habian llegado de sus rondas de hospital y que probablemente lo harían hasta altas horas de la noche, al entrar a su casa un olor a canela me invadió las fosas nasales, el lugar estaba impecable y colorido como lo recordaba, cerramos la puerta con seguro tras nosotros y nos adentramos al segundo piso en donde se encontraba el pantano de Jules.

Al entrar a su habitación me sorprendió lo desordenada que estaba ya que era rara la vez que se la pasaba aquí. Como pude comencé a colocar el material que había traído sobre su escritorio, temía que las tarjetas de estudio, apuntes y libros se perdieran en un bucle de basura de comida de días. Sería un larga tarde de estudio.

Su próximo examen seria Biología y ella...

—Odio Biología.—Dijo Jules mientras se dejaba caer en la cama.

Odiaba biología.

El tiempo se había pasado volando lo cual me tomó por sorpresa, ella parecía realmente decidida a aprobar su examen y hacia el esfuerzo de comprender lo que le decía aunque eso no le restaba los comentarios fuera de lugar que me sacaba de mis casillas, es por eso que cada vez que lo hacía la rociaba con agua, como un gato.

Ya no nos encontrábamos solos, Caleb había llegado de su sesión de estudios hace un par de horas al igual que sus padres, el ambiente se sentía diferente, más vivo, solo nos interrumpieron una vez para cerciorarse de que nos encontraramos bien y para avisar que comenzarian la preparación de la cena, los padres de Jules estaban encantados de que estuviera tutorando a Jules, de nuevo y la mejor manera de pagarme era con comida.

—La verdad estoy sorprendido, no te quejaste... demasiado, te aprendiste conceptos importantes con palabras difíciles y acertaste a más de la mitad de las preguntas de repaso que te hice, ahora el único problema es que se te queden en el cerebro. ¿Crees ser capaz de aguantarlo ahí dentro hasta mañana?

Aún cuando no se notaba muy convencida, terminó prometiéndome que repasará antes de dormir. La puerta de su habitación se abrió dejando entrar a la señora Miller con su clásico delantal de gato devorando galletas y una frase para nada motivacional debajo.

—Niños, la cena está servida.—Dijo anunciando lo más esperado de la noche.—Preparamos tu favorito Zedd, pasta con albóndigas bañadas en la sala de tomate secreta de la abuela Miller.

—No tenía que molestarse.—Dije escondiendo mi entusiasmo. 

Ella se acerco a mi y acaricio mi cabello de una manera maternal—Estás ayudando a mi niña, es lo menos que puedo hacer por nuestro pequeño genio.

Los tres bajamos las escaleras para encontrarnos la mesa ya puesta, el padre de Jules se encontraba acomodando los platos de comida, algo dentro de mi comenzó procesar esta escena, mis padres pasaban la mayor parte del tiempo en el hospital, ver una escena familiar completa no era normal para mi. Aun cuando Teo y yo cenábamos todas las noches juntos frente al televisor de la sala, siempre habíamos estado ociosos de vivir algo como esto, me dije a mi mismo que le llevaría un poco de comida a Teo.

 Caleb comenzó a servir las bebidas mientras que los demás tomábamos asiento. Todos estábamos reunidos en el comedor como una familia. 

—Hace mucho que no te teníamos por aquí muchacho.—Dijo el señor Miller.—¿Como han estado tus padres? Hace rato que no se pasan por aquí.

—Han estado teniendo muchas rondas largas en el hospital así que yo tampoco he tenido el placer de convivir mucho con ellos.—Dije atrayendo la atención de la mesa hacia mí.—Disculpe que no pueda decirle mucho.

—Deberíamos juntarnos antes de que se vayan de vacaciones, hacer una cena en algún restaurante del centro—Propuso la madre de Jules.—¿A donde dijeron que irán Zedd?

—Regresaremos a Nueva York y pasaremos el verano con mi abuela.

—¿La famosa?—Dijo Caleb desde el otro lado de la mesa, mientras se atragantaba con una albondiga. Su voz no pude ocultar su sorpresa.

—Caleb, dios mio compórtate.—Murmure su madre. 

—¿La famosa?—Pregunto con la misma curiosidad el señor Miller. Para este punto la señora Miller ya no sabia a quien reprimir si a su hijo o su inoportuno esposo. 

—Si señor, la misma.

—Tienen suerte de salir de la ciudad en estas fechas, dicen que habrá tormentas espontáneas esta temporada de calor. 

La cena se había convertido en diálogos sin parar entre los adultos respecto a cosas diversas, pase a ser un segundo plano y a concentrarme en lo que quedaba en el plato. Jules la cual se encontraba frente a mi se encontraba fascinada con el platillo de esta tarde y Caleb de nuevo parecía estar a punto de ahogarse con una albondiga. Supongo que si mi familia fuera común todas las noches me encontraría cenando con mis padres y mi hermano, hablando sobre cosas comunes como el calentamiento global. 

—¿Te gusta la comida corazón?—Dijo la señora Miller después de acercarse al terminar la cena. Nos habíamos trasladado a la sala, donde su padre nos había servido como postre el favor de Jules: pastel de chocolate con una bola de helado de vainilla. 

—Si, no se compara con los platos precalentados que preparamos Teo y yo en casa.—Dije después de dar un enorme bocado. 

—Zedd, tu sabes que puedes venir aquí cuantas veces quieras a cenar, es tu casa y sería un honor para mi tenerte todos los días aquí.

—Eso lo dices porque quieres que Zedd se case con Jules.—Dijo Caleb mientras devoraba un pedazo de la comida. Ante su inesperado comentario recibió un golpe de Jules la cual se encontraba absorta en la televisión y la señora Miller ya ni siquiera se esforzaba en reprimirlo.

—Muchas gracias por su oferta señora miller pero no puedo abandonar a mi hermano. 

—¡Pues tráelo! tu sabes que Teo y tu son como otro par de hijos para nosotros. Además, ¿no crees que dejaria mas tranquila a su familia si sabe que se están alimentando bien?

—Mis padres solo se sienten tranquilos cuando los resultados de laboratorio de sus pacientes salen dentro de los parámetros.—Dije con un tono que inclusive a mi me sorprendió. 

—No digas eso. Te dire una cosa, tus padres hacen una cosa muy bien además de salvar vidas... preocuparse por ustedes. ¿Recuerdas la vez que te rompiste el brazo en el cumpleaños de Jullie? Tus padres estaban tan preocupados... espera tengo fotos. Jullie—Dijo mirando a su hija—¿puedes traer del ático los álbumes de fotos?

—Claro, ma. 

—Yo te ayudo cariño—Dijo su padre levantándose tras de ella. 

—No se levante, yo iré—Dije ofreciendome. 

—Tengo ganas de recordar viejos tiempos con una copa de vino.—Le digo la señora Miller a su esposo, el cual no se veía muy convencido de dejarnos ir solos al sótano. 

El camino al sótano fue en silencioso, me agradaba mucho mas la Jules hogareña, era como si no tuviera la necesidad de mover la boca a cada rato. Subimos las escaleras para encontrarnos en el corredor del segundo piso en donde hasta el fondo del pasillo se encontraba el típico hilo que desplazaría las escaleras del ático. Los diez centímetros de diferencia que compartía con Jules fueron de gran ayuda para subir, fui el primero en entrar y en alumbrarle el camino. El ático estaba ordenado, parecía que los padres de Jules le ponian mucho esfuerzo a este lugar. Aun cuando estaba repleto de cajas, juguetes y muebles viejos, se veía increíblemente espacioso. Alguien podria vivir aquí. Recuerdo que cuando era pequeño solía pensar que había un demonio que merodeaba por aquí, ahora me doy cuenta que los demonios tienen mejores cosas que hacer que asustar a un chiquillo, como trabajar o inclusive encargarse del país.

Nos pusimos a merodear un rato por el lugar, buscando entre cajas en busca de las fotos familiares, Jules se distrajo con enorme caja con su nombre escrito en marcador, dejó su celular en una posición que le permitiera recibir la luz de la linterna y empezó a indagar en una caja llena de recuerdos.  

—Jules venimos por el álbum de fotos, no para distraernos.—Dije tras de ella. 

—Es que mira que monos estos zapatitos.—Se sumergió más entre sus pertenencias y encontró un puñado de papeles que parecían realmente viejos.—¿Que es esto?

Yo continuaba apuntando tratando de encontrar nuestro objetivo que solo mire de reojo el puñado de carpetas que sostenía.—No lo se, tal vez los documentos en el hospital donde naciste. Los adultos siempre guardan esas cosas.

Ella ignoró mi comentario y comenzó a ojearlos. Después de caminar entre cajas y no encontrar nada me acerque hacia Jules la cual aún se encontraba mirando los misteriosos documentos. 

—¿Quien rayos es Jane D?—Preguntó después de repasar la ultima pila. 

—¿Quien?

—No lo sé, mira.—Me acerque a ella y con la linterna alumbre los documentos, era cierto. Todos estaban a nombre de Jane D. Jane D., Jane D., Jane D., Jane D. Repetí un par de veces en mi mente, ¿por qué parecía conocer a Jane D.?—Los primeros documentos estaban a mi nombre pero después la tal Jane D apareció. 

Cuando estuve a punto de analizarlos una cabeza se asomó por la rejilla del ático, el padre de Jules.—Chicos, buenas noticias...—Compartimos un par de miradas hasta que subió por completo, era como si nos hubiera atrapado haciendo algo malo. Camino hasta nosotros y le quitó los papeles a Jules como si su vida dependiera de ello y nos dijo de la manera más seria que he escuchado jamás.—Tu madre encontró las fotografías, deberían bajar. 

Jules y yo nos miramos confundidos ante aquel tono tan repentino y más si venía de su padre, no tuvimos que decirnos nada para saber que ambos nos estábamos preguntando la misma cosa: ¿qué rayos había sido eso? 


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Pueden encontrar en Spotify la playlist de la historia, la cual se actualizará de manera constante, la pueden encontrar como "A CIEN PASOS DE DISTANCIA OST".

Cuidense mucho, no olviden utilizar cubrebocas y lavarse las manos seguido. 

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