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𝕿𝖗𝖊𝖘

—¿¡Ella hizo que!?—La inesperada y dramática respuesta de Riley al contar lo sucedido esta mañana provoco que toda el aula de cálculo incluyendo la profesora se giraran a mirarnos. Ambos tratamos de ocultarnos bajo el libro que compartíamos para las actividades pero no tardamos en darnos cuenta de que había sido una idea pésima e infantil. Lentamente bajamos el libro para darnos cuenta de que la profesora estaba frente a nosotros.

La señora Jones era una de las reliquias de la escuela, una aristócrata de algunos setenta y tantos años que siempre encontraba la manera de vestir como si estuviera protagonizando una película barata de los ochenta pero claro, agregándole un toque moderno a su apariencia con un delineado permanente que se había hecho el año pasado. Todos le temían, incluyendo los otros docentes que trataban de no cruzarse con ella en los pasillos. ¿Y acaso mencioné que no le agradamos? Ella se dedicaba solo a dar clases a los chicos de último año, ya que no soportaba a los críos de primero y era demasiado impaciente como para enseñar a segundos, entonces cuando dos críos de primero se transfirieron a clases avanzados impartidas por ella, no dudaba en probar nuestras capacidades en cálculo, en espacial las mías.

—¿Tienen algo que compartir con el resto de la clase?

Lentamente negué con la cabeza mientras decía:—No señora.

Traté de regresar al ejercicio de la pizarra y poder esquivar la mirada de la profesora, la cual ahora tenía la mirada en Riley.—¿Y usted señor Yoo?

Él solo maneo la cabeza, como si no comprendiera del todo las palabras de la señora Jones. Idiota, pensé. Conocía el viejo truco del foráneo, desde que conocía a Riley tenía un as bajo la manga para cada vez que se metía en problemas, actuar como si no comprendiera el idioma, normalmente tenía una amplia probabilidad de éxito. La profesora cruzó los brazos y sus rasgos faciales mostraron que no estaba para nada feliz.

—Riley Yoo, ¿acaso me cree estúpida?—Dijo más alto de lo que pretendía. Para este punto el resto de la clase había olvidado el problema en la pizarra para dividirse en dos tipos de grupos: los que aún estaban atentos a nosotros y los que habían utilizado el distractor que habíamos ocasionado para cuchillear y navegar en sus teléfonos.—Conozco a sus padres desde que usted se cagaba en los pañales, no me venga en que no entiende el idioma que compartimos. Ahora siéntese bien y ponga atención.

—Sí señora.—Dijo mi mejor amigo hundiéndose en el asiento.

La profesora comenzó a caminar hacia la pizarra hasta que se detuvo de manera abrupta y dijo sobre su hombro.—Y usted Miller a la pizarra.

Observe mi libreta aun sin el ejercicio resuelto, calcule que tardaria un par de segundos más en realizarlo en mi mente. Me levanté haciendo ruido con la silla de mi escritorio, camine inexpresivo hacia la pizarra y me tome un segundo en volver a analizar la actividad, cuando mi mente terminó de mover números y repasar fórmulas, tome el plumón y comencé a escribir números y dibujar líneas, cálculo diferencial era como un parque de juegos y yo un niño curioso. Como lo habría predicho tarde dos segundos más de lo habitual, deje el plumón en su lugar y pase a un lado de la señora Jones que me observaba con recelo, el salón aulló dándome la victoria. Ambos solíamos provocarnos, ella cuando asegura que yo no comprendo sus lecturas y ejercicios y yo mientras le demuestro lo contrario.

En algunas ocasiones considero que ella y yo nos parecemos, incluso podría asegurar que suelo agradarle. Ambos eramos demasiado inteligente como para esperar ser comprendidos.

Regreso a mi asiento en donde Riley me esperaba perplejo, su mirada iba de su cuaderno a la pizarra y a cuaderno vacío.

—Hermano, yo solo he anotado la fecha.






Al sonar el timbre que nos indicaba la hora del almuerzo, salimos disparados de Cálculo. Fuera del aula ya se encontraba Jules como siempre, impaciente de verme. Desde esta mañana me había dedicado a ignorarla pero tenía que admitir que era una tarea difícil, ella siempre se me enganchaba del brazo y se la pasaba parloteando sobre lo que había hecho y deshecho en el tiempo que nos habíamos separado. Mi rutina diaria era esta, Jules de un lado y Riley del otro, uno hablando sobre cosas irrelevantes y el otro enseñándome nuevos ritmos de música para implementar en sus canciones. Ellos no se percataban de las miradas que nos daban el resto de estudiantes al pasar o si lo hacían preferían ignorarlos.

Era normal para nosotros obtener las miradas de todos, aunque no solíamos socializar demasiado fuera del grupo con el que nos habíamos criado, era imposible no notar que toda la escuela nos conocía -aclarando que este lugar era del tamaño de una uva pasa- por todo tipo de apodos: El duo perfecto, el escuadrón suicida, Bonnie y Clyde y como solían llamarlos con frecuencia, los siameses. Teo y Caleb, ambos eran conocidos por ser clasificados como los más atractivos e inteligentes de su generación, además de que nunca se separaban, donde iba uno, estaba el otro; por otro lado teníamos al intrépido bilingüe, creador de melodías, cantante solo cuando había festivales de talento e increíble memorizando. Riley era una mezcla agridulce, en donde estaba él había risas y problemas; la cereza del pastel, la loca de los gatos, la chica que hacia ver a Patricio Estrella como un genio y tan absurdo como parezca, el as del equipo de natación de la escuela. Jules era... Jules. Ella solía ocasionar debates en los pasillos, "¿esta loca ¿quiere llamar la atención? ¿por qué no se junta con chicas? "eran las preguntas más comunes. Las chicas superficiales de la escuela la rechazaban y un poco de lo mismo con los alumnos rezagados. Todos sabían que Jules era impredecible y una bomba de tiempo que preferían evitar. Pero yo me encargaría de desarmarla.

Oh si, me refería a su castigo por meterme en tremenda pérdida de tiempo. En el tiempo libre que tuve después de resolver un par de ejercicios más en la clase de cálculo, me dedique junto con Riley a elaborar un castigo lo suficientemente malo para que Jules no se le volviera a ocurrir manipular mi voluntad pero no queríamos que fallara el año, así que implementamos métodos para que por lo menos aprendiera algo y que le sirviera para los exámenes, la castigaría sin romper mi compromiso.

No voy a negar que tardamos en averiguar qué método utilizar, no habíamos encontrado ningún tipo de debilidad física -ya que vamos, la chica es mucho más atleta que nosotros- o mental, el pequeño cerebro de Jules era inmune a casi todo a excepción de una sola cosa, yo.

Me utilizaría como una remuneración. Cada vez que ella no lograra cumplir con mis exigencias como tutor, se le quitaría un solo privilegio, el estar conmigo y si lo hacía, le soportaría todas sus tonterías. Calculando el margen de error, todo se inclinaba a mi favor.

—Estoy que me como una vaca—Dijo mi hermano tras nosotros, hizo su típico recorrido alrededor de la mesa, comenzó conmigo revolviendo mi cabello como un niño pequeño de una manera agresiva, lance un puñetazo que terminó esquivando, con Jules hizo lo mismo pero de una manera casi paternal y terminó robando comida de la bandeja de Riley el cual articuló un leve "imbécil".—Acabamos de terminar el examen más sencillo del mundo. 

Tras de él llegó Caleb que traía la típica bandeja llena de comida—Habla por ti, mi madre no dejaba de observarme como si tuviera la intención de hacer trampa.

—¿Y la hiciste?—Preguntó Jules mientras continuaba pendiente de mi cabello. Caleb no respondió, se escondía tras una enorme sonrisa de culpabilidad.

Jules se levantó de su asiento de manera exagerada y golpeo la mesa como si fuera un tribunal—Hagamos esto de la manera civilizada muchachos—apuntó a cada uno y después asi misma—y yo, señorita. Alce la mano el que piense que Caleb hizo trampa en el examen de hoy. 

Rápidamente Riley y Jules levantaron la mano simultáneamente causando un par de risas de su parte.

—Mi propia hermana no confia en mi Teo.—Dijo Caleb mirando a mi hermano, el cual los sostuvo en sus brazos como dos enamorados harían en una película.

—Pero yo confío en ti bebé, no necesitas más. 

Todas las miradas se centraron en mí, era el único que no había siquiera actuado como si estuviera prestando atención, estaba demasiado concentrado actuando como si estuviera repasando unas tarjetas de estudio, al ver de reojo que no dejaban de mirarme alce la mano derecha, votando en contra de Caleb. La mesa entera comenzó a celebrar, habian estado esperando con ansias mi voto.

—¡Que buenos amigos eh! Por eso los amo.—Dijo Caleb de manera sarcástica aventando trozos de papas fritas hacia nosotros. Como siempre Riley fue el único que los atrapaba con la boca. 

Mientras que mis amigos comenzaron a bromear entre ellos me gire hacia Jules la cual se encontraba demasiado ocupada robando comida de la bandeja de su hermano, parecía succionar todo lo que caía en sus manos. Al percatarse que la estaba mirando me ofreció un pedazo de galleta de chocolate a medio terminar.

—¿Quieres?—Negué lentamente con la cabeza y ella prosiguió a devorarla, no aparté la mirada aun cuando su manera de comer me era repulsiva—¿Mi hermosura te cautiva o porque no dejas de mirarme? 

—Solo no puedo dejar de mirar lo estresada que te ves. 

—¿De qué hablas?—Dijo. Su rostro estaba plasmado de confusión.

¿Enserio había olvidado su propio señuelo?

—Mi madre me dijo lo que tu madre le contó sobre tus problemas y cito: " ha notado a Jules algo alterada, no ha podido dormir bien por pensar en las calificaciones de fin de curso

—Ah eso.—Se encogió de hombros restandole importancia—Realmente no pense que mi plan de pasar más tiempo contigo a través de una pequeña súplica por parte de mi madre a la tuya funcionara. La acción en cada no es mi fuerte.

—Ni siquiera niegas haberlo hecho 

—¿Por que debería? Eres inteligente Zedd, de seguro tardaste mas planeando tu venganza que descubriendo mi no tan magnífico plan.—En ese momento realmente sentía verdadera admiración hacia Jules, en la manera en la que parecía conocerme en ciertos aspectos.—Además te conozco demasiado, de seguro te negaste. 

Una media sonrisa se formo en mi rostro, pero no me conocía lo suficiente.  

—Solo para que sepas no lo hice.

—¿Que cosa?

—Negarme.

Ahora que lo recuerdo, ni siquiera lo intente. 


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Pueden encontrar en Spotify la playlist de la historia, la cual se actualizará de manera constante, la pueden encontrar como "A CIEN PASOS DE DISTANCIA OST".

Cuidense mucho, no olviden utilizar cubrebocas y lavarse las manos seguido. 



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