―¿Qué? 

Me obligó a alejarme y pude ver su rostro desconcertado. Él me analizaba como si hubiera dicho algo malo.

―¿Salir como amigas? ―retomó.

―En una cita ―seguí el juego.

Ni siquiera estaba segura si JeongGuk aceptaba a la comunidad. Tal vez no lo hacía y estaba metiendo la pata.

―Ouh. Vaya. Ah, este, puedo ver si ella… ya sabes, si ella gusta de las chicas también ―tartamudeó.

Sonreí en grande.

―Okay, solo era broma. No te pongas tan nervioso.

La rigidez de su cuerpo desapareció. 

―Son celos.

―¿Por qué? Tú y yo no somos nada.

―Es porque sigues evitando mis confesiones ―recriminó―. TaRa, en serio me traes como idiota ―dijo exasperado―. Haría lo que sea por ti. Te bajaría la luna. Te compraría una estrella. Incluso eres la clave de mi teléfono.

Frunci el ceño pensando. Era algo como 827772, ¿no? Eso no se relacionaba conmigo.

―No exageres.

―Es tu nombre escrito en el teclado alfanumérico ―aclaró.

Ah, bueno, le daba el beneficio de la duda. No tenía ni idea de cómo se ubicaban las letras en el teclado alfanumérico. Tal vez lo confirmaría luego.

―Esto es demasiado, ¿sabes? Hace una hora pensé que nos odiabamos.

―Pero no es así.

―¿Y si dejo de gustarte?

Tal vez no había notado todo el desastre que era. Tal vez creía que aún le gustaba, porque no había tenido más novias.

―A este punto estoy seguro de que eres el amor de mi vida, solo queda que tenga la suerte de ser el amor de la tuya.

―¿En serio vas a bajarme la luna? ―le pregunté con diversión.

―Bueno, ya ves que los enamorados exageran ―empezó a excusarse―. Pero pue-

―JeongGuk, solo… promete que vas a amarme siempre y que vas a trabajar para mí cuando te gradues. 

―Oye, no quiero entrar en una relación de poder ―dijo de forma bromista, haciendo que riera un poco.

―Entonces seamos socios. Tú eres la persona en la que más confío.

Porque sabía que le podía encomendar mi vida y que nada me pasaría.

―¿Segura?

―Si puedes arriesgarte por mí, me arriesgaré por ti.

―A ver, entonces: prometo que te voy a amar siempre y que seremos socios cuando me gradue. ¿Así está bien?

―Sí. Ahora, puedes besarme si quieres.

Sin perder un segundo, ya tenía sus labios sobre los míos en un beso intenso y desesperado, como si hubiera estado aguardando toda su vida por ese momento. Era irreal que sucediera. 

Salimos de la burbuja cuando se escuchó el claxon del auto de papá. Nos alejamos con un poco de vergüenza. Mientras él tomaba el pie de piña del mostrador, yo me encargaba de tomar la bolsa con nuestras prendas mojadas.

―Pueden devolverme la ropa otro día, tortolitos ―dijo el señor Gang.

Nos despedimos de forma apresurada y subimos al auto de papá con prisa para no mojarnos mucho. Saludamos y después todo se sumió en silencio perturbado por la emisora que papá escuchaba siempre.

Mientras estábamos en el camino de regreso, empecé a preguntarme si el señor Gang había visto todo. De imaginarlo, me sonrojé. Además, apostaba el pie de piña a que iba a contarle el chisme a todo el vecindario.

Salí de mi mente cuando sentí como JeongGuk tomaba mi mano entre la suya con fuerza. Fue reconfortante sentir su toque cálido en contraste con el mío que era helado.

―¿Qué tal la espera? ―preguntó papá de forma casual.

―No estuvo mal ―le respondió JeongGuk, sonriéndome.

Aunque estaba feliz, me era inevitable pensar en qué sucedería después, cuando todo se enfríe.