
(A) 10. Problemas
―Fue envidia ―bisbiseé.
―Sé sincera.
―¡Estoy siendo sincera, JeongGuk! ―chillé―. Dime qué quieres escuchar, así puedo decírtelo.
―Okay, yo primero entonces.
Fruncí el ceño mientras él dejaba su taza sobre la mesa y se acomodaba mejor. Se tomó su tiempo para meditar y después me miró a los ojos.
―TaRa, en ese entonces dejé que te alejaras, porque creí que cuando pasara lo que sea que ocurriera, regresarías a mí.
―¿Qué?
―Me dolió mucho que cambiaras de un día a otro, pero quise respetarlo para no agobiarte. Quise esperar a que volvieras a actuar como siempre conmigo, pero ya han pasado diez años y cada vez te siento más lejos. ¿No vas a cumplir tu promesa?
―¿De qué promesa estás hablando?
Lo primero que pensé fue en la de que me iba a casar con él y luego la de que íbamos a ser mejores amigos por siempre. O tal vez había otra promesa que sí olvidé.
―Sé que no eres tonta, TaRa. Tú sabes cuál.
―No sé.
―¿Quieres qué sea directo?
―JeongGuk, en serio no entiendo de qué diablos estás hablando.
―Prometimos que íbamos a estar juntos siempre, así que ¿por qué me hiciste a un lado?
Mi cerebro hizo clic. Nosotros no prometimos ser mejores amigos por siempre en realidad, yo asumí eso. Él hablaba de esa promesa y era evidente que para él no fue amistad lo que juramos. Me sentí aún peor.
Nuestra promesa decía que íbamos a cuidarnos y a estar juntos siempre. Que íbamos a hacer lo posible para que el otro sea feliz. Que íbamos a esforzarnos por hacer las cosas bien entre nosotros. En ningún momento eso se refirió a nuestra amistad.
«Idiota», me dije a mí misma.
―Pudiste contarme lo que pasaba para que lo arreglaramos juntos ―añadió.
―Es que no pasó nada.
Nada que ya no hubiera estado y que seguía pasando.
―Sabes que me lastimaste, ¿verdad?
―No fue mi intención.
Giré la cabeza y empecé a ver algunos de los pasteles que se exhibían en las estanterías. No podía soportar más la mirada de Jeon. No quería soportarla. Sabía que nos iba a lastimar cuando me alejé, pero creí que todo iba a pasar con el tiempo y sentí una bofetada al darme cuenta que no fue así.
―JeongGuk, me agobié de ti ―comenté―. Toda tu perfección fue muy agobiante para mí.
―No soy perfecto, TaRa.
―Aun así, mi mamá siempre me ha comparado contigo y me hizo odiarte. Sé que eso no es tu culpa, pero me cansé. Siempre actuabas tan correctamente y yo no. No sé. ―Suspiré―. Veía en ti lo que yo no quería ser y lo que estaban esperando que fuera. Por un tiempo quise ser tú. Que todos me amaran, me felicitaran, me elogiaran.
Quise sentirme suficiente para mis padres y para JeongGuk también, pero me fue imposible.
―Pero eso tiene un problema ―mencionó, llamando mi atención―. Estoy atrapado ahí. Debo cumplir sus estandartes desde que nací y lo único bueno que tuve fuiste tú. Podía ser yo mismo contigo; por eso dolió. Equivocarme si estabas tú no era malo, porque ibas a reírte y me dirías que estaba bien cometer errores.
―¿Por qué nunca me dijiste?
―Pensé que siempre ibas a quedarte. Prometiste hacerlo. No creí que importara.
―Si hubiera sabido, me habría quedado.
Estaba segura de eso. Haberlo sabido hubiera destruido mi idea de que él era perfecto y lo habría aguantado, porque él también tenía problemas internos. No me habría sentido tan mal por no encontrar ninguna falla en JeongGuk sabiendo que yo estaba llena de ellas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro