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Etapa II: Relación previa e inicio formal

Habían pasado tres meses desde que Dahyun y Sana se habían conocido oficialmente. La mayor visitaba el restaurante con la misma frecuencia, e incluso más seguido. Su relación se volvió interesante, Sana coqueteaba con Dahyun de forma discreta, a veces descarada y directa, sin embargo, nunca habían hablado respecto a las intenciones que tenían una con la otra, aunque era notable que entre ambas había cierta atracción que cada vez se hacía mucho más grande. Las dos se gustaban, pero no habían sido claras.

En los días en los que Sana no podía visitar el lugar de trabajo de Dahyun, ambas se enviaban mensajes de texto continuamente, y la pequeña se emocionaba con cada notificación que le llegaba de la mayor. Se podría decir que eran amigas, aunque realmente no se trataran así, no se hablaban con formalidades o algo parecido por pedido de Sana, sin embargo no habían sido claras tampoco al hacerlo en presencia de otras personas; y eso fue algo que se puso a prueba uno de los fines de semana, pero la verdad el trato de cliente-vendedor había dejado de existir hace mucho tiempo.

Sana había llegado al restaurante, sin embargo, estaba acompañada de una de sus amigas; Momo, una chica aún más coqueta y femenina que ella. Sana y Momo eran muy cercanas, se conocían desde niñas, pero todavía no le había hablado de Dahyun a su amiga.

Cuando llegaron, Dahyun dudó si saludarla como ahora generalmente lo hacía, por lo que prefirió hablar respetuosamente como antes, y aunque Sana la miró buscando hacer contacto visual, la verdad es que la pequeña se limitó a hacer su trabajo y a darles una sonrisa cortés a las dos, cosa que le agradó a Momo.

—Es muy linda, ¿no? —Le preguntó a Sana, quien la miró asombrada, pero aún así, concordó.

—Sí, lo es.

—Le pediré su número cuando salgamos de aquí.

Sana no contestó ante tal comentario y solo le regaló una sonrisa fingida a su amiga, quien ni siquiera lo notó por ver a Dahyun trabajar, pero tuvo varios sentimientos encontrados en ese instante.

Celos; porque adoraba a Dahyun, aún en el poco tiempo que la conocía, admitía que le gustaba y que le gustaría ser más que una amiga para ella. Frustración; consigo misma, ya que no se había dado el momento para hablar con la pequeña acerca de lo que sentía. Enojo; «¿Por qué Momo tenía que fijarse en todas las chicas que veía?», pensó Sana.

Ambas fueron guiadas por una trabajadora hacia la mesa que Sana frecuentaba en el balcón. Al ser dos sillas, estaban acomodadas de tal forma que una tenía vista hacia donde Dahyun trabajaba y otra hacía el lado contrario. Momo pasó primero, pero al ver que la chica se dirigía a su asiento, rápidamente caminó y la empujó levemente para sentarse ahí, casi aferrándose a la silla. Momo la miró con extrañeza mientras seguía de pie.

—¿Qué te pasa? —preguntó con una sonrisa burlona y a la vez confundida.

—Lo siento, generalmente me siento aquí —habló nerviosa y de forma rápida.

—Ah, no me habías dicho que venías seguido. —Momo comenzó a comer los bocadillos que había en la mesa—. Lo cual es algo raro, en fin… —Momo recibió las cartas y le entregó una a Sana—. Si adoras la comida de este lugar, entonces, ¿qué me recomiendas?

—El, eh, Sandwich de pollo es bueno… —dijo Sana con un poco de vergüenza.

—Eso es del menú de niños.

—Eso no quita que sea bueno. —Sana se defendió y Momo soltó una risita.

Después de un rato conversando, Momo recibió una llamada de la empresa donde ambas trabajaban, la cual pertenecía al padre de Sana, esta última obviamente tenía un cargo más grande que Momo, sin embargo era su mano derecha. La empresa se dedicaba al comercio exterior, lo que significaba que realmente a Sana no le hacía falta nada.

Ya que Momo estaba ocupada, Sana aprovechó su distracción para mirar a Dahyun aunque sea un momento, sin querer sonrió cuando la pequeña la notó y la saludó levemente, sin darse cuenta ese “momento”, se convirtió en minutos, en los cuales Momo había terminado la llamada, algo que Sana no notó. Cuando volvió a su realidad y no escuchó la voz de su amiga, giró su rostro y Momo ya la estaba mirando con atención, curiosa por tal estado de su amiga. La sonrisa de los labios de Sana se borró inmediatamente e intentó recuperar su postura nerviosamente.

—¿Necesitas que me retire? —preguntó divertida—. ¿Te interrumpo, corazón?

—Cierra la boca.

—¿Sabes hace cuánto tiempo colgué con tu asistente? ¡Hace diez minutos!

—¡Estás mintiendo! —Sana la miró con pánico.

—¿Es por ella que vienes? —Momo cubrió su boca con asombro y dio un grito agudo, Sana inmediatamente le pidió hacer silencio—.  No puedo creerlo, ahora sé por qué hiciste esa mueca extraña cuando te dije de pedirle su número.

—Por eso no te hablé de esto, ¡te escandalizas demasiado! —dijo Sana cruzándose de brazos, pero Momo la ignoró.

—¿Le gustas?

—¡Eso no lo sé!

—¡Claro que sí! —Momo golpeó la mesa repetidas veces con emoción—. Cuando llegamos solo te miraba a ti.

—Tú no sabes nada —dijo Sana con seriedad—. Y ya te lo dije, no lo sé.

—Entonces te tiene preocupada, eh…

Sana la miró molesta y Momo hizo un gesto de cerrar su boca con un candado, finalmente su amiga soltó una risa, sabía que Momo solo quería ayudarle, y claro que lo haría, solo que eso Sana aún no lo sabía.

Cuando Sana se terminó su copa de vino y su característica rebanada de pastel, salió a regañadientes por la insistencia de Momo a tener que irse. Cuando Sana se acercó a pagar la cuenta, Momo le pidió el ticket de estacionamiento y ante la mirada seria de Sana, explicó que quería adelantarse a pedir ambos coches.

Momo se propuso comprobar si la pequeña estaba interesada en su amiga; si le daba su teléfono significaría que no, y Sana al estar bajo la presión que ella misma ejercería al coquetearle a la chica, probablemente interrumpiría, y con suerte, las ayudaría a avanzar. Era como matar dos pájaros de un tiro.

Momo se acercó confiada y se inclinó en el mueble donde guardaban las llaves de los clientes, aprovechando el pequeño espacio para apretar sus pechos con sus brazos y que así se vieran más “atrayentes”.

—Hola, preciosa —saludó a Dahyun con coquetería—. Vengo por mi coche.

Dahyun le sonrió con cortesía, aunque confundida, sabía que la chica le coqueteaba, pero desde que Sana había llegado, pensó que quizá esta mujer era algo de ella, algo especial.

—¿Me permites tu ticket?

—Si te lo entrego, ¿tú me darías tu teléfono?

Sana miró la interacción de las chicas por los ventanales del restaurante y su pie comenzó a moverse con nerviosismo y prisa, fue aún peor cuando vio que Dahyun recibió el ticket de Momo con una sonrisa y cuando se inclinó por su llave, su amiga aprovechó para sonreírle y provocarla.

—Iré por su coche. —Dahyun dijo amablemente y se retiró por unos minutos.

Sana salió apresurada y golpeó a Momo en el hombro, quien reprimió un grito y la miró con sorpresa, pero no pudo evitar terminar riéndose.

—¿Estás celosa, mi cielo? —Momo provocó—. Eres tan tierna.

—¿Qué le dijiste?

—Ah, ya sabes como soy —explicó cruzándose de brazos y luego fingió recortar—. Simplemente irresistible.

—¡Ella me gusta a mí! ¡No hagas nada! —Le dijo rápidamente en voz baja y sin pensar, era la primera vez que lo admitía con alguien más—. No lo hagas de nuevo.

Sana miró hacía otro lado y se cruzó de brazos, mientras Momo tenía una sonrisa satisfecha en sus labios, lo había logrado. Sana había admitido su gusto por la chica y victoriosamente, la pequeña no le había dado su número. La mayor se dedicó a mirar a su amiga hasta que ésta se dio cuenta de lo que había dicho, y con pánico trató de excusarse.

—¡Yo no-

—De nada, mi amor. —Momo le plantó un beso en la mejilla y caminó decidida hasta donde estaba Dahyun, ya esperándola con su coche. Recibió sus llaves y antes de cerrar su puerta, le dijo a Dahyun:

—Toda tuya, preciosa.

La pequeña sonrió apenada y sonrojada al escuchar aquello, y miró el camino por donde la joven se había retirado, luego fijó su mirada en Sana, quien lucía muy pero muy avergonzada, por lo que se acercó con cautela.

—¿Quieres que vaya por tu coche?

Sana asintió sin mirarla y con prisa buscó su ticket, pero antes de que pudiera entregárselo, Dahyun la detuvo.

—Sé cual es, no te preocupes.

Dahyun se dio media vuelta, dispuesta a hacer su trabajo, pero antes de que pudiera siquiera dar dos pasos, Sana la tomó del brazo con rapidez, provocando que la pequeña se volteara inmediatamente a verla.

—¿Te ha molestado mi amiga?

—¿Es solo tu amiga? —Dahyun preguntó de vuelta, interesada, Sana asintió—. Me ha dicho que eres toda mía.

—Creí que te coqueteaba —susurró Sana desviando la mirada.

—Oh, lo hizo. —Dahyun aclaró riendo y llevó sus manos al pecho de Sana—, pero no es en quien estoy interesada. Si te molesta que la gente me coquetee, entonces deberías invitarme a salir, y… tal vez, ser mi novia.

Sana abrió la boca levemente con sorpresa, ya que no se esperaba que Dahyun lo pidiera primero, y sinceramente no le molestaba, pero hubiera deseado haber sido quien diera el paso.

—Dahyun, te juro que yo quería hacerlo primero…

—Por Dios, solo bésame.

La de menor estatura llevó sus manos con prisa al cuello de Sana, y la atrajo sin poder esperar más tiempo estando alejada de sus labios. La mayor correspondió torpemente, aún asombrada, pero no le tomó mucho tiempo tomar el control del beso. Sana abrazó a Dahyun por la cintura y juntó sus cuerpos mientras sus labios bailaban en sintonía, ambas en su mundo.

Ese no fue el día en el que inició su historia, sin embargo, sí fue en el que comenzó una nueva etapa en su relación. Pasaron cinco largos meses, en los cuales las dos chicas vivieron sumamente felices y satisfechas con la presencia de la otra. Sana se esmeraba en cada obsequio que le daba a Dahyun, y no se limitaba en gastos para nada. Dahyun insistía en que no necesitaba hacerlo, pero a Sana le encantaba darle cosas, llevarla a donde sea, simplemente para estar con ella.

Justo en un lunes, Sana llegó al restaurante, ansiosa de ver a su novia, pero rápidamente se extrañó al no verla en su habitual puesto, después de que recibieran su coche y le entregaran su ticket, Sana se adentró al restaurante y sacó su teléfono de inmediato para enviarle un mensaje.

Hey, Dahyunnie, ¿no viniste a trabajar? Estoy en el restaurante.
1.57 p.m.

Sana envió el mensaje, y el sonido de notificación de Dahyun se escuchó demasiado cerca, cuando levantó la mirada, pudo verla con un uniforme diferente, más elegante y preciosa. Llevaba su cabello recogido y vestía totalmente de negro. Y obviamente la esperaba con una sonrisa. Sana no pudo evitar llevar su mano a su mejilla, orgullosa.

—Me ascendieron —reveló la pequeña—. ¿Mesa para uno?

—Solo si me das la que tenga vista a la anfitriona (Hostess).

Dahyun sintió un poco de calor en su mejillas, y en otras partes de su cuerpo, pero las ignoró y tomó la mano de Sana para llevarla a una mesa del centro del restaurante, donde Sana podría verla trabajar durante el tiempo restante de el turno de Dahyun, y así poder llevarla a casa.

Al beber su copa de vino, admirando a la mujer de la que estaba enamorada, Sana pensó en lo orgullosa que estaba de su trabajo duro y persistencia. No cabía duda de que amaba a esa hermosa chica.


No fue sábado, pero sí domingo sjsjjs. ¡Nos vemos la próxima semana! No se olviden de votar y de comentar mucho.

-B. A. F.

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