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Gloria De Su Cuerpo

Habían pasado varios días desde que la presencia del rey de los demonios estaba en el hogar del joven humano.
Cada noche era la misma rutina del deseo sexual y, esta noche no era la excepción.
Ambos acostados después de tal excitante acto miraban el techo de la habitación. John se movió un poco para mirar a Dave que estaba perdido en los pensamientos que lo molestaban desde que le quitaron el trono.

—¿Puedo preguntar que sucede? — decía John algo curioso, sabía que Dave no era alguien de palabras, ya que por varios días buscaba una forma de tener comunicación con él pero sólo se limitaba al sexo.
—No hay nuevos rastros de demonios prófugos
—Pero eso es bueno...
—No lo entiendes, humano. Si no  llevó a mi reino a esos prófugos, más tiempo estaré sin mi trono.

Las palabras cortantes de Dave eran navajas en el corazón del pequeño John. Él no era más que un siervo, una herramienta y carne fresca para demonios.
El joven de cabello azabache se limitó a sólo quedarse acostado en la cama y cerrar los ojos. En un momento a otro se quedó dormido y tuvo un sueño poco común. La noche en que iba a morir.

Repetir esa sensación era una tortura hasta que sintió un jalón corporal, ese que parece que saltas de la cama y sientes un flujo eléctrico por todo el cuerpo. Al abrir los ojos vio al Rey Demonio con una sonrisa, observando hacia afuera de la ventana con sus manos agarrando una cortina que estaba siendo rasgada por las uñas de este ser.
—Vístete, tenemos compañía...

Al escuchar esto, fue como una ley suprema para John. Se vistió lo más rápido que su adolorido trasero pudo tolerar mientras que Dave, de un chasquido estaba vestido con un traje negro, camisa roja y corbata negra, todo de una fina y costosa tela que un humano mataría por solo tocar.

Ambos chicos salieron de la casa, la luz del sol se iba ocultando, dejando un colorido y trágico rojo que manchaba el cielo azul.
—¿Dave, qué está pasando? — decía el de cabello azabache mientras intentaba ocultar el miedo sujetando el borde del cuello de su camisa gris.
—Siento sus presencias... — El "manda más" con una suave voz de un antiguo idioma bíblico conjura unas palabras que el humano no puede entender y del piso salieron pequeños seres circulares con alas y piernas deformadas que comenzaban a moverse de una forma dolorosa hacia la dirección de John.
Estas bestias del inframundo parecían estar pidiendo piedad mientras se sujetaban del débil cuerpo humano. El ojiazul estaba tan asustado de esto que no pudo ni soltar un grito, solo buscaba con sus ojos llenos de espanto una respuesta por parte del albino pero, no obtuvo lo que esperaba. Ni siquiera le mostraba la cara.
—Hoy necesito que te quedes quieto, eres el cebo y yo el que controla la caña de pesca. — se va acercando Dave hacia John, decide tomarle del brazo y cortarlo hasta casi separarlo del cuerpo. La reacción de John fue gritar de dolor y fue cuando la tierra comenzó a moverse y a temblar con excitación.

De una colina cercana las aves comenzaron a tomar vuelo alejándose del lugar hasta que de las puntas de los árboles vieron bajar criaturas con la espalda arqueada, sus huesos parecían salirse y sangrar a través de la piel negra y sucia, el rostro deformado y sin ojos, solo buscando el olor de sangre fresca por fosas nazales quebradas y mutiladas por ellos mismos para reastrar mejor el aroma. Esas criaturas se fueron acercando sin miedo a romper más su piel, solo querían comerse al Humano que olía a gloria.

Dave al volver a conjurar y colocar sus manos sobre el piso, pudo sacar de ahí mismo una Espada negra y con un simple movimiento de dedos apuñalaba sin piedad a las criaturas de una en una mientras se incendiaban y chillaban de dolor.

Aún con el dolor de las llamas del infierno brotando de sus cuerpos no dejaban de acercarse al John que ahora estaba casi inconciente por la pérdida de sangre. Dave hizo un sonido con sus dientes y lengua en forma de enojo y con su misma espada, la tomó en sus manos y la balanceo contra los demonios hambrientos y les cortó la cabeza para detenerlos.
Sin embargo uno de ellos logró morder y arrancar un pedazo de la carne de John, algo que hizo enfuerecer al Rey Demonio y, con sus propias manos le partió el cráneo. Luego de eso sacó su ira destrozando y pisando los cuerpos sin vida de aquellos seres hasta sentir una cálida brisa por su cuello. Al mirar hacia la calidez se encontró a Rose llorando por Egbert, que estaba tan blanco como la nieve por la pérdida de sangre. El ángel toma entre sus brazos al joven y nuevamente abre un espacio blanco solo para intentar volverlo a la vida.
Sería como la primera vez que se encontraron con él, volverían a verlo herido, sufriendo, cargando un trabajo que lo estaría matando una y otra vez solo para cumplir el capricho de alguien.

Pasaron unos días para que John volviese a despertar pero, durante sus últimos segundos antes de desmayarse, tenía una desesperada duda. No era de cuanto tiempo duraría haciendo eso, o que tan doloroso será la próxima vez. Su duda era si el chico albino sentía remordimiento por herirlo, por eso no lo miró a los ojos en aquel momento o, sólo había sido únicamente "carnada" que no valía la pena mirar.

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