Rose Winn fue llevada a declarar pese a la férrea negativa de sus padres. Jimin tuvo que recurrir al vil chantaje para hacerla ir. Los padres de Rose no tenían idea de la implicación de su hija en la violación de Joshefine y aún después de informarlos de ello se negaron a creerlo. La chica obviamente negó todo.

Jimin sabía que difícilmente la chica pagaría por su  fechoría, él hombre que la implicó había muerto hacía un par de horas atrás , por lo tanto no había pruebas o testigo de su crimen. Jimin sabía también que un buen abogado la haría salir ilesa de todo el asunto. Pero también sabía que el juicio social de sus amigos y compañeros sería peor aunque no hubiera pruebas. Así que la presionó con eso y le propuso un trato. Ella declaraba por voluntad propia y él se encargaría de que nada se filtrara a los medios. Le daría confidencialidad. Eso significaba qué debía tener mucho cuidado con Glenda, si ella se enterara sería su perdición. Lo masacraría frente a la opinión pública. Rose terminó por ceder.

Su jefe al principio no estuvo de acuerdo, pero accedió porque Jimin tenía razón, no había testigo ni pruebas.

No fue fácil, Rose se negaba a admitir su participación en lo que le sucedió a Joshefhine.
Jimin sacó unas fotos de un archivo y se las puso en la mesa a la chica. La vio palidecer.

—Era tu amiga. Ahora está muerta. —Jimin le señaló la cajita de vidrio qué Joshefhine tenía entre sus manos—. ¿Sabes que contiene esa caja? El pene de su violador. El asesino se lo corto y lo puso ahí.

Rose se estremeció visiblemente, pero no hablo.

—¿Qué te hace pensar que el asesino no sabe de ti? Tal vez te hará pagar como lo hizo con ese hombre...

—Ella... Joshefhine no era tan buena como todos creían... Yo la conocía y me apuñaló por la espalda.

—¿Cómo? —preguntó Jimin.

—James fue mi novio primero. Joshefhine se metió entre los dos.

Jimin la observaba retorcerse los dedos. Los celos eran un motivo poderoso.

—Por eso no siento lo que le sucedió... y no estoy admitiendo nada. Ella destrozó mi vida.

—¿Ella te contó cuándo Turner la atacó?

—Sí. Era la única que lo sabía. —Jimin vio un atisbo de culpa por primera vez en Rose y pensó en lo complicado del cerebro humano.

Ella simplemente podía haber seguido adelante, encontrar otro novio, estaba recién empezando a vivir. Pero se quedó pegada. No pudo superar su rencor. Él no sabía cómo había sido la amistad entre ellas, pero ser violada porque su amiga quería vengarse... se salía de los límites de alguien cuerdo. La chica necesitaba un psicólogo urgente. Una terapia efectiva.

—Rose, tu eras la persona más cercana a Joshefhine, ¿sabes si conoció a alguien después de lo que le sucedió?

—Ella me dijo que conoció a un hombre extraño cuando iba a correr, días después le pregunté si lo había vuelto a ver y ella le restó importancia. Me dijo que no me preocupara, qué era otro corredor y que ella había sobrereaccionado debido a lo que le había pasado, también me dijo que su presencia la tranquilizaba al ir a correr, se sentía más segura.  Yo no le di importancia y me olvidé de eso.

—¿No te lo describió?

—No. Nunca más volvimos a hablar de él. Incluso ya me había olvidado. ¿Cree que vendrá por mí? —preguntó Rose asustándose.

—No lo creo. Trata de no andar sola ni exponerte innecesariamente. Rose, ¿puedo hacerte una sugerencia?

La chica lo miró y asintió.

—Busca ayuda profesional. Un psicólogo podría ayudarte.

—¿Cree que estoy loca?

—No, pero fuiste capaz de dañar a tu amiga por celos. Eso no es normal. Se que dices que no lo hiciste, pero tú y yo sabemos que sí. Pide ayuda antes de que sea demasiado tarde.

Rose dejó caer unas lágrimas y asintió. Luego se fue con sus padres que la esperaban. Jimin no sabía si lo haría. Muchas veces se metía la suciedad bajo la alfombra para no verla.

Su celular sonó. Número desconocido. Tomó la llamada sin ningún entusiasmo.

—Detective Jimin Park...

Jimin arrugó el entrecejo al oír su nombre.

—¿Quién habla?

Una risa ronca y sedosa se oyó.

—Mmmm... ¿Mounstro me llamaste si no oí mal?

Jimin puso a funcionar todos sus radares. La adrenalina corría fluida por su sistema.

—¿Te he dejado sin palabras detective?

Ahora fue una risa suave y baja. Le erizó los vellos de los brazos a Jimin.

—¿Como sé que no es una broma?

—Mmm...tienes dos opciones, creer o no creer.

Jimin se quedó en silencio unos instantes.

—¿Porqué llamas? —preguntó Jimin.

De nuevo la risa ronca.

—Porqué has logrado llamar mi atención, detective. Ahora estás en mi radar. Veremos si sólo yo soy un monstruo.

Jimin no tuvo tiempo de contestar y la llamada terminó. No se había dado cuenta con la fuerza que estaba apretando el celular, ni de como un sudor frío le empapaba la espalda. No tenía miedo. Toda su vida había lidiado con asesinos. Pero nunca uno lo había llamado y menos cuando aún ni siquiera tenía un sospechoso.

Había estado con la guardia baja. Había actuado como un detective primerizo. Había desaprovechado la oportunidad de obtener más información. Pero algo le decía que volvería a llamar.

Se sintió inquieto. El asesino lo conocía. Podía estar a su lado en cualquier sitio y el ni siquiera lo sabría. Salió de la oficina en busca de Nam-joon.

—Nam, necesito un favor. ¿Puedes rastrear una llamada en mi celular?

—Claro, ¿de quién? —preguntó su compañero tomando el celular de Jimin.

—Creo que del asesino. Creo que hablé con el monstruo.

Nam-joon abrió los ojos sorprendido.

—Eso no es nada bueno, Jimin. Si decide jugar contigo...

—Eso no va a suceder. Primero voy a atraparlo y luego veremos si quiere jugar.

Nam-joon cerró la boca. Jimin pecaba de exceso de confianza. Admiraba al detective Park. Pero a veces se comportaba como ahora. Como un necio que no escuchaba consejos.