Capítulo 65
El sol iluminaba el cementerio pero Jimin sentía frío en su interior. Era un duelo que había estado en pausa, al igual que su vida, mientras estuvo en el búnker. De golpe y porrazo la realidad se hizo visible y tangente.
Por la mañana llevó a Marcus al colegio y luego volvió a la casa, sacó la moto para ir con Jungkook al cementerio quien se negó a dejarlo ir solo. Eyolf los siguió a través del bosque.
Ahora, estaba parado frente a su lápida, qué tenía flores frescas en un jarrón de porcelana que de seguro eran de August. Sólo ellos sabían que Stella amaba las rosas blancas. Dejó en otro jarrón las que él le había traído y mientras las acomodaba las lágrimas corrían por sus mejillas silenciosamente. Jungkook lo había dejado a solas para darle privacidad, y realmente se lo agradecía, se había quedado unos metros más allá para igual tenerlo a la vista. Eyolf estaba a su lado también vigilante.
Tenía tanto que decirle a su hermana...pedirle perdón por el tiempo que se mantuvo alejado para empezar. Ahora se arrepentía. Debió haber hecho un esfuerzo para que lo sucedido con Ausgust no lo mantuviera distante de ella. Pero ya no había solución. Estaba hecho y esperaba que ella, si lo veía desde donde estuviera, lo perdonará y supiera que la amaba con todo su corazón.
Ahora entendía que el tiempo con las personas que amas es un tiempo prestado y tiene caducidad. Por eso no alejaría a Jungkook, sobretodo cuando ambos tenían a la muerte pegada a sus espaldas.
Una mano, presionando su hombro, lo sacó de su ensimismamiento. Levantó la cabeza y se encontró con Ausgust parado frente a él.
Se veía mal. Tenía profundas ojeras y algunas pequeñas arrugas lo hacían ver mayor. Parecía haber envejecido un poco en esos días. Pero la pena visible en sus ojos fue lo que le golpeó fuertemente. A diferencia de él, Ausgust tuvo que afrontar la muerte y sepultar a la mujer que en poco tiempo iba a ser su esposa. Ahí estaba un hombre que compartía su mismo dolor, qué había amado a Stella tanto como él.
Un sollozo escapó de su garganta y se levantó. Lo abrazó sacudido por el llanto. Ambos lloraron consolando sus almas heridas y con culpa. Pero ése mismo llanto compartido alivio sus cargas llevándose el pasado con ellas.
Ya más calmados, se sentaron frente a la tumba de la mujer que los unía , por primera vez sin rencores. En paz con ella y con ellos.
- Me iré de Cuidad Escarlata. Ya no hay nada para mi en esta ciudad. - Ausgust miraba fijamente la lápida.
- ¿Y tus negocios acá?
- Tengo personas competentes qué se harán cargo.
- Entiendo - Jimin suspiró - te deseo suerte.
- Me duele mucho, todavía no logro asimilarlo. Fue todo tan repentino... Yo la amaba, Jimin.
- Lo sé. Ella también te amaba. - Jimin le tomó la mano y la apretó suavemente - lamento profundamente no haber hablado contigo y aclarar todo lo que sucedió... Por mi terquedad perdí mucho tiempo con Stella. Ya no hay rencor de mi parte, quería que lo supieras.
- Gracias. No sabes lo importante que es para mi saberlo. Me equivoque contigo, pero quiero que sepas que fue real lo que sentí por ti. Sufrí mucho cuando descubrí que eras el hermano de la mujer que amaba, estaba tan confundido por lo que me hacías sentir que perdí el foco, pero las cosas sucedieron así. No me arrepiento porque ése fin de semana contigo fue hermoso, pero también tuve miedo de perderla a ella.
- No tienes que darme explicaciones, eso ya pertenece al pasado, ojalá encuentres a alguien que comparta tu vida y seas feliz, Stella así lo hubiera deseado.
- Es muy pronto aún, pero ojalá suceda así. ¿Y tú? ¿Ese hombre que nos vigila es alguien importante? ¿Es el mismo que te salvó ése día?
Jimin sonrió.
- Sí. Es el mismo. La vida me lo mando en el momento que más lo necesitaba. Es la persona, junto a Marcus, más importante en mi vida.
- ¿Lo amas?
- Como nunca pensé hacerlo.
- Me alegro por ti. Tal vez nos encontremos más adelante, me gustaría mucho. Pero por ahora es muy doloroso verte, me recuerdas demasiado a Stella... Sólo quiero pedirte algo, haz que los responsables de su muerte sean atrapados.
- Eso tenlo por seguro. La vida dirá si nos volvemos a encontrar nuevamente. - Jimin se levantó - Fue bueno verte, Ausgust. Suerte.
Jimin le tendió la mano para despedirse y se fue hacia Jungkook sin mirar atrás. Ausgust era pasado. Jungkook su futuro.
- Vamos - Jimin tomó la mano de Jungkook - vamos a casa.
Jungkook no dijo nada, sólo apretó su mano y lo siguió.
- Maneja tú - le pasó las llaves de la moto - sólo quiero abrazarte.
Jungkook lo abrazó y luego hizo lo que Jimin le había pedido. Jimin se sentía reconfortado pegado al calor de Jungkook, ése hombre con solo estar ahí era bueno. No hizo preguntas, ni pidió explicaciones. Sólo se quedó esperando por él. Sabía que el no habría reaccionado de la misma forma si otro hombre lo abrazara y llorara en su pecho.
Cuando llegaron entraron en silencio a la casa, se sentía la ausencia de Marcus porque todo estaba silencioso sin sus pequeños grititos y carreras.
- Ve a descansar, cachorro. Lo necesitas. Te despertaré para almorzar.
Jimin asintió. Le dio un pequeño beso y subió las escaleras hasta su habitación. Se tiró encima de la cama y se quedó dormido.
Alguien acariciando su pelo lo despertó. Abrió los ojos y se encontró con la sonrisa de Jungkook.
- Hora de almorzar, cachorro - le besó la frente y trató de incorporarse. Pero Jimin se lo impidió tirándolo hacia él.
Necesitaba a Jungkook desesperadamente. Necesitaba saber que estaba vivo. Necesitaba sentirse amado. Pero Jungkook lo detuvo cuando iba a besarlo.
- No, cachorro. Primero tengo algo que decirte.
Jimin vio su mirada determinada.
- ¿Pasa algo? - preguntó Jimin.
- Sí. Escúchame y luego que sea lo que tu decidas.
Jimin sintió miedo. No quería escuchar lo que Jungkook tenía que decir.
*Crédito al creador del fanart.
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