Capítulo 32
- Como cambian las cosas- Jungkook entrecerró los ojos al mirarlo - creía que no querías volver a verme y te lo concedí.
- No se trata de mí. Se trata de Marcus - respondió Jimin reaccionando por fin a su tono burlón.
- Mmm, él niño. Vamos este no es un lugar seguro para hablar. Los lobos volverán y será difícil mantenerlos a raya.
- ¿Dónde vamos? - preguntó Jimin poniéndose alerta.
- ¿Ahora te preocupas por eso? No fui yo quien se metió de lleno en la boca del lobo - Jungkook se alejó - tranquilo, iremos a tu casa. No me importa que hayas visto mi rostro, ni que conozcas mi nombre... Pero mi guarida...eso no.
- De acuerdo - dijo Jimin - vamos.
- Mantente a mi lado. Eyolf irá tras de ti.
- ¿Eyolf? - preguntó Jimin.
- El lobo. Ya lo conoces. Te ha salvado dos veces la vida. Eyolf viene del noruego y significa "lobo afortunado"
Jimin se estremeció al sentir la respiración del enorme lobo negro en sus pantorrillas . Guardó silencio y siguió a Jungkook. Sus brazos chocaban de vez en cuando, pero no volvieron a dirigirse la palabra hasta que llegaron a su moto.
- Las llaves - Jungkook estiró la mano con la palma hacia arriba. Al ver la reticencia de Jimin enarcó una ceja - no estás en condiciones de conducir. Aún te tiemblan las manos.
Jimin no se había dado cuenta. Ahora lo vio. Se sintió avergonzado de que Jungkook lo viera en ese estado. Por alguna razón siempre lo veía en sus estados más vulnerables. Se las pasó de mala gana sin mirarlo.
- Para tu tranquilidad, ni siquiera el más rudo de los hombres de la zona oscura se interna en el bosque y vive para contarlo. Tú tienes agallas y... - Jungkook sonrió ladino - un asesino que te quiere vivo.
Jimin no pensó que podría sonrojarse. Pero lo hizo. Por suerte estaba oscuro y él no lo notaría. Estaba equivocado. Lo supo cuando Jungkook le tocó la mejilla y sonrió. Apartó la cara bruscamente y se subió a la moto.
- Ponte el casco - le ordenó Jungkook mientras se subía.
- Sólo hay uno. Úsalo tú.
- Yo no lo necesito cacho... Jimin.
¿Jimin? ¿Porqué diablos lo llamaba por su nombre ahora? Sin entender se puso el casco no tenía sentido llevarle la contraria. La. Moto ronroneó rompiendo el silencio y suavemente salió a la carretera. Jimin puso sus manos en los hombros de Jungkook para sostenerse. Pudo sentir bajo sus palmas la dureza de ellos, cubiertos solo por una camiseta negra de algodón . A diferencia de la otra vez que había viajado con él en esa misma moto, ahora no estaba inconsciente. Podía sentir el calor que irradiaba su espalda contra su pecho. Y se sintió inquieto. Tenía olor a bosque. No era un olor desagradable, más bien lo calmaba. Debía estar más conmocionado de lo que había imaginado.
Jungkook manejaba con soltura y la velocidad ni que decir. Jimin apenas veía nada. Y Eyolf, él lobo era otro cuento. No tenía idea de que un lobo pudiera correr a esa velocidad. Iba tras ellos y nunca a más de medio metro de distancia de la moto. Jimin no pudo relajarse y se mantuvo tenso todo el trayecto, tratando de no hacer mayor contacto físico del necesario con Jungkook. Pero finalmente se dio por vencido y lo agarró firmemente de la cintura para no terminar estrellado con el asfalto. Sus piernas rodeaban las de él, musculosas y fuertes, que se tensaban en cada viraje. Hacía mucho que no era consciente de un cuerpo masculino y caliente pegado al suyo. Desde August.
Soltó la respiración qué no se había dado cuenta que retenía cuando divisó su casa. La tortura llegaba a su fin. Apenas Jungkook detuvo la moto se apeó rápidamente y casi se cae en el apuro por alejarse . Jungkook no dijo nada si lo notó. Avergonzado, y más rojo que un semáforo, abrió la cochera para que guardara la moto. Luego entraron en la casa. Eyolf se echó en la entrada.
¿Qué dirían lo vecinos si veían un lobo en su puerta? Por suerte ya era más de la medianoche. Apagó la luz de la entrada, por si acaso.
Jungkook se sentó en el sillón sin invitación previa. Y lo miró.
- Habla. - demandó de inmediato.
Jimin quiso responderle alguna grosería, pero lo pensó mejor y se mordió la lengua. Era él quien lo había buscado.
- Hay una periodista, Glenda. Ya la conoces- empezó Jimin recordando cuando le dijo que sus opciones (que aún no sabía para qué) habían sido la periodista y él. - Ella me tiene entre ceja desde el caso de la madre de Marcus.
- Te odia - dijo Jungkook- vi el periódico. Es una mujer de cuidado.
Jimin asintió de acuerdo con su aseveración.
- Si se entera de Marcus, se pondrá a hacer averiguaciones y terminará por hacer que Marcus vuelva a la institución de acogida. No le importará el bienestar del niño con tal de dañarme a mi y de paso a la brigada.
- ¿Quieres que la mate? ¿Por eso me buscaste?
Jimin se quedó tieso y se apresuró en negarlo.
- ¡No, por Dios! - Jimin se incorporó - olvídalo, cometí un error al ir por ti. Olvide lo que eres.
- ¿Un asesino?
- Sí. - respondió de inmediato acercándose a la ventana para tranquilizarse. Había olvidado quien era Jungkook en su afán de proteger a Marcus.
- Si mate a esas dos mujeres fue con un propósito, te dije que ya lo había logrado y que no habría más muertes. Marcus es especial y quiero que sea feliz. Dime que quieres y lo haré...
- No la quiero muerta.
- Entendido. Ahora siéntate y dime que quieres.
Jimin se sentó de nuevo y se pasó las manos por el cabello y respiró hondo antes de hablar.
- Un susto estaría bien - dijo Jimin.
- Déjalo en mis manos, haré que te deje tranquilo por lo menos hasta que tengas la custodia del niño. ¿Vas a adoptarlo?
Jimin asintió. Se sentía extraño, incómodo. Era la primera vez que de verdad se comunicaban.
- ¿Cual será el costo por éste favor? - tenía que preguntarlo.
Jungkook sonrió burlón antes de responder.
- Ya se me ocurrirá algo.
Jungkook se levantó y se dirigió a la puerta para irse, pero antes de salir se volvió a mirarlo.
- ¿Jimin?
Él levantó la cabeza y lo miró.
- Hoy tuviste suerte, no vuelvas a intentarlo. Si me necesitas sólo silba- cerró la puerta y se marchó.
¿Cómo diablos iba a escucharlo si no estaba cerca?
Eran más las preguntas que las respuestas cuando se trataba de Jungkook.
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