Capítulo 31
Las averiguaciones sobre Jeon Wilks que había hecho Nam-joon dejaron intranquilo a Jimin.
El hombre se había retirado de su labor como docente en casi en la misma fecha que su sobrino Jungkook había dejado la universidad. Él ya tenía en esos años unas instalaciones más modestas que las actuales, donde hacía investigación científica, principalmente enfocadas en crear nuevos fármacos para ayudar a las personas que tenían que esperar para un trasplante. Eso llamó la atención de Jimin. Había ganado un premio por la creación de un suero que evitaba el deterioro progresivo de los órganos humanos qué estaban funcionando mal o habían dejado de funcionar.
Un incendio terminó con su antiguo laboratorio. El fuego quemó todo dejándolo sin nada. Nunca se supo si fue intencional o un accidente. Después de transcurrido un año empezó de cero con Labs Wolf, convirtiéndose en el laboratorio de investigación científica más respetado por la comunidad científica y médica de Ciudad Escarlata y de paso los millones en su cuenta bancaria se habían triplicado año tras año.
Había habido rumores de prácticas ilegales para sus investigaciones, pero sólo había quedado como el rumor malintencionado de un trabajador qué había sido despedido y que terminó siendo encarcelado cuando el señor Jeon lo acuso de robar y vender en el mercado negro sus medicamentos. Jimin anotó el nombre para ver si podía visitarlo y escuchar su versión de los hechos.
Cuando Nam-joon se fue subió al segundo piso le echó una mirada a Marcus. Se acercó y al ver que seguía durmiendo le apagó la luz y se fue a su habitación.
Por más que pensaba no hallaba la forma de poder contactar a Jungkook. ¿Cómo diablos se comunicaría? Tenía que encontrarlo, eso era lo único que tenía claro. Después de pensarlo mucho decidió que la única manera de contactarlo era ir al bosque qué lindaba con la zona oscura. Podía salir bien o muy mal, pero no tenía otra opción.
Por la mañana llamó a Stella y le contó a grandes rasgos sobre Marcus para pedirle que lo cuidara por esa noche. Su hermana no puso ningún problema y se mostró ansiosa de conocer a su futuro sobrino bromeando de que como siempre hacía las cosas al revés. Primero un hijo antes de una esposa. Jimin no le dijo que esposa era algo que jamás tendría.
Cerca de las seis de la tarde fue a dejar al niño con su hermana, después de explicarle a Marcus que tenía trabajo y llegaría muy tarde a casa. Stella los recibió mostrándose muy cariñosa con el niño y Jimin suspiró tranquilo al ver que Marcus quedó prendado de su hermana.
- Te vendré a buscar por la mañana. Y luego te llevaré a dar un paseo. ¿Te gustaría? - le preguntó Jimin arrodillado frente a él para quedar a su altura.
El niño lo abrazó y le besó la mejilla.
- Sí, me gustaría. Pero si no puedes no importa. Solo... Ven por mi, ¿promesa?
Jimin lo abrazó y se levantó con él mientras le besaba la frente. Stella los miraba sonriendo con ternura.
- Promesa. Ahora diviértete con Stella - Lo dejó en el piso y miró a su hermana - gracias - le besó la mejilla y salió del departamento.
Ahora a hacer lo que tenía que hacer. Esta vez no le diría a Nam-joon. Rogaba a Dios que las cosas no se le complicarán. Guardó la camioneta en su cochera y sacó la moto tomando el camino hacia la zona oscura.
Llevaba su arma y su celular. Esperaba no tener que utilizarlos. La carretera estaba desierta cuando dejó atrás Cuidad Escarlata, sólo el ruido del motor y el viento eran el único sonido. Al igual que la vez anterior se internó en el bosque y apagó la moto para internarse a pie entre los árboles. Todo estaba demasiado oscuro. Prendió la linterna del celular para guiarse.
La verdad, es que ahora que se encontraba ahí, se daba cuenta de la estupidez que había cometido. Se encontraba solo, con sólo su arma y nada le aseguraba qué él estaría. Empezó a retroceder y de repente se vio rodeado por el brillo inconfundible de los ojos de por lo menos seis bestias. Empezaron a rodearlo lentamente. Jimin sintió miedo. Sacó su arma, qué sabía que de poco le serviría. Si con suerte le daba a dos, los otros lo atacarían en el acto. Nam-joon tenía razón. De un tiempo a acá su juicio se había ido por el caño.
Retrocedió lentamente hasta sentir el tronco de un árbol tocando su espalda y, se parapetó contra el, sin quitar la vista de los ojos que cada vez estaban más cerca. Le sacó el seguro al arma y apuntó. Los gruñidos salvaje le helaron la sangre. Supo que iban a atacar.
Una mano en el hombro casi le sacó un grito si no hubiera sido porque otra le tapó la boca. Tenía la espalda empapada de sudor frío.
- Quédate quieto. No hagas ningún ruido o movimiento, cachorro.
Era Jungkook. Le sacó la mano y en segundos un lobo negro apareció delante de él y su gruñido le heló la sangre. Los otros lobos empezaron a retroceder y desaparecieron entre los árboles. Todo era borroso debido a lo oscuridad reinante. El celular había caído en algún lugar mientras retrocedía.
El lobo se acercó y lo olió, luego se echó a los pies de Jungkook qué se había puesto delante de él cubriendo su cuerpo de los lobos. Jimin ni siquiera podía hablar. La adrenalina ya no estaba y sentía las piernas débiles, solo su orgullo y fuerza de voluntad lo mantuvieron en pie.
- Ahora explícame qué haces aquí - preguntó Jungkook girándose y taladrándolo con sus ojos negros que brillaban en la oscuridad, para luego inclinarse apoyando una mano al lado de su cabeza dejando su rostro a centímetros del suyo. Podía sentir su respiración mezclándose con la suya.
Jimin cerró los ojos tratando de encontrar su voz. Tenía la garganta cerrada. Se daba cuenta cabal de lo estúpido y precipitado de su plan. Podría haber muerto y nadie lo habría sabido. ¿Qué habría sido de Marcus si el moría? ¿Cómo no pensó en el tremendo dolor que le causaría a su hermana?
- Te buscaba a ti.- logró articular con una voz rasposa.
Cuando abrió los ojos vio el destello blanco de la dentadura de Jungkook mientras sonreía. Y no sintió rabia, se sintió seguro.
* créditos a los dueños de los fanart.
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