Capítulo 18
- Quiero que pongas atención a lo que te voy a decir y mostrar - le dijo Lorena- abre tu portátil y busca una imagen del aparato reproductor masculino.
Jimin enarcó una ceja, pero hizo lo que le decía. Una imagen a todo color se desplegó en la pantalla.
- Ahora te voy a explicar porqué creo que es médico cirujano o estudio esa profesión - hizo una pausa para mirarlo y luego se enfocó en la pantalla - el pene tiene tres arterias, la dorsal, la cavernosa y la bulbouretral. También tiene dos venas, la dorsal profunda y la bulbouretral. Y una intrincada red de capilares sanguíneos. ¿Los ves? - le señaló la imagen.
- ¿Una clase exprés de anatomía masculina?- preguntó Jimin sonriéndole.
Lorena sonrió.
- Algo así. No te enredaré con tecnicismo ni terminologías médicas, te lo haré simple. Ahora viene lo interesante- Lorena se acomodó las gafas - quien le haya cortado el pene cauterizó dos de las tres arterias y una de las venas y dejó una arteria semicerrada y una vena también.
- Es decir que lo dejó desangrarse lentamente...
- Exacto. Quien lo hizo realizó un trabajo de joyería.
- Una lenta agonía. Contaba con que no acudiría a ningún hospital y exactamente así fue, si no lo hubiera descubierto el personal de la universidad habría muerto en su cuarto.
- Sí. ¿Sabes cuanto es lo más que ha sobrevivido un hombre con el miembro cortado?
Jimin negó con la cabeza.
- Veintitrés horas, y éste hombre duró casi dos días. Asombroso.
- ¿Crees que lo durmió para hacerle el procedimiento?- preguntó Jimin.
- En los informes no dice nada de que le hicieran un análisis de sangre, era de esperarse si el hombre estaba prácticamente desangrado cuando llegó.
Jimin se quedó pensando unos minutos y luego la miró.
- Tú estuviste en las autopsias de las dos víctimas.
Lorena asintió.
- No me llamaron la atención los métodos utilizados para matarlas. Pero ahora que tengo esta nueva información no tengo dudas. Ningún asesino podría haber hecho lo que él hizo sin conocimientos de cirugía y sin práctica.
Jimin suspiró y se pasó las manos por el cabello.
- Gracias, Lorena.
- De nada, detective. Cualquier cosa no dudes en llamarme. Ahora a comer.
Jimin sonrió y le pasó el paquete de donuts para que tomará una y él hizo lo mismo. Luego de tres donuts y su vaso extragrande de café, Lorena se marchó. Jimin no sabía por donde empezar a buscar. Se tiró en el sillón y durmió un rato para despejar la mente.
Despertó sobresaltado y sin saber dónde estaba, pero luego recordó y se tranquilizó. Tal vez debiera comprar un perro guardián, pero no tenía tiempo para cuidarlo. Se estiró perezosamente mientras bostezaba. Se sentía renovado a pesar del dolor punzante de la costilla, se levantó y fue a su habitación por unos analgésicos. Un recordatorio del asesino.
Había tratado de evitar pensar en lo sucedido, pero ahora en el silencio de su casa no pudo evitarlo.
La primera pregunta qué se hizo fue : ¿estaba molesto por ser rescatado por él asesino?. Sí. Lo estaba. El lobo debía estar muy bien adiestrado para haberlo arrastrado al bosque sin dar rienda suelta a sus instintos. El no recordaba nada más allá de eso, pero él debía haber estado esperando y debió cargarlo hasta llegar donde tenía escondida la moto. Ya había comprobado que su moto estaba intacta en su cochera, pero era imposible que lo hubiera trasladado en ella hasta su casa. ¿Tendría una camioneta? Era lo más probable. El tenía cámaras en el frontis de la cochera y casa. Como no se le había ocurrido verlas.
Se levantó y fue directo a revisarlas. Sus dudas se aclararon... Pero lo que vio no le gustó ni un poco.
Lo había traído en su moto. El venía literalmente a horcajadas sobre él, atado al cuerpo del asesino con algo parecido a un arnés. Vio como detuvo la moto y lo desató y luego lo cargo en sus brazos como si no pesara nada. Un cuerpo inerte era el doble de pesado qué uno consciente. Recordó lo que le había dicho aquel hombre en el hospital sobre lo fuerte que era. Bufó molesto, pero siguió mirando. Después de entrar había vuelto a salir y metió la moto a la cochera y nuevamente había ingresado a la casa. Tranquilo, sereno, ni siquiera preocupado. Jimin maldijo y no miró más. Ya tenía la respuesta de como lo había llevado.
Menos mal que no tenía cámaras en su dormitorio porque obviamente también lo había desnudado para curarlo y vendarlo. Había estado a su merced todo el rato que estuvo inconsciente. Era bizarro y espeluznante. Se estremeció involuntariamente.
¿Habría sido brusco o delicado cuando lo curó? No sabía porqué ese pensamiento le cruzó por la mente cuando obviamente era irrelevante. Se regañó a si mismo por su estupidez.
En conclusión no había una camioneta o vehículo qué investigar. Resopló frustrado. Desde que ese maldito hombre había aparecido en su vida vivía frustrado, malhumorado y aunque no lo quería reconocer, también obsesionado con él. Despertaba con el en su cabeza, dormía pensando en él e incluso cuando dormía tenía pesadillas con él. Si no se controlaba, él asesino lograría su objetivo. Desestabilizarlo. Enloquecerlo. Y eso jamás lo permitiría. El podía. Era más terco que el asesino. No quería volver a verlo. Era más fácil lidiar con todo el lío si se mantenía lejos, en la sombra. Como siempre debió haber estado.
Convencido de todo lo que él era capaz de hacer, de su olfato de perro, infalible hasta el momento, se sintió mejor y con nuevos bríos. Así, con esa mentalidad, ya centrado, alejando toda emocionalidad, volvió al living y encendió el portátil.
Universidades. Había tres en ciudad escarlata. Unii Escarlata, Escarlata Bermellón y la UE. Empezaría por ahí, si había estudiado medicina tenía que haber ingresado a una de ellas. Cruzó los dedos porque no hubiera estudiado en el extranjero, eso complicaría bastante su búsqueda.
Quería conocerlo. Saber hasta el más mínimo detalle de su vida. Saber porque hacía lo que hacía. Descifrarlo tal como el monstruo lo estaba haciendo con él.
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