Capítulo 13
Jimin amaneció con el cuerpo cansado, como si no hubiera dormido. Su sueño estuvo plagado de pescadillas donde se mezclaban Stella, Ausgust y el asesino.
Eso le hizo recordar que tenía que llamar a Ausgust. Por lo menos podía confiar en su silencio y discreción. Lo llamó de inmediato, no sacaba nada con dilatar lo que sabía que tenía que hacer.
—Jimin... —la voz de Ausgust sonó adormilada. Jimin recordó que era más ronca al despertar. Sacudió el pensamiento de inmediato.
—¿Estas con Stella?
Transcurrió un momento antes que respondiera.
—Sí. Esta dormida a mi lado...
—Sal al baño. Necesito hablar contigo —le indicó Jimin con voz neutra.
Sintió las cobijas ser retiradas, los pasos amortiguados por la alfombra y la puerta del baño siendo cerrada cuidadosamente.
—Ya... Puedes hablar —le indicó Ausgust.
—Estoy investigando un caso que al parecer es de un asesino serial —hizo una pausa— este sujeto se contactó conmigo...
—¿Cómo? ¿Estás en peligro?
Jimin no lo dejó terminar.
—Cállate y escucha —se mordió la lengua para no decirle que no tenía que preocuparse por él— creo que anoche me siguió y ahora sabe dónde vive Stella. Necesito que la protejas.
—Cuenta con eso. Pondré un par de mis guardaespaldas a vigilar el edificio día y noche... También no la perderán de vista.
Jimin sabía que lo haría. Ausgust tenía recursos y la protegería.
—Gracias —dijo Jimin listo para finalizar la llamada.
—Nene... Cuídate.
Jimin sintió un ladrillo golpear su pecho y cortó la llamada. Tiró el celular lejos.
Después qué Stella le presentó a Ausgust, lo mandó seguir por casi un año. Quería ver si hacía lo que había hecho con él cuando no estaba con su hermana. Pero su conducta fue intachable, nunca se involucró con ningún hombre o mujer aparte de Stella. Eso fue peor. Ausgust al parecer le había dicho la verdad. El había sido el único con quien había traicionado a su hermana. Lo que lo hacía aún más horrible.
Con un humor de perros, como era habitual estos últimos días, se metió a la ducha y después desayunó. Era su día libre y por la noche haría la incursión a la zona oscura. Se entretuvo el resto del día en revisar su moto para que estuviera en condiciones para la expedición. No podía ir en la camioneta, era demasiado arriesgado, además si necesitaba huir era mucho mejor su moto.
A medida que la hora se acercaba la adrenalina le hizo olvidar todo. Lo único que tenía en mente era su investigación. El asesino no esperaría que él se atreviera a incursionar en dicha zona. Contaba con esa pequeña ventaja.
A las nueve en punto Nam-joon se comunicó con él.
—¿Dónde estás? —le preguntó de inmediato.
—A punto de salir —le respondió Jimin— ¿estás listo?
Jimin escuchó a Nam-joon maldecir.
—No es una buena idea. Por lo menos deberías haber dejado que Taehyung te acompañara.
—Lo voy a hacer con tu ayuda o sin ella —le replicó Jimin—, y no, no voy a exponer a Taehyung ni a nadie.
Escuchó a Nam-joon suspirar pesadamente.
—¡Diablos! ¡Enciende el micrófono y el dispositivo de rastreo para ubicarte! —Ladró Nam-joon derrotado de su afán de hacerlo desistir. Si había alguien terco, ése era Jimin.
Jimin hizo lo que le pidió inmediatamente.
—Te tengo —le informó Nam-joon.
—Gracias —Jimin subió a la moto. El ronroneó del motor le hizo sonreír. Se sentía en su piel de nuevo.
Salió de Cuidad Escarlata enfilando hacia la periferia. Veía la silueta de los árboles de la zona boscosa al lado del camino pasar uno tras otro de forma monótona. No había más vehículos circulando. Ese camino hacía mucho había dejado de ser transitado, por lo menos no por los ciudadanos del centro de Ciudad Escarlata.
Divisó la entrada a la zona oscura y se desvío hacía los árboles del bosque para dejar la moto y luego entrar sin ser visto a la zona.
Lo logró después de un buen rato y se dirigió a uno de los bares. Las calles estaban saturadas de carteles de neón, algunos quebrados, otros colgando peligrosamente en las entradas de los negocios. En su mayoría bares y prostíbulos.
Se había preocupado de que su vestimenta no llamara la atención, unos jeans viejos, botines de cuero de suela gruesa, un abrigo negro y un jockey qué ocultaba la mitad superior de su rostro.
El olor a humo le irritó los ojos y la nariz al entrar. El bullicio y la animada concurrencia lo hicieron pasar desapercibido. Estaba en el centro del avispero, tenía que ser en extremo cuidadoso. Se sentó en un rincón de la barra, justo en una esquina oscura para poder observar libremente y sin parecer sospechoso.
Una chica con poca ropa y los labios pintados de un rojo furioso se acercó.
—¿Vas a pedir algo? —Sus uñas de pintura resquebrajada lo señalaron.
—Una cerveza negra —fue su respuesta.
La mujer o chica, no podía saber debido a la cantidad de maquillaje, se alejó y volvió con su pedido. Luego lo miró apreciativamente.
—Mi turno termina luego —le cerró un ojo— por si te interesa.
Jimin vio su oportunidad.
—Claro, preciosa. Aquí estaré —le sonrió.
—No te había visto antes...
—No. Llegué hace un par de horas. Estoy buscando a mi primo... Tal vez lo conozcas.
—Puede ser... —respondió evasiva.
—Necesito encontrarlo. Mi tía, su madre, está agonizando y desea verlo una última vez, preciosa.
La chica se largó a reír como si le hubiera contado un chiste.
—Hombre por Dios, aquí nadie tiene madre, hermano, primo. Aunque lo encuentres dudo que vaya contigo, lindura.
Jimin se hizo el sorprendido. Su expresión mostraba inocencia.
—¿Hablas en serio? —preguntó fingiendo tristeza.
—Ay lindura, se nota que eres nuevo. Si eres así de dulce y tiernucho no duraras ni medio segundo aquí. Una recomendación, sólo porque me agradaste... —se acercó para que nadie escuchara— no andes haciendo preguntas. Aquí a nadie le gustan.
Jimin fingió afectación.
—¿Y como lo voy a encontrar? — Su voz sonó desilusionada y dejó caer los hombros para darle mayor realismo a su actuación.
—Te voy a ayudar. ¿Cómo se llama?
—Se que lo llaman por su inicial... «J», la tiene tatuada en su dedo anular izquierdo. No puedo decir su verdadero nombre porque me dijo que no lo hiciera...y además tiene un lobo de mascota. Eso me dijo la última vez que lo vi.
La chica palideció.
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