Capítulo 12
Durante la cena Jimin se sintió observado. Disimuladamente miró alrededor, a las otras mesas. No había nada que llamara su atención, eran en su mayoría familias o parejas disfrutando una cena. Pero no dejaba de sentir esa comezón en la nuca.
No iba a permitir que su noche con Stella se viera arruinada. La veía tan poco. Sonrió a lo que su hermana le decía sobre lo cansado que se veía.
—He dormido poco, nena —se excusó Jimin.
—¿Porqué elegiste ser detective, Jim? —Siempre le hacía la misma pregunta. Odiaba su profesión.
—No discutamos, nena. Es lo que me gusta hacer...
No terminó de hablar. Se quedó mirando a quien se acercaba a ellos. Miró a su hermana.
—¿Le dijiste a August que viniera?
Stella sonrió con culpa.
—Me llamó hoy y lo invité a unirse a nosotros —hizo un mohín de disculpa— llegó recién de su viaje de negocios. No te importa, ¿verdad?
Jimin se obligó a sonreírle.
—Esta bien, nena. Ya sabes que soy un poco egoísta contigo.
—Tonto —Stella rió bajito— él es mi novio y tú mi hermano, no debes sentir celos.
Jimin asintió. Le dolía qué Ausgust hubiera aparecido. Le dolía mucho. Él era la razón de lo poco que veía a su hermana.
—Hola, princesa —Ausgust la besó en la mejilla— estás hermosa.
Jimin vio a su hermana mirarlo con los ojos brillantes. Estaba muy enamorada. Sintió miles de agujas en su pecho al mirarlos.
—Jimin —Ausgust se dirigió a él. Una mirada cálida y contenida— hace mucho que no te veía...
—He estado algo ocupado. —Jimin apartó la mirada del novio de su hermana.
—Siéntate, amor. —Stella le indicó a un mesero que agregará una silla y otro par de cubiertos.
—¿Lasaña, princesa? —Le acarició la mejilla.
—Y vino tinto. —Stella rió—. Está deliciosa, deberías ordenar una porción.
Ausgust miró a Jimin.
—Veo que no has cambiado. Sólo agua. ¿Nunca te das un gusto?¿Nunca te arriesgas?
Jimin se puso serio. Sabía que Ausgust no hablaba del agua.
—No. Mis gustos y mis riesgos son asunto mío...
—¡Chicos! No empiecen con sus debates. Disfrutemos la cena, ¿de acuerdo? —Stella odiaba qué las dos personas a las que amaba no pudieran estar cinco minutos sin discutir.
Jimin sonrió mirándola con cariño.
—De acuerdo, nena.
Después la cena transcurrió con Stella parloteando y sacándole sonrisas a ambos. Pero Jimin no estaba relajado. Quería alejarse de ahí.
—Voy al baño y nos vamos —les dijo Stella levantándose de la silla—. ¿Me llevaras tú? —Miró a su novio.
—Sí, princesa.
Stella le besó la mejilla y sonriendo se alejó.
—¿Cómo has estado? No respondes a ninguna de mis llamadas... —Ausgust acercó su mano a la de Jimin y éste la alejó inmediatamente.
—Pues no llames. Sabes que no te voy a responder.
—A veces me pregunto en que momento te volviste tan frío, nene.
—No me llames nene. —Jimin apretó la mandíbula.
—Antes no te molestaba...
—Tu lo has dicho, antes.
—No fue mi culpa... Yo no sabía...
—¿Qué no sabías, amor? — preguntó Stella.
Jimin maldijo para sus adentros.
—Nada, nena. Ausgust me preguntaba por el nuevo caso que estoy investigando. Le dije que no puedo hablar de mi trabajo. Eso es todo.
Stella sonrió y tomó su cartera.
—A Ausgust siempre le ha llamado la atención tu trabajo, ¿verdad, amor?
—Sí, princesa... Y... Disculpa, Jimin. No quise incomodarte. —Ausgust miró a Jimin y sonrió.
—Todo bien. Nada de que disculparse. —Jimin también sonrió. Una sonrisa que no llegó a sus ojos.
—Vamos, amor. Jimin está cansado.
Se despidió de su hermana cuando llegaron al automóvil de lujo de su novio. La abrazó un rato y le besó la frente.
—Cuídate, nena. Te amo.
—También te amo, Jim. —Stella le besó la mejilla.
Le tendió la mano a August y se alejó hacia su camioneta. Ojalá algún día todo entre ellos fuera sólo un recuerdo. Ojalá un día no se sintiera un traidor.
Con la llegada de Ausgust incluso se había olvidado de su sensación de ser observado. Pero ahora volvió a sentirlo.
Tendría que hablar con Ausgust por Stella. Debía prevenirlo para que la protegiera. Odiaba tener que hacerlo, pero lo haría por su hermana.
Mientras manejaba, los recuerdos que había tratado de enterrar, afloraron con violencia uno tras otro. Por eso evitaba las reuniones con Stella y su novio.
Hacía cinco años atrás, cuando tenía veintidós años y recién era un detective novato, había conocido a Ausgust. En una salida de sábado con otros detectives novatos al igual que él. Llegaron a un bar bastante lujoso en el centro de la ciudad. Todos estaban entusiasmados y eran el grupito más ruidoso, bebieron cerveza y en realidad todo lo que se les ponía por delante. Hubo un momento en que la mayoría de sus compañeros, o estaban muy ebrios o bailando, así que se acercó a la barra y pidió una cerveza. Ausgust estaba en la barra bebiendo un elaborado trago y le sonrió amable.
—¿Despedida de soltero? — preguntó divertido mirando al grupo de Jimin.
Jimin se largó a reír.
—No. Salida en grupo. Hacía tiempo que no lo hacíamos.
—Ausgust Duncan —Le tendió la mano.
—Jimin, Park Jimin.
Fue cosa de minutos y se enfrascaron en una amena conversación. El tipo era atractivo, elegante, inteligente y de modales exquisitos. Jimin se sintió atraído y Ausgust también. Terminó la noche en la suite de un lujoso hotel metido en el jacuzzi con él. Jimin nunca había estado con un hombre y August lo trató con delicadeza. La noche se transformó en todo el fin de semana. El domingo por la tarde llegó la hora de irse y como novato en estas lides preguntó :
—¿Volveremos a vernos?
—No creo, nene —todo el fin de semana lo había llamado «nene» —viajo mucho y...
Jimin lo entendió de inmediato.
—Tienes esposa.
—No. Pero si una novia a la que amo.
—Entiendo —Jimin agarró la chaqueta.
—Nene, desearía haberte conocido antes. Yo no había hecho esto nunca. Esto... Fue tan inesperado para mi como para ti. Lo siento, debí haberte dejado ir, pero no pude. No volverte a ver es lo más correcto que puedo hacer por ti.
Jimin se tragó la desilusión. Se tragó también las lágrimas que amenazaban con saltársele.
—Hubiera sido más correcto qué nunca me hubieras traído hasta aquí si tenías novia en primer lugar. No te preocupes, no voy a buscarte.
Fueron las últimas palabras que cruzó con Ausgust antes de salir de la habitación.
Tres meses después Stella le presentó a su novio, qué por una u otra razón aún no había conocido. No era otro que Ausgust. Y ahí comenzó su infierno.
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