Capítulo 26. No molestes
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Los invito a comentar siendo respetuosos.
YYY
Capítulo 26. No molestes
Kaminari no era idiota, siempre que sus queridos amigos se metían en líos, era de los primeros en estar ahí de una u otra forma. Por eso era consciente del pleito en el que estaban esos dos, el señor Midoriya le había llamado por teléfono para contarle lo sucedido. Ese hombre fingía seguridad sobre sus consejos paternos pero en cuanto estaba a solas, le preguntaba a Kaminari si creía que lo que había resuelto de la mejor manera o estuviera mal hecho.
Kaminari recordaba muy bien el incidente de la bicicleta. Ese par de mocosos se desaparecieron durante largas horas sin decir palabra. Los padres de ambos lo llamaron para ver si sabía algo de ese par de amigos atolondrados. Estuvo más que preocupado, a punto de morir de algún ataque. Lloró durante el tiempo que estuvieron desaparecidos, buscándolos como loco, preguntándoles a todos en la cuidad. Al regresar ese par venían orgullosos de sus hazañas, causándole un dolor de cabeza ¡Como si hubieran hecho algo genial! Cuando se enteró de toda la travesía, junto sus motivos y todo lo que ocurrió; quiso golpear a Togata e Izuku. Igual a esos muchachitos que hicieron sufrir a sus dos niños. Ese día, se dio cuenta de que pese a ser adorado por ellos dos demasiado, ellos parecían más parte de su propio mundo secreto. Como si hubiera momentos en que ser su amigo lo volviera "la tercera rueda", ellos tuvieron ese aventura tan alocada en la cual pareciera que Izuku aprendió algo, porque fue ahí cuando comenzó a esforzarse por dejar de ser tan sensible y llorar por todo. Sin embargo, no lo invitaron porque sabían que se negaría, intentaría detenerlos, los acusaría o posiblemente porque para ellos; ir solos era mejor.
Con el tiempo las obvias fracturas de la adultez se hicieron presentes, dándole a cada uno autonomía, Togata se volvió doctor y había conseguido enamorar perdidamente a su querida Nejire. Izuku salió de su propio infierno para superarse con todo lo que tenía, para ahora ser admirado por su enorme talento; el chiquillo había logrado más lazos aparte del trío original en su vida. Él por su parte, había logrado abrir su propio bar. El cual, tras mucho trabajo duro logró convertir en la joya de la cuidad, aun así a veces aún se sentía que por estar ahí de nuevo era dejado de lado en la vida de sus queridos amigos. Expectante a que atravesaran las puertas del bar para relatarle sus aventuras, de las cuales sabía que se perdía ahí metido.
Estaba deprimido no solo porque lo dejasen de lado, sino que ni siquiera para algo tan importante como lo era un problema del calibre tal que les hiciera pelear, tampoco lo llamaban o su opinión no era requerida. Él les tenía tanta envidia, quisiera sin falta, poder pertenecer a algo tan íntimo con alguien, como lo que ellos compartían. Quería tener comadrería con alguien a ese nivel, reírse con una persona de bromas que solo entre ellos entendiesen. Compartir un vínculo así de esencial con otra persona.
En ese tren de pensamientos estaba cuando el sonido de la puerta abriéndose llamó su atención. Delante de esta, estaba el alto atractivo pelirrojo de dientes afilados: Kirishima. Si bien era un idiota de calibre mundial y un dolor de muelas, también no iba a negarse a sí mismo que ese hombre era sensual. Iba con una gabardina que parecía costosa, pero le sentaba muy bien a su piel, le resaltaba. Con unos lentes, no sabía si el hombre los necesitaba o solamente lo hacía por moda; pero le quedaban muy bien.
El recién llegado caminó con la soltura que lo caracterizaba hasta sentarse en su puesto de costumbre, delante de Kaminari. Le sorprendió cuando este no lo hizo comentarios despectivos al respecto. Se sentaba ahí con el firme propósito de lograr sacar de sus casillas al contrario, cuando no lo logró le prestó más atención al dueño del bar y notó en su mirada un deje de decepción y tristeza demasiado obvio.
─ Quiero lo mismo de siempre.
Ordenó Kiri, a lo que el otro se fue sin decirle nada, ni pelear ni repelear. Era como si a su diversión favorita le hubieran quitado la energía de discutir.
─ ¿Qué tienes?
Esa pregunta salida de la nada, hizo a Kaminari detenerse abruptamente de lo que hacía para mirar fijamente al pelirrojo.
─ ¿Qué?
─Lo que escuchas, no entiendo que es lo que tienes ¿Sabes? No tiene sentido si vengo aquí a sentarme y portarme altanero en el momento de llegar para hacer que digas que me correrás a escobazos o golpearme con algo.
─ ¿En serio? Si solo quieres venir por esas cosas tan absurda entonces no vengas, no me molestes hoy; no estoy de humor. Búscate a alguien más a quien molestar.
─Es imposible.
─ ¿Eh? ¿Qué pasa? ¿Sino soy yo, no sirve por que no odias a nadie como a mí?
─ No, no tiene nada que ver eso.
─ ¿Entonces?
─ No sirve porque nadie reacciona tan gracioso a esas tonterías como tú. Esta rutina de comedia no funciona sin tus dramas y gritos. No es lo mismo.
El de amarillo no esperaba aquella declaración que lo agarró con la guardia baja y lo dejó totalmente sin defensas, involuntariamente se sonrojó y su corazón latió desenfrenado. Tal vez por estar llorando porque se sentía excluido, no se había percatado de que YA tenía un lazo privado, con alguien que no lo cambiaría por nadie más; que lo elegiría a él sobre los demás.
Increíblemente lo tuvo delante de sus narices pero no lo quería aceptar, tal vez era tiempo de admitirlo: le gustaba Kirishima Eijirou.
YYY
¿Qué pasó en el hospital? Lo sabremos en el próximo capítulo 27. Deja de intentar superarlo.
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