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Capítulo 1. Por fin llegamos

Hola de nuevo, espero que esta historia les vaya gustando mucho.

Los invito a comentar siendo respetuosos.

YYY

Capítulo 1. Por fin llegamos

Calor, se filtraba donde sea; un calor seco, el aire sabía y olía a partículas de polvo. Ni el lujoso lugar donde estaba dejaba de oler a su sudor y a ese desagradable polvo. Se sentía sucio porque en su piel perlada de sudor, se le pegaba el asqueroso polvo. Ni estando en su cama, semi desnudo servía. Llevaba una horrible semana en ese lugar y lo único que lo tenía atrapado de poder salir todo el jodido día, era que la gente estaba arreglando todo para su estancia en este sitio. Estaba en este lugar tan seco, casi desértico porque era una parada conocida por algunos amantes del motocross. Cuando por fin llegó su agente; un hombre de tez pálida, una sonrisa de dientes afilados y cabello pelirrojo –quien igual era su compañero de piso- a avisarle que estaban listos para que fuera a probar un poco las pistas de motocross, salió a una velocidad envidiable a darse una ducha con agua fría y prepararse. Ya estaba listo para algo de acción.

YYY

El camión donde lo transportaban a él y su nena, iba meciéndose, tan acostumbrado estaba a ese movimiento que no se mareaba o se quejaba. Se dejó caer en el duro metal, tratando de sentir un poco de la frescura de este, pero no era mucha por el calor exterior; era sofocante. Cuando escuchó el rugir tan característico, ese que le sonaba a gloria, sabía que por fin estaban en su destino. Lo que le terminó de confirmar cuando por fin se detuvo el movimiento del camión.

─ Por fin llegamos, bro.

Le dijo su agente quien le sonrío al ver que ya estaba tomando mucho suero para mantenerse bien hidratado y se comenzó a poner el equipo.

─ Vaya que si estas ansioso.

Se burló Kirishima.

─ No vine a este basurero con clima seco solo para estar encerrado ahogándome con calor y polvo de mierda en esa casa.

Gruñó cuando por fin logró ponerse el casco. Si bien sentía algo del calor pegarle directamente en su equipo, el peso y la sensación era algo a lo que estaba más que acostumbrado, por lo que contradictoriamente, se sentía mejor; más aún, cuando por fin logró subirse a su moto. En cuanto lo hizo y encendió el motor, ese hermoso ronroneo le avisó que su preciosa estaba tan lista como él para algo de acción.

─ ¡No, Katsubro espera! Tenemos que presentarnos a los medios y avisar que...

Sin esperar nada, el motociclista arrancó hacia donde notaba que había una especie de competición amistosa y local. Dejando de pie a su pobre agente quien solo le vio el rastro de polvo que dejó a su paso.

─Mierda, odio que haga eso.

Se quejó mientras coordinaba todo para que fueran a seguir a su estrella con poca paciencia y malos modos.

YYY

El sol pegando al punto de que el ambiente se sentía sofocante, el equipo tan apretado, el no dejar de sentir su propia respiración caliente una y otra vez dentro del casco; nada de eso le importaba ahora que había llegado. Había muchos motociclistas que estaban ahí, una bola de novatos a los que rebasó por mucho sin ninguna complicación. El motor ronroneando debajo del peso de su cuerpo, la arena volando por todos lados por la fuerza con la que las llantas la levantaban, convirtiéndola en partículas de polvo que dejaba a su paso, arrebazando a otros con solo un poco de movimiento de las manos, haciendo que su fiel amada se inclinara lo suficiente para pasar entre el medio de unos sin problemas, las colinas que le hacían salir volando ligeramente; le provocaban a sentirse por un momento como una ágil gacela. Imprudentemente aceleró más, rodeando a otros en un camino estrecho, provocando que tuvieran que abrirle paso para que pudiera pasar. Pudo escuchar las quejas aduras penas, pero le tenía sin cuidado. La adrenalina y la satisfacción de saberse el mejor por donde lo viese, era el motivo número uno del porque no podía dejar de hacer esto.

De repente, se escuchaba a lo lejos como un improvisado público comenzaban a gritar eufóricos.

/Posiblemente me han reconocido/

Sintió su ego hincharse, porque era genial eso de que la gente casi besase el suelo por dónde caminaba por hacer algo que no solo adoraba hacer, sino que era un puto genio haciéndolo. Con su vista fija en el camino, de repente escuchó el ronroneo de otro motociclista que le intentaba arrebasar. Katsuki intentó impedírselo tapándole el camino con la moto. Pero el sujeto siguió intentando traspasar su barrera, Bakugo lo miraba por el espejo retrovisor. En un movimiento tan hermoso, sublime que siguió sin comprender; el motociclista verde se abrió paso a su lado, casi tirando la pared ligera de tierra que se había formado ahí, usándola para pasarle de lado a Katsuki. La pared estaba ya un poco inestable, por lo que iba desmoronándose conforme el ágil sujeto avanzaba sin problemas sobre de ella, como si jugara con las leyes de la física, evitando caerse del otro lado aduras penas.

Cuando por fin aterrizó de nuevo en la pista, aceleró de tal forma que dejó a Bakugo totalmente anonadado. ¡Un motociclista le había ganado sin esfuerzo en un movimiento un tanto arriesgado pero sublime! Llegando a la meta antes que Bakugo Katsuki, quien, debajo del estupor del momento; sintió una admiración absurda porque, una parte de él no pudo evitar notar que el motociclista se veía como su volara, casi como si fuera bendecido por los dioses del motociclismo, como si la moto y el sujeto fueran una sola cosa. Se notaba confianza y fe en la moto, no era ego, era un respeto en sus habilidades y una conciencia de lo que era capaz de hacer.

Esta forma de quedarse perplejo enfureció al rubio cenizo ¡El gran Bakugo Katsuki no sentía admiración de nadie! Todavía en su moto, se acercó a donde estaba el otro competidor de traje verde con negro y su moto de los mismos colores. El chico estaba saludando al público improvisado quienes no dejaban de gritar.

─ ¡Miracle child!

/¿Qué mierda es eso?/

Katsuki estacionó su motocicleta, aventó su casco y se bajó de esta primera; totalmente furioso se abalanzó hacia el vestido de verde, empujándolo lejos.

─ ¡¿Quién mierda te crees para hacer eso?! ¿No viste que pudiste enterrarme entre la maldita arena?!

─ ¡Pero ¿Qué demonios?!

Gritó un rubio ojiazul con una chaqueta roja con blanco, listo para ir a quitarle al de ojos carmín de encima al tipo de verde. A lo que el aludido le detuvo del pecho.

─ No te preocupes Mirio, yo me encargo.

Con esto dicho se quitó el casco, dejando perplejo a Katsuki un momento: el chico tenía el rostro infantil pero hermoso, con mejillas abultadas llenas de pecas hermosas, labios finos pero bellos, unos ojos enormes de color verde esmeralda, el cabello negro con las puntas verde, sus rizosos alborotados le daban un aire libre; el niño hijo de puta era hermoso. Pero eso no iba a detener a Bakugo, quien en el momento que lo alzó del cuello de su ropa verde es que lo vio: el niño tenía una especie de brazo metálico en donde debería de tener un brazo izquierdo. Tal imagen provocó que lo liberase lentamente mientras el niño no relajaba su semblante enfadado y serio. Cuando se alejó el rubio fue capaz de verlo mejor: eso parecía una puta prótesis. Eso hizo que la emoción por una pelea se le fuera un poco al piso.

─ ¿Pero qué mierda?

O-O-O-O-O

¿Qué tal si Izuku conoce a un verdadero cabrón sin escrúpulos? Lo sabremos en el próximo capítulo 2. Dolor de cabeza

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