Circe despertó al sentir un abrumador calor crecer en su cuerpo. El ventilador se había detuvo, y Baltimore estaba pegado a su espalda. Era un terrible verano, y ella insistía que así no era forma de dormir. Pero a pesar de eso disfrutaba despertar y que él brujo peliblancos aun estuviera ahí.

-Seguire sosteniendo que el calor post fin del mundo es peor de lo que pensaba.- dijo la pelirroja estirandose provocando que Baltimore despertara y se despegara de su espalda.-Buenos días ¿Como te sientes?- le pregunto al sentir que otra vez la volvió abrazar.

-Bien, si no fuera por...-

Fue interrumpido por el alegre repiqueteo contra la puerta. A los segundos, Hisirdoux entró sin que le dieran permiso

-Si no fuera porque tu hermano aún sigue pegado a nosotros como siglos atrás —terminó de decir Baltimore.

Hisirdoux río al oírlo, y dejó en la mesa de luz, un par de tazas con té recién hecho, y algunas galletas dulces.

-Tu amas esto —dijo el pelinegro—. Circe me alejó por años, ahora deberás aguantar por todo el tiempo que no estuvimos juntos.

Circe tosio ahogada al oírlo. A veces no vreia que su hermano de la vida pudiera decir tantas cosas sin pensarlo. Le hacia recordar a la única persona que allí faltaba.

-Gracias por tu servicios —dijo, y le dio un sorbo al té—. Lo tomas mejor que Zoe, y eso esta bien. Me alegro.

—Si, ella no esta nada contenta contigo, Baltimore —dijo Hisirdoux—. Se le pasará. No puede odiar a alguien por siempre.

Le dio un sorbo a su té, y alzo las cejas.

—O tal vez si —añadió.

Salio de la cama, para ir hasta donde estaba su hermano de la vida y lo abrazó con mucha fuerza.

-Ya, deja de hablar —murmuró entre risas.

Terminaron de desayunar, Hisirdoux salio del cuarto, dejando a solas al antiguo matrimonio.

-No puedo creer que hayan pasado seis años del fin del mundo, no lo creo aun -dijo la hechicera mientras se vestía para salir.

Miró a Baltimore con cierta cara de angustia.

-O que nos hayamos encontrado al fin - agregó-. Casi no volvía por puro miedo.

Baltimore dejó lo que estaba haciendo, caminó la poca distancia que los separaba.

-¿Ahora sigues temiendo?- le preguntó mientras tomaba una de sus manos.

-Soy un poco humana, aun tengo miedo, pero eso no me detiene, ya no mas.- respondió dándole una sonrisa, para luego besarlo.

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Aunque fue una idea alocada, Circe y Baltimore una vez más se comprometieron, para luego huir de su boda. Hicieron una larga luna de miel, donde nada más que ellos dos le importó. A veces, se iban a ver a Hisirdoux junto con Zoe, o volvían a viejos lugares que pocas veces visitaron en su vida.

Circe disfrutaba el sol, y que la gente la conociera. No temia a ser vista, y amaba volver a cantar frente a un público.

Una mañana en Grecia, Circe paseaba por la costa, contemplando la frescura del mar, hasta que se topó con la figura de una mujer, mas o menos de su altura, de su cabeza caía una melena ondulada de tonos anaranjados, con brillante mechones blancos.

  La mujer sintió su presencia, y volteó a verla. Circe reconoció esa nariz cubierta de pecas, sus brillantes ojos verdes, como las hojas de los árboles en plena primavera. Un año tenia cuando la arrebataron de su pecho. Aún así, hasta en la más espesa oscuridad reconocería aquel suave rostro.

Ambas, a la par, se acercaron hasta quedar una frente a la otra. Los ojos de la desconocida brillaron y Circe lloró al tocar su rostro. Tan suave, tan delicado.

-¿Nenet? ¿Eres tu? —preguntó Circe con voz trémula.

Ambas se quedaron mirándose, el tiempo se detuvo.

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