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Paso un año desde que Arabella se marcho de aquel pueblo oculto en la selva. Un año donde Circe no paro de trabajar, no antes las suplicas o que la obligarán. La cacique llegó a creer que se obsesiono con la falta de salud, que empezó a buscar enfermos donde no los había.
No podia detenerla, tampoco sabia como hacerlo. Sostenía que la hechicera se mantenía en una especie de duelo o era una forma de acallar aquellos pensamiento que la ponían triste o le mostraban como era realmente su realidad.
Por suerte para la insana obsesión por curar de Circe llego Hisirdoux a aquel sitio, sin embargo no le fue tan bien como a ella en un principio.
Por cuestiones de seguridad, y que no se fiaban de su aspecto lo encarcelaron por al menos una semana. Tiempo en el que la pelirroja hizo un paro de su labor para ir a verlo al calabozo y asegurarse de que estuviera bien, a sabiendas que no le iban hacer nada malo.
-Ir hablar con la cacique sin acompañante es penalizado, tonto.- se burlo Circe.
-Bueno no me se las reglas del lugar, igual solo iba a preguntar por ti ¿Es necesaria la penalización?
-Si gran bobo, es lo mismo.- ambos se rieron.
Una fuerza mayor que ella quería abrazarlo y llorar por algo que había hecho hace un año atrás, que nunca se atrevería a contarle, seria perder la confianza de cientos de años. Las rejas que los separaban le impedía satisfacer aquella necesidad de curar la herida de la culpa que por muchos tiempo tardo en cerrar pero que cada tanto se abría de manera agresiva inundado la mente de la hechicera de un mal sentimiento.
-No te preocupes, hoy te sueltan por el festival, vas a tener que trabajar para que te perdonen, es la ley.- le aseguro tomándole la mano a través de los barrotes.-Te extrañé gran tonto.- sonrió, sin ocultar el brillo de sus ojos que amenaza con llorar.-Mucho.
Hisirdoux sin importarle que haya algo sucio y viejo que los separara la abrazo con fuerza. Entonces Circe lloro con mucho pesar, su espíritu le estaba pasando factura; por mucho tiempo había vivido engañada, ocultando mucho de lo que le había ocurrido. Extrañaba demasiado a aquellos que la vida no les dejó conocer el tiempo suficiente.
Quería ver a su hija a pesar de que no la reconocería. Aún sabiendo que quizás aquella bebé que sostuvo en sus brazos por un año entero en realidad haya abandonado su cuerpo y sus grandes ojos ámbar sean de otro color, su suave cabello rubio sea de otro tono, o hasta quizás este ocupando un cuerpo con un género diferentes.
No le importaba, porque si la veía estaba segura que la iba reconocer mas haya de su piel, durante el corto tiempo que paso con Nenet se encargó de estudiar de memoria el campo mágico de su hija, ella no era nigromante, era todo lo contrario, por mas irreal que se le hacia.
Extrañaba a Baltimore a pesar de que este la abandono, extrañaba a Arabella a sabiendas de lo que hizo. También pensaba en la pobre Isabella. No tenia la culpa de nacer en una familia de locos, también la extrañaba a ella, después de todo la crio por diez años, ella fue lo mas cercano a una hija. Ese tiempo nadie se lo borraría ni siquiera ella a pesar de que varias veces lo intento en un vano esfuerzo por sacarse de la mente el amargo sabor de que siempre hay alguien que la quería matar, o que ahora los nigromantes sabían que estaba viva, a pesar de que pasaron mas de cien años de aquella noche. Vivía con miedo de que alguna bruja que manejara la muerte quisiera una parte de ella. No podía borra su dolor por mas que lo intentara, siempre había algo o alguien se lo recordaba.
Lloro largo y tendido hasta que sintió que su alma se había deshidratado, a la vez que era reconfortada por la única persona que nunca se fue de su lado de ninguna forma.
A los diez minutos del desahogo emocional, un hombre que cuidaba la cárcel iba a liberar a Hisirdoux de su calabozo con la condición de que debía colaborar con la fiesta que se hacia allí. No se negó, pues una semana enjaulado era lo peor que le pudo haber pasado en su larga vida, y no quería volver a repetirlo.
Circe tomo la mano del pelinegro llevándose por parte de él una cálida sonrisa que le dio un poco mas calor a su alma estrujada.
A penas puso un pie en suelo de libertad a Hisirdoux le dieron muchas tareas en relación al pequeño festival, Circe lo vio desaparecer entre gente ajetreada.
•
Las horas de aquel día pasaron rápidas. En cuanto el sol se oculto la fiesta comenzó, las lámparas de fuego se encendieron, la música sonaba por todos lados, y una gran fogata en medio de la gente se encendió, el aire se plago de festividad.
La embriagadora sensación de vida los llenaba a todos, sobre todo a Circe que luego de una larga jornada de trabajo y llanto sólo se dedicó a disfrutar.
Junto con Hisirdoux bailo, bebió y comió con hacia mucho tiempo no lo hacia. No recordaba cuando fue la última que se divirtió junto a él sin que al final de la noche hayan querido acabar con ella.
Por un instante, o quizás por culpa del alcohol, vio a quien la acompaño por cientos de años en su vida con ojos diferentes, lo vio como si fuera un bello extraño. Cuando el pelinegro se acerco un poco mas ella, un extraño calor recorrió su cuerpo, provocando que huyera, a causa de los nerviosos, de su lado.
Camino sin ver atrás hasta chocarse con la cacique. Quien veía todo lo que ocurría a su alrededor sin participar de la fiesta.
-¿Otra vez huyendo?- le preguntó cuando esta se escondió a su espalda.-Esta noche es la mas fértil del año, le agradecemos a la diosa lunar por su luz y sobrero su protectora magia.
Las mejillas de Circe se tiñeron de tan solo oírla.
-No me hables de diosas, estoy mal con ellas. No huyo, sólo no quiero hacer una estupidez.- se defendió mientras abanicaba una gran hoja en su cara.-Soy experta en hacer estupideces, y ya estoy harta.
La cacique cambio su semblante de divertido por la respuesta de Circe a uno mas oscuro y preocupado.
-Cállate un segundo.- alzo una mano en el aire.-¿Sientes eso?
Circe camino al lado de la cacique, sintiendo lo mismo que ella, provocando que se le encrespara la piel. No solo era la sucia esencia de cambiantes acercándose a ellos, sino la de un hechicero, una hechicera que hacia temblar a Circe sin la necesidad de mostrar su cara.
La cacique le indico que vaya en busca de los demás brujos y brujas disponibles para un ataque, así también como hombres y mujeres guerreros dispuestos a enfrentarse a los cambiantes.
Corrió gritando que estaban bajo una emboscada, buscando entre la multitud a Hisirdoux.
Al llegar a la fogata donde lo vio la ultima vez, era demasiado tarde, Desdemona ya estaba junto a él, amenazando su vida con una filosa daga del color del hielo, frio como su mirada. La pálida cara de la hechicera no esbozaba sonrisa alguna. Quien lo hacia por ella era su familiar, una sombra que la rodeaba, que no paraba de reír como la hiena oscura que se mostraba.
-Justo a quien buscaba ¿No te dije que llegaría pronto lindura?- dijo Desdemona.-Me han pagado para llevarte a Inglaterra, hay una familia que esta ansiosa por tenerte de vuelta.
-Suéltalo, él no tiene nada que ver con nada.- trago saliva, tratando de hacer la menor cantidad de movimiento posibles.
-Estas rodeada, si te entregas mis cambiantes no harán polvo este pueblo, podrán terminar su fiesta sin problemas.
Circe bajo los brazos para entregarse a Desdemona. Lo ultimo que deseaba era que la gente sufriera por su culpa, muchos menos deseaba que a Hisirdoux le pasara algo por ella.
Dio un paso al frente, a punto de entregarse un gran jaguarete de color canela de manchas un poco mas oscuras salto sobre Desdemona, provocando que soltara a Hisirdoux, y que el corazón de la hechicera se acelerada por aquel animal que no terminaba de reconocer. El gran felino fue arrastrado por la hiena negra, hasta que pudo sacarsela de encima con un par de heridas menores.
-¿Cáliz? ¿Eres mi lindo conejito?- le pregunto al gran felino cuando lo tuvo cerca.
Este no le respondió nada, solo se limito a ronronear cansado, hasta que de a poco fue tomando la forma del pequeño mamífero que siempre conoció.
-Creo que tenemos un problema mayor.- le señalo Hisirdoux ayudándola a ponerse de pie.-Nos tienen rodeados.
-¿Recuerdas como pelear? Porque no nos queda otra.- le sonrió con cierta pena por la fiesta que llegaba a su fin.-¿Me concedes esta batalla?
-Claro que si mi lady.- le respondió poniendo a espalda de ella.
Desdemona levito sobre ellos, con solo un chasquido los cambiantes que trabajaban para ella los rodearon. Su cara tomo una expresión de disgusto, viéndolos desde arriba con una creciente ganas de acabar con ellos a pesar de que pedían con vida a la pelirroja.
-Tomaron el camino difícil, idiotas.- concluyo.-Ahhgg a ellos.-
Hizo un sutil movimiento con su mano, indicándole a los cambiantes que ya podían atacar.
Se abalanzaron sobre ellos sin mediar palabras algunas. Circe, a pesar de que tenia miedo de usar su magia, le imploro a las raíces que se ocultaban en el suelo que surgieran sin querer llevarse una parte de ella al mas allá.
La oscura magia ligada a la muerte que ella poseía se hizo presente. Codo a codo con Hisirdoux tiraron abajo a cada Cambiante que se abalanzaba sobre ellos. En un giro improvisto quedo frente al pelinegro, y por impulso mucho mas fuerte que ella misma lo beso, sin pensarlo realmente.
-Oh, vaya, esto es, esto es nuevo.- respondió al beso inesperado.
A pesar de la sorpresa, eso no lo detuvo para volver a besarla. No era algo que ninguno de los buscaba en los mas de quinientos años que llevaban juntos, ni mucho menos paso por su mentes siquiera intentar hacer ese acercamiento. Aquel beso fue el resultado de una acalorada batalla, que los hacia sentir vivos a ambos a pesar de que no fuera en la mejor de las circunstancias.
Desdemona con mucho disgustos se tiro sobre ellos para separarlos y llevarse al fin a Circe pero la pelirroja, un tanto enfurecida, hizo que una gruesa raíz oscura la hiciera volar mas lejos de lo que alguna vez imagino. Desapareció entre la espesa maleza, y con ello llevándose los pocos cambiantes asustados que aun quedaban de pie.
-No interrumpas.- exclamó, para volver a besar a Hisirdoux.
•
En la mañana siguiente Circe amaneció en la misma cama que Hisirdoux. No hubiera sido raro para ella sino fuera por lo sucedió con anterioridad, y recobrando la cordura, tras verlo dormido dándole la espalda, su cara palideció.
-¡Oh Dios mío ¿Qué fue lo paso?!- grito con cierto espanto en su voz.
-¡¿Qué ocurre? Nos atacan los cambiantes!- grito Hisirdoux a la par de ella.
Salió de un salto de la cama llevándose con él las sabanas.
-¡Por mi madre estas completamente desnuda!- volvió a gritar lanzando la sabana a la cara de ella.
Luego de media hora intensa donde se comunicaban a través de gritos, el cuarto volvió a una paz muy rara. Cada uno estaba sentado en diferentes puntas de la cama, sin llevarse la palabra, pues cada una que salía de sus bocas no llevaba a ningún lado.
-¿Por qué permitiste que pasara?- le pregunto enojada Circe.
-¿Me haces responsable a mi? Te recuerdo que tu me besaste en primer lugar.- le hizo recordar lo que había pasado en primer lugar.
-Pero tu eres mayor, eres mas responsable que yo.
-No puedo creer que digas eso .- respondió nervioso.-Creo que soy degenerado.
Ambos salieron de la habitación sin dirigirse la palabra. La cacique llamo a Circe lo que le dio cierto alivio por no tener que verse con el pelinegro.
Así fue como por el resto del día ambos evadieron una responsabilidad aun mayor que tener que curar a la gente, sino la responsabilidad emocional ligada a sus actos.
Era algo que se podía ver sin que nadie lo dijera, algo que al final del día termino por molestar a la gran cacique del lugar, porque sabia que eso de no comunicar los problemas a la larga iba a terminar por afectar mucho mas de lo que imaginaban.
Fue entonces que organizo un emboscada para que de alguna manera se vieran a solas y pudieran poner en orden el lio que habían generado ellos solos.
Al cabo de una hora, sin tanto inconveniente, la cacique pudo meter a ambos en un mismo cuarto.
-Hasta que no hablen, no saldrán, sepan que cumplo con lo que digo.- sentencio al final, y se marcho sin que supieran.
El silencio gano lugar entre ellos, no se podían ver a la cara sin sentir repudio por lo habían hecho. No se sentían gente adulta y madura que pudieran hablar de algo para llegar a un convenio, sino como dos niños que habían roto algo, donde la única manera de solucionarlo era guardar silencio hasta que eso solo sea menos que un recuerdo.
Luego de quince minutos de silencio uno de los dos se le dio por hablar.
-Yo lo siento, tienes razón, soy el mayor, me hace mas responsable. Te tendría que haber detenido en el primer instante.- dijo Hisirdoux apenado.-Entiendo si ya no quieres hablar conmigo, si quieres que me vaya por siempre de tu vida.- su voz parecía que se iba a quebrar del dolor.-Solo no quiero que suceda, pero...
Fue interrumpido por un inesperado abrazo de Circe, quien decidió dejar de lado la vergüenza que sentía para dar fin a la tontería que iniciaron en un principio.
-No, yo lo siento gran tonto, no quiero que te vayas de mi lado por una estupidez así.- sollozo, provocando que su voz sea quebradiza.-Me sentía mal, vacía, e hice una tontería.
Los dos terminaron de rodillas en el suelo, abrazándose y llorando a la par. No querían que algo asi sea mucho más grande que todo aquello que vivieron y compartieron. Estaban dispuestos a aceptar la responsabilidad de sus actos, con tal de seguir siendo los mejores amigos de todos.
-Después de todo esto, si tuviera que huir porque me quieren cazar ¿Tu vendrías conmigo?- le pregunto un poco insegura Circe.
-Te ayudaría a derrotar al cazador, Circe.- le respondió.
Tras eso ultimo el alma de la hechicera sintió alivio al saber que no estaría sola pase lo que pase, era como si le hubiesen quitado un peso de encima, uno con el que estuvo cargando por año entero.
-Eu ¿La puerta estuvo abierta todo este tiempo?- señalo indignado Hisirdoux tras abrir efectivamente la puerta.
-Nunca dije que estuviera cerrada.- le respondió la cacique que se encontraba leyendo un libro sobre magia en la sala.-Me alegro que hayan resuelto sus dramas personales como las personas adultas que son.
Aquella noche Circe durmió con alivio, como hacia un año que no le pasaba. Al día siguiente junto con Hisirdoux decidieron irse de ahí, mejor dicho irse de Brasil, pues hasta el momento no parecía una buena idea quedarse mas tiempo, ninguno de los dos estaría tranquilo sabiendo que al otro lo estaban siguiendo.
No tenían un rumbo pero si tenían la seguridad de no estar solos, por lo menos por un tiempo.
★★★
Muy buenas ¿Cómo dicen que les va?
Lo siento, era algo que quería agregar hace mucho, mejor tarde que nunca ¿No? Amo que no sean maduros hasta que el lio es mas grande que ellos... me representa en la vida. Igual, según yo, es mas normal de lo que parece, que se yo. Por hablando todo se soluciona (aplica para todo en la vida)
Solo personajes ficticios fueron heridos emocionalmente, ningún humano.
Como siempre gracias por el aguante y si la vida me es justa hasta el martes o jueves, no se, pues facultad.
Besitos, besitos, chau, chau.
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