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Circe recuerda aquel viaje en barco como el mas incómodo de su vida. El primer día ella era la intermediaria entre aquellos dos que no se querían hablar. Cuando se empezaron a mandar notas no sabia bien a que punto de su discusión había llegado. Si a una reconciliación con palabras que no debían decirse en voz alto o la guerra se había puesto tan intensa que los insultos quedaban mejor por escrito. De lo único que estaba seguro es que un día mas con esos dos la obligaría a saltar por la borda.
Cuando llegaron a tierra firme, no lo dudo ni dos segundo, y escapo de ambos con Cáliz en brazos. Sabía que algún día se los iba a volver a cruzar. Después de aquel viaje tan estresante lo único que quería era tiempo para ella sola.
Se alejo lo mas que pudo del mar, adentrándose en la ciudad de Casablanca de Marruecos. Allí conoció una familia que requerían de una institutriz que ayudara en la crianza de una de sus hijas. Lo cual Circe no dudo ni un segundo.
•
Vivió por años con esa familia, casi no usaba magia para nada, tampoco podía hacerlo. No sabia como una familia tan conservadora reaccionaria ante una hechicera como ella.
La menor de las niñas que cuidaba algo de su secreto conocía. Creyó haber visto a Circe hacer magia curativa en una de las mascotas que iban a sacrificar, sin embargo aquello que vio se lo guardo como un secreto mágico. Cuando la niña creció, a los quince años ya no podía guardarse mas eso que vio cuando a penas tenia seis años. Tampoco aguantaba ver que la única que no envejecia era la niñera.
Era 1793, la mas joven de la familia cumplía recién veinte años, mientras que Circe ya cargaba como seiscientos sesenta años de edad. Los días libres iba a visitar a Hisirdoux que vivía cerca de la costa junto con Rebeca. Aunque sospechaba que su situación era bastante rara. La modista no le quería contar nada mientras que el pelinegro guardaba silencio cada vez que podía. En lo único que coincidían es que había un nombre prohibido entre ambos, algo que le costo respetar. Muchas veces quería saber sobre Arabella, que era de ella, casi siempre a sus oídos llegaban terribles noticias, de las cuales prefería no creer en ninguna.
Para el día del cumpleaños de Isabela dejaron a la criada invitar a alguien. Ese alguien fue Hisirdoux, quien moría de ganas de conocer a la familia que cobijaba a su hermana de la vida.
—Voy yo.— dijo la mas joven a la hechicera tras escuchar que alguien tocaba.
Cuando abrió la puerta, se llegó una grata sorpresa. Ella había oído muchas historias sobre el pelinegro, por eso lo imaginaba como alguien avejentado, no como un joven apuesto que traía una sonrisa de oreja a oreja.
—Douxie, cariño.— saludo de atrás Circe.—Ven pasa, conoce a la familia. Primero que nada ella es Isabella, mi protegida.— la presento trayendo a la realidad a la mas joven de los dos.
El pelinegro la saludo con un beso en dorso de su mano, y regalándole una de sus sonrisas coquetas, llevándose como regaño un codazo de Circe. Esta sabia bien el efecto que algo así tendría en las jóvenes humanas, y no humanas también.
Muy entusiasmada Circe lo llevo a recorrer la gran casa donde se quedaba. Le presento a los padres de Isabela, a la hermana mayor, su esposo, y sus cuatros hijos. Luego de eso le presento al hermano del medio, a su hermosa esposa, y sus dos hijas. Esa familia vivía para que cada día creciera un poco mas, sin embargo no veían que eso pasara con la menor de todos. Les urgía conseguirles un esposo antes que los años la convirtieran en una solterona. Lo que le molestaba a Circe pues ella lo era sin embargo con la falta de compañía marital era bastante feliz.
De igual forma su condición no le importaba, mas bien les favorecía. Una institutriz solterona era lo mejor para nunca sacarle los ojos de encima a la mas joven.
Como si fuera un tema del mas cotidiano se armo una discusión que giraba en futuros pretendientes. Circe lo disfrutaba, las charlas banales de los humanos le hacías olvidar mucho de su vida.
—Si pudiera elegir, lo elijo a él.— señalo Isabella a Hisirdoux que casi se asfixia con un sorbo de té.—¿Usted es soltero joven Casperan?
—Como crees, él esta comprometido.— respondió Circe para salvar la situación, hasta donde ella sabía eso era cierto.
Hisirdoux nervioso por la situación que se armo tomo a la pelirroja del brazo, y dejo que la familia siguiera discutiendo. Fueron a un sitio apartado, donde se encontraba un pequeño vivero de vidrio, nadie los veía mucho menos los oía.
—Escucha, acerca del compromiso, no me voy a casar.— susurro casi a los grito.
—¿Qué? ¿Eso cuando ocurrió?— pregunto con un deje de desesperación, mas un poco triste.—Lo que diga Isabella, es broma, obvio no te vas a comprometer con ella.— dijo antes de que alguna estúpida idea cruzara por la mente del pelinegro, quien no se lo notaba triste tras la ruptura de su compromiso.—Ni se te ocurra.— amenazo tras verlo con aquella mirada burlona de que puede hacer cualquier estupidez.
—Escúchame solterona, no quiero estar soltero por siempre.— dijo subiendo y bajando los hombros sin notar la gravedad de sus palabras.—Además ella tiene veinte años, no tiene nada de malo si se quiere casar conmigo.
—Pero tu tiene mas de seiscientos años, y no eres humanos, ella si.— le reprocho.
—¡Lo sabía!— grito Isabella, tras unos arbustos.—Sabia que no eras una humana, menos tu galán.
El rostro de la hechicera palideció tras verla aparecer de su escondite. Su secreto y su tranquila vida se vio truncada por un mal juego de palabras. Sin embargo la mas joven salto a los brazos de su criada, feliz de saber la verdad. Ahora sabia que no estaba loca, que lo había visto años atrás era por completo cierto. Juro guardar el secreto si la pelirroja le enseñaba hacer algo pequeño de magia.
—Esta bien, pero no te aseguro que te salga, tu eres muy humana.— cerro el trato Circe.—Y no te casaras con él.— señalo a Hisirdoux que estaba en un rincón viendo las flores.
Isabella asintió un poco decepcionada, y juntos volvieron a la reunión familiar. Habían cambiando por completo el tema, no hablaba mas de los pretendientes de su pálida hija mas joven; ahora estaba hablando sobre un invitado, que traía con él regalos de otros sitios de Marruecos. Venia a cerrar un trato con el padre de la familia, algo que Circe no estaba prestando atención, hasta que el fuerte golpeteo de la puerta la trajo otra vez a la tierra.
—Ve abrir querida.— ordeno la madre.
A pesar de no ser su tarea fue a abrir sin rechistar, no estaba interesada en la conversación tanto como lo estaba Hisirdoux, que parecía saber de lo que hablaban todos ahí.
Mientras caminaba por el pasillo iba sacudiendo su falda como si esta estuviese sucia a pesar de no ser así. Sin ver, mucho menos sin preguntar, abrió la puerta de manera instintiva, y aquella sonrisa con la que normalmente recibe a la gente se borro tras ver quien estaba del otro lado.
—Hola.— alcanzo a decir la otra persona tras cerrar en su cara la puerta.
Circe espantada, recostó su cuerpo sobre el portal, tomándose el pecho por los nervios. Hasta que la madre de la familia llego para ver porque razón tardaba tanto. Al verla casi sin color reclinada sobre la antigua pieza de madera, corrió a ella preocupada.
—Cariño ¿Te ocurre algo?.— pregunto pero la pelirroja negó, lo que saco de sus cabales a la mujer.—¿Nuestro invitado?
—No era nadie.— negó con palabras.
—Por favor apartate, todos escuchamos el llamado.
La mujer le indico que se hiciera a un lado, lo que no le quedo otra que obedecer. Le dio espalda cuando abrió la puerta, no quería verle el rostro, en ese instante estaba sintiendo mucho, la sola pronunciación de su nombre fue una punzada en pecho.
No podía huir de ahí, solo le quedaba fingir. La mujer había recibido al invitado con mucho entusiasmo, al parecer su visita era mas que bienvenida en la casa.
—Circe, toma el abrigo del señor Ateria, y luego ven con nosotros a tomar el té.— ordeno la dueña.
—Solo si no es mucha molestia —dijo y le sonrió.
Ella creyó que se iba a desmayar. Nunca le sonreía con esa misma gracia.
—No, claro que no lo es —logro decir.
Le ayudo con el saco, sin verle a la cara para evitar que esta se prendiera de la vergüenza, sin embargo debía alejarlo de ahí, para obtener respuestas a las miles de preguntas que se originaban en su mente.
—¿Qué es ese olor feo?— pregunto.
Al llevar el saco a su nariz puso mala, llevándose la mirada de sorpresa de Baltimore.
—Creo yo que el señor necesita un baño, me imagino que tuvo un largo viaje en varias especies, puedo distinguir a cada una.— le sugirió a mujer.—También supongo que él es agradable para los niños, yo no permitiría que con este olor se acercara a ellos, lo cual me imagino seria desagradable alejar a las criaturas de manera brusca.— sonrió al fin, sabiendo que un argumento así nunca falla.
La mujer creyó cada palabra que salió de su mordaz boca, sin siquiera olerlo.
—Llévalo a la habitación de arriba. Calienta agua, tómese su tiempo señor, y si necesita algo la querida Circe, está a su disposición. Los veremos para la cena, supongo.— sonrió sin perder su gracia.
—Es bueno tenerlo en cuenta —contesto, y otra vez esa sonrisa.
Subieron por las escaleras, ella adelante sintiendo en su nuca la punzante mirada amarilla de él. Le indico donde estaba la habitación, dejando las formalidades de lado lo empujo dentro, cerro la puerta con cerrojo, para que nadie se interpusiera.
Lo miro de arriba a abajo, estaba prácticamente igual, traía un corte de cabello distinto, y consigo un traje que le calzaba ridículamente bien. Estaba enojada con él, quería besarlo, a la vez que abofetearlo. Quería verlo bañarse como cuando tenia treinta año, pero también deseaba que el agua estuviese muy fría o muy caliente, que se congelada o se cocinara.
No sabia bien lo que quería. Después de todo que se hayan separados no era la culpa de ninguno de los dos, trataron de terminar por lo sano. Ella en realidad quería que él la siguiera a pesar de que no había esperanza de nada.
—Yo lo siento.— fue lo único que alcanzo a decir Baltimore.
No necesitaba mas palabras para besarlo, si él tenia la culpa o ella, en ese instante no le interesaba a ninguno de los dos. Luego de que se llevaran a Nenet, que Arabella le quitara su magia y se marchara, luego de todo eso nunca hicieron una pausa, un duelo, nunca se detuvieron a pensar como continuar sus caminos.
Extrañaba todo de él. Desde el largo de su cabello blanco, hasta lo fuerte de sus hombros. La respiración contra la suya, y sus labios como si fuera lo único que necesitaba para vivir.
Fueron diez minutos intensos, que bastaron para llenar el vacío en su pecho. Circe lo abrazo muy fuerte, sintiéndose reconfortada en sus brazos, limpiando los vestigios de la última noche en que un hombre la toco para matarla.
—¿Qué haces acá?— le pregunto Baltimore mientras se metía al agua, necesitaba un baño, no tanto por el olor sino mas dolor de cuerpo que traía, estaba agotado.—Con esta familia, ellos ¿Tu sabes lo son?
La cabeza de Circe se lleno de más dudas ahora que él se lo decía. Nunca cuestionó a la familia, pero ahora que Baltimore se lo preguntaba de esa manera empezó a cuestionar muchas situaciones, como el hecho de que hagan negocios con el brujo.
—Ella es una nigromante, y él un hechicero, todos sus hijos controlan magia, menos la mas joven, creo.— respondió y dedujo al mismo tiempo mientras hundía su cabeza en el agua.
Ahora todo le cuadraba a Circe, también sospechaba que ellos ya sabían de ella. Siempre se le hizo raro que ni la madre como el padre sospecharan de su nula habilidad para envejecer, o como es que aquel perro se curo de la nada.
Se sentó sobre el borde de la bañera a la espera de que el brujo sacara su cabeza del agua.
—Me debo ir de acá.— dijo cuando lo vio tomar aire.
—Te debes ir de acá.— dijo.
Se acercó a ella, y la tomo con cuidado de la nuca. Antes de llegar a su oído, la beso con suavidad.
—Ellos necesitan de alguien para que su hija sea mágica. No deseo que seas tú, quien cumpla con ese capricho.— le susurro al oído.
Un nudo en la garganta le impidió decir algo respecto a lo que le habían revelado.
★★★
Muy buenas a tod@s ¿Como les va? Espero que bien.
Hice mi tarea y les traído a tiempo el capítulo de hoy, que es mas comedia romántica que otra cosa. Loa reencuentros de Balti y Circe siempre son tan oportunos.
Creo que ya es una costumbres dividir los capítulos por partes, así me da mas lugar en explayarme, y me permite hacer la historia mas larga sin la necesidad de que tenga 1500 partes. Hasta donde se esta historia va a tener 29 capítulos o partes, y bueno necesitó avanzar para llegar a la actualidad.
Sin mas que agregar, gracias por el apoyo, nos vemos el jueves.
Besitos, besitos, chau, chau.
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