Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPITULO 27💕💕

CLOUDY AND ROCKSTAR🎸📚✨

Los días habían comenzado a transcurrir con una rapidez extraña en el hospital. El bullicio constante de pacientes entrando y saliendo creaba un ritmo al que todos se adaptaban, pero para Candás, el tiempo era un concepto difuso. Estaba atrapada en una burbuja de espera, donde la rutina era interrumpida solo por la visita de un médico o la llegada de algún visitante.

Candás seguía en reposo, aunque su cuerpo respondía positivamente al tratamiento. Lo peor parecía haber pasado, y aunque se sentía considerablemente mejor, el último diagnóstico aún pendía sobre ella como una nube oscura. Aún no se atrevía a soñar demasiado.

Len había conseguido algo de descanso, y eso se reflejaba en su semblante. Sus ojeras se habían desvanecido un poco, y las líneas de preocupación que habían marcado su rostro se habían suavizado. Sin embargo, seguía sin apartarse del lado de Candás. Habían compartido varios momentos juntos, algunos silenciosos, otros llenos de palabras que no necesitaban decirse. El simple hecho de estar juntos era suficiente para ambos.

-¿Recuerdas cuándo nos conocimos? -le preguntó Candás una tarde, mientras observaban la lluvia caer a través de la ventana del hospital.

-Claro que sí -respondió Len, tomando su mano-. Fue esa noche, en el bar donde tocabas; ni siquiera quería ir pero Max insistio.

Candás sonrió.

-Y aquí estamos, después de todo lo que ha pasado. Nunca pensé que... -su voz se quebró ligeramente-. Nunca pensé que llegaríamos hasta aquí.

Len apretó su mano, llevándola a sus labios para darle un suave beso.

-Ni yo. Pero me alegra que lo hayamos hecho. Eres lo mejor que me ha pasado, Candás.

Las palabras de Len llenaban a Candás de una calidez que apenas se atrevía a reconocer. Sabía que aún había una gran batalla por delante, pero tener a Len a su lado hacía que todo fuera más soportable.

Mientras tanto, los padres de Candás se habían acercado más a su hija. Habían sido días duros para ellos, enfrentándose al hecho de que casi la pierden. Pero, gracias a Violet, habían comenzado a entender mejor quién era Candás ahora. La joven los guiaba, hablándoles de las cosas que a Candás le gustaban, de sus aficiones, de la música que le gustaba escuchar y de los libros que devoraba.

-Candás es más fuerte de lo que creen -les dijo Violet un día mientras charlaban en la cafetería del hospital-. Sé que todo esto ha sido difícil, pero ella ha encontrado su manera de lidiar con las cosas. Si quieren entenderla, deben conocerla, deberán volver a acercarse a ella y dejar en el olvido aquel día en el que los abandonó.

La madre de Candás, con lágrimas en los ojos, asintió.

-No sabía cuánto había cambiado... Es tan difícil aceptar que ya no es mi pequeña niña.

Violet sonrió con suavidad.

-Nunca dejará de ser su hija, señora. Solo ha crecido, y ahora tiene otras maneras de ver la vida. Lo importante es que estén aquí para ella, que la apoyen como lo han hecho hasta ahora.

Esas conversaciones ayudaron a los padres de Candás a ver a su hija bajo una nueva luz. Comenzaron a preguntarle sobre sus bandas favoritas, a llevarle libros para entretenerse y a compartir mas charlas con ella. Aunque la enfermedad había sido una sombra constante, también había creado un espacio para que la familia se reencontrara de una manera diferente, más profunda.

Pero a pesar de esos momentos de conexión, todos sabían que la espera era lo más difícil. La vida seguía pasando a su alrededor, pero estaban atrapados en un limbo, esperando el último diagnóstico que determinaría el futuro de Candás.

-----

Finalmente, una mañana, el doctor que había estado supervisando el caso de Candás llegó al hospital. Su rostro mostraba signos de agotamiento; había estado viajando, investigando y consultando con otros especialistas para asegurarse de que no había dejado ninguna piedra sin voltear. Todos se reunieron en la sala, ansiosos por escuchar lo que tenía que decir.

-Buenos días -saludó el doctor, su voz grave llenando la pequeña habitación. Se tomó un momento para reunir sus pensamientos antes de continuar-. He revisado todos los análisis, he consultado con otros especialistas y he evaluado cada posible escenario. Y lo que puedo decirles es lo siguiente: Candás sigue padeciendo su enfermedad, pero ya no está librando una batalla perdida.

Un silencio pesado cayó sobre la sala. Todos esperaban lo peor, pero las palabras del doctor insinuaban algo diferente, algo que ninguno de ellos se había atrevido a esperar.

-El tratamiento ha sido más efectivo de lo que esperábamos -continuó el doctor-. La enfermedad de Candás, aunque aún está presente, ha mostrado signos de remisión. No voy a minimizar la gravedad de su condición, porque aún es una lucha continua, pero la buena noticia es que el pronóstico inicial ya no es válido. Candás no está destinada a morir en los próximos meses. De hecho, si sigue respondiendo como lo ha hecho hasta ahora, podríamos estar hablando de años, y con la posibilidad de vivir una vida relativamente normal.

Las palabras apenas habían salido de la boca del doctor cuando el alivio estalló en la habitación. La madre de Candás se llevó las manos al rostro, lágrimas de alivio brotando de sus ojos. El padre de Candás, que había mantenido una fachada estoica durante todo el proceso, dejó escapar un suspiro largo y pesado, como si una montaña hubiera sido levantada de sus hombros.

Len, que había estado conteniendo la respiración, se dejó caer en una silla, cubriéndose el rostro con las manos mientras las lágrimas caían sin control.

-Gracias, doctor... gracias... -logró decir entre sollozos.

Los otros en la sala, incluidos Violet, Ryan, y Max, también dejaron escapar gritos de alegría y alivio. Habían estado esperando tanto, temiendo tanto, que ahora, con esta nueva esperanza, no sabían cómo procesarlo.

En medio de la algarabía, Candás, que había estado descansando en su habitación, se deslizó fuera de la cama. Aún débil, se apoyó en la pared para mantener el equilibrio mientras se dirigía hacia el sonido del alboroto.

-¿Qué pasa con tanto escándalo? -preguntó con voz ronca mientras se apoyaba en el marco de la puerta-. Recuerden que estamos en un hospital, ¿o es que ya se olvidaron?

La voz de Candás hizo que todos se giraran hacia ella. Len fue el primero en reaccionar. Corrió hacia ella y, sin decir una palabra, la levantó en sus brazos. Candás, sorprendida, dejó escapar un pequeño grito, pero no opuso resistencia. La intensidad de la emoción en el rostro de Len la dejó sin palabras.

-¡Lo has logrado, mi vida! -le susurró al oído, su voz quebrada por la emoción-. Has vencido al destino, ya no son pocos días.

Candás, aún confundida, lo miró a los ojos, buscando en ellos la verdad de lo que acababa de escuchar.

-¿Eso significa que podremos estar juntos hasta que una muerte natural nos separe? -preguntó, su voz temblando por la mezcla de incredulidad y esperanza.

Len asintió, incapaz de hablar mientras las lágrimas seguían cayendo.

-Sí... eso significa eso.

El doctor, que había estado observando la escena con una mezcla de asombro y satisfacción, intervino suavemente.

-Aún hay mucho por tratar -advirtió-. Esto no significa que todo haya terminado. El camino por delante aún es largo y no estará exento de desafíos. Pero... hay esperanza. Y eso es lo que importa ahora.

A pesar de sus palabras de cautela, todos en la sala sintieron que una gran victoria había sido ganada. Se abrazaron, rieron y lloraron, dejando que la alegría del momento los envolviera.

Candás, aún en los brazos de Len, sonrió por primera vez en días, una sonrisa que parecía iluminar toda la habitación.

-Gracias, Len -susurró, apretando su mano-. Gracias por no haberme dejado sola.

Len la miró, sus ojos llenos de todo el amor y la devoción que sentía por ella.

-Siempre estaré aquí para ti, Candás. No importa lo que pase, no te dejaré sola.

El día terminó con Candás siendo trasladada a una nueva cuarta sala, una que estaba destinada para pacientes que próximamente darán de alta. Había mucho que aún debía hacerse, pero por primera vez en mucho tiempo, el futuro parecía más brillante.

Mientras la llevaban a la nueva sala, Len caminaba a su lado, su mano entrelazada con la de ella, sin intenciones de soltarla jamás.

El doctor los observó desde el pasillo, una leve sonrisa en sus labios. Había visto muchos casos en su carrera, pero pocos lo habían conmovido como este. La ciencia había hecho su trabajo, pero lo que realmente había cambiado el destino de Candás era algo mucho más poderoso: el amor y la determinación de los que la rodeaban.

Y así, mientras la puerta de la nueva sala se cerraba detrás de ellos, supo que la historia de Candás aún no había terminado. En muchos sentidos, acababa de comenzar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro