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CAPITULO 21💖💖

CANDÁS Y LEN🎸📚✨

-Don'r forget me Nathan Wagner-

El reloj marcaba las doce del mediodía, y el pequeño comedor donde Candás y Len compartían su última comida en el pueblito estaba lleno del bullicio suave de los lugareños. El ambiente era cálido, con una mezcla de risas, conversaciones y el tintineo de los cubiertos contra los platos. La pareja se había acomodado en una mesa cerca de la ventana, desde donde podían observar a la gente que iba y venía por las calles empedradas. Candás, con su cabello suelto y despeinado, estaba concentrada en su plato, pero de vez en cuando levantaba la vista para cruzar miradas con Len, quien la observaba con una mezcla de cariño y preocupación.

Len rompió el silencio con una pregunta que llevaba rondando su mente desde que habían despertado esa mañana.

-Candás... ¿cómo te sientes?-dijo, bajando la voz, casi como si temiera romper el momento tranquilo.

Candás levantó la mirada y se encontró con los ojos de Len. Sabía a qué se refería, pero en lugar de esquivar la pregunta, decidió ser sincera.

-Por ahora me siento bien-respondió, esbozando una pequeña sonrisa-. Pero eso no significa que no haya sentido ciertos dolores antes.

Len frunció el ceño, su preocupación era palpable.

-No tienes que ocultármelo-le dijo, tomando su mano sobre la mesa-. Si te sientes mal, quiero que me lo digas. No hay problema en que compartas eso conmigo.

Candás suspiró, apretando suavemente su mano en respuesta.

-Lo sé, Len... pero a veces siento que mis problemas no se resolverán por contarlos-dijo, su voz más suave y algo distante-. Prefiero ahorrármelos y enfocarme en lo unidos que estamos ahora.

Por un momento, Len vio a una Candás que no conocía del todo, una versión de ella más vulnerable, más consciente del tiempo que se le escapaba entre los dedos. Pero antes de que pudiera decir algo más, Candás sonrió y le hizo un gesto tierno, limpiándole una esquina del labio con su servilleta.

-Siempre tan desordenado-dijo, acercándose un poco más a él.

Len iba a responder, pero una voz infantil lo interrumpió.

-¡Bésense ya!-gritó una niña que caminaba hacia ellos.

Len la reconoció de inmediato; era una de las niñas que había conocido al llegar al pueblo. Antes de que pudiera reaccionar, las otras dos niñas se unieron a ella, rodeando la mesa de la pareja con sonrisas traviesas.

Candás saludó a las niñas con una sonrisa, pero ellas estaban demasiado ocupadas adorando a Len. Después de algunos comentarios y risitas, las niñas dejaron un pequeño diario de noticias en la mesa antes de correr hacia la puerta, con miradas cómplices entre ellas.

Candás miró el diario con una ceja arqueada y luego a Len, quien soltó una carcajada.

-Solo son niñas-dijo él, encogiéndose de hombros.

Candás, con una expresión entre celosa y divertida, respondió:

-Niñas encantadas con mi amado-dijo, cruzando los brazos.

Len no pudo evitar sonreír ante su reacción. Se inclinó hacia ella y le apretó las mejillas suavemente.

-Y tú eres mi celosa favorita-dijo, burlón pero cariñoso.

Candás hizo un puchero, pero la tensión entre ellos se desvaneció rápidamente cuando Len tomó el diario y lo abrió. En la primera página había un reporte meteorológico que indicaba mal clima para el resto del día: lluvia torrencial hasta el amanecer.

Ambos se miraron y, casi al unísono, decidieron que lo mejor sería irse temprano. Pagaron la cuenta y se dirigieron de regreso al hotel. Mientras caminaban, el cielo comenzó a nublarse, y las calles, antes llenas de gente, se iban vaciando rápidamente. Los habitantes del pueblo, acostumbrados a estos cambios repentinos, se recogían en sus casas y tiendas, preparándose para la tormenta.

La dueña del hotel, al verlos entrar, les sugirió que se quedaran hasta el próximo día si no tenían prisa. La pareja asintió, agradeciendo el consejo, y optaron por quedarse.

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Ya era más tarde cuando el cielo se oscureció por completo, y Candás, curiosa, se acercó a la ventana de cristal. Corrió la cortina y observó cómo las primeras gotas de lluvia empezaban a golpear el vidrio con fuerza. Afuera, la calle estaba desierta, y la luz de los faroles parpadeaba, desafiando la tormenta.

-¡Vaya! Está cayendo con todo-dijo Candás, fascinada por el espectáculo.

De repente, un trueno resonó con fuerza, y Candás notó que Len se estremeció visiblemente en la cama. Se giró hacia él, con una sonrisa burlona.

Luego bromeó, acercándose a él :- ¿No me digas que estás asustado?

Len, algo incómodo, intentó disimular.

-No, no estoy asustado-respondió, cruzando los brazos-. Solo... no lo esperaba.

-Claro-dijo Candás, con un tono irónico-. Eso explica el salto.

Otro trueno resonó, aún más fuerte, y esta vez las luces parpadearon antes de apagarse por completo. La habitación quedó en penumbras, iluminada solo por los relámpagos que cruzaban el cielo.

Len se quedó quieto, el sonido de la tormenta envolviéndolo. Candás, viendo su incomodidad, se acercó más, sentándose a su lado en la cama.

-Es hora de que yo te proteja-dijo con una sonrisa tierna, pasando su brazo por los hombros de Len.

Él suspiró, sintiéndose un poco ridículo por su miedo, pero Candás estaba ahí, lo cual lo hacía sentir mejor.

-Desde pequeño me asustan estos truenos-admitió en voz baja-. Mi padre solía contarme historias aterradoras para hacerme "hombre"... pero en lugar de eso, solo me dejó con este miedo irracional.

Candás lo miró con comprensión y, con un tono suave, le dijo:

-Solo son sonidos fuertes, Len. Nada que temer.

Len la miró, y una sonrisa pequeña y agradecida apareció en su rostro.

-Para ti es fácil decirlo-bromeó, refiriéndose a su vida en la banda-. Siempre estás rodeada de sonidos fuertes.

Candás se levantó de la cama y, sin decir palabra, se quitó el vestido, quedando en una blusa corta blanca y un pantalón corto. Len la observó, intrigado.

-¿Qué estás haciendo?-preguntó, sin poder disimular su curiosidad.

Candás le sonrió con picardía.

-Es hora de que enfrentes tus miedos, Lenard Rodríguez-dijo, extendiéndole la mano.

Len la miró un momento, luego dejó escapar un suspiro y, con una sonrisa resignada, se quitó el polo que llevaba. Tomó su mano y juntos salieron del lugar, sintiendo la adrenalina correr por sus venas.

La lluvia los golpeó con fuerza en cuanto salieron al exterior, empapándolos en cuestión de segundos. Los truenos rugían por encima de ellos, pero Candás no mostró ningún miedo; al contrario, comenzó a correr por la calle, tirando de la mano de Len, que la seguía entre risas.

-¡Vamos!-gritó Candás sobre el sonido de la tormenta-. ¡Esto es como ASMR para mí!

Len rió, tomando sus palabras como una rareza más de Candás. A su lado, ella parecía estar en su elemento, corriendo bajo la lluvia como una niña, sin preocupaciones ni miedos.

Mientras corrían, Candás le lanzó una mirada curiosa a Len.

-Oye, Len-dijo, bajando un poco el ritmo-. ¿Qué pasó con tu padre? Siempre hablas de él como si ya no existiera...

Len se tensó al escuchar la pregunta, y sus pasos se hicieron más lentos.

-Tuvo un accidente-respondió con voz apagada.

Candás notó la incomodidad en su tono y decidió no presionar más. En lugar de eso, rodeó su cuello con sus brazos, deteniéndose bajo la lluvia. Sus ojos se encontraron, y en ese momento, la tormenta a su alrededor pareció desvanecerse, dejando solo el sonido de sus corazones latiendo al mismo ritmo.

-Tengo miedo de perderte a ti también-susurró Len, su voz temblorosa por la emoción.

Candás lo miró, su expresión suavizándose.

-No quiero recordar eso, no ahora-dijo en un tono casi suplicante.

Len asintió, acercándose más a ella, y la distancia entre ellos desapareció. Sus labios se encontraron en un beso profundo, lleno de necesidad y pasión, un beso que parecía gritar al mundo que, a pesar de todo, seguían aquí, juntos, desafiando el tiempo y el destino.

La lluvia continuó cayendo a su alrededor, pero en ese momento, no había nada más importante que el calor de sus cuerpos entrelazados y la certeza de que estaban juntos.

¿Será este un juntos por siempre?😭😭🤍✨

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