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CAPITULO 14✨✨

CANDÁS Y LEN🎸📚✨

SEMANAS DESPUÉS

Las noches de primavera eran las favoritas de Candás, y eso Len lo sabía bien. Desde que comenzaron a hablar, se habían acostumbrado a las llamadas de medianoche, esas charlas en las que ambos podían ser ellos mismos sin preocuparse por nada. Habían compartido risas, secretos y sueños. Pero esta noche, algo en la voz de Candás sonaba distinto, una tensión que Len no podía ignorar.

Eran las tres de la madrugada cuando el teléfono de Len vibró en su mesita de noche. Sin pensarlo dos veces, contestó. -Hola, ¿qué pasa?-, dijo suavemente-.

Candás respiró profundamente al otro lado de la línea. -Perdón por llamarte a esta hora... sé que tienes que estudiar mañana-.

-No te preocupes por eso, Cans. ¿Estás bien?-

-Creo que solo... no puedo dormir. Mi cabeza no para de dar vueltas-.

Len entendió de inmediato que esto no era solo una noche de insomnio. Sabía lo que la ansiedad significaba para ella, cómo podía atraparla en una espiral de pensamientos oscuros. -Está bien, no tienes que explicarme. Hablemos de algo más... ¿Te acuerdas de tus comidas favoritas de niña?-, dijo sacando tema de conversación.

Candás dejó escapar una pequeña risa, aliviada de que él cambiara de tema. -¿Sabes? Siempre me encantaban los espaguetis con albóndigas, pero solo si mi abuela los hacía. Nadie más lo hacía igual-.

-¡Los espaguetis de la abuela siempre son los mejores! Yo era más de puré de papas, pero solo si lo acompañaban con nuggets de pollo. Es una tontería, lo sé-.

-No, no lo es-, respondió Candás, su voz más tranquila ahora-. Oye, ¿nos veremos pronto?-.

-De hecho, sí. ¿Qué te parece el próximo jueves?-.

-¿Justamente el jueves que...?-, dejó la frase inconclusa, intrigada.

-Sí, este jueves-, dijo él con un tono juguetón. -Pero hay una condición: tenemos que vernos de madrugada, en la costa casi al amanecer-.

Candás quedó perpleja por un momento. -¿De madrugada? ¿Por qué tan temprano?-

-Porque a esa hora salen las sirenas-, respondió él con una sonrisa que ella pudo sentir incluso a través del teléfono. Ambos se rieron ante la ocurrencia, y tras unas cuantas bromas más, colgaron.

Los días pasaron rápidamente, y finalmente, el jueves llegó. Candás no podía dejar de pensar en lo que Len había planeado. Mientras se preparaba, Violet, quien siempre tenía un buen consejo, le dijo, -Tienes que mostrarte perfecta, Candás. ¿Quién sabe lo que pueda pasar?-.

Esas palabras resonaron en su mente mientras se miraba en el espejo, nerviosa y emocionada. Escogió un vestido blanco con tiritas negras que resaltaba su figura. Quería sentirse bien consigo misma, dejar atrás los pensamientos sobre su enfermedad y disfrutar del presente.

Con horas de anticipación, Candás llegó a la costa, donde las olas rompían suavemente contra la orilla. La brisa nocturna despeinaba su cabello, y por un momento, se permitió disfrutar del silencio. ¿Qué estaba haciendo aquí? se preguntaba. ¿Qué tenía Len preparado? Trató de calmar sus nervios, recordándose a sí misma que esto era parte de vivir el presente, de aprovechar cada segundo que le quedaba.

De repente, unas manos cálidas cubrieron sus ojos, y el corazón de Candás dio un vuelco. -No estés tensa-, le susurró Len al oído. -Confía en mí-.

Ella sonrió, relajándose un poco mientras él la guiaba por la playa. Caminaban despacio, cada paso acompañado por el sonido de las olas y la suave risa de ambos. Finalmente, Len se detuvo. -Cierra los ojos-, le dijo, -y no los abras hasta que yo te lo diga-.

Candás obedeció, su curiosidad creciendo con cada segundo que pasaba. Escuchó el suave susurro del viento y el crujir de la arena bajo sus pies, luego Len contó hasta tres. -Ahora puedes abrirlos-.

Cuando lo hizo, se encontró frente a una escena que le cortó la respiración. Bajo la luz suave de unas linternas, había un mantel extendido sobre la arena con un pequeño pastel decorado y una decoración modesta pero hermosa. La sorpresa la dejó sin palabras. -¿Qué es todo esto?- preguntó, su voz temblando-.

Len la miró con una ternura que la desarmó. -Feliz cumpleaños, Candás-.

Las palabras la golpearon como una ola de emociones. No recordaba la última vez que había celebrado su cumpleaños; de hecho, había dejado de hacerlo por motivo de su enfermedad, cosa que prefería olvidar. Lentamente, las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. -¿Cómo... cómo supiste?-

-Violet me lo dijo-, confesó Len. -Me contó que ya no celebras tu cumpleaños, pero pensé que tal vez este año podría ser diferente-.

Candás, incapaz de contener las lágrimas, se arrojó en los brazos de Len, sollozando de alegría y tristeza al mismo tiempo. Se quedaron así por un momento, abrazados, compartiendo ese instante tan especial. Luego, corrieron juntos por la playa, como niños, dejando que la risa y la alegría los llenara.

Cuando finalmente se detuvieron, bajo la luz de la luna que casi daba paso al sol, Len la miró a los ojos, su expresión más seria que antes. -Candás-, comenzó, -no sé cómo explicarlo, pero desde que te conocí, todo ha cambiado para mí. No soy el mismo de antes... y no quiero serlo. Al principio no podía comprender lo que sentía.... Se que es muy pronto lo se.....

Len tomo una pausa; dándole pasó a un breve e intenso momento en el que ambos se miraron fijamente a los ojos.

-¡Te amo Candás!-, Len no pudo evitar apenarse-.

Candás sintió que el tiempo se detenía. Len sacó una pequeña concha del bolsillo de su chaqueta, y al abrirla, dentro había una pulsera sencilla, pero perfecta. -¿Quieres estar conmigo? Juro que respetaré tu decisión y si no sientes lo mismo por mi tambien lo acep....

Ella, abrumada por la emoción, tomó la pulsera en sus manos, mirando a Len con los ojos llenos de lágrimas. El silencio se extendió entre ellos, solo roto por el sonido de las olas. Después de unos instantes que parecieron eternos, Candás asintió, con una sonrisa tímida pero sincera. -Sí... lo acepto-. Te acepto Lenard Rodríguez.

Len no pudo evitarlo. Se acercó más a ella y el beso que siguió fue suave, dulce, lleno de promesas silenciosas que no necesitaban ser dichas. Ella sabía que el tiempo no estaba de su lado, pero en ese momento, bajo la luz de las estrellas, nada más importaba. Estaba con el, y eso era suficiente.

NOTA DE LA AUTORA:

VALEEEEE, ESTE CAPITULO ME HA ENCANTADO, YA ERA HORA DE QUE ESTOS DOS ESTUVIERAN JUNTOS.

LA VERDAD ES QUE HABIA ESTADO PLANEANDO TODO DESDE AYER. 😹✨

PERO ¿Y AHORA QUE LES ESPERA A NUESTROS QUERIDOS NOVIOS?

NO LO SE, TU YA TENDRÁS QUE CREAR INTUICIÓN HASTA QUE ACTUALICE. 🌝✨

BIEN MALA YO HEHE. LOS QUIERO😭✨💗

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