5 | Hora de seguir un nuevo ritmo (I)🎸✨
CANDÁS FLOOMER
La sensación de deslizarme por la acera con mi patineta era algo que no cambiaría por estar sentada en un coche. Giros, impulsos, aún quedaban motivos para seguir viva. Y a mí rutina se sumaba un momento para olvidarme de todo. Patinar al conjunto de una hermosa melodía me conectaba con una versión de mí misma que era más que libre, incluso si mi cuerpo me recordaba constantemente que no debía abusar.
Mientras descendía por una calle en pendiente, comencé a tararear la letra suave de aquella música que rozaba mis oídos. Mi equilibrio no era perfecto, pero el viento en la cara compensaba cualquier tambaleo.
La ciudad estaba despertando, con su caos habitual: bocinas, gente apresurada, y el sonido de una moto que casi me arrolla cuando crucé el semáforo sin mirar.
—¡Eh, cuidado! —gritó al pasar, pero yo me limité a sacarle el dedo medio y seguí como si nada.
—Esta grandiosa juventud —refunfuñó una señora que camina a un costado, refiriéndose a mí.
—Más que grandiosa, es espléndida ¿no?
Y con esa retórica continúe mi camino.
🎸
Un par de maniobras más y llegué al viejo bar. Viejo, pero espacioso. Dejé la patineta apoyada en la pared, justo debajo del letrero desgastado que anunciaba el lugar.
—Ya era hora de que llegara alguien —murmuró Joaquín cuando entré, con el cabello algo revuelto por el viento.
—¿Y eso? ¿Me estaba esperando? —pregunté, alzando una ceja.
—Obvio. Llamé a los demás, y espero que lleguen rápido porque necesito que me ayuden con algo importante.
—Cierto, la reunión. Yo venía a despejarme un poco, lo había olvidado por completo.
Me quité la chaqueta y me senté en la barra, en la esquina junto al viejo tocadiscos y ordene un té frío. A los pocos minutos llegaron los integrantes restantes de la banda, todos luciendo igual de curiosos. Joaquín nos miró con una sonrisa misteriosa, cruzándose de brazos detrás de la barra.
—Escuchen bien, chicos. Necesito que estén preparados porque esta es una oportunidad que no se les presentará dos veces.
El silencio se apoderó del lugar mientras Joaquín dejaba caer la bomba.
—Quiero que toquen aquí todas las noches durante un mes para los promotores de España. Aprovechemos el ruido que están haciendo en la escena local. Y no se preocupen, no lo harían gratis. Diez mil dólares para cada uno al final del mes.
Violet dejó escapar un grito ahogado, casi derramando mi té.
—¡¿Diez mil?!
—Por cabeza —repitió Joaquín, enfatizando las palabras con una sonrisa satisfecha. —Pero será un compromiso serio. Nada de fines de semana libres. Noche tras noche, ¿de acuerdo?
Nuestras miradas se cruzaron. Eric y Nayel parecían incrédulos, mientras que Violet ya estaba asintiendo frenéticamente. Trébol mantenía su típica serenidad, pero el brillo en sus ojos lo delataba.
—¿Qué dices, Candás? —preguntó Eric, como si mi respuesta fuera el factor decisivo.
Tomé aire y miré a cada uno de ellos. Esta no era solo una oportunidad para ganar dinero; era un llamado a demostrar todo lo que podíamos hacer y, quizás así lograr más.
—Lo hacemos —dije finalmente, con una sonrisa que contagió al resto.
—Eso quería escuchar. —Joaquín golpeó suavemente la mesa antes de retirarse—. ¡Miriam los chicos han aceptado! —anunció a su esposa que justo llegaba al bar—.
—Eso significa que... —Miriam posó sus manos en su cabeza, abriendo aún más los ojos —Joaquín ve por luces nuevas, modifica las lámparas de la entrada. Dios, esto necesita de más. Tambien encarga plantas nuevas para la entrada, yo me encargo de la limpieza, las alfombras y un nuevo cartel y...
Todod nos echamos a reír. La emoción llenó el ambiente, y pronto estábamos planeando los detalles. Violet ya hablaba de cambiarse el look, mientras los chicos debatían sobre cuáles canciones deberían encabezar el repertorio y sobre modificar los instrumentos.
—¡A mi nena la visto yo! —dijo Vi, refiriéndose a su batería—.
Todos se quedaron observándome, buscando saber si haría algo en particular. Pero yo solo negué con la cabeza.
—Supongo que es todo, ya Negan negó —se refirió Eric a mí con un tono burlón —, al parecer Lucille no recibirá ningún cambio.
—Déjate de bromas Eric —Nayel lo observó con severidad.
Antes de que las discusiones se prolongaran demasiado, decidí despedirme.
—Entonces, nos vemos esta noche —les dije, poniendome en pie—.
—Oye Cans, acompáñame al salón de belleza.
Antes de negarme ya Violet tenía sus cosas en mano y me arrastraba del brazo derecho, hacía la salida.
—¡Cuídense!
—Cuídate tú, me dijeron que tu ex loca anda nuevamente por estas calles —bromeó Vi, incomodando a Eric. Por su cara no pude evitar echarme a reír junto a ella.
—¿Estás bromeando? —pregunté mientras tomaba mi patineta y dejábamos el local.
—¿¡No te enteraste!?
Negué y por su sonrisa supe que se traía un gran chisme.
🎸
Llevábamos horas en el salón de belleza. El viento de la tarde era más fresco, como si la ciudad misma estuviera conspirando para algo grande. Desde mi asiento no pude evitar sonreír al ver la cara de felicidad que ponía Vi, mientras hablaba con la salonera.
—¿Te parece un morado más intenso?
Asentí. Y pensar que, con la misma delicadeza con la que se arregla, puede desatar una tormenta cuando realmente se lo propone.
Permanecí mirando por el cristal, que daba la vista a la gran ciudad. Esa noche no iba a ser solo otra presentación. Pese a todo el beneficio que nos proporcionaba este contrato, ya era hora de seguir un nuevo ritmo.
NOTA DE LA AUTORA:
No se pero estoy súper emocionada, ya tengo tremendo índice mental planificando el después de cada capítulo.
Y el después de este me emociona aún más. Digo, digo, soy turista no se nada🙈✨
Si te ha gustado el capítulo te invito a dejar tu voto y tu opinión.
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