2 | Esa universidad 📚✨
LENARD RODRÍGUEZ
El sol de la mañana apenas se colaba por las cortinas de mi cuarto, lo suficiente como para molestarme, pero no tanto como para convencerme de levantarme. Llevaba despierto un buen rato, atrapado en un bucle de pensamientos. Hoy era el día. La carta de NovaTech debía llegar al bajar el sol, y aunque trataba de calmarme, la expectativa me estaba matando. Era difícil pensar en otra cosa.
Desde que envié la solicitud, todo giraba alrededor de esa universidad. NovaTech no era cualquier lugar, aparte de que era una de las universidades más prestigiosas del país, se trataba de mi oportunidad para escapar de este pueblo y darle sentido a los sacrificios que mi mamá había hecho por mí. No era solo salir, era demostrar que podía construir algo real.
Ingeniería civil, arquitectura, diseño urbano... esas eran las carreras que tenía en mente. Desde que era niño, había querido construir cosas que duraran, estructuras que contaran una historia, que fueran más que ladrillos y cemento. Quería dejar huella.
—¡Lenard! —escuché a mi mamá gritar desde la cocina. —¿Vas a desayunar aquí?
Sonreí. Mi mamá y su manera sutil de hacerme sentir culpable por no pasar suficiente tiempo en casa.
—¡Me lo llevo, mamá! Tomás me está esperando, dice que tiene que mostrarme algo —respondí mientras revolvía el montón de ropa en mi cajón, buscando algo decente.
—Ese muchacho… Va a ser raro cuando dejes de verlo todos los días —la escuché murmurar. —Casi tanto como raro será para mí verte menos.
No respondí, solo sonreí amargamente para mis adentros. Sabía que intentaba restarle peso a la situación, pero en el fondo, a ambos nos costaba pensar en lo que significaría si me iba.
📚
El trayecto a casa de Tomás se me hizo eterno. Mis pensamientos estaban por todas partes, pero volvían siempre al mismo lugar: ¿Y si no me aceptan? Competir contra cientos de personas de todo el país no era poca cosa.
Tomás estaba en el porche como siempre, tocando con ¿una guitarra? Cuando me vio, dejó de tocar y sonrió.
—Relájate, Lenard —dije para mis adentros.
—¿Tanto estrés por una carta? —bromeó.
—Podrías fingir un poco de empatía, ¿sabes? —le respondí con un suspiro, sentándome junto a él.
—No lo necesito. Te van a aceptar, Len. Lo sabes, ¿no?
—No sé nada, Tomás. Y ese es el problema.
Nos quedamos en silencio un momento.
—Bueno ya que. Mira lo que encontré en el sótano del abu...
Mi celular vibró en el bolsillo. Lo saqué sin pensar mucho y vi un mensaje de mi mamá.
Lenard, ya llegó la carta.
Mi corazón se detuvo por un segundo. La carta. Pero… no podía ser. Se suponía que llegaría más tarde.
—¿Qué pasa? —preguntó Tomás al notar mi expresión.
—La carta ya llegó.
—¿Ya? ¿No que llegaría casi al anochecer?
—Eso creía… —respondí, todavía procesando la sorpresa.
No esperé más. Empecé a correr hacia mi casa. Mi mente iba más rápido que mis piernas. Si la carta llegó antes, ¿eso significaba algo? ¿Era buena señal? ¿Mala?
—Quita esa cara de pesimismo y ve con cuidado —escuché gritar a Tomás.
Tomás, como siempre sacándome una sonrisa. Vaya amigo desde la infancia, nos habíamos criado juntos en este pueblucho y cuando me reveló que no llenaría la ficha de admisión, me dejo sumamente sorprendido. Y desde entonces se convirtió en parte de mis pesares para no querer entrar a la uni. Pero, como siempre, dicho pesar se reduce al pensar en todo lo que puedo lograr y quizás así poder motivarle y solo si él me lo permite, ayudarle a encontrar su vocación.
Cuando llegué, mi mamá ya estaba en el sofá con el sobre en las manos. El logo de NovaTech era lo primero que saltaba a la vista.
Nuestras miradas se cruzaron e inmediatamente lo supe.
—Algo me hace pensar que sabias de esta llegada temprano ¿no es así? —pregunté entre jadeos.
Ella sonrió con calma.
—Quería sorprenderte. Aunque, admito que no pensé que llegaría tan temprano. Anda, ábrela.
Tomé el sobre, mis manos temblaban mientras rompía el sello. Saqué la hoja y automáticamente mis ojos se dirigieron al final del escrito.
"Felicitaciones, Lenard Rodríguez…"
Tuve que leerlo dos veces más para convencerme de que no estaba alucinando.
—Me aceptaron… —dije en un susurro. Luego, más fuerte—. ¡Me aceptaron!
Mi mamá sonrió y se levantó para abrazarme.
—Sabía que lo harías, hijo. Tu papá estaría tan orgulloso de ti.
Las palabras de mi mamá trajeron un torrente de emociones. No pude evitar pensar en mi papá, en todo lo que me enseñó y lo que me había impulsado a llegar aquí.
El cálido abrazo de mamá intervino en mis pensamientos.
—-Y pensar que todo esto comenzó con unos bloques de juguete.
Por su voz me di cuenta de que estaba llorando.
—No los voy a defraudar. Ni a ti, ni a él que en paz descanses—murmuré, apretándola con fuerza.
Lo único que diré, es que ya ando amando a Len.🌝💖
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