Mi primer hijo nació.

Tres meses después una enfermedad afota al mundo entero encerrandonos en casa por un tiempo.

Mi esposo y yo junto a nuestro pequeño pudimos salir del techo de aquella mujer. Era insoportable las peleas tóxicas sin razón, ni un verdadero motivo por el que pelear. Fuimos a un pequeño apartamento donde estuvimos rentados.

Él era quién estaba desesperado y por ende este nuevo hogar estaba en muy malas condiciones. Sabiendo que podía darnos un poco de comodidad él prefirió ahorrarse dinero y yo le apoyé. Estaba ayudándolo pero en cambio yo estaba lejos de mi familiar, encerrada en una casa donde no tenía un grifo con agua sino un pozo. Mi pequeño no tendría espacio suficiente para jugar más que su cuna pero aprendió allí a dar sus primeros pasos.

Tenía mucho que hacer, comida escasa y era de las que se quitaba las cosas para darla, a mi esposo que se esforzaba fuera de casa, y claro, mi pequeño. Mi salud se vió afectada dejándome en cama casi todo el día, y todo era porque estaba embarazada otra vez. ¿En qué momento? Fue hace un mes, cuando él no quiso usar protección porque era molesto. Le advertí, y pedí que me avisará, es algo sencillo pero simplemente él se dejó llevar y yo sin saberlo pero, si al escucharlo, me alejé de golpe asustada. Ya era tarde. Todavía recuerdo con dolor como estaba en el baño lavandome desesperada entre lágrimas reclamándole y él riéndose en mi cara como si hubiera sido divertido. Yo estaba llorando frente a él.

Nació me segundo bebé. Una niña.

Estoy casada, tengo una familia. ¿Me preguntó si él también? Si, a veces pienso en el pasado.

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¿Cómo actuó el esposo?