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22. Un día a la vez

A medida que las tensiones entre Yoongi y yo finalmente se calmaron y encontramos un camino hacia una nueva amistad, las aguas rocosas entre Geumjae y HanNa comenzaron a construirse.

Una noche, tras una mala cita en el médico, los dos entraron en la casa peleando cuando yo me hallaba sentada en su sofá, organizando la medicina de Geumjae que HanNa me pidió que obtuviera de la farmacia. Me había estado quedando con ellos un par de días simplemente con el fin de ayudar con lo que fuese y aligerar las responsabilidades.

—¡No me estás escuchando! —gritó Geumjae, forzando su voz.

—¡No, claro que te estoy escuchando! Lo que estás diciendo es que ¡no quieres casarte conmigo!

—¡Por supuesto que quiero casarme contigo, HanNa! Pero no tiene sentido ahora. Si muriera, te quedarías con todas las deudas. La casa, el auto, el hospital...

—¡No me importa!

—¡Bueno a mí sí!

—¿Por qué estás actuando así? —mi hermana se giró hacia mí—. NaHee, ¿puedes decirle a Geumjae lo poco razonable que está siendo?

Mis labios se separaron y, antes de que pudiera hablar, mi cuñado dijo—: ¡No arrastres a tu hermana a esto!

Cerré mi boca. Me habría ido a casa, pero permanecían de pie justo en el vestíbulo bloqueando mi camino. Así que me hundí en el sofá, tratando de hacerme invisible.

HanNa suspiró pesadamente. —No vamos a hablar de esto ahora. Vamos a calmarnos. Mañana tienes tu cita de quimioterapia, por lo que debemos descansar. Iré a preparar la...

—No vendrás —advirtió su novio.

—¿Qué?

—Dije que no vendrás. Faltaste al último juicio como asistente. No has estado trabajando tanto como antes, y no puedes perder ese ascenso. Haré que Yoongi me acompañe.

—¿Por qué me estás dejando fuera? —HanNa se volteó de nuevo hacia mí—. ¡¿Por qué me está dejando fuera?!

Abrí la boca, y una vez más, Geumjae habló antes que yo. —¡Deja de meterla en esto! No vienes a mi cita de quimioterapia, ¡¿estamos claros?!

—¡¿Por qué no?!

—¡Porque me estás sofocando! —gritó más fuerte que lo que lo escuché gritar jamás—. ¡Me estás sofocando con tus preguntas, y píldoras, y tu maldita planificación de la boda y tus malditas lámparas! ¡No puedo respirar, Han Na! —Giró sus brazos con irritación, golpeando una lámpara fuera de la mesa auxiliar. Cuando se estrelló, la sala quedó en silencio. Los ojos de Geumjae se volvieron pesados por la culpa cuando las lágrimas comenzaron a caer por las mejillas de su novia.

Geumjae bajó la voz, dando un paso más cerca de mi hermana. »—Lo siento, yo solo...

—Lo sé.

De repente, Yoongi salió del baño con una toalla alrededor de su cintura, empapado en agua. Su pelo goteaba algún mejunje de aspecto extraño que era viscoso y verde, y sus ojos se encontraban muy abiertos por el pánico.

—¡¿Qué está pasando?! —preguntó nervioso, casi deslizándose sobre la pista de agua que él mismo creó. Se veía tan serio y, sin embargo, tan ridículo, que nosotros tres no pudimos dejar de empezar a reír.

—¿Qué diablos es eso en tu cabeza? —exclamé.

Entrecerró los ojos, confundido por nuestra risa. —Es el tercer lunes de cada mes. Es una mascarilla de huevo, aguacate y aceite de coco para el acondicionamiento profundo. —Nos reímos más duro, y la habitación que había estado previamente llena de ira y confusión, fue reemplazada con la familia y la risa.

—¿Sabes qué necesitamos? —preguntó Geumjae, besando suavemente la mejilla de Han Na.

—¿Qué cosa?

—Un receso musical bailable.

—¿Qué es un receso musical bailable? —preguntamos Yoongi y yo al unísono.

Los dos nos ignoraron.

—Geumjae, no. Ha sido un largo día —estuvo en desacuerdo Han Na.

—No. Está sucediendo. Receso musical bailable.

—Pero...

—Tengo cáncer —dijo.

Su boca se abrió y ella le dio un golpe en el brazo. —¿Acabas de jugar la carta del cáncer?

Su sonrisa se agrandó. —Lo hice.

Esperé para ver a HanNa gritarle, para decirle cómo sus palabras dolían, pero en lugar de eso sonrió. Intercambiaron miradas que sólo ellos entendían, y ella asintió. —Está bien. Una canción. Una, Geumjae.

Nunca lo vi sonreír tan grande. —Una canción.

—Nuestra canción —le ordenó.

Él se precipitó fuera de la habitación, dejando a una muy confundida yo, y a un viscoso Yoongi allí de pie. Entonces salió con dos congas, y dos palos de lluvia, entregando una para mí y el otro a Yoongi.

—¿Qué está pasando? —preguntó Yoongi—. ¿Qué diablos se supone que debo hacer con esto?

Han Na se quedó mirando a Yoongi como si fuera un babuino completo. Ella tomó el palo en su mano, y le dio la vuelta, haciendo el sonido de la lluvia. Luego se la devolvió.

—Quiere que seas su mono danzarín —me burlé. Me mostró el dedo medio y mariposas se formaron en mi estómago. Eso no era nada nuevo.

Geumjae se sentó frente a las congas y empezó a jugar con ellas. Me tomó un segundo para entender el ritmo de la canción, pero cuando hizo clic en mi cabeza, mi corazón se derritió por el tipo de amor que nuestros respectivos hermanos tenían.

Geumjae cantó el primer verso a HanNa mientras sonreía, balanceándose hacia delante y hacia atrás. Yoongi y yo añadimos los palos de lluvia, y ambos empezamos a bailar con mi hermana, mientras su prometido tocaba las congas.

Ha Na cantó el segundo verso. El amor entre ambos llenó la casa con luz a medida que las estrofas salían de sus lenguas. Palabras sobre amarse el uno al otro sin importar el dolor, palabras sobre estar ahí el uno para el otro, incluso cuando se caminaba por las llamas de la vida.

Fue hermoso.

Cuando llegamos al largo momento musical sin letra, Yoongi tomó la mano de Han Na y la mía, y nos dio la vuelta, todavía con su toalla, todavía con el pegote verde que goteaba de su cabello. Luego, la sala quedó en silencio cuando HanNa comenzó a cantar el verso final; la estrofa que llenó de lágrimas los ojos de todos. Cantó las palabras acerca de amarlo cuando perdiera todo su cabello, mientras pasaba sus dedos por sus cabellos, apoyando su frente contra los labios de Geumjae. La besó suavemente, y terminaron de cantar la letra juntos, como uno solo.

El último ruido escuchado fue el palo de lluvia de Yoongi desvaneciéndose.

—Guau —exhaló, envolviendo su mano sobre su boca, mirando a su hermano y Han Na—. Ustedes dos son jodidamente perfectos.

Ella se rio un poco antes de mirar a Geumjae. —No me quiero casar contigo.

Él suspiró. —Sí, si quieres.

—No. Bueno, sí. Pero no hasta que estés mejor. No hasta que estés sano. Vamos a esperar. Vamos a patearle el culo al cáncer. Y luego, te casarás conmigo. ¿Entendido?

La atrajo hacia él, besándola duro. —Sí, señora.

—Oh. Consigan una habitación —Gimió Yoongi, rodando los ojos—. Iré a lavar esta mierda de mi cabello.

—Hablando de eso... —Geumjae se aclaró la garganta y entrecerró los ojos—. ¿Ustedes creen que pueden hacer algo por mí?

Yoongi sacudió de lado a lado con disgusto. — Ésta es una pésima idea.

—Por primera vez en la historia, tu hermano y yo estamos de acuerdo en algo —dijo Han Na con las manos apretadas contra el pecho.

—Yo digo que será una gran anécdota. —Los cuatro estábamos apretujados en el baño, una rasuradora para cortar el cabello en mi mano.

—¡Gracias, NaHee! Finalmente, alguien de mi lado. Además, nena — Geumjae se volvió hacia HanNa con una gran sonrisa—, piensa que ya no tendrás que gastar en mi shampoo. Es más, piensa que me estoy yendo de nuevo al ejército.

—Ella lloró cuando te fuiste al servicio militar, idiota —le recordó Yoongi—. He visto a algunos cantantes lucir este look. La cabeza rapada es la nueva tendencia.

—Entonces, después te afeitas tú —desafió HanNa, agarrando la rasuradora de mis manos, a continuación, sosteniéndola hacia Yoongi.

Sus ojos se abrieron con horror, y sostuvo un dedo frente a ella. — Cuida tu lengua.

—Yoongi tiene razón. Un montón de celebridades se han afeitado la cabeza —intentó explicar Geumjae a su novia en pánico.—. Ya lo hice antes; decías que me veía guapo.

—Me refería al uniforme.—gimoteó mi hermana.

—No estés triste, cariño. Prefiero despedir mi cabello con dignidad.

—Geumjae...

—Vamos, HanNa, será divertido. Si quieres, puedo buscar mi uniforme y nos pondremos traviesos esta noche. —sonriendo, alzó las cejas sugestivamente, a lo que HanNa se sonrojó.

—¡Oigan! Sus hermanos menores están aquí.—me quejé

—¿Eso cuándo nos importó?

—Muy gracioso, Geumjae. Gracias por las pesadillas —Me puse de pie con la espalda recta y encendí la máquina de cortar—. Muy bien, chicos. Llegó la hora.

HanNa contuvo la respiración y se cubrió los ojos. —No puedo mirar. Hazlo rápido.

—¡Hazlo! —exclamó Geumjae.

—¡Hazlo! ¡Hazlo! —coreó Yoongi. Así que lo hice.

Aunque me concentré en mi misión, no pude evitar robar miradas de Yoongi a través del espejo. Verlo observar con tanto detenimiento a su hermano mayor, me apretó el pecho. La relación entre ellos era un cúmulo de emociones contradictorias: amor, respeto y esa distancia inexplicable que a veces surge incluso entre los que se conocen desde siempre. Era como si Yoongi estuviera grabando cada instante en su memoria, casi temiendo que pudiera ser el último.

El zumbido constante de la rasuradora llenaba el pequeño baño, interrumpido solo por las risas nerviosas y los comentarios ocasionales de Geumjae. Yoongi mantenía su expresión seria, aunque sus ojos brillaban con algo que era difícil de descifrar.

—¿Cómo va? —preguntó Geumjae, rompiendo el silencio.

—Está quedando sexy —respondí con una sonrisa traviesa.

—Siempre supe que me iba bien el estilo a rape —bromeó, guiñándole el ojo a HanNa quien espiaba a través de sus dedos.

—Seguro —se burló Yoongi, cruzando los brazos—. Estás a un paso de convertirte en el Bruce Willis coreano.

La risa explotó en el baño, ligera y sanadora, desvaneciendo la tensión que había estado colgando sobre nosotros durante días. HanNa finalmente bajó las manos y sonrió con cariño al ver a su novio, incluso sin el cabello que tanto le gustaba tocar.

—Listo —anuncié apagando la máquina. Me aparté para permitirle a Geumjae verse en el espejo. Él inclinó la cabeza de un lado al otro, evaluando el resultado.

—Me veo... guapo, ¿verdad?

—Claro que sí —HanNa susurró, envolviendo sus brazos alrededor de él desde atrás.

Yoongi, sin embargo, permaneció en su lugar con una mirada distante.

—¿Estás bien? —le pregunté suavemente, solo para que él se encogiera de hombros de esa manera característica como si nada le importara.

—Solo pensando... en lo fácil que es perder cosas —murmuró, su voz áspera.

Mis labios se entreabrieron, pero antes de que pudiera responder, Geumjae soltó una risotada.

—¡Yoongi! ¿Listo para ser el próximo? —bromeó, sosteniendo la rasuradora en alto como si fuera un trofeo.

—Ni en tus sueños —respondió Yoongi rápidamente, retrocediendo hacia la puerta—. Quita esa cosa de mi vista.

La risa llenó el baño nuevamente, pero mis ojos no se apartaron de Yoongi. Había algo más detrás de su humor seco, algo que no estaba seguro de cómo procesar.

Mientras la pareja compartía sonrisas y besos efusivos, Yoongi lanzó una última mirada a su hermano mayor; una mezcla de orgullo y tristeza en su expresión. Algo en ese momento me dejó claro que, a su manera silenciosa, Yoongi también estaba luchando con sus propios miedos y esperanzas.

Me pregunté si alguna vez encontraría el valor para cruzar esa barrera y preguntarle qué era lo que realmente estaba pasando dentro de su cabeza. Pero por ahora, nos quedamos en el refugio temporal del sonido del amor, la risa y la vida.

Hoy, 4 de febrero, se celebra el Día Mundial contra el Cáncer. Y como en toda enfermedad, hay días buenos, días no tan malos, y días de mierda.  

Si alguien cercano a ti se encuentra padeciendo de esto, o eres tú quien lo atraviesa, sólo quiero decirte que estás haciendo lo mejor que puedes. Se necesita un gran valor para enfrentar esa lucha constante, aterradora e inevitablemente dolorosa. Lxs abrazo a la distancia.

Quizás sea un buen día para decirle a tus seres queridos que les amas, y no dar nada por sentado. 

Saludos.

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