15. Posibilidades
Dejé caer mi bolsa de lona frente al porche delantero de Han Na y Geumjae antes de tocar la puerta. Mi estómago se anudó al no saber cómo sería recibido. El tiempo tiene una manera de cambiar a la gente, y me pregunté cuánto los habría cambiado a ellos.
Dejé que pasaran algunos segundos más antes de reforzar el valor para tocar. Cuando la puerta se abrió, solté un pesado suspiro. Geumjae me dio su sonrisa de hermano mayor y me abrazó con fuerza.
—Se suponía que tu tren llegaría ayer. ¿Te perdiste?
—Tomé el camino largo.
—De acuerdo, déjame mirarte—Se apartó, cruzó sus brazos y se rio—. Veo que no perdiste el tiempo, luces un poco más musculoso que la última vez.
—Y tú pareces un fideo. Tal vez ahora pueda patearte el culo en lugar de al revés.
—Já, no cuentes con eso. Decidiste dejarte crecer el cabello, ¿eh? —dijo, alborotando mi los mechones que llegaban por debajo de la oreja. —Me gusta, luces apuesto.
—La envidia es uno de los siete pecados capitales, hermano.
—Lo tendré en mente —rió un poco. Maldición, era bueno verlo. Se veía tan bien como siempre lo hacía. Nunca te darías cuenta de cuánto podrías extrañar a una persona hasta que se encontraban justo delante de ti después de mucho tiempo.
—Geumjae, ¿es la comida? —preguntó Ji HanNa, saliendo del cuarto de baño, secando su cabello con una toalla. Cuando me vio, la sorpresa la embargó—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—También es bueno verte, HanNa.
—¿Qué estás haciendo aquí? —repitió.
Mis ojos se dispararon de mi hermano a su novia, y de vuelta a Geumjae. — Estoy empezando a preguntarme lo mismo. ¿Qué está pasando, huyng? Fui a ver a NaHee antes y me dijo que...
—¡¿Fuiste a ver a NaHee?! —exclamó HanNa. Era divertido lo poco que eché de menos su excesivamente dramático ser.
—Eso es lo que acabo de decir. Sí. Y resulta que me dijo que la boda no era este fin de semana.
—Claro que no. Es dentro de un mes —corrigió ella—. ¿Por qué traes una maleta?
—Eh..., me fue dicho que me quedaría con ustedes dos. Para... la boda... que no parece que vaya a suceder.
—¡Es el próximo mes! —repitió una vez más— ¿Por qué estás aquí? Ni siquiera sabía que venías. ¿Vas a quedarte con nosotros? —Empezó a rascarse el cuello, su piel pálida enrojeciéndose con irritación. Sin embargo, se parecía mucho a su hermana, sus personalidades eran tan diferentes que podrían haber sido extrañas—. Cariño, ¿puedo hablar contigo en el dormitorio por un minuto?
Di un paso adelante para seguirla, haciendo a Geumjae sonreír cuando HanNa gruñó con molestia.
—¿Oh? Perdona. Cuando dijiste "cariño" asumí que me hablabas a mí. Pero ahora veo que iba dirigido a mi hermano. Mi culpa.
Geumjae se rio. —No seas un idiota.
—No puedo evitarlo. Tengo un pene, así que soy uno.
Los dos se apresuraron a ir al dormitorio donde la puerta se cerró de golpe. Me senté en el sofá y justo cuando alcancé mi bolsillo, la puerta del cuarto se abrió.
—¿Yoongi? —llamó Han Na.
—¿Sí?
—No toques nada.
Alcé mis manos con derrota y ella volvió a entrar en la habitación, con otro fuerte portazo.
—¡No puedo creer que no me dijeras que venía, Geumjae! —se hizo eco a través de la casa y no pude evitar reírme. Incluso aunque no tenía ni idea de por qué volví a la ciudad que creó todos mis demonios, se sentía como en casa molestar a la siempre perfecta Ji HanNa.
Alcanzando mi bolsillo, saqué mi paquete de cigarrillos y luego encendí uno con mi mechero. Sólo un rápido vistazo a la casa me hizo recordar lo loca de la limpieza que era la chica de mi hermano y no pude entender cómo es que Geumjae podía vivir con ella. Seguramente cada día estaba lleno de agobio.
Cuando la ceniza empezó a formarse al final del cigarro, entré en pánico sabiendo que HanNa se volvería loca si caía alguna en su probablemente carísima mesa de café. Me apresuré hacia el comedor que se hallaba puesto como si hubiera una gran cena teniendo lugar; lo primero que encontré fue un plato caro, así que lo agarré para dejar caer la ceniza en eso. Llevé el platillo de vuelta al sofá y me relajé un poco.
La discusión continuó:
—¿Qué es lo que te molesta tanto? Dilo de una vez.
—Geumjae, yo sólo...
—¿Qué, HanNa?
—Estamos bajo mucho estrés. Tienes mucho pasando. El asunto de tu trabajo, lo de mi ascenso. Además, estamos intentando tener todo listo para la boda. ¿Crees que tener a Yoongi aquí es una buena idea?
—Es mi hermano.
—Tú estás... Nosotros... —la escuché gruñir a través de la delgada pared— No sé si esto es una buena idea.
—Es mi hermano.—repitió estoico.
—Pero sabes cómo es. Te arrastrará con él, siempre lo hace.
—HanNa, está limpio. Ha estado limpio desde hace años. Afrontó las consecuencias de lo que hizo; no es una mala persona. —Pude escuchar la irritación en la voz de Geumjae, y un poco de decepción se apoderó de mí. Él siempre fue uno de los pocos que en realidad creyó en mí. Él y NaHee.
—O eso es lo que quiere que creas—La voz de ella contenía alguna clase de hostilidad. —. En serio, ¿cuántas veces has tenido que cargar con él y su mierda? Tienes esta necesidad de protegerlos a él y a tu madre. No estás a cargo de sus vidas, cariño. ¿Te sientes culpable porque son medios hermanos y tuviste una vida más cómoda que él? Supéralo, así es la vida. No le debes nada. No eres su guardián. ¡Dios, no eres su padre!
Escuché un ruidoso golpe y mi estómago se apretó. Levantándome del sofá, me encontraba a segundos de distancia de ir a comprobarlos. El plato de procelana lleno de cenizas permaneció en mi agarre cuando me dirigí al dormitorio, sin embargo, hice una pausa cuando escuché la voz de Geumjae.
—Si alguna vez dices algo así de nuevo, saldré de este lugar y no volveré jamás.
—¡Geumjae!
—Sí, Yoongi la ha jodido en el pasado. Ha metido la pata contigo y con montones de gente. Para muchos, él es imperdonable. Pero es mi hermano, HanNa. Nada de esa mierda de "medio". Cien por ciento es mi hermano. Cuidaré de él y nunca le perderé la confianza. Nunca quemaré ese puente, así que si eso te molesta, lo lamento, probablemente va a ser un problema constante en nuestro matrimonio.
Sus voces descendieron, por lo que tuve que acercarme más para escuchar a Han Na disculparse, seguido por los intercambios de "te amos", y más disculpas.
Cuando la puerta se abrió, me quedé con el cigarro colgando entre mis labios. Los dos me miraron fijamente, sorprendidos de verme tan cerca.
—Escuchen, chicos... —empecé.
—¿Estás fumando dentro de mi casa? —Jadeó HanNa, arrancando el cigarro de entre mis labios—. ¡¿Y estás echando la ceniza en mi vajilla italiana?! — chilló, arrebatándome el platillo de las manos— Oh, Dios mío. ¡Mi madre va a estar aquí en un par de horas y ahora el lugar huele a humo!
La madre de HanNa. La única persona en la tierra que era más dramática y molesta que ella. ¿Cómo es que NaHee siquiera estaba relacionada con estas personas?
Ella se precipitó al fregadero, donde tiró mi cigarro, enviándolo a través del triturador de basura. Murmuró para sí misma enfocándose en fregar el plato sin parar, una y otra vez.
Un incómodo silencio se apoderó de la habitación mientras Geumjae y yo mirábamos a su prometida, quien parecía estar en el nivel trecientos de locura ese día.
—Entonces... —dijo Geumjae, balanceándose atrás y adelante—. ¿Quieres ir a molestar a Woosung en su trabajo?
—Claro, por qué no.
Woosung era un viejo amigo con el que no hablaba desde que le grité sobre su adicción al porno con objetos punzocortantes. No sabía cómo iría ese encuentro, pero esperaba que fuera mejor que el encuentro con la prometida de mi hermano.
Nos apresuramos a salir de la casa antes de que la mujer pudiera enojarse más.
—Esto será divertido. Tú y yo juntos como en los viejos tiempos.
—Hyung—al llamarlo detuvo su andar—, ¿por qué estoy aquí?
Antes de que pudiera contestar, la puerta principal se abrió. — Te quedarás en la habitación de invitados —instruyó HanNa, asintiendo hacia Geumjae. Sus ojos se bloquearon con los míos y parecía más tranquila que antes. Tal vez la intensa sesión de limpieza equilibró su magia—. Pondré tu bolsa allí.
—Gracias, HanNa. Significa mucho para mí —repliqué.
—Volveremos para la hora de cenar —le dijo Geumjae, besando su mejilla.
—¿Ambos? —La voz de mi futura cuñada creció con preocupación.
—Sí. Ambos. ¿No acabas de decirle que se quedará con nosotros?
Ella intentó hacer lo posible para no encogerse, pero definitivamente lo hizo.
—Sí, claro. Maravilloso. Cocinaré para cuatro en lugar de para tres personas. Haré doble porción de arroz. —Podía sentir su molestia flotando en el aire, pero sonrió y lentamente volvió dentro y cerró la puerta.
—Creo que ella y yo somos oficialmente mejores amigos. —Me reí.
—Los mejores amigos —concordó Geumjae—. Hablando de... ¿Cómo fue ver a NaHee?
—Bien —mentí—. Simplemente planeo evitarla lo mejor que pueda.
—De acuerdo. Bien. Probablemente lo mejor sea que esos sentimientos hayan desaparecido. Así pueden perdonar, olvidar y seguir adelante.
—Sí. No sentí nada estando a su alrededor, de verdad. Así que, eso es bueno. —Eso era verdad, también. Y por "verdad" me refería a la más horrible mentira.
Recordé las palabras que Ji NaHee dijo más temprano en la cafetería. <<El hogar siempre es el hogar. Aun cuando no quieres que lo sea.>>
Después de todo el tiempo que pasó, después de toda la distancia, Ji NaHee todavía de alguna manera se sentía como casa para mí. No estaba seguro de cómo manejar ese hecho, lo cual era exactamente por lo que necesitaba un boleto de ida lejos de aquí. De Dong, Daegu.
Rápido.
Me sorprendí cuando entramos al edificio de la emisora local. <<Tiene que ser una broma.>>, pensé.
Cuando éramos más jóvenes, Woosung y yo solíamos fumar durante nuestros descansos en la gasolinera y bromear acerca de cómo los dos queríamos trabajar en la radio y ser personas importantes. Fue genial ver su sueño vivo en acción.
—¡Bueno, que me condenen! Mira lo que trajo el gato —exclamó Kim Woosung apareciendo detrás de los torniquetes de la recepción luciendo tan cómodo en ropa deportiva oscura—. Min Yoongi. Nunca imaginé que te vería de nuevo en estas partes de la ciudad. —Tenía el cabello corto y la misma sonrisa grande y torpe que siempre mostró en el pasado. Parecía un ser recto y normal.
Sonreí. —Ha pasado un largo tiempo, hombre, eso es seguro.
—Te ves bien —dijo, corriendo hacia mí, y dándome un abrazo de oso—. Saludable.
—Tratando, hombre. Tratando. ¿De verdad trabajas aquí?
—Sí. Soy ingeniero de audio. Aprendí cosas útiles estando en el ejército. Jamás creí que sería posible llegar a un lugar como este, pero es agradable, te gustaría. ¿Cuánto tiempo te quedarás? ¿Por qué no nos reunimos en estos días y hablamos? Mañana es noche de micrófono abierto en el bar donde se presenta tu hermano de vez en cuando.
Levanté una ceja. —¿En serio? No te he oído tocar la guitarra o cantar en un tiempo, Geumjae. Creí que lo habías abandonado.
—Estoy intentando volver a las cosas que amo, ¿sabes? La vida es demasiado corta como para no hacer lo que te hace feliz.
—Escuché que obtuviste tu grado universitario en prisión. Eso es genial.
—Lo es. Nunca pensé que lo lograría, pero... —Ji NaHee siempre lo supo—. Pero lo hice.
Sonrió ampliamente. —Mierda. Eso es increíble, hombre. ¿Quién se hubiera imaginado que dos chicos jodidos como nosotros lograríamos terminar la escuela? —Es una locura, ¿no?
—Vamos, bebamos algo, no tengo que volver sino dentro de dos horas. —anunció emocionado— Pongámonos al día.
—Vayamos por café, es demasiado temprano para cerveza—sugirió mi hermano.
Me reí. —Sigues siendo el animal fiestero salvaje que siempre, hyung.
—¿Por qué no mejor entran y les doy un recorrido por el lugar?
—¿Lo dices en serio?—pregunté de pronto emocionado.
—Sí. El programa no empieza sino en tres horas, nadie nos molestará.
—¿Qué hay con las bebidas?
—Tomaremos algo del comedor. Andando.
Luego de pasar el filtro de seguridad y de habernos entregado gafetes de visitantes, mi conocido de la adolescencia nos llevó a su área de trabajo. Mi yo de dieciocho años se habría sentido como niño en una dulcería, rodeado de todo ese brillante y costoso equipo tan grande lleno de botones, luces y canales. Fue una locura.
Hace unos años me obsesioné con la locución; escuchaba la radio todos los días, y por la noche, imitaba el estilo y tono de las voces que escuchaba. Saqué de internet toda la información que pude encontrar, y la única vez que entré a la biblioteca pública fue cuando busqué libros relacionados a la locución. Hubo un tiempo en el que creí que podría conseguir ese sueño; pero fue rápidamente aplastado, así como el resto de mis anhelos.
—¿Qué te parece?—preguntó Woosung, a lo que me hermano le siguió con un:
—Grandioso, ¿no?
<<Inalcanzable.>>, quise decir, pero solo me limité a asentir.
Media hora más tarde, Woosung tomó asiento frente a nosotros en la mesa de la cafetería, y mientras nos entregaba nuestras bebidas, pude ver la curiosidad contenida en su rostro. Luego del tercer sorbo, finalmente preguntó:
—Así que...Paju, ¿eh? ¿Qué diablos hay para hacer en Paju?
—Absolutamente lo que parece que habría para hacer. Nada. Trabajar, dormir, hacer senderismo. Es más una cosa de lave, enjuague y repita.
—¿De qué trabajas?
—De lo que me dejen. Es complicado conseguir un buen trabajo cuando eres un ex convicto. Me he mantenido siendo cargador en los mercados locales.
—Cuidate, no quisiera que te lastimaras. —Geumjae palmeó mi espalda
—Estoy bien. —Me aclaré la garganta—. Por cierto, gracias por ayudarme con el alquiler del último mes. Y el mes pasado. —Mis palabras se desvanecieron en un susurro—. Y el mes antes de ese.
—Cuando quieras. —Sonrió, sabiendo que estaba cambiando de tema, pero me lo permitió—, sólo asegurémonos de nunca mencionárselo a HanNa, ¿de acuerdo?
Woosung se rio. —Eso debe ser raro, Geumjae.
—¿Qué cosa?
—Que tu chica tenga tus pelotas tan bien agarradas.
Reí. —Me sorprende que todavía conserves tu autonomía.
—Jódanse. Estamos en el siglo XXI. Y sí, HanNa es un poco... —él arrugó la nariz, buscando la palabra correcta.
—¿Maniática del control? —ofreció Woosung.
—¿Agobiante? —dije.
—¿Dramática?
—¡¿Extremadamente dramática?!
—¿Maternal?
—¿Menospreciadora? —bromeé.
—Estable —aseguró mi hermano, bebiendo su agua—. HanNa es estable. Es quien me mantiene con los pies en la tierra. Es difícil y demandante y algo controladora, pero ha sido mi salvavidas en más ocasiones de las que me gustaría admitir. Sin importar el resultado, elegiría sostener su mano cualquier día porque ella es fuerte. Es mi ancla.
Woosung y yo quedamos en silencio, un poco aturdidos.
—Vaya. —Woosung exhaló un profundo suspiro—. Eso es tan... —Sus ojos se aguaron—, eso es tan jodidamente cursi.
Soplé una risa. —Súper cursi.
—Es como si unicornios y ositos cariñositos tuvieran un bebé y Min Geumjae fuera el resultado.
—De nuevo, jódanse. No espero que dos -casi- treintañeros solteros entiendan algo acerca de las relaciones.
—Lo dice el que solo ha salido con la misma chica desde hace trece años.
—El trabajo me agobia —explicó nuestro amigo—.No tengo tiempo para citas; toco más faders que tetas.
—Qué vida la tuya.—me burlé.
—También podría ser la tuya si quisieras.
—¿Si quisiera?—me pasé los dedos por el cabello— Ese barco zarpó hace muchos años. Lo único que me queda es el anhelo. Si viviera aquí, vendría a molestarte todos los días.
Una sonrisa maliciosa se abrió camino por la cara de Geumjae, y no pasó mucho tiempo antes de que la cara de Woosung tuviera la misma expresión.
—Es curioso que lo menciones, porque Woosung y yo estábamos hablando. Si decidieras quedarte en la ciudad, tendrías un puesto de trabajo. su jefe está buscando asistentes en cabina.
—La paga es buena. —Agregó Woosung—El jefe es un viejo idiota, pero este es un trabajo genial.
Me reí, porque era una idea ridícula. Dejé de reír cuando vi lo adustos que ambos lucían. No podían estar hablando en serio, ¿o sí?
—Sin ánimo de ofender, hyung. Dado que no habrá boda pronto, tomaré el primer autobús a Paju.
—¿Sí? ¿Y tienes dinero para el boleto? —preguntó el muy tonto.
Levanté una ceja. —¿Qué? Dijiste que cubrirías el pasaje.
—No es cierto. Te dije que te compraría el boleto para acá. Nunca mencioné nada del regreso.
—Vete a la mierda —gesticulé en su dirección.— ¿Qué planeas? ¿Secuestrarme?
—Para nada; sólo planteo una posibilidad.
—No me jodas, hyung. Sabes perfectamente por qué salí huyendo de aquí.
—Y también sé que una parte de ti tiene ganas de volver.
—Me estás chantajeando con un trabajo.
—Intento demostrarte que nunca es demasiado tarde.
—¿Ahora eres un puto consejero de la iglesia o qué?
—Sólo estoy diciendo, hermano. Este es tu hogar. Eres mi familia, claro que te quiero cerca.
—No soy un maldito cachorro desvalido, Geumjae. No me vengas con esa mierda sentimentalista —contesté desconcertado.
—Te estamos ofreciendo un trabajo —respondió Woosung quien se había mantenido al márgen.—. ¿Qué hay de malo en eso?
Mi hermano mayor resopló abatido. —Escucha, si realmente quieres un boleto de regreso a Paju, te lo compraré hoy mismo. Pero la oferta siempre está en pie, y creo que deberías considerarla.
—No puedo hacerlo.
—Puedes —refutó sin chistar.—Tan puedes, que estás aquí conmigo tomando un café con tu amigo de la adolescencia sólo porque te dije que te necesitaba.
—Esto es diferente. Aseguraste que no podrías hacerlo sin mí. Sé lo mucho que amas a esa mujer, no iba a permitir que lo jodieras por algo tan estúpido. —por un instante sentí que me ahogaría, el ruego en los ojos de mi hermano me estaba superando— Pero, ¿esta ciudad? No puedo quedarme aquí. Me volveré loco.
—Yoongi...
—No puedo, Geumjae.
Asintió entendiendo, posiblemente porque escuchó la crudeza en mi voz.
—Lo entiendo. Sólo pensé en ofrecértelo.
Le di las gracias.
Nos quedamos un rato más, sin hablar del pasado, sin hablar del futuro, simplemente disfrutando el momento actual.
Poco más tarde nos despedimos del ahora reformado Kim Woosung, pues Geumjae enfatizó en que si no llegábamos a tiempo para ayudar con la cena, HaNa nos gritaría. Así que nos marchamos.
—Entonces, te encontraste con NaHee. ¿Cuál es tu plan si vuelve a ocurrir? —Quiso saber Geumjae una vez estuvimos en su auto.
—Ya te lo dije, haré caso omiso de ella. Posiblemente sólo la ignore y ya.
—¿De verdad?
—De verdad.
Hubo una pausa antes de encender el auto.
—Bien, si tú lo dices.
—Por cierto, gracias por traerme. Ese lugar es genial.
—Cuando quieras; recuerda que la oferta sigue en pie. Te conseguiré un lugar bonito para vivir. —Mi hermano golpeó juguetonamente mi pierna como lo hacía cuando éramos niños para luego tomar el volante.
No supe si eso volvió más o menos incómodo el que no le haya dado una respuesta; de cualquier manera, era bueno estar cerca él. De mi familia. De mi hogar.
<<NaHee, mi hermano quiere que vuelva. Si lo hago, ¿estarías bien con eso?>>
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro