Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

14. La vida sin ti

Lo peor de seguir trabajando en un restaurante casero de pollo frito luego de cinco años, es que sin importar cuánto perfume de rosas y champú de melocotón utilice, sigo oliendo a aceite requemado y ajo todos los días.

La única cosa que me mantenía allí era la amabilidad de la señora Yun hacia mí que calentaba mi corazón; ella me dio trabajo cuando más lo necesité. Eso y lo tierno que me parecía el gigantesco letrero mal escrito del negocio; Hapi Chiquen.

Usualmente los transeúntes desconfían de la calidad de nuestros alimentos con tan solo leerlo, pero los locales y clientes habituales lo encuentran bastante cómico. Después de mi cuarto mes ahí, llegué a la conclusión de que el deliberado error tenía que ver con el particular sentido del humor de mi senil jefa.

—¿Te contestó?—preguntó la señora Yun cuando entré cabizbaja por la puerta del callejón luego de mi descanso. Asentí. —Niña, ¿por qué sigues llamando a la bruja de tu madre?

—Es su cumpleaños, sería grosero no saludarla.

—Pero si nunca responde.

—A veces lo hace.—me encogí de hombros.

—Sí, como no...—se quejó, comenzando a manotear y azotar los tazones sucios en la gran tarja— Solo cuando tiene alguna queja, un reproche, o está tan ebria que no puede esperar para dar su tonta opinión sobre cualquier cosa que te haga sentir culpable.

—No se desquite con eso.

—¿Qué te dijo esta vez, eh? —viéndose más malhumorada que de costumbre, soltó el último trasto que tenía en la mano y se estiró por un puñado de palillos limpios. Me acerqué a abrazarla por detrás; un gesto muy nuestro.

—¿Para qué quiere saber?

—Tienes razón, mejor que no me digas. Vayamos a su casa, veamos si puedo sacarle los ojos con uno de estos.—Sacudió los palillos frente a mi rostro. Se los saqué de las manos.

—No. Si usted se mete en problemas, ¿quién se va a quedar conmigo?

—Cierto—se dio la vuelta para estar frente a mí —. Cariño, lamento que tengas a esa mujer por madre. Ojalá ella te hubiera botado en el basurero de la esquina, así yo te habría encontrado y criado como mía.

—No sé si está tratando de consolarme o solo insultándome.

—Un poco de ambas, cariño.—con su mano en mi espalda me guió de regreso al restaurante— No dejes que te afecte. Eres joven y tienes un montón de tiempo para hacer lo que sea que desees. La clave está en no escuchar el ruido exterior de quienes te rodean. Las personas siempre tienen opiniones sobre las vidas que no viven; sólo mantén la cabeza en alto y evita escuchar su mierda.

—Buen consejo. —Sonreí, sabiendo que sólo hablaba para evitar que yo sobrepensara respecto a un montón de cosas que ella ya sabía.

—¿Sabes lo que mi tía me decía cuando me intimidaban de niña?

—Mamá no me intimida, no de esa manera.

—Sí, cómo no.

—Lo digo enserio.

—No importa, mi tía decía: Un día a la vez. Eso es todo lo que se necesita para superar cualquier cosa. No pensar demasiado ni en el pasado ni en el futuro; simplemente permanece en el ahora. Esa es la mejor manera de vivir la vida. En el momento. Un día a la vez.

<<Un día a la vez. Un día a la vez.>>

Repetí esas palabras en mi mente durante el resto de la tarde; sobre todo cuando una clienta grosera me gritó porque su pollo estaba "demasiado caliente", o cuando un niño malcriado arrojó las botellas de salsas al suelo y los padres me culparon, o cuando un borracho vomitó en nuestra entrada.

<<Son las tres de la tarde, por amor de Dios,>>

Suspiré; yendo a buscar una cubeta, una escoba, y mi lista de reproducción.

<<Tan sólo un día a la vez>>

—¿Te diviertes limpiando vómito ajeno? ¿Por eso cantas? —se burló una voz a los pocos minutos haciéndome poner los ojos en blanco cuando reconocí la fuente.

—Es mi parte favorita del día. —Me quité el auricular derecho y desconecté el cable guardándolo en el bolsillo de mi delantal antes de girarme y sonreírle a Do Kyung-soo de pie detrás de mí con las manos llenas de archivos. Se veía tan apuesto en unos pantalones azul marino y camisa de botones con las mangas enrolladas. Su gesto amable era grande y brillante como siempre, y él me daba esa sonrisa a mí. Recogiendo mis utensilios de limpieza, me acerqué a él.

—Luces cansada.

—Siempre estoy cansada.—hice una mueca— ¿Qué haces aquí? ¿no deberías estar trabajando?

—Eso hago; me enviaron a visitas de campo. Aproveché y pasé a revisar la propiedad de la que hemos estado hablando.

—¿Sí?

—Sí. Es grandiosa, en serio, pero hay un problema de termitas. ¿Tienes un minuto para repasar algunas cosas? He traído un par de planos de otros lugares que podríamos mirar.

Fruncí la boca cubriendo mis ojos del rayo de sol ahuecando la mano por encima de las cejas. —Creo que tu abuela te echará a patadas si sigues distrayendo a una de sus empleadas.

Kyung-soo era el nieto de la señora Yu, había abandonado la cocina del restaurante para trabajar en uno de los mejores corredores de Bienes Raíces del distrito, y cuando le dije hace unos meses sobre mi idea de abrir un estudio de arte experimental, saltó a la idea de ayudarme a buscar lugares a pesar de que insistí en que pasaría un largo tiempo antes de que pudiese volverse una realidad.

—Mi abuela me adora, aunque no tanto como a ti. Entraré y diré que me encontraba en el vecindario, así pensará que muero de hambre y no me regañará. ¿Qué dices? Podemos echar un vistazo mientras como.

Sonreí ampliamente y él sonrió aún más amplio. —No lo creo. el repartidor renunció y estamos llenos. ¿Qué te parece si los revisamos mañana por la noche?

—¡Por supuesto! —exclamó, la emoción alcanzándolo—. Puedo llevarlos a tu casa. ¿Qué te parece ordenar comida y tomar algo de vino? O podría cocinar carne, ¿qué te gusta? Prepararé algo especial para ti... —Su voz se desvaneció a medida que se volvía un poco demasiado alegre. Se pasó las manos por el cabello encogiéndose de hombros—. O ya sabes, lo que sea.

—Eso suena como un plan. Sólo una advertencia; mi casa sigue oliendo a humedad, y con la lluvia aparecieron nuevas fugas en el techo.

—Mi oferta sigue en pie sobre quedarte en el cuarto de arriba de mi casa hasta que termines de impermeabilizar. Sé que esas cosas pueden ser un dolor de cabeza.

—Gracias, pero creo que voy a manejarme a través de la complicación.

—Como prefieras. Mejor me voy antes de que la abuela me vea y me atiborre con pollo, pero te veré mañana para repasar esto. —Sacudió los archivos en el aire y me guiñó.

—Espera. ¿Estás seguro de que no quieres nada? No puedes andar con el estómago vacío.

—¿Acaso me estás invitando a comer?

—No. Te ofrezco servirte las nuevas palomitas de pollo, o puedo sugerirte la cafetería que está calle abajo; su café es bueno.

—Si acepto tu sugerencia, ¿vendrías conmigo?

—Estoy trabajando, mi turno termina a las nueve.

—De acuerdo, bien... Eh...tengo que regresar a la oficina, mi jefe quiere que le muestre algunas cosas.

—Entonces mañana será. Yo me encargo del alcohol; tú de los lugares en renta.

Con eso, y otra sonrisa, desapareció. Dejé escapar un suspiro. Do Kyung-soo ha tenido el mismo enamoramiento por mí durante los últimos cuatro años, prácticamente desde que nos conocimos, pero nunca sentí ese tipo de conexión con él. Sin embargo, era una persona importante en mi vida, y siempre esperé que fuera a estar bien con esta cosa de sólo ser amigos.

—No lo puedo creer; ese mocoso te trae opciones de propiedades a donde sea que estés, tiene un buen trabajo, miente sobre tener permiso de salir de la oficina sólo para verte, por no decir que es apuesto como su abuelo, y se ofrece a cocinarte carne. ¿Pero ni siquiera puedes aceptar su oferta de ir por un café? —dijo la señora Yu llenando la bandeja con la orden de la mesa tres.

Me reí. —Estoy muy ocupada concentrada en ganarme mi paga. Me he pasado todos estos años ahorrando para mi estudio; es una lástima que mi apartamento tenga goteras.

—Y humedad. Y las vigas zafadas. Y las escaleras flojas sin barandal. Y sin agua caliente, o agua en lo absoluto. Pero claro, cambiemos de tema. Ni siquiera respondiste lo que te dije. Mi Kyung-soo podría resolverte la vida, solo digo. Por lo menos acepta mudarte con él.

—Claro que no.

—¿Por qué no? Pasa una noche con él y veremos cómo les va. Los sentimientos cambian en compañía de un cuerpo fuerte y hermoso.

—¡Señora Yu!—chillé por lo bajo sintiendo mis mejillas sonrojarse. Honestamente el nieto de mi jefa tenía un gran cuerpo, y me trataba bien, y era apuesto; y ciertamente a veces me encontraba a mí misma mirándolo con descaro más de tres veces por semana. Pero no. Definitivamente no.

—¡Nahee! —suplicó— Piensalo, no tendrías que trabajar nunca más.

—No me casaré con él para depender de su dinero.

—Está bien, está bien. Tienes tres trabajos, renuncia a dos. Adquiere tu estudio y demuéstranos que puedes ser una mujer independiente. Por la vivienda no te preocupes, te daré mis ahorros, podrás arreglar tu casa y vivir con Kyung-soo, ¿cómo te va eso?

—Basta—me quejé, finalmente arrebatándole la charola que se había negado a entregarme—. Los clientes esperan y no pienso seguir discutiendo por qué debería casarme con su nieto favorito para hacerlo feliz.

—Puff, ese mocoso qué. Cásate con él para hacerme feliz a mí, para que pueda llamarte mi nieta.

—Señora Yu...

—Escucha jovencita —Gimió, golpeando su mano contra la caja registradora que se atoró cuando quiso abrirla—: ustedes son buenos amigos. No estoy ciega, veo cómo te mira; y cómo a veces lo miras tú a él. Siento una obligación casi moral por ser su casamentera.

—Pues cierre los ojos y ya. Aprecio a Kyung-soo, pero tengo una regla seria para mis relaciones; nunca salir con cualquiera de mis amigos. Jamás. —Nunca más.

—Sabes, mi marido y yo fuimos amigos antes de decidir salir. Él fue el amor de mi vida, y nunca nadie se ha comparado. Solía hacerme reír tanto, antes de saber lo qué era el amor. Algunas de las mejores cosas de la vida vienen de los tipos más fuertes de amistad —explicó. Su cabeza bajó, y agarró el medallón que colgaba de su collar, que llevaba su foto de boda en el interior—. Dios, oh, Dios, extraño tanto a ese hombre. —Casi nunca hablaba de su esposo. Pero cada vez que lo hacía, aparecía un brillo en sus ojos como si su mente viajara de vuelta al día en que se enamoró de él.

El cliente de la mesa tres nos dijo que dejaramos de charlar tanto y le sirvieramos -en sus palabras- su maldita comida; cosa que hicimos.

Siempre estábamos por las tardes atendiendo a más gente de lo que parecía humanamente posible, tanto así que resultaba fácil perder la noción del tiempo una vez que anochecía. La ventaja era que mientras más ocupadas estábamos, menor era el tiempo que tenía que pensar en las cosas.

—¿Ordenaron más cerveza? —pregunté a un grupo de mujeres oficinistas sentadas cerca de la ventana. Sostuve la jarra en una mano mientras que con la otra abría espacio en la mesa.

—Sí, gracias.

Sonreí ampliamente, y cuando levanté la vista hacia la calle, mi corazón se apretó en mi pecho. Mis dedos paralizados de pronto trataron de alcanzar la figura al otro lado de la acera. Cuando parpadee una vez más, lo que creí ver desapareció. Un escalofrío me recorrió la espalda, y me enderecé.

—¿NaHee, estás bien? Parece que viste un fantasma—Um-ji, la otra mesera, se acercó y miró por la ventana—. ¿Qué pasa?

<<¿Un fantasma? Sí, cómo no.>>

—Nada—respondí, llevando mi atención a la siguiente mesa. —. Fue mi imaginación, eso es todo.

Nada más, nada menos.

Permanecí en mi escondite por lo menos treinta minutos cual verdadero cobarde.

Cuando tuve el valor suficiente para salir, mi mirada se centró en Ji NaHee quien caminaba alrededor sirviendo a los clientes. Mi mente sabía todas las razones por las cuales no debería estar caminando hacia el restaurante, pero mi corazón no pudo evitarlo, sintió un tirón en su dirección.

Ella seguía sonriendo igual. Eso me hizo sentir feliz, triste, y frustrado a la vez. ¿Cuántas sonrisas me perdí? ¿Quién la hacía sonreír ahora?

Esperé a que ella entrara a la cocina antes de colarme dentro. Titubeando más de lo esperado me senté en una esquina de atrás tratando de pasar desapercibido. <<No debería estar aquí.>>

—¿Qué va a ser? —preguntó una camarera dejando una jarra de agua frente a mí. Su cara lucía algo roja, y el sudor goteaba en su frente. Se echó hacia atrás tratando de forzar una sonrisa.

—¿T-tienes...p-pollo? —tartamudee. <<Ay, carajo.>>

Una risa en voz alta resonó desde algún lugar dentro del restaurante. Era la risa de NaHee. La vibración rebotó en mi estómago obligándome a tomar una respiración profunda. No había cambiado. Cerré los ojos, sintiendo mi pecho apretarse. Los recuerdos me inundaron como un huracán tirándome hacia atrás imaginando todas las veces que pasé a su lado, escuchando su risa ondulando a través de mi alma.

—¿Buscas pollo en un lugar de pollo frito? No creo que tengamos eso. —dijo esa misma voz lejana rompiendo mis recuerdos del pasado.

Le eché un vistazo a mi mesera dándole una mirada de disculpa. —¿Qué me recomiendas?

—Pues...

—Tráele el agridulce, Um-ji. Yo me encargo desde aquí.

Mi vista se movió hacia la chica que hablaba mientras la primera empleada se alejaba y la segunda se acercaba. Labios color rosa y esos centelleantes ojos marrones tan familiares para mí, eran la única cosa cautivadora en esta ciudad. Esos ojos tenían un talento de poder sonreír, todo por su cuenta. Su cabello oscuro, eternamente liso, el flequillo había desaparecido siendo sustituído por mechones ligeros que caían sobre sus cejas.

Tan simple.

Tan preciosa.

Tan ella.

Ninguno de nosotros dijo una palabra. Mantuvo la mirada fija, yo no miré hacia otro lado. Se veía hermosa, pero eso no era sorprendente. No existía un día donde no recordara que no lo fuera. Incluso en los días en los que llegué demasiado lejos para ser capaz de abrir los ojos, me acordé de la belleza de sus suaves palabras pidiendo que volviera a ella, para que me mantuviera respirando.

—Tú... —susurró con sutileza, pero al mismo tiempo con un torbellino de emociones contenido. Me levanté de la silla mientras ella daba un paso hacia delante, hacia mí. Al principio pensé que iba a abrazarme, aceptarme, perdonarme por ser yo y nunca devolver sus cartas. Pero en realidad no iba a abrazarme. Su palma se abrió, y lo sabía bien cuando lo vi, iba a abofetearme. Fuerte. Cada vez que Ji NaHee hacía algo, lo hacía con toda su fuerza, nada nunca a medias.

Su brazo se levantó, estaba listo para el escozor que merecía. Cerré los ojos a la espera, pero su impacto nunca llegó. Dios, cómo quería sentir su tacto. Al abrir los párpados vi su mano temblorosa flotando a centímetros de mi mejilla. Vi las lágrimas ardiendo en la parte posterior de los suyos, la confusión, la angustia.

—Hola —hablé en voz baja.

NaHee se encogió; su mano se quedó en el aire por lo que di un paso más cerca, así sus dedos serían capaces de tocar mi mejilla. Un pequeño gemido de dolor escapó de sus labios mientras su piel se ponía contra la mía. Inesperadamente me atrajo en un abrazo casi desesperado. La brutalidad del acto me dejó con las rodillas temblorosas. Por un instante se sintió como si nuestro último buen día hubiese sido ayer. Su piel estaba tan fría, como siempre, y mi cuerpo la calentó, como siempre. Tenía ambos brazos alrededor de mi cuello; se sostuvo sobre mí como si me perdonara por todos mis pecados.

Sus dedos se aferraron a mí casi excavando en mi carne como si pensara que yo era una especie de espejismo que desaparecería si no me detenía. No la culpo, habría desaparecido antes.

Aspiré su cabello. Olía a duraznos. Olía como los días de primavera. Me daba paz.

<<Mi NaHee.>>

—Eres un... —habló en el hueco de mi cuello.

—Lo sé —le contesté.

—Nunca me dejaste...

—Lo sé.

—Ni contestaste mis...

—Lo sé.

Su cuerpo se tensó y tiró lejos de mí. La tristeza en sus ojos desapareció. Sólo se mantuvo la ira.

<<Bien. Eso parece correcto. Dame pelea.>>

—¿Lo sabes? —dijo entre dientes. Sus brazos cruzados, las pequeñas arrugas en las comisuras de sus ojos se profundizaron, y se encontraba claro que no era la misma chica que dejé atrás hace años. Era una mujer adulta, y tenía un fuego ardiendo el fondo de su alma—. Fui a verte.

—Lo sé.

Su ceño fruncido. —No. Yo fui, Yoongi. Me paré ahí bajo el sol y la lluvia, en invierno, en verano. Me dejaste afuera decenas de veces. Te escribí cientos de cartas.

<<Mil setecientas cartas.>> No que fuera a corregirla.

—No te quería ahí. Necesitaba tiempo. Tú me escribiste todos los días, NaHee. Eso no me daba espacio.

—Tu hermano y yo te salvamos la vida. No pudimos hacer nada para evitar que te arrestaran. Te escribí para hacerte saber que me hallaba aquí, esperando. Esperándote. Pensé que volverías por mí. Por nosotros.

—No puedes ir por la vida salvando a las personas esperando que vuelvan a ti. Deberías saberlo después de lo que pasó con... —Me mordí la lengua, parando mi discurso, pero sabía que no podía retirar mis palabras. Sabía lo que iba a decir. <<Deberías haberlo sabido después de lo que pasó con tu padre.>>

—Eso fue miserable.

—No he dicho nada.

Su cabeza se sacudió. —Para alguien que no dijo nada, seguro que comunicas un montón —Su voz se quebró—. Más de quinientas cartas, Yoongi, y ni una respuesta.

<<Mil setecientas.>> Seguía sin corregirla.

—No tenía nada que decirte —mentí. Empezaba a construir el muro que sabía que tenía que levantar al venir a la ciudad. Tuve que mantener mis emociones y la mente a raya para no caer sin paracaídas de nuevo en la vida de NaHee. La última vez que estuve ahí, lo arruiné. No podía permitirme hacerle eso de nuevo. Necesitaba poner distancia.

¿Por qué? Porque merecía algo mejor que estar en este pueblo esperando por el regreso de alguien como yo.

—¿Nada? —Dio un paso atrás, estupefacta—. ¿Ni una cosa? ¿Ni siquiera un "hola"?

—Siempre fui mejor con las despedidas.

Su rostro se contrajo. —Lo peor es que sé que lo dices enserio.

Cada emoción que sentí por ella a lo largo de los años me golpeó más fuerte que nunca. Me sentía enojado conmigo mismo por no dejarla visitarme; estuve triste, estuve arrepentido, estuve confundido, estaba enamorado. Era todo lo que Ji NaHee me hacía sentir.

Mi mente se hallaba a segundos de explotar.

—¿Sabes qué? —Se aclaró la garganta y me dio una sonrisa forzada—. No vamos a hacer esto.

—¿Hacer qué?

—Luchar. Discutir. Porque si lo hacemos, eso significaría que tú y yo tenemos algún tipo de relación, la cual no tenemos. No eres más que un extraño.

Mis labios se separaron, pero antes de que pudiera hablar, se dio la vuelta sobre sus talones y salió trotando para ayudar a otra mesa. Tenía una sonrisa falsa pegada a su cara al dirigirse hacia los clientes. Su pie golpeaba sin parar contra el suelo, y hubo una ligera sacudida que iba y venía a su cuerpo.

Sus ojos se disparaban hacia mí cada tanto mientras hablaba con los individuos.

—Tomaré el paquete número... —comenzó el cliente, pero fue interrumpido por NaHee atacándome de nuevo—...tres.

—¡¿Geumjae siquiera sabe que estás aquí?! ¿O también irás a acosarlo a su trabajo? —Sus manos golpearon las caderas y arqueó una ceja.

Levanté una ceja hacia ella. —Sí. Es la razón por la que estoy aquí. Para la boda.

—¿Qué? —su tono sonó nervioso.

—La boda... tú sabes, mi hermano se casa con tu hermana.

—Pero... —Hizo una pausa, su irritación bajando—. La boda no es sino hasta dentro de un mes. ¿Volviste cuatro semanas antes para ayudar con eso?

—Geumjae dijo que era este fin de semana.

—Bueno, sin duda fue una novedad para mí. Pero con todo lo que está pasando, no me sorprendería.

—¿Qué significa eso? ¿Qué está pasando?

Abrió la boca, pero no salió ninguna palabra. Lo intentó de nuevo, mordisqueando su labio inferior. —Nada.

—¿Nada?

—Así es.

—¿NaHee?

—No me entrometeré, habla con tu hermano.

—No me vengas con eso.

—Primero dime: ¿Estás consumiendo?

—¿Qué? —pregunté a la defensiva—. ¿Qué demonios significa eso?

—Tú sabes lo que significa. Necesito saber si estás limpio.

—No es asunto tuyo.

—¡Claro que lo es!

—No. Porque hablarlo significaría que hemos tenido algún tipo de relación, y como lo aclaraste hace un momento, nosotros no la tenem...

—Yoongi—susurró. Mi nombre saliendo de sus labios me hizo repensar mi molestia y mi defensivo acercamiento.

Sus ojos. Sus labios. Ji NaHee.

<<Mi NaHee>>

—Qué.

—¿Estás consumiendo?

—No.

—¿Nada?

—Sólo tabaco—Un profundo suspiro salió de sus labios—. No me mires así, dame un respiro. Esa mierda es legal.

—Pero no es bueno para tu salud.—Empezaba a sonar como si estuviera preocupada, lo que significaba algún tipo de preocupación, lo que significaba que había esperanza. Sin embargo, la pared que impediría la entrada de NaHee ya había sido construída y no pensaba derribarla. Me hallaba listo para tomar el siguiente tren fuera de Daegu si la dichosa boda no iba a suceder.

—Es solo tabaco.

—¿Lo prometes?

—Prometido.

Retrocedió un poco y me echó un rápido vistazo de arriba a abajo antes de caminar hacia adelante dos pasos. Tendió su meñique en mi dirección.—¿Promesa de meñique?

Miré la punta de su dedo por un tiempo quizá demasiado largo, recordando todas las promesas que nos hicimos cuando éramos más jóvenes. Envolví mi dedo alrededor del de ella, el pequeño toque llenándome.

—Promesa de meñique,

Cuando lo dejamos ir, sus manos se extendieron hacia mí y sin ningún pensamiento claro, volvió a sujetarme con sus brazos a mí alrededor. La forma en que me apretó tan fuerte me dijo que algo estaba mal.

—NaHee, ¿qué es?

Me llevó más cerca, aguantando y negándome a dejarla ir. Sus labios apretados contra mi oído, sus respiraciones calientes bailando en mi piel.

—No es nada. —Cuando nos separamos, entrelazó nuestras manos como en un pacto ceremonial, acariciando mis nudillos de ambas manos con dedos tiernos.

Sintiéndome demasiado ansioso, me solté, poniendo buena distancia entre nosotros. —Dilo.

—Bienvenido a casa.

Negué efusivamente.

—Este no es mi hogar. Sólo estoy de paso.

Se encogió de hombros. —El hogar no es necesariamente cuatro paredes; son las personas de alrededor. Por eso el hogar siempre es el hogar. Aun cuando no quieres que lo sea. ¿Y Yoongi? —dijo, ligeramente balanceándose hacia delante y hacia atrás sobre sus talones dándole la apariencia de una niña.

—¿Sí?

No dijo nada más, pero la oí alto y claro.

<<Yo también te extrañé.>>

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro