11.No hay vuelta atrás.
Cuando mis ojos se abrieron, me encontré en una cama de hospital. La luz del sol apenas brillaba a través de mi ventana. Traté de darme la vuelta, pero todo dolía.
—Mierda —murmuré.
—Tranquilo. ¿Estás bien? —dijo una voz. Giré mi cabeza para ver a Geumjae sentado en una silla con documentación en su mano y un gran vendaje en la frente. Llevaba una sudadera con capucha, pantalones de chándal, y le faltaba la sonrisa que le caracterizaba.
—Siento como si hubiera sido golpeado por un camión.
—O tal vez como si te hubieras estrellado contra un muro — murmuró alguien más. Me giré hacia mi izquierda para ver a Han Na. Tenía los brazos cruzados, y su mirada era dura.
A su lado había dos hombres; uno con corbatín sosteniendo una libreta, y el otro con chaqueta de vinil. Ambos me miraban expectantes. Eran agentes de policía.
Una persona más tosió incómodo. Woosung se hallaba en la esquina, sentado en el mostrador.
<<¿Qué pasó? ¿Por qué Woosung está aquí?>>
—¿No te acuerdas? —preguntó Geumjae, sonando un poco molesto conmigo.
—¿Recordar qué?
—¡Conducir contra un maldito edificio! —exclamó HanNa, su voz temblorosa. Uno de los agentes puso una mano en su hombro.
—Yoongi —Geumjae se apretó el puente de la nariz—. Te encontramos golpeado y desmayado en un callejón. Intentamos traerte al hospital para que te revisaran, entraste en pánico y tomaste el control del volante, haciendo que nos estrelláramos contra un edificio.
—¿Qué? —Mi garganta se sentía seca—. ¿Estás bien?
Asintió, pero HanNa no estuvo de acuerdo. —Muéstrale tu costado.
—HanNa, para.
—No. Enséñaselo. Tiene que ver lo que ha hecho.
Mi hermano bajó la cabeza, mirando sus zapatos. —Déjalo, HanNa.
—Muéstrame —pedí. Se frotó la parte posterior de su cuello mientras se levantaba la sudadera mostrando todo su lado izquierdo, que lucía negro, azul y en tonos púrpuras de arriba abajo, desde la axila hasta la cadera—. ¡Qué carajos! ¿Yo hice eso?
—Está bien.
—¡No lo está! —rompió a llorar HanNa.
<<Tiene razón, no lo está.>>
—Hyung, lo siento tanto. No quise...
—¡Cierra la maldita boca, imbécil! ¡Eso ni siquiera es lo peor! ¡Casi matas a mi hermana!
Mi corazón cayó a mi intestino. Ji NaHee.
Mi NaHee.
—¿Qué le pasó a NaHee? ¿Dónde está?—ladré, tratando de incorporarme, pero fallando por el dolor que me pasó por la espalda.
—Yoongi, relájate. Los médicos están ayudando a NaHee. Pero en este momento se trata de ti. —dijo Geumjae.
—¿De mí? No necesito la ayuda de nadie. ¿Dónde está NaHee?
Podía sentir las paredes de la habitación cerrándose en torno a mí. Esas miradas desaprobatorias, decepcionadas. ¿Qué hacían aquí? ¿Por qué todo el mundo me miraba como si fuera mercancía dañada? ¿Por qué nadie me decía cómo estaba NaHee?
—Yoongi. Te enviarán a juicio por consumo de drogas y daños a la vía pública. Si te declaras culpable, lo cual eres, y pides perdón, la sentencia podría reducirse. Todos estamos aquí porque te amamos. —trató de explicar Geumjae. Luego, todo hizo clic en mi cabeza.
Entendí por qué esos hombres se hallaban de pie en la habitación. Leí el encabezado de uno de los documentos en las manos de mi hermano, y cerré los ojos con fuerza. <<Están aquí para arrestarme.>>
—¿Amor? —susurré, mi voz llena de amargura mientras lentamente me daba cuenta de lo que pasaba—. Pura mierda.
—Vamos, Yoongi. Eso no es justo
Me giré para mirar los ojos pesados de Geumjae; había miedo y preocupación en ellos.
—No me vengas con "vamos, Yoongi". Entonces, ¿qué? ¿Van a esposarme? ¿Me golpearán si pongo resistencia?
—Yoongi, lo que queremos es que...
—¿Qué, Geumjae? Cometí un error anoche, lo entiendo. Pero no sé por qué todos ustedes me miran como si fuera un huérfano desnutrido y desamparado —Hice un gesto hacia Woosung—. En realidad es bastante hipócrita tener al imbécil con el que me drogué la semana pasada aquí, ¿no te parece?
Woosung se puso de pie, alterado. —Cuida lo que dices, idiota.
—Eso es a lo que me refiero; No son mejores que yo. Ninguno de ustedes —Me reí sarcásticamente, tratando de sentarme un poco. Empezaba a ponerme a la defensiva, porque en el fondo, me estaba cagando de miedo. Iría a prisión—. Es cómico en realidad. Porque están aquí listos para enjuiciarme basándose en lo jodido que estoy de la cabeza cuando ustedes están igual, si no más que yo. Geumjae aquí, ni siquiera es capaz de enfrentársele al idiota de su padre para hacerle saber que quiere ser músico en vez de director ejecutivo. Woosung tiene una adicción a la pornografía que involucra cuchillos y mierdas raras. Ji HanNa es una loca del orden que rompe un plato y compra cincuenta para reemplazarlo, sólo en el puto caso, de que el nuevo se rompa también. ¿Acaso nadie más encuentra demente su mecanismo de romper y comprar?
—Señor Min—habló el agente de la chaqueta—, usted no está en posición de ejercer críticas sobre nadie.
—¿Y por qué no?
—Señor, me parece que no termina de entender que se encuentra en medio de una situación delicada.
—¿Y qué?
—Yoongi.
—¡Qué!
—Basta.
—¿Por qué? Tú eres el chico dorado, Geumjae; debes estar sintiéndote muy bien.
—¿De qué hablas? Claro que no.
—Eres el que tiene el padre rico. El que tiene un futuro. El que obtuvo becas deportivas y para el que pagar la matrícula nunca representó un problema. Te convertiste en un gerente prestigioso en tu último año de universidad; papi te solucionó la vida. Yo soy el hermano jodido del que todo el mundo habla, con una madre alcohólica que le abrió las piernas a un traficante apostador y le fue infiel a su esposo empresario. Felicitaciones, hyung. Eres el ganador. Eres el preciado hijo de mamá, el hijo que pudo hacer algo de sí mismo, mientras yo me convertí en el pedazo de mierda patética que irá a prisión y probablemente estará muerto a los veintisiete.
—¿Qué pasa contigo, Yoongi? Despierta. Despierta, carajo. Lo jodiste a lo grande, estamos buscando una forma de ayudarte pero tú solo nos estás gritando como si fuéramos el enemigo, cuando en realidad el enemigo es tu propia mente. ¡Te estás matando a ti mismo! Estás matándote, y ni siquiera te importa —gritó. Geumjae nunca levantaba la voz, nunca.
Fui a decir algo, pero su mirada me detuvo. Me entrecerró los ojos, y juro que, por un segundo, vi un destello de odio.
Sus manos frotaron contra su cara una y otra vez mientras trataba de calmarse. Cuando habló, sorbió la nariz para contener su propia emoción, luego hizo un gesto con la mano a los agentes y uno de ellos arrojó una tabla con formatos policiacos. Estos aterrizaron en mi regazo, leí las palabras varias veces. Era el testimonio de mi hermano. El testimonio de NaHee. Y al final, una hoja en blanco.
—¿Qué? ¿Quieren que les de una confesión? ¡No soy un puto criminal!
—¡Estrellaste un auto contra un edificio! —recitó HanNa por enésima vez.
—¡Fue un accidente, maldita histérica! ¡¿Acaso nunca has cometido un error?!
—Sí. Pero jamás uno que casi mata a mi novio y hermana. Eres un completo desastre, y si no consigues ayuda, vas a hacerle daño a más gente.
<<¿Dónde está NaHee?>>
—Escucha—intervino su novio—, hay una multa considerable que mi padre se comprometió a pagar. Pero aún está el tema de las drogas; saliste positivo en cocaína. Te encerrarán un tiempo, pero de verdad queremos que mejores, y eso no lo lograremos si no cooperas. Yoongi, necesitas ser un hombre y afrontar las consecuencias, sólo así podrás conseguir la ayuda que necesitas —explicó Geumjae.
De nueva cuenta abrí la boca para decir algo más, pero Geumjae me interrumpió. Me entrecerró los ojos, sin embargo, el destello que percibí esta vez fue de amor.
Vi un destello de esperanza. Un destello de súplica.
Queriendo un respiro, traté de serenarme y pensar con la cabeza más fría. Esto, lo que fuera, no estaba funcionando.
—¿Puedo hablar con mi hermano a solas?
—Señor Min...
—Oficial, por favor. Serán sólo cinco minutos.
El toque decoroso en la súplica de mi hermano consiguió que todo el mundo en la habitación se fuera
—Lo siento —dije, jugando con mis dedos adoloridos apenas cerraron la puerta—. No fue mi intención causar el accidente. No fue mi intención hacerlo. No quise causarles problemas, pero después de que NaHee dijo que se iba a hacer un aborto...
—¿Qué?
—¿No lo sabías? NaHee estaba embarazada. Se hizo un aborto hace poco más de un mes. Su mamá la llevó, y yo no lo tomé bien. Sé que he estado desaparecido estas últimas semanas, pero sentía que me estaba volviendo loco por eso.
—Yoongi... —Geumjae se acercó más, tirando de una silla a un lado de mi cama—. Ella no se hizo el aborto.
—¿Qué? —Mi corazón empezó a correr, y mis dedos agarraron la barandilla en el marco de la cama— Pero su mamá...
—Su mamá la echó cuando NaHee le dijo que iba a quedarse con el bebé. Quiso decirte, pero desapareciste.
—¿No lo hizo?
—No.
—Entonces... —Me atraganté con las emociones corriendo a través de mí—. ¿Voy a ser papá?
—Yoongi —mi hermano mayor movió la cabeza. Su boca se abrió, pero no dijo nada por un momento. Se llevó las manos a la sien—. Durante el accidente, ella no llevaba el cinturón de seguridad. Cuando tomaste el volante, NaHee trató de agarrarte a ti. Al momento de la colisión ella voló y atravesó el parabrisas.
—No.
—Es una suerte que no muriera.
—No. —Negué con la cabeza, no queriéndolo escuchar más.
—Ella está bien, pero...
—No.
—Yoongi. NaHee perdió el bebé.
Las yemas de mis dedos presionaron contra mis ojos para contener las lágrimas. —No digas eso, Geumjae.
Él se puso de pie viniendo a mí. —Yoongi.
—No digas eso, joder —Lo empujé—. ¡No me digas eso!
—Lo siento mucho, hermano.
Empecé a llorar en las palmas de mis manos, temblando histéricamente. <<Fue mi culpa. Yo causé el accidente, fue mi culpa. Todo es mi culpa.>>
Geumjae envolvió sus brazos a mí alrededor mientras yo colapsaba incapaz de decir cualquier palabra, incapaz de detener el dolor, incapaz de respirar. Cada inhalación se sintió dolorosa, cada exhalación, una tortura.
No podía más.
No podía seguir haciendo esto; sintiendo esto.
<<Lo he jodido, NaHee. He arruinado vidas. No puedo continuar arruinando la tuya, o la de Geumjae. Necesito desaparecer.>>
Un toquido en la puerta vino acompañado de pasos y una voz que decía:
—Señores Min, necesitamos iniciar el interrogatorio.
El impulso de mi hermano fue abrazarme protectoramente por instinto, quiero creer que lo invadió la realidad de ver a su hermano ser llevado a prisión.
—Está bien, hyung. Está bien. No puede ser de otra forma.—apreté su brazo, luego dirigí mi atención a los agentes. —Una vez que les de mi testimonio, ¿me dejarán verla?
Ambos se vieron entre sí para después girarse hacia Ji HaNa. Ella carraspeó.
—No está recibiendo visitas.
—¿No quiere ver a nadie, o es que no quiere verme a mí?
Geumjae puso una mano en mi hombro mientas su novia, apenada, confirmaba mi sospecha.
—Está rota, Yoongi. No puedes arreglarla. Lo siento.
Sentí cómo me quedaba sin aire. La realidad es que no existía manera en que pudiera pasar a través de esto sin ella. Necesitaba que me enseñara a levantarme de nuevo. Necesitaba su voz culpándome y gritándome sin parar. Ese sube y baja de emociones vacilando entre el dolor y la rabia me habrían venido bien para dejar de aferrarme a ella.
Lo que más necesitaba era que la persona que perdió lo que yo perdí llorara conmigo. Necesitaba que en mi dolor más reciente, NaHee se quedara a mí lado.
Pero ella no podía soportar ni la mención de mi nombre, y la entendí completamente. Yo era la persona que más me odiaba ahora mismo.
Justo porque conocía sus sueños y su corazón, sabía que de alguna manera podríamos encontrar una mísera forma de que lo nuestro funcionara una vez atravesado este martirio, pero este suceso sería una eterna sombra entre nosotros. NaHee y yo éramos demasiado emocionales para no traer de vuelta los daños colaterales. Y eso, sin duda, acabaría drenándonos el alma.
Tenía que alejarme.
NaHee siempre mereció algo mejor.
Nunca fui digno de ella.
Era el culpable de todo su dolor.
—¿Yoongi?—El rostro de Geumjae reflejaba preocupación.
Con el corazón en la mano, dejé caer la cabeza en su pecho.
—Lo maté. Es mi culpa. —Estaba ahogándome en mi llanto.
—Señor Min Yoongi, necesitamos que escriba su declaración ahora.—instó el agente, brindándome una pluma. La tomé, y tomé valor de la entereza con la que mi hermano me miró.
Le eché un vistazo a los dos oficiales antes de empezar.
—Si me declaro culpable, ¿cuántos años me darán?
—Cuatro años mínimo; posiblemente más.
Tragué duro. El aire en la habitación se volvió sofocante, tóxico, muerto.
—Hyung, no dejes que ella asista al juicio, mucho menos que vaya a verme a la cárcel.
—No hagas esto, Yoongi.
—HaNa. Estamos de acuerdo en que hubiera sido una mierda —susurré, enviando escalofríos por mi columna vertebral—. Hubiera sido una mierda como padre. Pero tu hermana... Ella habría sido la mejor madre. ¿Podrías decirle que nuestro hijo hubiese estado honrado de ser amado por ella?
—Sí.—dijo, después de una pausa.
—Bien—exhalé, empuñando el bolígrafo y limpiando mis lágrimas en el proceso—. ¿Por dónde debo empezar, oficial?
FINALMENTE REGRESÉ. NO TIENEN IDEA DE TODO QUE ME HA PASADO; DESDE LA GRIPA EXTRAÑA Y MORTAL QUE ME DIÓ, PASANDO POR EL FINAL DEL SEMESTRE EN LA UNIVERSIDAD, EL TRABAJO, LAS PRÁCTICAS PROFESIONALES, HASTA UNA OPERACIÓN DE EMERGENCIA A MI PAPÁ.
LA VIDA HA SIDO UN CAOS ESTOS DOS ÚLTIMOS MESES, NO VOY A MENTIR. ME ALEGRA ESTAR DE VUELTA.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro