1. La única verdad.
Era malo en romper con chicas. Definitivamente.
La mayoría de las veces les enviaba un mensaje diciendo: "no funciona, lo siento", o tenía una llamada telefónica de cinco segundos para cortarlo, pero no podía con ésta, porque NaHee me dijo que romper con alguien por medio de un texto era lo peor que una persona podría hacer jamás.
Así que le escribí a Il-hwa para encontrarme con ella en persona.
Terrible idea.
Il-hwa. La mimada y testaruda Il-hwa. Desearía no haber sucumbido al deseo de tener sexo con ella anoche, pero lo hicimos. Tres veces. Después rompí con ella. Pero ahora pasaba de las dos de la mañana y la señorita parecía -maldita sea- no tener intenciones de irse.
El frío viento silbaba por la única ventana de este diminuto dormitorio. Todo lo que quería hacer era preparar fideos instantáneos y relajarme un poco. ¿Era mucho pedir? Quería estar solo. A nadie le gustaba más estar solo que a mí.
Mi celular sonó, entonces vi aparecer el apodo de NaHee en la pantalla con un mensaje. Sonreí para mí mismo porque esta entrometida seguro quería saber si rompí con Il-hwa.
No pude evitar reírme porque ella me conocía mejor que nadie. Ji NaHee y yo hemos sido mejores amigos durante los últimos siete años, y éramos completamente lo opuesto a los otros. Nos conocimos porque su hermana mayor salía a escondidas con mi hermano Geumjae, y a menudo nos usaban como coartada para pasar tiempo después de la escuela y que así la mamá de ella no los descubriera. Mientras ellos se besaban tras la estructura del tobogán, nosotros nos aburríamos sentados en los columpios. Al principio estábamos convencidos de que no teníamos nada en común: Ella era de las que se sentaba recta, escuchaba atenta a los profesores y siempre entregaba las tareas; mientras que yo me escondía en la última fila y dormía durante las clases. Ella recibía reconocimientos, yo citatorios. Ella tenía un futuro, y yo, de alguna manera, parecía atrapado en el pasado.
Pero teníamos ciertas cosas en común que de algún modo también nos hacía tener sentido. Su mamá apenas la toleraba; mi mamá me odiaba. Su papá era un idiota; mi papá era el diablo en persona.
Cuando nos dimos cuenta de esas pequeñas cosas que teníamos en común, pasamos más tiempo juntos, creciendo más unidos cada día.
Se convirtió en mi mejor amiga, lo más destacado en mis días de mierda.
—¿Con quién estás hablando? —se quejó Il-hwa, rompiendo mi paciencia al querer arrebatarme el teléfono—. ¿Quién puede ser más importante que tener esta conversación ahora mismo?
—NaHee —dije inexpresivamente.
—Por Dios. ¿En serio? Esa maldita siempre está entrometiéndose. Apuesto a que estás follándola.
—Sí, lo estoy.
Esa fue la primera mentira. NaHee no estaba teniendo sexo...conmigo. A los 22 años ella tenía valores e ideologías que yo no conocía o entendía. Además, yo tenía expectativas para las relaciones de NaHee, expectativas que ningún chico jamás podría cumplir. Merecía el mundo, y la mayoría de la gente a lo largo y ancho de Daegu, solo tenía migajas que ofrecer.
—Apuesto a que ella es la razón por la que estás rompiendo conmigo.
—Sí, lo es. —Esa fue la segunda mentira.
Hice mis propias decisiones, pero NaHee siempre me apoyó sin importar qué. Sin embargo, siempre me dio su opinión y me hacía saber cuándo me equivocaba. Algunas veces era dolorosamente directa.
—Pierdes tu tiempo, ella jamás saldría contigo porque ¡eres un pedazo de mierda!
—Tienes razón. —Esa fue la primera verdad.
Ji NaHee era una buena chica, y yo era el resignado que nunca tuvo la oportunidad de llamarla mía. Sobre todo cuando he llegado a mirar su delgado cabello achocolatado y mi mente comienza a imaginar cómo sería tal vez abrazarla y tener una probada de sus labios. Tal vez en un mundo diferente habría sido suficiente para ella. Tal vez no habría tenido la vida que tuve, habría entrado en la universidad y acabado una carrera, algo qué mostrar por mí mismo; entonces podría haberla invitado a salir y llevado a algún restaurante de lujo, decirle que pidiera cualquier cosa en el menú porque el dinero no era un problema.
Podría haberle dicho cómo sus ojos nerviosos siempre sonreían, incluso cuando fruncía el ceño, y que me encantaba cómo mordía la carne interna de su mejilla cuando se encontraba aburrida, o ansiosa.
Podría haber sido alguien digno de amar, y también me hubiera permitido amarla.
En un mundo diferente, tal vez. Pero solo tenía el aquí y ahora, donde Ji NaHee era mi mejor amiga. Tenía suerte de tenerla en esa forma.
—¡Dijiste que me amabas! —Lloriqueó Il-hwa.
Maldición. Parecía un desastre. Todavía se hallaba sudada de antes, y su maquillaje de ojos se había corrido; pero ¿cuándo había comenzado a llorar? Ni siquiera me di cuenta.
—Woah, cálmate; yo nunca dije eso.
—¡Si lo hiciste! ¡Lo dijiste más de una vez!
Uno de los grandes problemas de esta chica es que era una llorona profesional, una de esas manipuladoras que utilizan el chantaje emocional para sus fines.
Pero no esta vez. Estaba harto de ella.
—No empieces a inventar cosas. —Rastrearía en mi memoria para ver si esas tres palabras se deslizaron de mi boca en algún momento, pero sabía que no lo hicieron. No la amo. Apenas me gustaba.
Mis dedos rozaron mi sien. Il-hwa realmente necesitaba subir a un taxi y marcharse lejos, muy lejos.
—¡No soy estúpida! ¡Sé lo que dijiste! —Sus palabras tenían confianza en la creencia de que la amaba. Lo cual, en su conjunto, era bastante triste—. ¡Lo dijiste al principio de esta noche! ¿No lo recuerdas? ¿Dijiste que me amabas?
¿Al principio de esta noche? ¿Yo?
Oh, creo que ya sé a lo que se refiere. Me tuve que reír.
—Il-hwa, no me jodas. Dije: "Así ME GUSTAS" cuando tú estabas...ya sabes, haciendo eso con tu boca. Me refería a que me gustabas siendo desinhibida debido a las habilidades que estabas demostrando. Eso no fue un jodido te amo.
—Es lo mismo.
—Créeme, no lo es.
Bufó como un ternero. Dio media vuelta y terminó de ponerse el vestido de algodón, luego tomó su bolso del suelo y lo arrojó en mi dirección. Le permití golpearme porque la verdad era lo que merecía. Lo alcanzó de nuevo y la dejé atacarme una vez más. A la tercera vez agarré la bolsa, tirando de él y ella hacia mí. Mi mano se posó en la parte baja de su espalda que se arqueó a mi tacto. Apreté su cuerpo cerca del mío. Sus respiraciones volvieron a ser pesadas tanto como las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas de nuevo.
—No llores —pedí en voz baja, esperando así que el encanto de mi tono grave consiguiera hacer que me obedeciera y se fuera—. Eres demasiado hermosa para llorar.
—Me llamas para que venga a verte, dices que no quieres volver a saber nada de mí, luego tienes sexo conmigo y ahora ¿de verdad quieres que terminemos? Eres un cabrón, Min Yoongi.
—Es gracioso que digas eso, porque la última vez que comprobé, estabas disfrutando de meterle la lengua a Kihyun.
—Ay, supéralo. Eso fue un error. Ni siquiera tuvimos sexo. Eres el único con el que me he acostado en los últimos cuatro meses.
—Uh, hemos estado saliendo desde hace seis.
—¿Qué eres, la policía de las relaciones monótonas? Eso no importa.
—A mí sí, pero estoy demasiado cansado de ti como para discutirlo.
—Oh. Lo lamento, Señor Perfecto. —escupió— ¿Sabes?, la gente toma malas decisiones de vez en cuando.
—Te besaste con mi amigo, Il-hwa.
—¡Ahí está! Fue sólo eso: ¡Un beso! Y fue culpa tuya por haberme engañado.
—¿Otra vez? —la aparté de mí— ¡Deja de inventar y creerte tus mentiras! ¡Jamás te engañé!
—Tal vez no de forma física, pero ¿emocionalmente, Yoongi? Tú nunca has estado realmente comprometido con nuestra relación. Te la pasabas huyendo de mí, todo por culpa de tu querida NaHee. Vas detrás de ella como un gato abandonado y a mí me haces a un lado. Es una estúpida perr...
De inmediato coloqué mi mano en su boca, deteniendo sus palabras.
—Piensa bien antes lo que vas a decir, aunque te recomiendo que no lo hagas si no quieres verme enfadado.
Sin mucha fuerza se liberó de mi mano. Se puso de pie, acomodó el tiro de su vestido y se echó el cabello para atrás mientras me estudiaba sentado desnudo bajo la sábana.
—Nunca te vas a permitir ser feliz con nadie, ¿verdad? —resopló— No puedo creer que estés dispuesto a terminar solo, triste y amargado sólo porque que estás frustrado por una chica que nunca tendrás. Y para cuando te des cuenta de todo lo bueno que pudiste tener conmigo, va a ser demasiado tarde.
—Ya lárgate. — Suspiré, rozando mi mano contra mi cara.
—¡No quiero volver a verte en mi vida!
—Sí, sí, lo que sea. ¿Por qué sigues aquí?
Me miró boquiabierta y luego se dispuso a hacer una mini rabieta desde donde se encontraba parada.
Culpo a NaHee por esto.
"Termina con ella en persona, Yoongi. Esa es la única manera en que un hombre de verdad lo haría. No se puede terminar con alguien por teléfono".
Esa tonta a veces tenía algunas ideas terribles.
Después de unos contenidos y mocosos sollozos, Il-hwa enderezó la espalda y sostuvo su cabeza en alto.
—Ni siquiera eres tan bueno en la cama. He tenido mejores. —Recalcó lo último.
La miré de arriba abajo con una sonrisa ladeada en mi rostro. —Eso mismo dijimos Kihyun y yo sobre ti.
La chica se volvió roja trinando en un chillido. Dio media vuelta -finalmente hacia la salida-, pero antes de irse y después de ponerse las botas, regresó a mi cocina donde arrojó al suelo el par de vasos y platos que encontró.
—¡Púdrete, Min Yoongi! ¡Te odio! —gritó desde el campo de vidrio y cerámica hecho añicos. Acto seguido se marchó.
Al segundo que escuché la puerta de mi apartamento cerrarse, me estiré por el teléfono para enviar un texto.
Escribiendo...
Releí sus palabras, tratando de ignorar el tirón en mi pecho.
Te amo.
Nunca digo ese tipo de cosas, ni siquiera a mamá o mi hermano. Pero a veces, cuando Ji NaHee decía que me amaba, medio deseaba que pudiera decirlo de regreso.
O al menos esa fue la mentira que me dije a mí mismo todos los días para evitar hacerme daño. La mayoría de la gente piensa que el amor es una recompensa, pero yo había vivido lo suficiente para saber que no era así. Había visto a mi mamá amar a mi padre desde hace años, y a pesar de todo, nada bueno salió nunca de ahí.
El amor no era una bendición, era una maldición, y una vez que lo dejas entrar, hiere lo suficiente para dejar marcas que duran toda la vida.
Hola todxs. He vuelto con una nueva historia que en lo personal me emociona mucho mostrarles. Es un proyecto que llevaba casi un año rondando mi cabeza y que por una u otra razón no encontraba la forma correcta de estructurarla y contarla. Pero ya está aquí, consiente de ser perfectible, y lista para traernos a dos personajes tan humanos como nosotrxs.
De verdad me entusiasma mucho estar de regreso. Espero la vivan conmigo.
Saludos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro