EXTRA I: Dolor desgarrador
Big girl cry - Sia
Solté un bufido; « ¡por qué tenía que ser tan difícil!», pensé, mientras miraba con el ceño fruncido mi cuaderno de álgebra, en mi defensa, jamás había sido buena para los números, lo mío era historia, lengua, todo lo referente a las letras. Sin embargo, por mucho que detestara los números, debía pasar esa materia si quería graduarme y entrar a una universidad decente. Además, siendo ya las últimas semanas, lo cual significaba tareas interminables, pruebas a la vuelta de la esquina.
Rasqué un lado de mi cabeza e hice un mohín, me sentía frustrada.
— ¡Ya no lo soporto! —exclamé, echando mi cabeza para atrás y alejando lo más que pude el cuaderno, que quizás ya tenía merecido un descanso. Entonces, escuchando a la parte despreocupada de mi cabeza, me decidí por revisar mi celular. Le envié un mensaje a mi, entonces, novio Pablo, con quien llevaba días de una pésima comunicación, y a mis amigos, así fue como los mensajes comenzaron a llegar y en un par de segundos más, mi móvil comenzó a sonar—. ¡Ni se te ocurra amenazarme! —sentencié, decidida.
— ¿Cómo se te ocurre no querer ir? —Volteé los ojos, anticipándome en las palabras que mi mejor amiga, seguramente, me estaba por decir—, es la fiesta de Caleb, la más esperada del curso.
— ¡Qué emoción! —exclamé con ironía, sintiéndome divertida.
—Irás, Emily —declaró Laura al otro lado de la línea, sin dar oportunidad a prorroga—, a menos que quieras que te llevemos arrastrada.
—Laura... —chillé. Y lo peor de todo era que... ¡la creía capaz!
—Laura, nada. ¿Acaso estas demente?, ¿cómo se te ocurre que voy a permitir que pases un viernes de noche, estudiando como una nerd?
—Vayan sin mí —pedí. No obstante, sabía que al final de la llamada terminaría accediendo, pues no deseaba que, en cuestión de minutos, llegaran tanto Laura como Luck dispuesto a llevarme arrastrada.
—Nop, ya te dije lo que haré, Emily. —Aplané mis labios en una sola recta línea.
—Bien —murmuré e inmediatamente escuché como mi amiga, descarada como siempre, comenzó a reírse y a cantar victoria. «No finjas mucho, Emily, que bien que tienes ganas de ir. Todo con tal de no hacer la tarea, ¿no?», murmuró mi consciencia, ¡ah!, a veces no sabía a quién odiaba a más, si a Laura a mí misma.
— ¡Te amo! Llegaremos alrededor de las nueve. Seremos puntuales, lo prometo. —Laura lanzó un beso sonoro y colgó. Cuando terminé la llamada, revise mi casilla de mensajes, esperando porque Pablo me hubiese respondido, sin embargo, llevándome la amarga sorpresa que me había dejado en visto. «Quizá esta ocupado», pensé, pero algo me decía que no era así.
Solté un largo suspiro y traté de esfumar todos esos malos y negativos pensamientos. Y decidí, en su lugar, terminar mis tareas y prepararme para la fiesta.
A la hora dicha, mis amigos ya estaban tocando a su puerta. Abrí, para luego encontrarme con un par muy sonriente y divertido ante mi cara de fastidio, que era más una fachada que otra cosa. Los invité a entrar, saludaron a mi madre rápidamente y yo me despedí de ella.
—Me quedaré donde Laura, como siempre —anuncié, mientras me incliné para besar la mejilla de mi mamá.
—Está bien, se cuidan —pidió, los tres asentimos, nos despedimos y emprendimos camino.
Una vez más le envié un mensaje a Pablo, avisándole que iría a la dichosa fiesta y que me gustaría verlo ahí, no obstante, en esa ocasión ni se molestó en mirar mi mensaje. De inmediato sentía el enojo y la decepción entremezclarse, así como, miedo, ya que, mi relación, aunque me pesara, pendía de un hilo.
Cerré la casilla de mensajes, tratando de lidiar con esa sensación de pesar, pero todo era solo cuestión de tiempo.
— ¿Pasa algo? —preguntó Luck. Elevé el rostro y sopesé si contarles o no, no obstante, decliné, no quería arruinar esa noche con mis problemas, además, ¿qué si solo era ideas mías?
«Tú sabes que no es».
—Nop, todo bien. —Laura me observó inquisidora, no me había creído, pero sabía que ya luego la interrogaría.
Pronto llegamos a la enorme casa, donde la música se escuchaba a varias calles de distancia, retumbante, ruidosa y prometiendo ser una gran fiesta y descontrolada. Poco a poco, comencé a sentirme ansiosa, la música hizo su parte y ayudó a que me concentrara en ella y en como mi cuerpo reaccionaba ante ella.
Nos internamos en el recinto y las luces parpadeantes, el olor a alcohol y transpiración nos recibió. Los tres tomaron cada uno una bebida que el bartender estaba dando; el alcohol quemó al pasar por su garganta, una sensación agradable. En pocos minutos ya estábamos bailando, moviendo nuestros cuerpos al ritmo de la música.
Un par de chicas se acercaron donde nosotros y le pidieron a Luck que bailara con ellas y con una disculpa en sus ojos, se fue con ellas. Y de esa misma manera, pronto Laura se fue con un chico, mientras yo no dejaba de revisar mi teléfono, esperando una señal o cualquier cosa referente a mi novio. Entonces, la vida me la dio.
Decidida a disfrutar esa fiesta, me acerqué a la barra y pedí un trago más. Me apoyé sobre la misma, al tiempo que movía mi cabeza al ritmo de la tonada, sin embargo, estaba tan sumergida en mis pensamientos que no repare en el momento que alguien más se sentó a mi lado. Se aclararon la garganta.
Giré mi cabeza y fue cuando lo vi.
—Hola Emily, tiempos sin hablar... —Me levanté de la mesa, cortándolo de tajo—..., oye, espera, por favor no te vayas —pidió, asiéndome del antebrazo.
— ¡Déjame! —exigí, alzando la voz por encima de la canción que sonaba.
— ¡Necesito habar contigo! —Rick, mi exnovio, pidió. Negué con la cabeza e intenté, fallidamente, marcharse.
— ¡No quiero! —zanjé con determinación, pero Rick, no iba a ceder. Entonces, cuando estaba a punto de darle una bofetada, habló.
— ¡Es sobre Pablo! —Escuchar ese nombre inmediatamente me alertó, al tiempo que se instalaba en mi pecho una pesada sensación. «Escúchalo», murmuró mi consciencia y a pesar de que una parte de mí, la temerosa, no quería, accedí. Ambos caminamos hacia las afueras de la casa, buscando un lugar con menos bullicio para poder hablar. Y durante todo el trayecto, solo pude tratar de sobrellevar el presentimiento que se había asentado en mi pecho. Cuando estuvimos afuera, agregó—: No sé cómo decirte esto...
—No juegues conmigo, más te vale que sea importante —dije, intentando sonar despreocupada, no obstante, la pesadez en mi pecho, con cada segundo, incrementaba.
—No lo haré —respondió, seguro. Se adentró en sus pensamientos por unos cuantos segundos, entonces, conforme ellos pasaban, su expresión fue cambiando, alertándome. Y para terminar de romper todo, agregó—: Pablo..., Pablo te está engañando con Laila.
Entonces, justo cuando todo parecía ir bien, esas seis palabras marcaron el final para mi vida despreocupada, para la vida perfecta que, hasta ese momento, creía que llevaba. Y aunque saberlo, me causó un dolor desgarrador en el pecho, esa había sido una prueba que me ayudaría a crecer. Me ayudaría a reconocer que no todo siempre es como creemos, que no siempre es perfecto y que, sobre todo, nada nunca es eterno.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro