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8. Juego

A la mañana siguiente entrabamos ya a Marzo. Me fui a mi trabajo, en el cual cada dos por tres miraba el reloj, rogando que pasara y a la vez no el tiempo, toda una controversia, ¿no? Suspiré pesadamente, mientras me reprendía mentalmente al encontrarme pensando e imaginando cuando Kyan apareciera a la hora acordada. « ¿Entrará al local o me hará una llamada?, ¿cómo vendrá vestido?, ¿escogí el atuendo ideal?» Preguntas que lo único que lograban era poner mi sistema nervioso a punto de colapsar. Sacudí mi cabeza y me exigí a mí misma, a mi mente en específico el dejar de maquinar tantas ideas. Y con gran dificultad logré salir ilesa, ¿qué sería de mi cuando lo tuviera enfrente? Mis rodillas temblaron, ¡Madre santa!, debía calmarme o desvanecería seguramente en cualquier momento.

Cuando la hora de mi salida llegó, pues la chica que me relevaba había entrado, me fui al baño a ducharme y cambiar mi ropa. Y tenía solo veinte minutos para hacerlo, si salía a tiempo rompería seguramente algún record. La ropa que había escogido era un jean negro y ajustado, una blusa de cuadros roja y un par de botas marrones cortas, nada sumamente producido. Acomodé mi cabello a los lados de mi cara y maquillé mis pestañas y labios, percibiendo cierto rubor natural en mis mejillas, al parecer mi cuerpo estaba haciendo de las suyas. Llevé las manos a mi rostro, ¿era normal sentir todo aquello en tan poco tiempo? Descubrí mi cara y me observé al espejo, me sentía patética. Salí con mis ánimos reforzados, o al menos intentándolo.

— ¡Oh, ahí viene! —exclamó mi compañera de trabajo, alcé la cabeza y el aire abandonó mi cuerpo y su sonrisa deslumbró mis ojos.

—Hola, ¿nos vamos? —preguntó. Mi compañera aclaró su garganta, haciéndome reaccionar ¡Estaba parada como estatua y no había siquiera correspondido el saludo!

—Ah sí, hola..., si vámonos —murmuré con torpeza. Me despedí de mi jefa y la otra chica, tratando de ignorar sus comentarios con respecto a él. Y ahí iba yo, subiéndome a aquella montaña rusa sin retorno.

—Luego tendrás que mostrarme los libros que quieres que lea... —dijo. Asentí con la cabeza, arrastrándolo fuera. Antes que escuchara los murmullos de ese par de mujeres cachondas.

Condujo por una hora, mientras yo le iba mostrando ciertos lugares de la ciudad: el teatro, supermercados, tiendas de ropa y zapatos. En los cuales no hubo espacio para silencios incómodos, pues hablábamos de los horarios, de la ciudad en general. Y eso logró que me tranquilizara y viera aquella salida como: la no cita. Por último llegamos a Joseph Gomes Park, un pequeño parque situado cerca del centro. Kyan apagó la música y eso me hizo volver a verlo, estaba apagando el motor.

— ¿Qué ocurre? —pregunté.

— ¿Qué dices si vamos a caminar? —preguntó, sacando las llaves del auto. Entorné los ojos, no muy segura. ¿Qué si tropezaba frente a él? Mi coordinación de manos y piernas era fatal cuando me encontraba nerviosa. Justo como en ese momento.

—No lo sé..., hay muchos lugares por ver —dije, intentando persuadirlo. Así podía regresar pronto a mi guarida. Ladeó la cabeza y sonrió de lado. ¿Por qué demonios tenía que verse tan sensual sonriendo así? Kyan, era todo lo contrario a mis antiguos novios. Él gritaba masculinidad por donde se le viera, y mis ex novios eran como ver un par de niñatos a los cuales no les interesa madurar. Sacudí la cabeza, alejando esos pensamientos absurdos de sacar a colisión. Kyan notó ese gesto y sonrió. Hice igual, tenía sus ojos clavados en mí y eso no estaba ayudando. Quería salir de ahí y a la vez temía hacerlo.

—Podemos hablar..., conocernos más... —dijo, en forma de incitar mi curiosidad. ¡Listillo!, pues lo logró. Bufé, haciendo amago de rendirme sin remedio cuando en realidad lo estaba haciendo gustosa.

Bajamos y anduvimos por todas las veredas de ese inmenso parque. En la ciudad ese sitio era de mis preferidos, pues contaba en el centro con una especie de arboleda. Era el corazón de ese parque, le daba vida y color. Y ayudaba a que en verano siempre hubiera sombra y brisas refrescantes bailando por todo el lugar. Podías sentarte en las raíces de aquellos árboles, conversar o hacer un picnic. Correr a sus alrededores o simplemente sentarte y disfrutar de la tranquilidad. Era en verdad mágico.

—Así que..., podremos conocernos más... —inquirí. Haciendo recordatorio de su promesa, por la cual yo había accedido a caminar. Alcé la cabeza para observar su reacción: sonreía.

—Pensé por un momento que se te había olvidado... —confesó. Pasó una mano por su cabello, despeinándolo apenas—... ¿qué dices si... jugamos a las diez preguntas? —Fruncí el entrecejo.

— ¿Qué no es el juego de las veinte preguntas? Tú diez y yo otras diez... —Traté de explicar. Chasqueó la lengua.

—Pero que sean solamente diez..., hay que ser originales —sugirió. Mirándome suplicante. Asentí con la cabeza, era eso o nada. Nos introducimos en la arboleda, mientras aún existía luz—Comienzo yo: aquel chico..., que apareció el día que comiste en mi casa, ¿era tu novio? —Mordí mi labio inferior. Temía que hiciera esa pregunta, pero me alentaba saber que luego podría cuestionarlo yo.

—Sí, lo era... —respondí. Kyan, me observó esperando a que continuara—..., ya respondí. Debes aprender a formular mejor tus preguntas —dije. Soltó una corta risa—. Mi tuno: ¿Cuál es la verdadera razón por la que te mudaste a Campbell?

—Sabía que preguntarías eso. —Me encogí de hombros. Lo escuché soltar un profundo suspiro—, pues veras..., nosotros nos mudamos porque en New York, nuestra empresa cede tuvo que cerrar y vinimos aquí, pensando en si podíamos abrir una nueva y ver si mejoraban las cosas... —Asentí con la cabeza—..., estamos a un hilo de la quiebra —agregó. Mis ojos se abrieron con asombro, nunca imaginé que tan graves eran sus razones. Por un momento pensé que era en realidad por eso: cambio de aires. Aunque me tranquilizaba saber que no era un ex convicto de la policía o habían llegado a aquel lugar huyendo por drogas o algún mal trance. Su problema tenía solución.

— ¿Y están mejorando? —pregunté.

—Creí que me tocaba preguntar a mí... —dijo. Lo miré fulminante y él alzó sus manos en el aire, en señal de rendición—..., sí, estamos mejorando. Ahora me toca a mí: ¿por qué terminaste con ese chico? Digo, se nota que te quiso mucho..., bastaba con ver su cara de añoranza... —Sonreí un poco triste. Notó mi gesto y detuvo nuestro andar. Hablar de aquello siempre me resultaba doloroso, por lo que había decidido evadir el tema lo más que pudiera, y así hice. Me funcionó, pues poco a poco iba asimilando todo, y trataba de supurar las heridas que esa traición me había dejado. Y aunque quisiera negarlo, hablar con Pablo me había ayudado a cerrar capítulos, ese capítulo.

—Me engañó... —Sus ojos azules amenazaron con salirse de sus cuencas. Creo que imaginaba algo más como: Lo deje porque era celoso, o encontré a alguien mejor. No lo sé. Y sin evitarlo, las palabras comenzaron a salir de mi boca.

Suspiré, habíamos buscado una banca para sentarnos cuando aquel relato se tornó intenso. Kyan había escuchado todo con atención, comentando o haciendo preguntas cuando algo no comprendía. Y sobre todo eso se mostró comprensivo, y un poco molesto porque alguien..., porque Pablo me hubiese hecho algo semejante, algo que sabía me lastimaría.

—Perdón por lo que voy a decirte pero..., que cabrón —dijo. Su voz delataba cierto enojo. Lo comprendía, yo misma viví eso en carne propia eso y muchos sentimientos más que escarnecían mi espíritu—, y por respeto a ti no digo otras cosas más... —Sonreí. Me sentía bien, ahí con él. Contándole esa parte tan dolorosa de mi pasado, y la cual me había obligado a ser más aprensiva y desconfiada.

—Pero descuida, yo estoy bien. —Asintió con la cabeza, entonces me aventuré en preguntarle algo relacionado—, ¿por qué terminaste con tu novia? —Suspiró y me regaló una extraña sonrisa.

—Pues..., ella..., me dejó. Sí, me dejó... —Fruncí el ceño, algo en él me decía que no era la verdad o quizá sí, pero no completa. Y dolió un poco su desconfianza, porque yo le había contado todo y, en cambio, yo recibía migajas. Era injusto, él mismo había sugerido que nos conociéramos más, ¿por qué no lo hacía?—..., mira Emily, en verdad no hay una historia trasfondo, ella me dejó porque..., se iba a ir del país. —Las últimas salieron con esfuerzo de su boca. Asentí con la cabeza, quizá era cierto. Suspiré y decidí creerle, de lo contrario esa molestia, debido a su desconfianza, seguiría.

—Te toca —dije. Sonrió mucho más tranquilo. ¿Esperaba que insistiera más? Llevó una mano a su barbilla, simulando pensar con exhaustividad. Lo cual me pareció gracioso.

— ¿Por qué no tienes novio? —soltó, mirándome fijamente a los ojos. « ¡Dios!, ¿por qué no tiene unos ojos feos, ordinarios?, ¿por qué tiene que tener unos ojos tan azules y hermosos?», y es que, me dejaban con la boca seca y me dejaban sin aire. Torcí el gesto, la respuesta estaba en la historia que recién le había contado y en otras cosas más que no deseaba contarle en ese instante, o quizá nunca.

—Porque..., tengo otras prioridades... —respondí. No iba a decirle que tenía miedo de salir nuevamente lastimada. Quizá era normal ese temor, pero decirlo sería una forma de dejarme al descubierto y no lo deseaba. Prefería parecer fuerte, una chica independiente que disfrutaba de estar sola, cuando la realidad era que pensar en entrar en una relación me provocaba escalofríos y que mi pecho se comprimiera.

Okay... ¿entonces estas abierta a las opciones? —preguntó, sin ocultar su interés en mi respuesta. Abrí mis ojos como platos y me removí incomoda, nerviosa en realidad.

— ¿Es tu otra pregunta? —Asintió con la cabeza y giró su cuerpo para verme de frente. Era tan intimidante; sus ojos penetrantes, su sonrisa ladeada que provocaba un cosquilleo incesante en mi estómago y que mis mejillas se sintieran calientes todo el tiempo. No comprendía por qué mi cuerpo reaccionaba así: solo con él. Solo esperaba que él no se hubiese dado cuenta de lo que causaba en mi ser. Humedecí mis labios, los sentía secos y agrietados. Pero como si una fuerza invisible tirará de mi cabeza, giré a verlo: tenía sus ojos puestos en mi boca, y sus pupilas estaban dilatadas—. Yo... —musité. Pestañé varias veces, consiente en como poco a poco Kyan iba rompiendo la distancia entre ambos. Relamió los suyos y abrió su boca, dejando escapar un suspiro que chocó contra mi nariz y boca ¡Iba a besarme! Pero entonces el sonido estridente de una bocina logró sacarme de aquel trance del cual estaba presa. Giré mi cabeza hacia el lado contrario y cerré los ojos, consciente de mi respiración inconstante. Me levanté de un brinco, necesita distancia, necesitaba aire ¡Demonios!, necesitaba estar lejos de él, estar sola—..., creo que debemos irnos —dije, las palabras salían temblorosas de mi garganta. Y de igual forma se encontraban mis piernas. ¡Dios!

—Claro... —dijo. Entonces comencé a caminar en busca de la camioneta. Y durante todo el trayecto Kyan permaneció a unos cuantos pasos de distancia de mí. Y se lo agradecía tanto, no quería ver su cara. No quería que viera la mía. Estaba hecha un lío, mis emociones las sentía a flor de piel.

Abrió la puerta del copiloto para que subiera y ambos evitábamos el contacto físico. Me senté y esperé a que subiera, se tardó un poco. Al subir, prendió el motor y de inmediato su reproductor de música se activó ¡Genial! No quería hablar. Condujo en silencio, solo las tonadas eran testigo de la tensión que se percibía en el aire. Al llegar a mi calle, suspiré mentalmente. Estaba a solo dos minutos de encerrarme en mi habitación y ya ahí tendría una charla conmigo misma.

«Mi misma, estás en problemas...».

Se detuvo frente a mi casa y apagó el reproductor. ¡Estaba a un minuto!

—Muchas gracias..., por todo..., feliz noche... —dije. Abrí la puerta y saqué un pie cuando él me tomó del brazo, frustrando mi huida.

—Espera... —Su tacto envió corrientes que me recorrieron de pies a cabeza, lo notó pues quitó su mano de inmediato. Tragué grueso, no quería repetir lo reciente.

— ¿Si? —pregunté insistente y expectante.

N/A: ¡Hola!, ¿qué ira a decirle? /u\ jaja y pues, ¿Kyan iba a besarla? ¡Dios!, creo que algo esta pasando... ¿será bueno o malo? ¡Lo sabremos! Gracias por sus votos y comentarios •﹏• espero les  este gustando y les agradecería que votarán y comenten. ¡Los adoro! 😍

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