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33. Explosión


The heart wants what it wants - Selena Gomez

A partir de ese día mi mundo poco a poco se fue cayendo a pedazos, pues lo que antes creí tener, sencillamente se había esfumado frente a mis ojos.

Manejé sin rumbo, pues no quería ir a mi casa, ni a la de mis amigos porque esos serían los lugares donde Kyan seguramente me buscaría. Y durante todo ese tiempo el teléfono no dejaba de sonar, sonaba y sonaba alertando llamadas y mensajes. Todos de Kyan. Pero la imagen de ellos me perseguía, la foto se proyectaba en mi mente como un filme.

Cuando la noche cayó, pues ya llevaba varias horas conduciendo, decidí ir a casa de Gabriela, ahí nadie me buscaría. Toqué la puerta y tan mal me veía que solo abrió y me llevó a su habitación. Me dio espacio, no preguntó nada; mientras yo solo lloraba presa de un dolor inconsolable, deseando que el mismo menguara pero eso nunca pasaría en mucho tiempo. Me abrazó y cuando ya estaba prácticamente seca, poco a poco sintiendo como mi pecho sangraba, comencé decirle lo que había pasado. No me sentí mejor, al contrario cada vez sentía que me lastimaba más. Recordar iba ser una de mis peores torturas.

—Fue este viernes y si no veo esto seguiría sin saberlo —dije, cerrando los ojos, atrapando las lágrimas que nuevamente querían salir. Ese día me había entregado a él como nunca, le había dado todo, ¡todo!, hasta quedarme sin nada.

—Emily, no sé qué decir. —Le sonreí o fue el intento de una—. Pero fue un imbécil, no debió besarla pero pasó y lo mínimo que tuvo que hacer fue decirte aunque eso te lastimara, creo que no hacerlo fue peor pero debes hablar con él. —Asentí con la cabeza, tenía razón, había sido mucho peor, pues la inseguridad nuevamente me estaba haciendo su presa, porque ¿ahora cómo confiaría en él cuando se casara? No lo lograría, no iba a poder estar tranquila sabiéndolo con ella.

—Lo sé... –Me abrazó con más fuerza y mi teléfono comenzó a sonar—. Mira quién es y si es mi mamá contesta y di que estoy contigo. —Le entregué el teléfono, no sabía si sería capaz de ver su nombre junto a la foto de su contacto y no contestar.

Gabriela pasó conmigo toda la noche, me escuchaba, me dejaba llorar y no me presionaba. Me animaba a hablar con él y sabía que tenía que hacerlo pero no podía, me sentía herida. Me sentía débil, sentían que si lo miraba me lanzaría a sus brazos y le diría que lo perdonaba por haberlo hecho y por callar, que lo perdonaba con tal que no me dejara.

Pero no lo haría, me debía eso a mí misma, a todas esas veces que ya había sufrido. A la mañana siguiente decidí que faltaría a la facultad, había hablado con mis padres quienes estaban preocupados pues Kyan había ido a buscarme, como supuse, así como no había llegado a dormir como había dicho. Regresé a casa, necesitaba estar sola, en paz.

Y así estuve por la mañana, mis padres se fueron a sus trabajos, mi auto estaba en la cochera, oculto a su vista. Sin embargo, a media tarde mi teléfono alertó que un mensaje había entrado, era Kyan.

Kyan: Necesitamos hablar, te esperaré en la calle principal, atrás del supermercado.

Dude mucho en ir, pero mi corazón quería verlo, mi mente me aconsejaba que fuera y lo escuchará. Pero el temor aun estaba presente, sin embargo, sabía que no podía alargarlo más, así que, salí decidida a solucionar las cosas.

El lugar que me indicaba estaba a media hora de mi casa pero gracias al tráfico llegué en una hora. Me bajé del auto, el lugar donde mi había citado era en un gran estacionamiento de un hotel, todo me parecía muy extraño, pero seguí. Y recuerdo que caminé, las calles estaban solas, ni un auto ni personas, nada.

Sin embargo, con el golpeteó de mi corazón, al tiempo que algo dentro de mi me decía que mejor regresara al auto... de un momento a otro sentí a alguien a unos pasos detrás de mí y cuando volví en mis pies pensando que era Kyan, un hombre que nunca había visto, se acercó, di pasos hacia atrás, presa del pánico y cuando iba a correr me atrapó, luché con todas mis fuerzas, gritando por auxilio pero entonces cubrió mi nariz y boca, poco a poco mis extremidades se volvieron laxas, y ya no supe más.




Mi cabeza dolía cómo los mil demonios, escuchaba voces o gritos, no estaba segura, poco a poco fui abriendo los ojos y lo primero que vi fue a Kyan golpeando a un hombre.

—Que no entiendes que ella y yo ahora estamos juntos —dijo el hombre, no entendía qué estaba pensando, Kyan lo golpeaba, estaba loco, furioso.

Llevé la mirada a mi cuerpo y lo único que lo cubría era una sábana, un escalofrío me recorrió por completo al descubrir que estaba desnuda, el pánico de inmediato se abrió paso en mí al tiempo que la ignorancia de lo que había pasado me golpeaba con fuerza ¿Qué había pasado?, la desesperación me embargó, no sabía cómo había llegado hasta ese estado y temí lo peor. Entonces, un segundo después, la realidad barrió conmigo.

—Kyan —susurré presa del miedo, traté de levantarme pero no podía, la cabeza me martillaba y mis extremidades no respondían por completo.

Sin embargo, cuando me escuchó, de inmediato dejó del golpear al hombre, su espalda se tensó... y la reacción que menos esperaba sucedió: me vio con odio.

Se había ido...

No había querido hablar conmigo, se había ido, dejándome sola con un desconocido que quien sabía qué había hecho conmigo. Se había ido sin importarle nada ni siquiera yo. Me vestí apresurada mientras ese hombre estaba en el baño, entonces salí horrorizada y en shock.

Corrí hacia el exterior con la esperanza que estuviera afuera, pero no. Me subí a mi auto y conduje mientras, poco a poco, la sensación de suciedad... de haber sido abusada, me perforaba como una barra de metal incrustándose sin piedad. Llegué a mi casa, subí corriendo a mi habitación y entré al baño.

Tallé con todas mis fuerzas mi cuerpo, quería quitar esa sensación de repugnancia, las lágrimas se mezclaban con el agua, mi pecho ardía, me sentía pérdida sin saber lo que horas atrás habían hecho conmigo. Y no sé cuánto tiempo había pasado ahí, sentada con el agua corriendo sobre mi cuerpo, suplicando que se llevaran esa sensación que alguien había tocado mi piel.

Y ahí lloré, presa de una conmoción de sentimientos, llena de dolor. Salí cuando me cansé, pues todo era inútil, se sentía sucia y lo peor de todo era que ante los ojos de Kyan había quedado como la peor de las mujeres. Horas después tendida sobre la cama lloré, quería recordar, quería saber si ese hombre había abusado de mi, pero mi cabeza no recordaba nada, por más que trataba no hallaba nada.

Mis padres llegaron y trataron de hablar conmigo, pero las palabras no brotaban, por más que quería contar algo, no tenía nada que decir, no sabía qué demonios había pasado.

Les pedí me dejaran sola, toda la noche intente sentir si habían hecho algo en mí, pero no sabía, pues cuando sentía que si, la desesperación me obligaba a creer que no. Laura y Luck llegaron al siguiente día y tampoco logré decir una palabra, me avergonzaba contar tal atrocidad. Había sido una estúpida, ¿por qué grité mas fuerte?, ¿por qué no me quedé en el auto? Esas y más preguntas atacaban mi mente, había podido hacer muchas cosas y a nada a la vez.

Mi madre me suplicaba le dijera que me tenia así, que le dijera que me pasaba, me preguntaba si era por Kyan, y al escuchar su nombre el nudo crecía en mi garganta; me había dejado, no esperó a que le explicará, me odiaba, estaba segura que me detestaba.

Y dolía como alfileres incrustados en todo el cuerpo, como si espinas brotaran en mi alma, desgarrando todo. Sus palabras al recordarlas me estrujaban, su mirada desborda odio, decepción y dolor.

Un día dejé pasar, dándole tiempo a que se calmara y me buscara, pero en cambio su ausencia se hizo presente. Viernes de mañana después de ingerir algo que mi madre me había obligado a comer, me fui a su casa con la disposición de hablar. Sin embargo, Keith salió cuando llamé a la puerta.

—No ha venido desde el miércoles, no contesta ni nada, pensé que estaba contigo ¿Pasó algo? —cuestionó, sacudí la cabeza en una negativa al tiempo que mis ojos se cristalizaban.

—Nosotros... discutimos, y y-yo, yo quería hablar con él. —Traté de explicar, ella asintió alentándome a que regresara a casa y que cuando supiera algo de él me lo diría.

Pero no pude y fui hasta la empresa, y ya ahí pregunté si había llegado y no era así. Salí con el corazón latiendo a mil por hora, y esperé afuera, quería verlo, quería explicarle que no era lo que pensaba... que yo... que habían abusado de mí, ¡Dios!

Y lo esperé todo el día, pero nunca apareció. Cuando el cansancio era incontenible, fui a mi casa, no quería hacerlo pero sentía que la inconsciencia pronto me atraparía.

Y los días comenzaron a pasar, cinco días y Kyan seguía sin aparecer.

Cinco días en los cuales sentía que me consumía, que me volvía loca entre la ignorancia de lo que había pasado y su ausencia. Y me encontraba desesperada, cansada junto a la sensación de haber sido profanada, entre el sinfín de pensamientos tortuosos que no me daban tregua. Todo había sido como una explosión que me había hecho pedazos, que me había destruido desde adentro.

Y temía que algo le hubiese pasado o que hubiera cometido una locura. Y esa agonía no me dejaba respirar. Entonces, trataba de no pensar en eso sino en cambio en qué le diría. Pues quería arreglar las cosas con él. Que entendiera que no lo había engañado sino que había sido víctima de ese sujeto desquiciado. Que se diera cuenta de lo mal que me sentía, de la incertidumbre de no saber qué había pasado esa noche, de lo horroroso que era no saber si ese hombre, sí en verdad habían abusado de mi.

Y temía, estaba muerta del pánico, sentía que mi pecho estaba siendo preso de una nevada, de la fría soledad de concebir el nunca más volver con Kyan.

Ese día nuevamente me visitó Luck, estaban muy preocupados pues tenía cuatro días que no iba a estudiar. Me pidió que hablara con él, que no me juzgaría, pero que ya no era sano que cargará con tanto sola, que sabía que algo grave había pasado.

—Emily, te ves como una muerta en vida, me preocupas. Sara me dijo que no has estado comiendo ni durmiendo bien. —Tomó mis manos y el llanto comenzó a emerger, el nudo en mi garganta creció, quería decirle todo pero no podía, me daba vergüenza, me sentía sucia—. ¿No quieres hablar aun? —Negué con la cabeza y me abrazó, y lloré—. Sea lo que sea que haya pasado se va a solucionar, ¿sí? —Seguí llorando, soltando sollozos, tratando de ahogar gritos desconsolados, cargados de miedo.

En mi cuarto escuché hablar a mis padres que nadie sabía nada de Kyan, que Keith estaba preocupada, ya la policía comenzaría a buscar. Un tic nervioso me embargó, caminé de un lado a otro, quería buscarlo, necesitaba buscarlo y salí, pero mis padres me descubrieron y lo impidieron. Subí a mi habitación y me recosté.

El cuerpo pedía a gritos dormir, estaba al límite. Pero esa noche un sinfín de pesadillas me atacaron, robándome hasta la tranquilidad en mis sueños. Y tenía temor de volver a dormir, la imagen de ese hombre haciéndome muchas cosas... venían a mi mente una y otra vez.

Muchos hubieras invadían mi mente, si no me hubiera enojado con Kyan, si tan sólo lo hubiera escuchado todo eso no estuviera pasando. Si, a la menor cosa extraña hubiera regresado, nada, nada hubiera pasado. Pero de nada valía pensar en todo en eso pues no había nada que hacer.

Y aunado toda la tormenta que atenazaba mi interior estaba la ausencia de Kyan, el lunes nuevamente lo había ido a buscar a su casa y a la empresa, la policía había dejado de buscarlo pues al parecer se había comunicado con sus padres y eso me tranquilizaba pues estaba vivo pero a la vez dolía comprender que se había ido porque no quería verme. Y es que, sentía que estaba mal, sentía su desesperación.

Luck y Laura me visitaron de nuevo, pero verlos solo me provocaba deseos de llorar; aun no me encontraba capaz de hablar, aun sentía vergüenza, mucha vergüenza, y cada minuto que pasaba me odiaba más, por ser débil y estúpida.

Ya no sentía fuerzas en mi, miraba la comida y no se me antojaba, al llegar a mi cuarto y querer dormir, el terror de volver a soñar con esa espeluznante escena me noqueaba y evitaba que pegara un ojo y lograra descansar. Mi cuerpo estaba al límite, sabía que no era sano el rumbo que estaba siguiendo pero no me importaba, nada en realidad que no fuera ver a Kyan y solucionar todo.

Pues tal era mi desesperación que estaba dispuesta a olvidar el beso, a olvidar todo y hacer de cuenta que nada había pasado. Yo lo quería a él conmigo, alentándome y escuchándome.

Lo quería a él...

Pero él no estaba...

Los siguientes días los pase en agonía, en las madrugadas me mantenía en vela, mirando por mi ventana con la esperanza de verlo atravesar la puerta, y cuando el cansancio me vencía y me quedaba dormida las pesadillas recurrían a mi mente y despertaba gritando y mis padres llegaban en mi auxilio para consolarme y rogarme que les dijera que pasará que ya no soportaban verme así.

Mis fuerzas habían llegado al límite, ya no aguantaba más, sentía mi pecho sangrar y no podía hacer nada, mi mente estaba en un letargo, entre luchas y a veces derrotas de mis pensamientos y lamentos, que trataban de dominar mi actuar. Ya no soportaba más, sentía que me consumía por dentro, mis pómulos resaltaban más al igual que mis costillas y los huesos de mis caderas, a veces sentía que era como una pluma que el viento movía donde y como quería y yo no me molestaba en siquiera ejercer control.

—Emily. —Miré hacia la ventana, como siempre, tratando de apagar mis pensamientos y recluirme, queriendo huir de la realidad—, no dejaremos que te destruyas dinos que pasó, qué tan grave fue su pelea para que esté pasando todo esto.

—No nos iremos hasta que hables con nosotros, nos duele verte así y no saber qué te pasa para ayudarte. —La voz de mi amiga sonaba cortada, los estaba haciendo sufrir demasiado, comprendí y era injusto, lo sabía pero sencillamente pensar en hablar me desgarraba pero entonces comprendí que quizá, ellos podrían ayudarme.

Ahogué unos sollozos, respiré por unos minutos al tiempo que cerraba los ojos para recordar lo poco que había en mi mente, entonces me permití que las palabras salieran y les conté todo, desde la fotografía, como me había dolido que no me lo contará y el mensaje, hasta el momento en que aquel hombre me atacó y quede inconsciente.

—Cuando desperté... —murmuré, recordar todo me desgarraba—..., vi a Kyan golpeando a ese hombre, yo no sabía qué sucedía, y-yo llamé a Kyan y él solo me gritó muchas cosas horribles y me dejó ¡Me dejó sola con ese hombre! —Exclamé con dolor.

— ¡¿Qué?! –gritó Luck—, ¡te dejo solo con ese hombre! Ese hijo de puta me va a escuchar, ¿qué mierdas tiene en la cabeza como para dejarte con ese animal?

—Emily, ¿por qué no nos habías dicho nada? —Laura se incorporó a mi lado, me encogí de hombros.

—No quería decir nada, compréndame, no sé qué pasó.

Pasamos el resto del día intentando hacerme recordar, pero era inútil mi cerebro cada vez se retractaba más y los recuerdos que creía recuperaba pronto se perdían, dejamos de intentarlo y me dijeron que debía ir al doctor, tal vez así descubríamos en verdad que había pasado, pero me negué, no quería exponerme a ese momento, tenía miedo a la respuesta más que todo.

Más tarde, alentada por mis amigos les conté todo a mis padres y fue una explosión que ninguno se esperaba y me lastimaba ser la causante de tanto dolor en las personas que más me amaban, me acarreaba mucha culpa. Esa noche me tomé un calmante, quería dormir, debía dormir pero el temor a esas pesadillas no me ayudaba, pero con esfuerzo logré pasar más allá de la madrugada dormida, luego mucho antes que saliera el sol, ya estaba de nuevo viendo por la ventana, esperándolo.

Ese jueves, mi corazón latía con mucha más prisa y sentía una necesidad urgente de ir a buscar a Kyan a la empresa, tenía el presentimiento que ahí lo vería, así que a buena mañana, cuando mis padres se fueron, salí.

Conduje hasta llegar al centro y mi corazón cada vez se hinchaba más en mi pecho, mi estómago se estremecía, mi piel de tan sólo pensar en verlo se erizada, pero algo me decía que ese sería el peor día de mi vida. Sin embargo, sentada sobre aquellas gradas, afuera de la entrada, los recuerdos vinieron de nuevo, sus palabras hirientes, su mirada llena de odio, y las lágrimas acudieron a mis ojos, de nuevo.

Ya estaba harta, cansada de pasar esos ocho días, sin saber de él, si estaba bien, mal, nada. Estaba molesta porque no me había buscado, porque no había dejado que le explicará, porque ese día me había dejado sola con ese hombre, cuando más lo necesité, me abandonó, sin embargo, estaba dispuesta a solucionar todo.

Estaba sollozando, pensando en cómo le explicaría, en qué solución le daríamos a todo lo que ocurría, cuando sentí una mirada puesta en mi, sabía que era él, lo sentía, sin embargo, al levantarme y girarme lentamente para verlo, la imagen que se proyectó frente a mi fue como un aliciente pero a la vez como acido viajando por mi cuerpo.

Kyan estaba demacrado, ojeroso, desaliñado, destrozado y me dolió, me miró unos cuantos segundos para luego seguir con su camino, ignorando mi presencia y sin pensarlo mucho lo llamé.

—Kyan. —Noté como todo su cuerpo se tensó al escuchar mi voz, sentía su odio, giró para verme y en efecto, sus ojos me gritaban el desprecio que sentía. Ignoré el malestar que me asediaba—. Escúchame por favor —supliqué, negó con la cabeza, con la furia contenida en sus puños—, puedo explicarte lo que pasó. —Se giró de lleno, observándome con desprecio, lacerando mí, ya lastimado, corazón, asesinando mi alma en el proceso.

Sin embargo, lo que estaba por escuchar sería lo más duro, hiriente y doloroso que no escuché jamás, él me odiaba y con sus palabras me hizo añicos.

Y fue en ese mismo instante que di fin a mis días como los conocía. Pues en su lugar, un sepulcro se abrió bajo mis pies, tragándome, dándole lugar a la oscuridad, llenando mis días de una apesadumbrada soledad, que estuvo a punto de acabar con mi paz y bienestar.

Porque lamentablemente, en ese momento, el amor que sentía por Kyan no fue suficiente. 

N/A: Esta feo, ¿no? Bueno sé que muchos/as se están preguntando lo siguiente: ¿Qué habrá pasado en ese hotel?, ¿qué le dijo Kyan a Emily?, ¿dónde y cómo pasó él estos ochos días?, ¿qué pasará ahora que por fin apareció? Pues... En el siguiente capítulo sabremos algunas de esas respuestas.
Besos 😙.

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