32. Preludio
Impossible - James Arthur
Una semana había pasado desde que Kyan había ido a buscarme y me había hecho aquella petición. Y me sentía feliz, ¿cómo no estarlo? Pues me había proporcionado aquella ancla que tanto necesitaba, lo que me infundiría seguridad y que me ayudaría a mantenerme firme cuando los malos días llegaran. Pues solo bastaría observar mi mano, aquel símbolo de su promesa, para seguir de pie. Me encontraba en una mesa en las afueras de la cafetería comiendo mi almuerzo, mientras estudiaba para una prueba que tendría al día siguiente a primera hora. Pronto mis amigos se unieron y comenzamos a hablar y a bromear. Aun no les había contado lo que el viernes pasado había sucedido, solamente que me había regresado a Campbell con mi novio, así que sin pensarlo mucho les conté.
—Este viernes que pasó..., Kyan habló conmigo. —Me miraron interesados, les había contado un poco de lo que estaba pasando en la empresa y al igual que yo se sentían preocupados y un tanto desesperanzados, por lo que, la notica que iba a darles ya se la esperaban, ya me lo habían dicho una vez: no le miraban otra solución—. No les aprobaron el préstamo, así que el mes que viene... se casaran —solté, sintiendo como el decir esas palabras fueran ácido pasando por mi garganta. Se miraron uno al otro.
— ¿Es en serio?, ¿pero qué te dijo Kyan? —preguntó Laura.
—Que eso no impedirá a que sigamos juntos...
— ¿Piensas seguir con alguien que se va a casar con otra? —cuestionó Luck, sin ocultar su molestia e indignación—. Lo he visto en sociales y supongo que pronto todo el mundo sabrá que se va a casar, así que no creo que sea bueno que te expongas a que te vean como la otra, no te dejaran tranquila y te lastimaran mucho y yo no quiero eso para ti. —Chasqueé la lengua, lo que decía mi amigo era cierto, en el tiempo que Kyan había estado conmigo había logrado mantener un perfil bajo para los periodistas, cosa diferente en Nueva York, pero desde que Larissa había llegado a Campbell todo cambió. De vez en cuando miraba fotos de mi novio, otras junto a Larissa o conmigo. Así que, si la notica de su boda se divulgaba, ya no podríamos salir con libertad.
—Pero no es una boda real —refuté—, ellos van a firmar un convenio donde estipularán la fecha donde caducara su compromiso y podrán divorciarse.
—Lo sé, Emily. Pero ellos no van a divulgar eso a las noticias, a esas personas les preocupa mucho la imagen. Por lo que estoy seguro llegará un momento donde los paparazzi se van a enterar y no los dejarán tranquilos, tendrán que actuar y hacer creer que su relación es verdadera. Por favor, no lo veas tan sencillo, te estás metiendo a un terreno desconocido y peligroso. Quizá no comprendas lo que quiero decirte, porque no has tenido que lidiar con los escándalos y la prensa, porque su relación hasta hace poco había sido como cualquier otra, pero los Lancaster tienen renombre, uno muy fuerte.
—Luck, no la atormentes más. Ni tú ni yo sabemos si todo lo que dices pasará, además dale un poco de crédito a Kyan, en todo este tiempo ha demostrado que quiere mucho a Emily, ¿porqué han de cambiar las cosas en estos meses? Sí, va a casarse pero todo eso es una farsa que al cabo de unos meses terminará.
—Está bien. Pero Em, yo lo único que quiero es que estés sabedora de todo lo que posiblemente pueda pasar, ¿sí? Te quiero mucho, saben que son como mis hermanas y no quiero verlas sufrir... de nuevo por alguien. —Eso último era para mí.
—Lo tendré muy en cuenta, Luck. Y les agradezco mucho que se preocupen por mí, pero esta vez voy a arriesgarme. Kyan me ama y yo a él, sé que vamos a superar todo esto. Me lo prometió y le creo, más ahora que estoy comprometida con él —concluí, mostrándoles mi dedo anular. Y mientras les narraba todo lo que me había dicho, noté como Luck poco a poco se miraba más tranquilo, creo que él al igual que yo comenzaba a sentir más seguridad.
—Solo una cosa más, Emily... —dijo Laura—... no te confíes mucho de esa chica, porque media vez este casada con Kyan podrá amarrarlo con mayor facilidad, y como decía este tarado, los días que están por venir no serán fáciles, tendrás que ser fuerte y si hay que luchar, pues luchamos. —Sonreí, demasiado feliz, así como preocupada, pero con la plena confianza que ante lo que se avecina yo contaba con ellos. Y eso fue algo que mi infundió tranquilidad y fuerza en aquellos días opacos.
Y así el tiempo poco a poco fue avanzando, las horas se tornaron en días y con ellos la llegada de esa boda estaba cada vez más cerca. Sin embargo, tal cual me habían alertado mis amigos, su "compromiso" pronto estuvo en sociales y aunque ni Kyan ni nadie de su familia sabían cómo se habían enterado ya no había mucho qué hacer para desmentir.
Por lo que, mis salidas se vieron reducidas a vernos fuera de Campbell o en Santa Clara, cuidando que no nos viera mucha gente pues no querían que me tildaran como la otra, y habían momentos en lo que eso me frustraba, pues odiaba tener que andar a hurtadillas, escondiéndome de la gente y también estaba que mis padres me pedían explicaciones a causa de todo lo que miraban y aunque les costaba entender la forma tan retorcida de mi relación no les quedó otra que aceptar que yo seguirá con Kyan sin importar nada.
Entonces, cuando me sentía ofuscada e irritada, ahí estaba Kyan para ayudarme a entender que solamente serian unos cuantos meses, diciéndome una y otra vez que a él no le importaba que nos vieran, que lo tacharan de infiel pero que a mí no querían que me tocaran, que a mí no quería involucrarme en escándalos, y de esa manera lograba calmarme.
Pero todo poco a poco comenzaba a salirse de nuestras manos, varias veces habían circulado fotos de nosotros y los encabezados tan denigrantes no se hacían esperar y odiaba tanto a esa gente, porque ¿qué ganaban con humillarme? Entonces, a raíz de todo eso, nuestras salidas se vieron muy reducidas, y ya no aguantaba con que por fin esa farsa se terminara. Toda mi vida se estaba poniendo de cabeza y yo solamente podía dejarme hacer y deshacer, sin opción a quejas.
Porque la impotencia, así como el sentirme inútil no me permitían renegar, muchas veces me tragué las palabras porque me sentía mal; yo no le estaba ayudando en nada y eso me hacía sentir mucho peor, sin derechos a nada.
Sin embargo, las veces que lográbamos vernos, tratábamos de disfrutarlos al máximo. Normalmente él se quedaba en Santa Clara en un hotel donde iba y veníamos.
Y esos eran los únicos momentos donde teníamos un poco de privacidad, donde lográbamos estar juntos y desahogar toda esa frustración de no estar juntos como quisiéramos y por esa misma razón, casi siempre, no hablábamos pues nos perdíamos entre las sabanas, recuperando el tiempo perdido.
Pero qué les puedo decir, mi entrada al mundo de sexualidad fue de su mano y casi al mismo tiempo aquella aberración llegó a nuestras vidas, por lo cual era una de las mejores formas para demostrarnos cuánto nos amábamos y necesitábamos.
Pero ante todo eso y como el otro lado de la moneda, uno de nuestros mayores errores no fue hablar a menudo de lo que sucedía, evadíamos el tema a diestra y siniestra, era como si de esa forma evitáramos ensuciar lo poco que aun podíamos disfrutar y aunque en esos momentos no comprendíamos lo mal que hacíamos, pronto eso nos acarrearía muchos problemas.
Una semana antes de la boda...
Íbamos por viernes.
Las últimas semanas, con la plena consciencia que pronto el día llegaría, por las noches me llenaba de pesadillas, despertándome con una pesadez sofocante en el pecho, pues esos sueños se sentían tan reales, ellos juntos, amándose y yo..., siendo alejada de Kyan.
Estaba aterrada, no podía negarlo, pensar que estarían juntos, que ya tenían que fingir que eran novios y que pronto fingirían su matrimonio, me tenía sumamente despavorida. Larissa era heredera de un gran emporio, una cantidad de empresas asociadas a Gross Inc., donde el presidente era el señor Santiago Gross, su padre.
Y aunque trataba de no darle tanta importancia a su dinero, poción y clase, me era inevitable no compararme, ella había estudiado en los mejores internados y universidad de Europa, era hermosa, millonaria, ¿cómo iba a competir ante tanto? Y nada ayudaba a que cuando navegaba por el buscador me encontrara con fotografías de ella comprando, comiendo con personas importantes y otras menos agradables con Kyan.
Todo era como una montaña rusa, que no me daba respiro para ubicarme dónde estaba a que dirección iba.
Y aunque siempre trataba de animarme, viendo el anillo, recordando lo que siempre me decía: No importa cuánto tiempo lleve esto, no importa si se llegará a complicar, debes estar segura que yo siempre regresaré a ti. Simplemente no lo lograba por completo.
Porque sí, se escuchaba bonito, me alentaba y daba fuerzas pero todo lo que estaba pasando era más grande que nosotros y aunque me empecinara en negarlo, nada iba a ser fácil, iba a ser mucho más complicado de lo que creíamos.
Íbamos a mediados de febrero, faltaba una semana para la boda, así como, al día siguiente cumplíamos mes, once para ser exactos y aunque para esa fecha yo tenía muchas expectativas, la sombra de lo que estaba por pasar opacaba mi felicidad sin que lo pudiera evitar.
Estaba en mi recamara en Campbell, tratando de leer una obra clásica que me sería evaluada el lunes temprano, cuando mi móvil comenzó a sonar, era Kyan.
— ¡Emily, vístete que paso por ti en veinte minutos! —Y pasado el tiempo llegó.
— ¿Adónde iremos? —pregunté, sabiendo que no me diría.
— ¿Eso qué importa? Esto es un secuestro... —comentó, tomando mi mano y arrastrándome al auto.
Me llevó al teatro a ver una función de Alicia en el país de las maravillas, y no me importó estar rodeada de niños, escuchar cada una de sus inocentes reacciones me divertían y encantaban a la vez. Siempre me habían gustado los niños, por lo que estar rodeado de ellos no me molestaba.
Al salir de la función fuimos a comer a un restaurante de comida Mexicana, ahí pasamos un buen rato degustando de la deliciosa comida. Cuando la noche cayó, fuimos a uno de los parques que fungían como un inmenso redondel, el mismo contaba con una gigantesca fuente la cual tenía juegos de luces que hacían un hermoso espectáculo junto a los chorros de agua caer y elevarse en diferentes direcciones.
Recorrimos las aceras del redondel, uno al lado del otro, abrazados, conversando de cosas sin importancia, haciendo planes para mis vacaciones de verano, como si nada a nuestro alrededor estuviera por desplomarse, como si el tiempo que nos quedaba para seguir juntos no estuviera escapándose.
Porque esa noche algo ajeno a nosotros comenzaba a hilar sus planes, los cuales pronto acabarían con nosotros porque todo lo que nos rodeaba era como una bomba, que pronto explotaría, acabándonos.
—Sentémonos —sugirió, atrayéndome a una de las bancas que quedaban frente a la carretera—. No te lo había dicho pero te ves muy hermosa —murmuró muy cerca de mi oído, provocándome escalofríos. Giré el rostro para verlo, sus ojos brillaban como las estrellas, sus labios estaban ladeados en una sonrisa.
—Gracias... —murmuré, tenía la barbilla alzada, muy cerca de sus labios, ansiando volver a probarlos. Y presa de la necesidad de sentirlo, acerque mi rostro al suyo, aspiré su olor, disfrutando nuestra cercanía, consciente de la mirada expectante de Kyan, entonces lo besé. Sus labios suaves y cálidos se movían en sincronía con los míos, su lengua pronto se abrió paso e invadió, al tiempo que me volvía presa de una estampida que revolucionaba cada parte de mi ser. Nuestras respiraciones pronto se volvieron pesadas y cargadas de pasión, lo sabía pues cada parte de mi cuerpo se estremecía. Y como siempre sucedía, el deseo nos atravesó como una flecha certera. Entonces, rodeada de toda esa bruma que comenzaba a nublar mis sentidos, comprendiendo el rumbo de todo lo que ahí pasaba—. Llévame a otro lugar —supliqué. Sus ojos brillaban, sus pupilas claramente dilatadas me dejaban más que claro que el deseo era el mismo, tan inesperado como fuerte.
Y así pasó, esa noche nos amamos como nunca antes, como nunca volvería a vivir. Nos entregamos de tal forma que nada más residía en mí, pues en esa misma habitación donde ambos nos despojamos de todo, dejando nuestras almas expuestas, vulnerables, nos fundimos de tal manera que nos convertimos uno solo.
Sin embargo, todo ese encuentro me sabía diferente... como a una especie de despida y aunque intenté despejar esa idea, no lo logré por completo. Pues algo dentro de mí me decía a gritos que grabara con fuego sus caricias, que tatuara sus besos en mi piel. Era una sensación apabullante e hiriente, pero las hice a un lado y me obligué a sentir, a dejarme llevar como el agua, como el aire. Y de esa misma forma con esa libertad, le entregué todo.
El lunes muy temprano, luego de someterme a mi examen, iba caminando con Gabriela, hablando sobre la repuesta de la prueba y de otras cosas, sin embargo, me hallaba ausente... pues en dos días seria la boda por el civil, iba a ser algo privado y eso me aliviaba de muchas formas, no tendría que cargar con imágenes de ellos en una ceremonia despampanante pues hasta donde tenía entendido seria en las oficinas de la empresa de mi novio.
—Mañana es la fiesta de una de las fraternidades y me gustaría que fueras conmigo —propuso. Volví a verla, alcanzando a escuchar un poco de lo que me había dicho.
—No puedo ir..., mañana justo me regreso a Campbell. En serio, lo siento —dije apenada.
—Entiendo. —Soltó un tanto desanimada—. Pero al menos dime que lo pensaras, nos harás mucha falta a Alex y a mí. —Asentí con la cabeza al tiempo que le sonreía.
Ese día por la tarde, estando en el departamento de mis amigos, tomé alguno de los libros que necesitaría ese día para seguir adelantando mis trabajos y así no tener la mente desocupada y libre para pensamientos tortuoso. Tomé las llaves de mi automóvil pero justo antes de salir mis amigos me llamaron.
—Hola, Emily... ¿cómo estás? —preguntó mi amigo con voz preocupada lo cual me alertó.
—Saliendo del departamento justo me iba para mi casa —comenté, ajena a lo que estaba pasando.
— ¿No has visto nada? —Arrugué el entrecejo, ¿ver qué cosa? No entendía para nada qué era lo que pasaba.
—No entiendo, ¿qué pasa? —Silencio—. Luck, ¿qué está pasando? Dime —exigí saber, apretando demás el móvil con mi mano, sintiendo como el pecho comenzaba a apretarse también.
—Kyan..., aparece en redes sociales con... —Y solo me bastó para colgarle e irme mis redes sociales para que en un par de segundos todo mi mundo se viniera abajo y simplemente no lo podía creer, el aire comenzó a escasearse, mis manos a temblar de tal forma que el celular se cayó de mis manos.
—Esto es una mentira —murmuré, tratando de hacerme recordar que ellos debían actuar, pero ¿besarse? No, no, eso nunca había sido necesario. Tomé de nuevo todas mis cosas y salí, mirando de vez en cuando la fotografía donde Kyan salía besándose con Larissa y es que se miraba tan real.
Pero lo peor de todo había sido reconocer que esa fotografía había sido tomada dentro de la empresa, ese lugar no era público. ¿Qué otras cosas habían estado pasando y yo sin saberlas? Me cuestionaba, demasiado turbada, enojada, muy enojada. Y me sentía tan humillada y a la vez vulnerable.
Conduje hasta la empresa, sabía que ahí debía de estar. Y estando dentro del elevador, sentía que las paredes metálicas cada vez se comprimían más. Salí como alma que lleva el diablo, las lágrimas corriendo de mi rostro, la impotencia aplastándome como si un tractor sobre mí.
Y sintiendo como el tiempo pasaba con tan dolosa lentitud, llegué hasta su oficina y sin esperar que me anunciaran entré. Estaba de espaldas hablando por teléfono, me acerqué sin que se diera cuenta de mi presencia, entonces, dándole un leve golpe a la mesa al depositar mi móvil con la fotografía en ella, Kyan giró en un segundo y sin decir más colgó. Se acercó a mí, sus ojos escaneándome preocupados, temerosos, ¿qué acaso nunca pensaba decirme nada?
Retrocedí, pues su cercanía me hería, señalé con mi cabeza el móvil y todo comenzó a caer por su propio peso. Kyan tomó el celular y al ver su rostro, inexpresivo, me desplomé, sus ojos se elevaron encontrándose conmigo y la verdad me atravesó el corazón como una lanza, era la verdad. Aclaré mi garganta, tomando todas las fuerzas que poseía para no derrumbarme justo ahí.
— Emily yo puedo explicarlo... —dijo, acercándose a mí, di los mismos pasos alejándome.
— ¿P-por qué no me dijiste nada? —No es lo qué piensas, entre ella y yo no hay nada, te lo juro debes creerme. —Trataba de acercarse a mí pero no podía, no podía dejar que me tocara, la imagen de él en los labios de ella me estrujaba el corazón. Me lleve una mano a la boca ahogando los sollozos—. ¿Cuándo ibas a decírmelo? —Pasó las manos por su cabello, desesperado—. Esa foto fue tomada el viernes, ¡¿cuándo pensabas decírmelo?! ¿C-cuándo? —El aire me faltaba, las palabras cada vez eran más difíciles de decir, todo era verdad, ¡maldición!, y me mataba que no dijera nada, que no se defendiera, quería que dijera que era una mentira, que ella había planeado todo, que él nunca la había besado, pero su cara, su ojos, sus ojos me miraban avergonzados—. No ibas a decirme nada, ¿verdad?
—Y-yo... si, pero no pude hacerlo ese día, pero lo iba a hacer, te lo juro, iba a hablar contigo... Tienes que creerme, no sé quién o cómo llegó esa foto a los periodistas...
— ¿Cuándo?, ¿cuándo después ya no fuera solo un beso? ¡No te creo! No ibas a decirme nada —refuté, sintiendo como el corazón, como las heridas viejas se iban abriendo una a una, siempre, siempre me tenían que ver la cara de estúpida.
—Emily, debes crearme, yo solo te quiero a ti, tú eres la única, te lo juro. —Su voz denotaba desesperación, pero eso solo provocaba que el dolor y la decepción se acrecentaran pues sabía que era la culpa la que lo tenía así, ¿por qué no me lo contó cuando pasó? No hacerlo solo me dejaba claro que él también había participado para que sucediera y eso estaba acabando conmigo, y ya no quería sufrir, no de nuevo. Me tomó de ambos brazos, buscando mi mirada, pero yo no podía verlo—, yo la rechacé, lo juro.
—Suéltame, quiero irme —exigí, agaché la cabeza, tratando de ocultar mi dolor. Me removí en su agarre, deseaba alejarme de él lo más pronto posible, su tacto comenzaba a lacerarme. Cuando por fin lo hizo, limpié mis ojos, las lágrimas que amenazaban con salir y añadí—: no me busques, por favor q-que yo... no q-quiero verte —dije con mi voz a un hilo. Hizo el amago de acercarse, alcé mi mano—. No me toques.
—Yo te amo. —Sus ojos estaban razados y eso sumaba pesar a miya pesada carga—. Lo juro, yo te amo... —Su voz se rompió, sin embargo, cada palabra me estrujaba, hastael punto que el aire ya no llegaba a mis pulmones, lo miré una vez y salí, corrí hacia el ascensor, quería irme quería alejarme de él, de todo. Y así hice.
N/A: Ahora sí 🙈, preparen pañuelos desechables, helado, chocolates y la antorcha con la que me van a perseguir... 😅. Con este capítulo nos encaminamos en la vuelta final, cuando vayan quedando pocos capítulos yo les aviso.
¡Nos estamos leyendo! 😙
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