Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

24. Reclamos

Teenage blue - dreamgirl

Las semanas comenzaron a pasar con demasiada rapidez, de tal forma que en un cerrar y abrir de ojos el tiempo avanzaba y se desvanecía frente a nosotros. Y conforme este avanzaba, la ansiedad de saber la respuesta a mi solicitud para la universidad, el miedo de no ser admitida, que tanto esfuerzo no valiera la pena, incrementaba. Sin embargo, aunado a todo eso estaba la otra parte que me mantenía en vilo y es que con cada día que pasaba mi relación con Kyan iba creciendo, fortaleciéndose y el sentimiento que compartíamos iba creciendo exponencialmente y aunque no éramos consientes por completo de lo que poco a poco iba floreciendo y expidiéndose en nuestros corazones, ya no nos importaba. Estábamos juntos y ni aun con el cielo amenazando con desplomarse nuestro sentir iba a disminuir.

Asimismo, gracias a todo ese tiempo, a todo lo que había estado viviendo, poco a poco el miedo, la inseguridad, había ido desapareciendo, aunque no del todo, pero ya no ejercía la misma fuerza en mi vida, ya no me servía de freno para con mis emociones. Pues poco a poco, iba dejándome llevar sin oposiciones, me dejaba fluir como el agua cuando no posee cause y eso me encantaba, sentir la libertad, poder demostrar mi amor sin restricciones de nadie ni mías, solo viviendo día con día lo que ese sentimiento nos regalaba.

Pues todos esos meses que recién pasaban, habían sido por demás mágicos, llenos de momentos gratificantes, llenos de emociones vivificantes, diferentes. Ningún día con Kyan era parecido ni similar al anterior lo cual convertía cada momento junto a él en algo único, en instantes que atesoraría por siempre, que me llenaban de fuerzas cuando los malos días llegaban, que me servían de ancla, así como me inyectaban valentía y fuerza a mi torrente, anestesiando mis miedos, calmando la opresión en mi pecho, despertando en cambio, con cada milésima de segundo que pasaba, un amor que florecía y se expandía sin barreras que lo controlaran, con libertad y fuerza, que a su vez nos mantenía en un ir y venir constante, que nos impregnaba de una necesidad de contacto, de sentirnos, la cual no era mermada hasta que estábamos juntos.

Y aunque nunca habíamos intimado, nuestros besos cada vez se tornaban más intensos, más demandantes y éramos consientes que cada vez se volvía más difícil detenernos. Y por esa misma razón no buscábamos quedarnos completamente solos o en lugares que se prestaran a que algo más surgiera. Pero siempre nuestras ganas encontraban el momento y lugar adecuado para hacer de las suyas y empujarnos uno sobre el otro, dejando a su vez, un deseo que poco a poco iba creciendo, perforando de a poco nuestro autocontrol, el único que nos ayudaba a frenar cuando todo, sabíamos, se volvíamos abrumador, intenso y por demás excitante. Y no sabía cuánto tiempo duraríamos sin llegar hasta aquel punto sin retorno, la verdad de las cosas era que, cuando estaba sola me preocupaba por mi inexperiencia, alentándome a que debía ser más cautelosa y no empujar más, pero todo eso se esfumaba al simple contacto de sus labios, de su palma sobre mi cintura, de su aliento colándose y mezclándose con el mío. Por lo que era extenuante y un tanto absurdo, querer controlar algo que tarde o temprano sería inevitable.

Estaba desayunando cuando mi móvil alertó la llegada de un mensaje, desbloqueé mí móvil y al notar que era un número privado lo abrí presurosa pensando en que podía ser Kyan, pero tal esperanza pronto se desvanecería:

Anónimo
Disfruta mientras puedas, zorra. Porque el tiempo se te está agotando.

El pulso se me detuvo para luego salir disparado, gruesas gotas de sudor comenzaron a permear mi frente, bien podía pensar que era para alguien más, que ese mensaje no era para mí pero la sensación pesada que se apoderó de mi, al tiempo que sentía campanas de alerta resonando en mi cabeza, algo en mi interior me hizo saber que era para mí. Dejé mi desayuno a medias, mi estomago se cerró y la opresión en mi pecho regresó, dificultándome la capacidad para respirar con normalidad; releía una y otra vez el mensaje y cada vez me más resultaba irreal, absurdo que fuera para mí y era lo que me quería hacer creer. Así que por encima de esa opresión me convencí que no era para mí y si lo era seguramente era una broma de mal gusto. Y no me sorprendía que fuera Laila o alguna de sus amigas quien me enviara esos mensajes. Así que, creyendo en que era una broma de mal gusto, borré el mensaje.

El día transcurrió con normalidad y para la cena todo en mi interior estaba tranquilo, esa sensación pesada con el paso de las horas había aminorado hasta desaparecer. Y para cuando Kyan llegó por mí, todo volvió a estar como debía. Y la felicidad me embargó, como siempre sucedía cuando él estaba conmigo. Lo recibí ansiosa.

—Hola bonita —saludó, inclinándose hasta que sus labios estuvieron a mi alcance. Me aferré de sus hombros y lo besé con fuerza con hambre. Lo había extrañado.

—Guau, por favor salúdame más seguido así... —susurró con su voz enronquecida. Me sonrojé al instante y lo tomé de la mano, halándolo hasta el jardín, luego de pasar saludando a mis padres. Nos sentamos en un sofá hecho de mimbre y de inmediato me envolvió en sus brazos—... ¿cómo ha estado la mujer más bella del mundo? —Sonreí como tonta, podía escucharlo decirme todas esas palabras bonitas miles de veces y nunca me acostumbraría, su presencia y su esencia siempre cimbraba cada parte de mí.

—Pues extrañándote como loca, así que supongo que mal... —Soltó una risa, golpeé suavemente su abdomen de forma juguetona solo que dejando mi mano sobre sus músculos tensos y firmes—... ¿acaso tú la pasaste mejor que yo? —reproché, besó mi mejilla, agarrándome desprevenida.

—Yo tampoco pasé un día tan agradable. —Hizo una mueca con sus labios que me alertó, notó mi gesto y de inmediato suavizó el rostro guiñándome un ojo—. Te estás haciendo indispensable para mí, eso es lo que pasa. —Se inclinó poco a poco sobre mí, acorralándome cada vez más contra el respaldo del sillón y me sentía como una presa, a punto de ser cazada. Pero a quién podía engañar, me encantaba—. Tanto que quisiera llevarte atada siempre conmigo, no despegarme de ti... poder besarte cuanto y cuando yo quisiera. —La respiración comenzó a hacerse irregular en ambos, sus  pupilas comenzaron a dilatarse y a viajar de mis ojos a mis labios entreabiertos y deseosos—. Quizá no me creas, quizá pienses que es demasiado pronto para sentir todo esto y decírtelo pero es la verdad y quiero que estés enterada, para que reconozcas que... lo que yo siento no es algo pasajero. Te quiero Emily, más que a nadie.

Y sin poder decir nada, porque cómo responder a algo tan hermoso, cómo hablar sin arruinar el momento, mi lengua era torpe y con su aroma inundándome me era mucho más difícil pensar con claridad en cambio solo podía hacerle sentir que algo demasiado similar era lo que en mi se estaba detonando. Así que sin mayor tardanza lo besé. Olvidando todo lo que a mí alrededor estaba sucediendo, olvidando el mensaje que había recibido, sustituyendo del todo esa opresión en mi pecho por seguridad.

Él y yo estábamos juntos y nada, nunca, cambiaria eso, al menos no en nuestros corazones.

Junio llegó con rapidez y la carta de la universidad pronto llegaría, no dudaba que en cualquier momento. Mis amigos ya estaban disfrutando de sus vacaciones de verano y para esas fechas lo ocurrido con el mensaje de texto ya había desaparecido por completo de mi cabeza, ya era solo un recuerdo que se había evaporado de mi mente.

Martes, al regresar de mi trabajo me sorprendió ver a mis padres sentados sobre el sofá de la sala de estar, me miraban expectantes y extraños, tanto que me alarmé. Les sonreí tratando de mostrarme tranquila.

— ¿Cómo estuvo tu día, cielo? —preguntó mi papá, mientras palmeaba el lugar junto a él, obedecí esa petición silenciosa y dejando mi boldo sobre mis pies me senté.

—Bastante bien, ¿sucede algo? —cuestioné sin titubeos. Ambos se dedicaron una mirada rápida. Mi madre soltó un suspiro.

—Tu padre y yo... queremos proponerte algo como regalo de cumpleaños... —Fruncí el ceño demasiado extrañada, faltaba algo para que eso sucediera.

— ¿En serio? Pero si aun falta... —Ambos asintieron con la cabeza y mi madre movió su mano en un gesto desdeñoso.

—Eso qué importa. —Y fue entonces cuando soltó la bomba—: ¿Te gustaría regresar a El Salvador para tu cumpleaños? —preguntó mi papá con una enorme sonrisa. Abrí los ojos de par en par, me había esperado cualquier cosa, desde una fiesta o cualquier otra cosa. No era que me desagradara la idea pero en verdad me habían sorprendido.

—Será la boda de tu tío Carlos, por lo que creímos que era un estupendo momento para regresar aunque sea por un par de semanas, ¿qué dices? Sé que estás trabajando pero creímos que sería bueno que te tomaras un descanso antes de entrar a la universidad...

—Me encanta la idea —dije, cortando el balbuceo de mi madre.

Mis padres me observaron entonces con clara tranquilidad y felices de mi respuesta. Lo de mi trabajo tenía arreglo, pues si era aceptada en la universidad mi trabajo terminaría luego de junio, pues debía de hacer demasiados trámites y eso iba a consumir mucho de mi tiempo. Bueno, si era que todo resultaba como estaba planeando.

A la mañana siguiente luego de desayunar y hacer la limpieza en casa decidí tomar un buen baño, pues en un par de horas Kyan vendría a comer y quería preparar algo y así comentarle lo de mi cumpleaños, pues la noche anterior no nos habíamos visto pues él regresó muy tarde de la empresa, por lo que solamente habíamos hablado por teléfono.

Sin embargo, al salir, mi móvil tenía la pantalla iluminada, me acerqué aferrando la toalla que cubría mi cuerpo y deslicé mi dedo por la pantalla para desbloquear y para sorpresa mía me encontré con un mensaje de ni más ni menos de Pablo. Un mal sabor se instaló, de inmediato, en mi boca, ¿qué quería? No tenía valor de abrir el mensaje y leer su contenido, así que lo dejé sobre la cama y me cambié, sin poder evitar mirar mi móvil de vez en vez. La curiosidad me carcomía y no era como si nunca iba a tener que leerlo, tarde o temprano debía hacerlo. No quería arriesgarme a que siguiera mandándome más, qué si en una de esas estaba con Kyan, nunca lo había visto celoso... ni nada por el estilo pero no tenía intención alguna de averiguarlo, menos en ese momento en que todo marchaba más que bien.

Pablo: Hola Emily, ¿cómo estás?  

Suspiré un tanto tranquila, solo era un saludo cortes, pensé. Le respondí y dejé el móvil dentro de mi bolsillo esperando a que ya no respondiera y si lo hacía... pues ya vería que hacer. Minutos después recibí un mensaje de mi novio e ignorando el mensaje de mi ex, leí el que si me importaba.

Kyan: Buenos días, preciosa. Quería decirte que ahora saldré mucho más temprano de mi trabajo... bueno en realidad me escaparé jaja así que en una hora estaré en tu casa, ¿sí? Te adoro.  

Suspiré, sintiéndome en las nubes. Le respondí en seguida y mientras lo hacía me cayó otro mensaje de Pablo que ignoré deliberadamente. Kyan vendría muy pronto y tenía que cocinar la comida, no tenía tiempo para perder respondiendo un mensaje, ¿o sí?

Preparé spaguetti con trozos de pollo en salsa Alfredo, mi especialidad. Y justo cuando tenía ya todo listo, el timbre sonó, anunciando la llegada de Kyan, y lo sabía porque lo sentía. Me quité el delantal y corrí hacia la puerta.

—Hola... —dijo, entonces yo salté a sus brazos. Me envolvió en ellos, alzándome un poco lo cual que me hizo soltar una corta risa.

— ¿Cómo estuvo tu mañana? —pregunté, mientras entrabamos a la cocina. Noté por rabillo del ojo que mi novio olfateaba disfrutando del aroma, lo cual me hizo sonreír.

—Pues bastante bien, entregamos unos embarques a un par de clientes... —comentó, miré como se aflojaba el nudo de su corbata para deshacerlo por completo y desabotonar los primeros botones de su camisa formal—... puedo saber que cocinaste, huele delicioso.

Me moví de donde estaba y me acerqué a la cocina mientras le contaba lo que había preparado, y le pedía que fuera por los platos para servir. Y mientras Kyan estaba al otro lado de la cocina, sentí como mi teléfono vibraba y no era un mensaje, era una llamada de Pablo... Pestañé, demasiado sorprendida, ¿qué le ocurría para que insistiera tanto? Y estaba por alagarlo cuando mi novio hablo:

—Preciosa, no encuentro los cubiertos... —Deje el móvil sobre la encimera, a un costado de la estufa y me acerqué donde se encontraba y lo ayudé a buscar—... muchas gracias.

Regresamos la estufa y comencé a servir una porción enorme para Kyan, mientras alegaba a que no dejaría nada para mí pero... el hambre se me había ido un poco, no podía dejar de pensar en la llamada de Pablo, eso era demasiado extraño. Claro, luego de aquella conversación recibía mensajes de vez en cuando de él saludándome, pero desde que mi relación con Kyan comenzó ya no habían llegado por lo que no creí necesario comentarle nada.

— ¿Quieres queso mozzarella en tu spaguetti? —pregunté. Hizo el amago de pensar y luego asintió con la cabeza. Se sentó sobre la mesa y yo me fui a la refrigeradora—. Sabes, mis padres me dijeron que para mi cumpleaños... —Entonces mi móvil comenzó a sonar, me tensé en el instante. Kyan, demasiado ágil para mi bien, se levantó para acercarme el móvil y fue cuando lo vi fruncir el ceño.

—Te está llamando un tal Pablo... —dijo, alzó la cabeza.

— ¿Ah sí? —cuestioné, haciéndome la demente.

— ¿Quién es, amor? —preguntó con sutileza, pero sabía que él tenía ya una leve sospecha—, parece que quiere comunicarse contigo con urgencia, tienes varios mensajes de él.

Giré mi cuerpo para encontrarlo revisando mi celular, lo cual sin saber porqué me molestó.

—Sí, quizá quería saludarme... —siseé. Me miró alzando una ceja, no me creía.

—No respondiste a mi pregunta. —Me encogí de hombros y comencé a dispersar el queso sobre su plato, retardando lo más que podía mi respuesta—. Es tu ex, ¿cierto?

Chasqueé la lengua y solo asentí con la cabeza sin atreverme a verlo realmente a la cara. Pero le sentí acercarse, se situó a mi lado y me tendió mi celular, lo tomé. Volví a verlo y tenía sus brazos cruzados y su gesto denotaba molestia. Eché mi cabeza hacia atrás, no tenía nada que ocultar pero tampoco tenía nada que decir.

Sin embargo, la pantalla de mi celular mostraba su casilla de mensajes, ignoré el hecho que había irrespetado mi privacidad y leí el mensaje, comprendiendo ahora su semblante serio y amenazante:

Pablo: Te escribía para preguntarte si tienes tiempo un café, estoy en la ciudad y me gustaría verte. 

Discúlpame por llamarte pero en verdad quiero verte y necesito saber si quieres o puedes. Respóndeme por favor...

Alcé la cabeza con temor, ¿cómo demonios iba hacer para que no se enojara? Aunque era claro que no había siquiera respondido o al menos leído sus mensajes, no sabía cómo salir bien librada. Pero, ¡diablos!, él tenía que confiar en mí.

—No sabía que quería invitarme... —Abrió la boca para decir algo pero me antepuse, sabía lo que quería preguntar—... Y obviamente iba a negarme, yo no quiero ningún trato con él. Menos ahora que estoy contigo. —Traté que mis palabras sonaran lo más sinceras y claras posibles, solo esperaba que él las sintiera así.

—Pues al parecer él quiere lo contrario, Emily. ¡Te quiere ver! —exclamó con asombro y mostrando un atisbo de enojo—, en sus mensajes, en la insistencia con su llamadas deja más que claro que quiere intentar algo contigo. —Sacudí la cabeza en una negativa al tiempo que rodé los ojos, estaba loco. Soltó un bufido—. Deja de ser tan ciega, es obvio que aun te quiere... Ahora respóndeme algo, Emily ¿Aun lo quieres? ¿Te interesa Pablo?

Abrí mi boca demasiado atónita, ¿en verdad me estaba preguntando eso? Me dolía que lo hiciera, ¿acaso no veía cuan perdidamente enamorada estaba de él? Mi comportamiento con él no podía fingirse. Sacudí la cabeza en una negativa, incrédula y molesta, muy molesta.

—No puedo creer que estemos discutiendo por esto, ¡por unos cuantos mensajes de alguien que ya no es importante para mí! —Inquirí alzando un poco mi voz. Cerré los ojos y tomé una bocanada de aire, no iba a permitir que esos simples textos estropearan mi relación. Enfoqué mis ojos a los suyos y añadí—: pero está bien, responderé a tus preguntas pese a que me duele y desconcierta tu desconfianza.

»Primero: no, no lo quiero ni como amigo y mucho menos como algo más y segundo: no me interesa, ya pasó mucho tiempo desde que me interesó algo con respecto a él. Y si me disculpas, yo tengo mucha hambre. —Di por terminado el tema. ¿Cómo era posible que me preguntara esas cosas? ¡Argh!

Me senté en un taburete y comencé a comer, aunque sentía el estomago cerrado, tenía que hacer algo para distraerme o seguramente haría una rabieta. Lo escuché suspirar, mientras se acercaba donde me encontraba, se sentó a mi lado y yo volví la cara al lado contrario. No quería verlo y no sabía si era porque al hacerlo le iba a propiciar una cachetada o porque no deseaba olvidar mi enojo tan rápido, como comúnmente ocurría cada que lo sentía.

—Lo siento, no debí hablarte así. Pero en serio me enojó muchísimo saber que te está buscando... me dio mucho miedo pensar que aun podía interesarte —confesó con tono ahogado. Mi enojó, como temía, se evaporó como siempre sucedía cuando me hablaba de esa forma o me tocaba. Volví a verlo, deslizó sus manos por mi brazo en una delicada e insegura caricia—, te quiero como nunca he querido a alguien y por lo mismo siento miedo, pánico de perderte. Ahora comprendo lo que sentiste al saber que... ya sabes.

Asentí con la cabeza, lo comprendía era una sensación demasiado agobiante, asfixiante hasta cierto punto. Yo misma vivía cada día con ese miedo, con la inseguridad queriendo dominar mis pensamientos, era una pelea constante contra mí misma. Y debía entenderlo, pues seguramente yo en su lugar... solo pensarlo me provocaba una sensación de acidez en la boca del estomago, yo seguramente me comportaría peor. Sonreí a boca cerrada mientras tomaba sus manos con una de las mías y con la otra acunaba su barbilla, la barba incipiente provocó una sensación de cosquilleo en mis yemas.

—Ya olvidemos todo eso, ¿sí? Yo te quiero a ti y tú a mí. —Asintió con la cabeza pero podía leer en sus ojos que no estaba del todo conforme—. Pero para que estés más calmado le responderé en este momento y le diré que no puedo porque tengo que salir con mi novio hermoso, simpático y divertido. —Lo observé sonreír y en como las esquinas de sus ojos se arrugaban, me encantaba verlo feliz.

Yo: Hola, estoy bien gracias. Y pues no puedo, ya tenía una salida con mi novio, lo lamento. Cuídate. 

Terminamos de comer más tranquilos y la incomodidad que se había asentado sobre nosotros minutos atrás poco a poco se había disipado. Solo esperaba que Pablo no siguiera insistiendo, era lo menos que necesitaba en esos momentos.

—No me terminaste de contar lo que tus padres harán para tu cumpleaños... —comentó interesado. Me erguí sobre mi asiento, estábamos abrazados sobre el sofá viendo un programa de asesinato muy intrigante.

—Pues me propusieron ir a El Salvador no solo por mi cumpleaños sino que también mi tío Carlos va a casarse y pues sería una estupenda oportunidad para ir. Ya han pasado muchos años desde la última vez que fui... —agregué. Asintió con la cabeza al tiempo que fruncía los labios, entorné los ojos—... ¿pasa algo? —Ladeó el rostro y me miró de esa forma que me volvía gelatina.

—Es solo que... caí en cuenta que, primero: no sé cuando cumples años y segundo: no voy a poder estar contigo para esa fecha. —Relajé mis hombros y me encogí en ellos.

—Julio 08. Y no es tienes porque...

—Ni se te ocurra decirme que no tengo porque hacer algo para celebrar tu cumpleaños —reprendió—, que no te hare caso.

Rodé los ojos al cielo mientras soltaba un suspiro, aunque la verdad de las cosas era que la situación me parecía graciosa.

—Como si alguna vez me has hecho caso —acusé. De inmediato sus cejas rubias se arquearon y su boca se abrió formando una 'o', en un gesto completo de incredulidad. Pero luego volvió a la normalidad y cambió a uno más pensativo.

—Tienes razón, si te hubiese hecho caso cuando me pediste que me alejara de ti... no estaríamos así ahora. Así que me alegra haberte llevado la contraria —musitó, acariciando con su nariz mis pómulos y mis labios, y podía sentir las corrientes eléctricas recorrerme por completo, erizando mi piel y vivificando cada uno de mis sentidos y terminaciones nerviosas.

—Eres un exagerado... —Fingió ser herido con mi cometario, llevando su mano al pecho de forma teatral. Mordí mi labio inferior frenando una sonrisa, él percibió mi gesto y sin darme ni un segundo para procesar, me besó. Fue entonces que comprendí que: besar a Kyan me hacía sentir más viva que nunca antes, me hacia experimentar demasiadas cosas al mismo tiempo, creándose una bruma espesa que nublaba todo en mi cabeza, convirtiéndome en una muñeca de trapo que se dejaba fluir, y manejar sin oponerse.

Y por primera vez, algo que había empezado de forma inocente, pronto se volvió en una explosión de fuego consumidor. Pues sin darnos cuenta, ese beso, sobrepasaría muchas, demasiadas barreras.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro