Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

20. Experimentado

Future me - Echosmith

Una semana después.

Y dos semanas de mi relación con Kyan.

Era poco el tiempo que llevábamos juntos, no obstante, muchas veces sentía que lo estábamos desde siempre. Y aunque trataba, con todas mis fuerzas, de dominar lo que en mi corazón se desataba cada que estaba con él, me resultaba una labor titánica. Ya que, todas esas emociones que se arremolinaban en mi pecho, apretándolo, debido a la cantidad de cosas que me provocaban sentir, exigiendo salir y darse a conocer, aún no me sentía preparada para liberarlos. Así que, decidí que no me atormentaría con eso, que no pensaría que quizás estábamos yendo muy rápido, que quizás no había garantía de que todo fuera a funcionar y que solo me dejaría llevar.

Era miércoles, mi día de descanso, y me encontraba en la sala; pasando los canales en una forma de buscar algo que me distrajera y me ayudara a matar el tiempo, pues no vería a mi novio hasta entrada la tarde y eso me tenía sumamente emocionada y ansiosa. Y todo eso era tan nuevo para mí, ya que, que ninguna de mis antiguas relaciones se podían comparar a lo que, en ese momento, estaba viviendo.

Hablé un poco con mis amigos y me alentaron a que ese fin de semana que se acercaba fuéramos a un bar que tenía un par de semanas de haber sido inaugurado. Inmediatamente caí en cuenta sobre del que hablaban. E intenté negarme, pero no pude, pues la conciencia no me lo permitía. ¿Por qué?, todo se debía que aún no me había dignado a contarles sobre mi novedoso noviazgo, pero en mi defensa, entre los preparativos para la presentación y firma de libros y todo lo demás, ellos con sus exámenes, no había existido lugar para contarles.

Y ya veía venir las burlas, ¿o reclamos? Ni hablar, rogaba porque fuera lo primero.

—Pasaremos por ti pasadas las siete de la noche, ¿está bien? —cuestionó Luck. Al otro lado escuchaba la voz de Laura, preguntándole, un tanto, impaciente sobre si había aceptado. « ¿Y Kyan?, ¿no piensas invitarlo?», inquirió mi consciencia. Mordí mi labio inferior, por supuesto que me gustaría llevarlo, ¿pero cómo se los decía sin delatar mi noviazgo oculto?

—Eh, claro. Pero, ¿podría llevar a alguien? —cuestioné.

— ¿A alguien? —cuestionó Luck con voz sugerente. Rodé los ojos—, Lau... Lau... ¡Laura, con un demonio! —La aludida se acercó, escuchaba sus insultos y en como mi amigo le decía que quería llevar a alguien conmigo.

—Dame eso... —Escuché como le arrebataba el móvil—... Emily, ¿qué ha pasado que no nos has contado? —inquirió con reclamo. Posé una de mis manos sobre mi cara, «mejor me hubiera quedado callada», contemplé un tanto arrepentida.

—Nada malo...

—Seguro que nada malo, quién sabe qué picardías has estado haciendo ahora que no te tenemos en la mira... —vociferó Luck.

— ¿Quién es?, ¿Es tu sexy vecino, verdad? Mira que aún no nos cuentas cómo estuvo eso de la fiesta... —Y escuchando cómo me bombardeaban con preguntas, recordé la razón por qué no les había querido contar nada por teléfono.

Así que, me limité a responderles que muchas cosas habían sucedido en ese corto par de semanas; pero ellos no parecían conformarse con eso, querían detalles, querían saber hasta los puntos y comas de todo eso que había pasado. E intenté persuadirlos, decirles que cuando los mirara les contaría todo..., pero no me lo permitieron, fue así como, de pronto, mi teléfono comenzó a alertarme de una solicitud para una video llamada. Ni hablar, se había llegado el momento de hablar con ellos.

Les conté todo, desde que su visita cuando me enfermé aquel fin de semana, en la forma en que terminó yendo conmigo a esa cena y sus sonrisas que cada vez se hacían más sugerentes. Y, mientras les narraba, no logré evitar sentir cómo si años hubiesen transcurrido desde entonces; había vivido tantas cosas en ese corto par de meses, así como, hice un contraste entre el antes y el después de él, y que, sin duda alguna, él había venido a poner mi mundo patas arriba, volcando con mucha facilidad todas mis defensas.

Los escuché aclararse la garganta, logrando que saliera de mi ensimismamiento, los observé, sus bocas tenían una enorme sonrisa y sus ojos brillaban con conocimiento de todo lo que, seguramente, se estaba cruzando por mi mente y corazón. Entonces, terminé narrándoles cuando fuimos al parque y la bomba venía.

—Y desde entonces estamos saliendo... —dije, cerré los ojos un segundo. Temiendo su reacciones.

— ¡Wow! Bien guardadito te lo tenías... —respondió Luck—... ¿Estás segura que te quiere?

—Claro que sí idiota, sino no lo hubiese aceptado —respondió Lau por mí. Ella, más que nadie, podía comprender lo difícil que era para mí abrirme, luego de todo lo que había pasado, y supongo que confiaba en que lo haría con la persona correcta y yo también esperaba haberlo hecho, en ese entonces.

—Bueno, no está demás en que hablemos con él... —Y, fue así, como nos enfrascamos en una pelea los tres; ellos dejándome bien claro en que lo harían sin importar nada y yo, inútilmente, intentando persuadirlos. Terminamos de hablar una hora después, quizá más, no obstante, me sentía bien, mucho más tranquila luego de haberles contado todo. Porque la verdad de las cosas era que ocultarle sucesos a tus familiares, o en ese caso a mis amigos, no me agradaba. Y solo me inquietaba su loca idea de hablar con mi novio, solo esperaba que los pocos días que faltaban me fueran de ayuda para borrarles esa loca idea.

Estaba terminando de ordenar mi habitación cuando entró una llamada a mi celular, era Kyan. Respondí impaciente y feliz.

—Hola...

—Hola, preciosa. ¿Cómo estás? —preguntó, se escuchaba agitado. Me senté sobre la alfombra que cubría la duela de mi habitación.

—Pues feliz ahora que te escucho —solté sin pensarlo mucho. Yo no era muy dada a palabras bonitas, la falta de costumbre quizá—. Y tú, ¿cómo estás?

—También extrañándote como loco, pero ya he tomado manos en el asunto... —Fruncí el ceño, un tanto confundida, pero como respuesta a las dudas que surcaron mi mente, a continuación se escuchó el timbre de mi casa—..., deberías de ir a ver quién es. —Y sin esperar respuesta de mi parte, colgó. Sonreí abiertamente y me levanté de un brinco. Bajé las escaleras corriendo y al llegar a la puerta tomé una respiración y abrí. No dije nada, al verlo mi única reacción fue lanzarme a sus brazos y ser recibida gustosamente en ellos. Me alejé lo suficiente para darle un corto beso y no fue hasta ese momento que me sentí completa de nuevo.

Nos separamos y, de inmediato, cuando comprendí lo que había hecho, sentí mis mejillas rojas, no le di mayor importancia, sabía que ese tipo de arrebatos de mi parte a él le encantaban. Sin embargo, como nada de eso fuera suficiente, como si la vida estuviera empeñada en ayudar a que mis sentimientos y emociones tomaran el control, cuando me fijé en su apariencia, me quedé sin aliento. Kyan iba vestido con pantalones de vestir azul marino, una camisa blanca con los primeros botones abiertos y su cabello perfectamente estilizado. La boca se me hizo agua.

—No me veas así... —dijo con el timbre de voz enronquecido por lo reciente, o eso creí en ese instante.

—Te vez bien, realmente bien... —dije con dificultad. Fue ahí cuando me regañé a mi misma por no haberme esmerado un poco en mi apariencia.

—Creo que me vestiré más a menudo así —dijo alzando una ceja con coquetería y sonriendo de lado. Sacudí la cabeza.

—No seas engreído... —dije fingiendo molestia, seguidamente lo escuché reír. Nos hice pasar a la sala, en donde nos sentamos y comencé a escuchar lo que había hecho en su día. Había tenido una jornada muy movida.

—Ahora dime, ¿qué has hecho? Aparte de extrañarme, obvio. —Rodé los ojos. Y recordar que en otros tiempos ese comentario seguramente me hubiera provocado una respuesta nada agradable. Picó de mis costillas, sacándome de mi ensimismamiento.

—Pues hablé con mis amigos... —dije al tiempo que le dedicaba una mirada fulminante. Alzó sus cejas interesado, así que, le comenté sobre la invitación que me habían hecho—..., y no sé, me preguntaba sí, ¿si quieres ir conmigo? —cuestioné mirándolo de reojo.

— ¿Es el mismo bar? —cuestionó y no faltó que dijera más, sabía sobre qué hablaba. Me limité a mover mi cabeza de arriba a abajo—, claro, me encantaría ir contigo, eso sí..., si a tus amigos no les incómoda.

—No, como crees, ellos estarán encantados de verte. —«Y de interrogarte y amenazarte», pensé, ¿pero para qué preocuparlo antes de tiempo? Aún corría la posibilidad que no pasara nada.

—Ojalá, porque ahora que eres mi novia espero no se pongan celosos. —Rodé los ojos, si bien eran sobreprotectores, pero no estaban tan locos como para armarme escenas. O eso esperaba. Porque me querían, eso sí, me cuidarían de ser necesario contra mi voluntad. Por eso los amaba.

—No lo creo... —murmuré, aún perdida en mis pensamientos; recordando cómo me cuidaron la noche que descubrí todo lo de Pablo. Volví a verlo y me miraba atento, como si supiera por donde había andado mi cabeza. Le sonreí y me acomodé mejor a su lado, se irguió de inmediato y pasó su largo brazo alrededor de mi cintura para acercarme a él. Se miraba cansado, no era para menos, el estrés y tanta actividad agotaban a cualquiera. Pero ahí estaba, dedicándome tiempo, mirándome de aquella forma que disparaba mi pulso como un cohete espacial, elevándome miles de kilómetros fuera de este planeta.

—Quién iba a decir que aquel incidente iba a traer lo mejor a mi vida... —susurró. Elevó su mano libre y con su pulgar delineó mi rostro, la línea de mi nariz, el contorno de mis labios, perfiló mi barbilla, su tacto quemaba, incendiaba cada parte de mi piel. Era tan excitante, despertaba emociones que nunca había experimentado, como el deseo y esa necesidad de él.

—Un minuto de silencio por el helado que se sacrificó por nosotros... —respondí con voz queda, logrando que soltara una risa ronca, de esas que me erizaban la piel. Relamí mis labios; Kyan era demasiado guapo y demasiada tentación para mi bien, siempre lo supe y aún así nada logré hacer para no caer en sus encantos.

Acomodé una de mis manos sobre su torso; deslizándola un poco para sentir sus músculos tensos bajo mi palma, sus ojos me observaron atentos, disfrutando de ese momento de osadía por mi parte. Y la mano con que tenía envuelta mi cintura intensificó su agarre y algo raro se sentía en el aire, tan denso. Pronto acunó mi rostro, mirando mis ojos y mis labios de hito en hito, entreabrí los labios en una forma de invitación, dejando que él tomara el mando de aquella situación.

Y tan pronto como sus labios se unieron a los míos; ya no fui consciente de nada, solamente de un líquido caliente recorriendo todo mi cuerpo, vivificando cada parte de mi ser, despertando todos esos sentidos adormecidos. Mi piel, poco a poco, fue respondiendo conforme él iba dispersando caricias dulces, elevándose e impregnándose de su esencia. Besó cada uno de mis labios con lentitud, como si quisiera memorizar su forma, su textura, alargando de forma decadente lo que ahí estaba empezando. Abrí un poco más mi boca, tratando de profundizar, logrando que ambos dejáramos salir nuestras lenguas que, con prontitud, se encontraron y comenzaron a danzar al son de nuestra inconstante respiración. Mis manos se aferraron a su camisa, entonces Kyan se situó casi sobre mí, acorralándome contra el respaldo del sofá. Y ya no era consciente de nada, solamente de su mano en mi cuello y en el calor de su palma, que ejercía presión contra la piel de mi cadera.

—Dios..., debemos parar... —susurró, aún encima de mi boca. El besó se tornó lento, mientras nos permitía normalizar nuestra respiración. Pero segundos después se alejó.

E inmediatamente, sentí mis mejillas arder, mis labios los sentía hinchados y seguramente rojos, como lo estaban los suyos. Dios, la vergüenza comenzó a hacer mella en mí, ese beso había sido... ¡Por todos los cielos! No tenía palabras para explicar lo que mi cuerpo sintió, se abandonó por completo..., mi autocontrol se esfumó desde que lo tuve junto a mí. Y comprender todo aquello me descolocó, yo no solía ser así.

—No te pongas así..., mírame —pidió. Y con dificultad lo hice, sus labios demasiado rojos y sus pupilas estaban dilatadas, aún así logré ver un atisbo de preocupación en ellos—, ¿estás bien? Yo no quise..., incomodarte. Quiero ir despacio, que tu marques el paso pero... —Soltó un gran suspiro—..., me lo estas poniendo difícil.

—Lo siento..., yo... —Negó con la cabeza.

—No lo sientas, solamente tratemos de ir despacio, ¿sí? —Asentí con la cabeza no tan convencida. ¿Cómo diablos iba a lograr controlarme? No me fiaba de mí misma, mucho menos cuando tenía el aroma de Kyan colindando en mi nariz y viajando por mis pulmones. Todo dentro de mi cabeza se nublaba y solamente la necesidad de sentirlo se hacía presente, desplazando a todo lo demás.

Notó mi controversia interna y me sonrió con ternura. Sugirió que viéramos televisión pero que antes..., le bajara al aire acondicionado. No le refuté, de pronto sentía mucho calor. Asimismo, un tanto cohibida, me levanté del sofá e hice lo que pidió, regresando con dos enormes vasos con jugo de manzana, muy helados, supuse que eso haría mermar la temperatura. No obstante, de vez en cuando, y disimuladamente, me abanicaba con las manos.

El sábado venían mis amigos a la ciudad, ya habían terminado su periodo de evaluaciones, y habíamos quedado de encontrarnos en el bar. Asimismo, pasadas las nueve de la noche, Kyan pasó por mí. Y obviamente iba tremendamente guapo, ¿cómo lo lograba? No tenía idea, ya que, tal parecía que todo le quedaba bien. Llevaba puesta una camiseta blanca y encima una cazadora de cuero marrón, unos pantalones desgastados pero que se amoldaban a su cuerpo perfectamente, se miraba brutalmente guapo, varonil.

Cuando dejé de inspeccionarlo..., lo encontré haciendo exactamente lo mismo. Y nuestras reacciones eran completamente disparejas; él disfrutaba que lo mirase de esa forma y yo, en cambio, estaba hecha un tomate.

—Hola —dije, tratando de no sonar nerviosa. Pero fue imposible, no con él mirándome de esa manera tan intensa que dejaba mi boca seca.

—Te ves preciosa, solo espero no tener problemas con nadie... —Abrí mis ojos como platos y negué con la cabeza, recordando aquella fiesta y todo los problemas que habían pasado. Elevó su comisura izquierda, en una sonrisa relajada, en una forma de decirme que todo estaría bien. Crucé los dedos porque así fuera—... ¿Nos vamos?

—Claro. Y tú también te vez muy bien —me atreví a decir. Detuvo su andar y me sonrió.

— ¿En serio? Pues muchas gracias... —Tomó mi mano y depositó un beso en el dorso de la misma, luego me haló hasta su camioneta, mientras me contaba un chiste, uno muy malo.

Llegamos más rápido de lo que creí al bar; había ido tan distraída en el camino que no me percaté de nada hasta que mi novio me pidió que bajara del auto. Me bajé y, tan pronto lo hice, una imagen abrumadora de muchísimas personas, me recibió, la misma acompañada por melodías muy eléctricas y estruendosas. Hice una mueca con mis labios, en otras ocasiones, presenciar todo eso me llenaba de euforia, pero esa noche, sentía que no debía estar ahí. «Se lo prometiste a tus amigos, solo entra y diviértete como cualquier mujer de tu edad», refutó mi consciencia, y tenía razón, ¿no?

Había una fila casi interminable, nop obstante, gracias a Luck y uno de sus conectes que nos dieron pase VIP, logramos entrar al lugar sin ningún problema. El sitio tenía una iluminación tenue pero que era recompensada con la infinidad de luces de colores que serpenteaban el lugar. El bar era sorprendente, no puedo negarlo, así como, estaba a reventar, lo cual le daba emoción. Anduvimos con mi novio entre medio de toda una masa de personas bailando, hasta que llegamos a una sala exclusiva, ahí se encontraban mis amigos. Y tan pronto llegamos hasta ellos, mis amigos se levantaron para saludarnos, Laura se levantó y me saludó con un abrazo y a mi novio con un: hola. Kyan y mi amigo se saludaron con un apretón de manos y un: qué hay.

Nos sentamos junto a ellos y de inmediato nos llevaron un par de bebidas, mi acompañante se negó a tomar pues alegó a que debía manejar. Mis amigos lo vieron con ojos escrutadores, como quien estaba evaluando algo. Y supuse que había sido treta de ellos.

Kyan: uno.

Mis amigos: cero.

La zona en donde estábamos contaba con una barra exclusiva para la zona VIP, sin embargo, sí queríamos ir a bailar, debíamos ir a la pista de baile común. Por lo que no se me dificultó mucho ir por un trago, para disminuir la ansiedad, cuando noté que mis amigos comenzaban su interrogatorio.

Y, durante un buen rato, Laura y Luck no habían parado de hacerle preguntas a Kyan, como: a qué se dedicaba, qué le gustaba hacer, ¡hasta si alguna vez lo habían detenido y llevado preso! Se estaban pasando, pero cada vez que quería intervenir, ellos boicoteaban todo y seguían con su preguntadera.

Pese a que Kyan no parecía estar nervioso, sino que, hasta divertido. Y, poco a poco, se los estaba echando a la bolsa, comprendí sorprendida, luego de ver cómo, minutos después, conversaban fluidamente de temas insignificantes, ya no habían preguntas incómodas, solamente una charla entre personas que querían pasarla bien.

— ¿Qué dicen si vamos a bailar? Esa canción me encanta —sugirió Laura, los tragos ya se le estaban subiendo. Y Luck no estaba diferente, sus ojos escanearon la pista que se hallaba a mis espaldas y de pronto su expresión cambió radicalmente y la conocía tan bien: ya había encontrado a una presa.

— ¡Si, vamos! —Se levantó y se dirigió a la pista, seguida de Laura, quien al notar que no iba detrás regresó por mí. Volví a ver a mi novio, suplicante. Sonrió de lado y entendió que no quería ir sin él. Se levantó y rápidamente envolvió con su brazo mis hombros. Laura lo notó segundos después y no pareció incomodarle que se incorporara.

Middle se escuchaba a todo lo que daba. Nos internamos en el centro de la pista y Laura comenzó a bailar al ritmo de la canción, moviendo su cabeza y alzando sus manos para moverlas al ritmo de sus caderas. Me situé a su lado y sintiendo a Kyan a mis espaldas con sus manos en mi cadera..., comencé a bailar, moviendo mis hombros, mi cabeza y mi cadera.

Laura me señaló, con su cabeza, hacia un lado de la pista, miré en dicha dirección y encontré a Luck bailando con una chica muy guapa.

—Típico... —dijimos al unísono, mientras rodábamos los ojos.

El dj cambió la canción a una más lenta, PillowTalk, diciendo que aquellos que habían llegado solos se buscaran una pareja. Y mi amiga no duró ni dos segundos cuando un pelinegro de ojos verdes se acercó a ella y le pidió ese baile. "Muy resignada", accedió.

—Qué bien, ahora eres toda mía... —murmuró Kyan, sobre mi oído. Estábamos frente a frente, mis manos alrededor de sus hombros, mi barbilla rozando su pecho y mi corazón latiendo tan rápido como una locomotora. Él posó sus manos torno a mi cadera y comenzó a guiarme con movimientos suaves y decadentes. Mi cuerpo comenzó a relajarse y a dejarse llevar por las notas de esa sugerente canción. Y, tan pronto, mi cadera comenzó a rozarlo..., sentí su aliento chocar contra mi oído, era caliente, ocasionándome un escalofrío de deleite. Giré mi cabeza para enfocarlo y sus ojos, pese a la tenue iluminación, los noté dilatados, su comisura izquierda se elevó, en una sensual sonrisa.

—Bésame, Emily... —pidió con su voz enronquecida, acercando su cara hasta quedar a milímetros de la mía. 

¡Gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro