17. Esclarecer
Perfect - P!nk
Me llevó a La PanotiQ Pastelería y Café, quedaba cerca del centro, a unos veinte minutos con tráfico, y personalmente me encantaba ese sitio. Servían unos cafés deliciosos. El sitio era de colores cremas y marrones, las mesas eran de un café quemado, daba un estilo sofisticado y cálido. Nos ubicamos en una mesa de uno de los costados y luego llegaron a pedirnos nuestra orden. Yo ordené un croissant y un latte de vainilla, Kyan pidió un mousse de chocolate junto a un café negro.
— ¿Cuándo regresa tu padre de Nueva York? —preguntó, recién nos habían llevado nuestras bebidas.
—La próxima semana, aún no sabemos si viernes o durante el fin de semana —respondí.
— ¿Son muy frecuentes esos viajes?
—Ya no, antes viajaba cada dos meses pero desde hace un año solo lo hace una o dos veces por semestre. —Asintió con la cabeza, dio un sorbo a su café y luego me sonrió de lado. Seguimos comiendo en silencio y no era del todo incómodo; pero, por alguna razón, ese día, en particular, me hallaba muy callada, yo solía ser muy parlanchina, hasta cierto punto bromista, pero había algo que no me dejaba abrirme del todo con Kyan, había intentado dejar a un lado mi lado aprensivo pero no podía. En mi mente aún rondaba la idea de ser rechazada por su familia, así como, el que algún día mi mayor miedo se hiciera realidad.
—Emily... ¿Qué sucede? —Kyan había tomado una de mis manos, la cual movía con nerviosismo. ¡Odiaba esa manía! Nunca me había fijado que la tenía, hasta que él la señaló. Lo miré y sonreí a boca cerrada, negué con la cabeza, no podía hablar pues de la nada mi garganta se hallaba cerrada—. Has estado todo el rato más callada de lo usual, ¿sucede algo? No te gustó que fuera a tu trabajo sin avisar, ¿es eso? —Me sorprendió la rapidez con la que hilaba cosas de la nada.
— ¡No, no! No me molestó, al contrario. —Me miró con ternura y con cierto recelo, me creía pero sabía qué si no era eso había algo más. Mordí mi labio inferior y Kyan observó con atención el gesto, me sentí desfallecer. Lo liberé de inmediato y suspiré, tenía que sacarlo todo o me volvería loca.
— ¿Qué dirán tus padres cuando se enteren que tú y yo estamos juntos?, ¿piensas decirles? —murmuré lo último con la cabeza gacha. Escuché un suspiro cansino.
— ¿Te terminaras eso? —preguntó, señalando mi croissant a medio terminar. Negué con la cabeza, ocultando la molesta sensación que hubiera ignorado mi pregunta. ¡Por amor al cielo! Estaba abriéndole mi alma. Sacó un billete de alta denominación que, en otras circunstancias, me hubiese sorprendido pero mi mente tenía cosas más importantes por las cuales preocuparse—, no puedo responder a tu pregunta en este lugar, así que, vámonos. —Se levantó como resorte y caminó hacia la salida, esperándome a medio camino. Pasé por delante de él y salimos. El viento frio de la noche chocó contra mi rostro acalorado por la vergüenza e indignación. Caminamos media cuadra hacia abajo, donde estaba su camioneta. Pero antes de llegar a esta me tomó del codo y me hizo virar con rapidez y agilidad. Y sin verlo venir y con mi cabeza dando vueltas aún, me besó.
Y esa vez fue diferente, sus manos se colaron en mi cabello, sosteniendo con firmeza mi cara, mientras que yo, torpe hasta lo indecible, no sabía dónde poner las mías, así que, las dejé entre nuestros pechos y me dejé besar. Su boca se movía con urgencia y posesividad, que a duras penas lograba seguirle el ritmo. Kyan amasaba mis labios, los mordía y torturaba. Y nunca había sentido tantas cosas con un simple beso, mi pecho se sentía pesado, lleno de una conmoción de sentimientos: amor, temor, deseo, desconfianza, calidez e inestabilidad.
»—No dirán nada malo porque tú eres lo que ellos siempre han querido para mí, no te preocupes por agradarles porque desde hace mucho que te adoran. Es la verdad, Emily —murmuró con su frente pegada a la mía, liberando su aliento, el cual se colaba en mis fosas nasales, inundándolo todo—, y este beso era para borrar y esclarecer todas las dudas que existen en tu cabeza, eso y que moría por comerte la boca. —Sonreí y relamí mis labios. ¿Qué no se suponía que estaba molesta y confusa? ¡Dios!, ya lo había olvidado todo—. Pero, para que estés más segura, hablaremos con tu madre y luego con mis padres. —Iba a negarme pero me lo impidió besándome con el mismo ardor. Y con una facilidad sorprendente dejó mi mente en blanco.
—Lamento por haber arruinado nuestra cita... —dije ya íbamos en su vehículo. Negó con la cabeza.
—Sabía que todo esto podía pasar; dudas, miedo y que te sientas insegura con respecto a nosotros. Pero no te preocupes, deja que el tiempo y sobre todo yo, te demostremos que estoy dispuesto a todo. —Asentí con la cabeza, tenía razón, eso era lo único que, por el momento, podía hacer, esperar y rogar al cielo a que todo marchara bien..., siempre.
Me dejó en mi casa prometiéndome que por la noche me llamaría; entré sintiendo que flotaba entre nubes, que danzaba con las estrellas. Era sorprendente la facilidad con que, gracias a él, mi estado de ánimo cambiaba. Saludé a mi mamá quien comenzó a interrogarme y no me quedó de otra que contarle con quien había estado. Y no se mostró sorprendida, lo cual me descolocó.
Vi televisión un rato con ella, mi padre llamó por teléfono y luego de hablar con él subí a mi habitación, mi teléfono llevaba buen rato vibrando en el bolsillo de mi jean. Me cambié de ropa rápidamente, luego me tumbé en mi cama y desbloqueé mi teléfono y tenía tantos mensajes de Kyan, sonreí como tonta al leerlos:
Kyan: Me avisas cuando estés lista para que poder llamarte. 8:48
Kyan: ¿Emily?, ¿estás dormida? 9:05
Kyan: Bonita me estas asustando, ¿acaso ya no quieres saber de mí? 9:11
Kyan: Emily!, necesito escuchar tu voz para lograr dormir. 9:18
Kyan: Lo siento, quizá estas ocupada y yo aquí de hostigoso. 9:22
Me fui a su número y lo marqué sin poder contenerme más. Yo también necesitaba escucharlo. Respondió con prontitud, me derretí al instante de escucharlo soltar un suspiro. Seguro se había quedado intranquilo luego de nuestra cita, cerré los ojos, debía aprender a controlar más mis inseguridades.
—Lo siento por tanto mensaje... ¿te distraje de algo importante?
—Estaba hablando con papá, pero descuida no me distrajiste..., y yo también quería escucharte, ¿sabes?
—Ahora lo sé..., y es un alivio que ambos pasemos por lo mismo juntos... —Entendía eso muy bien. Ya había experimentado, en mediana manera, eso de estar enamorada sola y era tan frustrante tener que controlar ese sentimiento tan fuerte y azorado. Era como una lucha conmigo misma—... ¿Y cómo se encuentra Robert?
—Muy bien, nos extraña como nosotras a él.
—Me imagino... —Hubo un corto silencio—..., Emily, ¿qué dices si hablamos con tu madre primero sobre nosotros?, ¿o prefieres a que este presente Robert? Se hará como tú digas.
—Claro, podríamos hablar con ella antes, así las cosas serán más fáciles para cuando papá regrese... —Comencé, como casi siempre, a jugar con mis manos.
— ¡Genial!, entonces mañana creo que sería un buen día... —Solté un jadeo de exclamación. ¿Tan pronto? Kyan comenzó a reír—..., si bonita, entre más pronto, mucho que mejor. ¿No lo crees? Después hablamos con Robert y por último con mi familia, lo prometo. Bueno, pasaré por ti para llevarte al trabajo pero antes hablamos con Sara. Te veo mañana, que descanses. —Y colgó. Esta demás decir que me costó conciliar el sueño, pero luego de pelear contra mi aprehensión acepté que era lo mejor. Pues si no era al siguiente mañana, algún día pasaría.
Me levanté tranquila y con la mente en blanco, pero no fue hasta que me terminé de bañar y comencé a vestirme que recordé que Kyan no solo pasaría por mí, sino que, también hablaría con mi madre. Entré en pánico, y ya no sabía si enfocarme en mi apariencia o en buscar la forma para avisarle a mi mamá sobre la visita. Me arreglé lo más rápido que pude y bajé. Mi mamá ya se encontraba cambiada y perfumada, preparando el desayuno. Besé su mejilla y la ayudé a servir los alimentos y de vez en cuando me descubría observándola.
—Ya fue suficiente, dime lo qué está pasando —exigió. No estaba molesta, sino que, creí percibirla intrigada hasta divertida. La miré sorprendida—, llevas ya varios días demasiado extraña, sin mencionar que has estado todo el rato mirándome. ¿Qué sucede? —preguntó al grano.
—Kyan vendrá a recogerme para llevarme al trabajo, solo que antes desea..., deseamos hablar contigo —balbuceé demasiado rápido que, por un momento, temí que no me hubiese escuchado pero vaya que lo había hecho. Me observó con gesto inquisidor.
—Ah vaya, y se puede saber qué es lo que él, perdón, lo que ustedes quieren hablar conmigo... —Suspiré, y miré la hora rogando en que se apareciera pronto. Ni de loca iba a decirle todo antes y mucho menos sola. Alzó una ceja expectante.
—Eh, bueno..., veras que... —El timbre de la casa sonó e inevitablemente me sentí aliviada como aterrada por partes iguales. «Al menos no le dirás todo tú sola», repuso mi consciencia, y eso era cierto. Me levanté como resorte y le pedí que me esperara un minuto. Salí de cocina, corrí hasta la puerta y abrí luego de verificar que mi madre no me hubiese seguido. Y en efecto era él. Me sonrió, mostrándome su dentadura blanca y en como las esquinas de sus ojos se arrugaban al hacerlo. Lo tomé del brazo y lo hice entrar a casa.
— ¿Así saludas a tu nuevo novio?, eso no me gusta...
—Shh. Mi mamá está en la cocina —alerté. Asintió con la cabeza divertido mientras yo intentaba no dejar de respirar y rogándole al cielo en que todo fuera a marchar bien. Lo dejé en la sala y fui a buscar a mamá—, Kyan está aquí —dije parada sobre el umbral de la cocina.
—Bueno, vamos a acabar con todo este misterio —dijo. Pasó a mi lado y me indicó que caminara por delante de ella. Mi novio..., se levantó y le sonrió cándido, ¿cómo demonios le hacía para verse tranquilo en una situación así? Yo estaba que me daba un mini ataque al corazón. Se saludaron y demás por educación—. Ahora Kyan, ¿para qué soy buena? —preguntó con aires de extrañeza. El aludido volvió a verme y entendí que el momento había llegado, me senté a su lado y entonces él me sostuvo de la mano, lo cual no pasó desapercibido por nadie dentro de la habitación. Suspiré y di el primer paso.
—Mamá... Kyan y yo estamos saliendo. — ¡Bien, lo dije!, ¡al fin! Me sentí un poco liberada entre tanto, solo faltaba esperar que mi madre lo tomara a bien.
—Corrección, somos novios —dijo Kyan, sonriendo y dándome un leve apretón en la mano. Sonreí en forma de disculpa, ¿no era lo mismo?—, y vengo a pedir su aprobación para salir con Emily, asegurándole que mis intenciones son las mejores, yo la quiero mucho y por lo mismo siempre velaré por su bienestar. —Y la forma en la que lo dijo: sin titubeos y con tanta seguridad, me dejó sin aire—. Y por supuesto cuando su esposo regrese hablaremos con él. —Observé a mi madre, sus ojos delataban asombro y a la vez algo más, pero estaba tan nerviosa para intentar descifrar lo que su mirada ocultaba.
—Bien. Mentiría si les dijera que nunca lo vi venir... —Ellos sonrieron mientras yo me sentía confundida, ¿en serio lo sabía?, « ¡pues si!, seguro se te notaba tanto», murmuró mi mente—..., pero me alegra saber que al fin se animaron a dar este paso y estoy segura que la cuidaras, más te vale —amenazó, señalándolo con su dedo índice—, y de mi cuenta den por bien vista su relación. Solo espero que tus padres vayan a estar de acuerdo también, Kyan.
—Lo estarán y le aseguro que les encantara la noticia. Pero antes, solo quiero tener la aprobación de ustedes para llevarla a casa y presentarla... —Mi mamá me observó bastante complacida, ya se la había echado a la bolsa—..., eso y si Emily no piensa botarme antes. —Todos rieron. «Como si eso fuera posible», pensé. Conversamos un poco más y no fue hasta el momento en que mi madre nos dejó solos, pues subió a su habitación para terminar de alistarse para ir al trabajo, que solté el aire contenido. Me sentía más tranquila, ya que, poco a poco, estábamos avanzando, solo faltaba hablar con mi papá y con los suyos, no obstante, estos últimos eran los que más me preocupaban.
—No estuvo tan mal, ¿verdad? —pregunté. Volví a ver a Kyan, quién me miraba con una ceja alzada—, ¿sucede algo? —A continuación se cruzó de brazos y su ceño se frunció.
—Estoy molesto, corrección, furioso contigo. —Abrí los ojos y luego los entorné, « ¿qué?, ¿qué hice?» Entonces, al ver mi cara de confusión, su ceño se suavizó y añadió—: Creo que tendré que enseñarte modales, ¿y mi saludo? —Dicho eso, me tomó del codo y me haló, estampándome contra su pecho, abrazándome con fuerza y dándome un beso en la frente. Y yo..., sonreí como tonta.
Salimos minutos después de casa y emprendimos camino hacia mi trabajo. Y durante todo el camino me hizo bromas sobre las expresiones que tuve cuando hablábamos con mamá, quise enojarme pero no pude, me imitaba con demasiada gracia que, minutos después, ya estaba riéndome junto a él. Llegamos hasta el centro comercial y el momento de despedirse había llegado, el corazón se me encogió y se aceleró al mismo tiempo. Volví a verlo sonriendo a boca cerrada, desabroché mi cinturón de seguridad y me sentí torpe, sin saber cómo actuar.
—Gracias por traerme..., te veo luego, ¿sí? —murmuré, al tiempo que mis ojos iban de sus ojos a sus labios. Todo mi cuerpo se sentía conmocionado, mi vientre cosquilleaba y mi corazón no dejaba de acelerar su marcha. Entonces, me acerqué lo suficiente y lo besé en los labios por unos cuantos segundos que hubiese deseado se tornaran horas.
—Eso ni lo dudes, vendré por ti para el almuerzo y ni una queja —advirtió, antes de que yo dijera algo. Sacudí la cabeza, sonreí y más feliz ante la idea de verlo en unas cuantas horas.
Llegué hasta mi lugar de trabajo y debo admitir que mi buen humor se notaba. Atendí con una sonrisa aún más grande que la habitual, reí un poco más y tal parecía que se contagiaba mi estado de ánimo a los que estaban a mi alrededor. Asimismo, Ileana me lo hizo notar, cuestionando a qué si existía algún motivo o persona especial para que yo anduviera así. Entonces le conté.
—Pues..., es oficial, estoy en una relación. —Mi jefa ahogó un grito.
—Dime que es con el güerito. —Asentí con la cabeza un tanto incomoda. ¿Tanto se nos notaba?—. Lo sabía, lo sabía. Con Vanessa ya habíamos apostado a que no durarían mucho sin ser algo más, bueno..., no apostamos porque ambas creíamos lo mismo, como sea. —Solté una corta risa ante su balbuceó. Vanessa era la compañera que me relevaba mi día de descanso y los viernes y sábados que iba medio tiempo—. Me alegro mucho por ustedes, pero más por ti, eres una chica estupenda y espero que este chico lo que tiene de guapo y encantador, lo tenga de caballero, inteligente y sobre todo te trate como tú te lo mereces.
—Así será —dije, sonando segura. Cruzando los dedos por detrás de mi cadera porque así fuera.
Seguimos trabajando todo el rato; atendiendo, acomodando los libros que al final la gente no se llevaba, guardando otros que se reservaban, respondiendo el teléfono y demás. No bromeaba cuando mencioné que esa semana iba a ser de locos. Estaba posteando información para que los clientes de la tienda y los interesados pudieran ganarse entradas para la firma de libros, cuando recordé que le había prometido una a Keith. Hablé con mi jefa y con gusto me dio la tarjeta, alegando que si deseaba alguna otra con gusto la tomara.
Miré la hora y ya casi era mi hora del almuerzo y para variar en ese momento mi estómago se volvió preso de un atentado de mariposas o bueno, de águilas, que planeaban por todo mi interior. La ansiedad creció exponencialmente y mis ganas de verlo no fueron la excepción ¡Dios!
Revisé mi rostro y un poco de maquillaje se había corrido por la traspiración de pasar moviéndome tanto. Saqué un espejo y me retoqué con rapidez, lo mismo hice con mi cabello. Ni hablar, ya no tenía tiempo. Ileana despachó a los últimos clientes que habían y puso el cartel de: volvemos en un rato. Estaba explicándole que saldría a comer con Kyan y que regresaría a tiempo, cuando una alerta de mensaje sonó. Era él.
Kyan: Estoy afuera, ven.
Salí unos segundos después y en efecto ahí estaba; recargado sobre una pared mirándome fijamente, me acerqué a él sintiendo que en lugar de caminar, volaba. ¿Cursi? Apuesto a que sí. Ambos rompimos distancias y nos abrazamos, y comprendí en ese momento que podía pasar mis días ahí: segura entre sus brazos.
Pero sobre todo que disfrutaría el hoy porque el mañana no importaba y el pasado no existía más. Solo el hecho que en ese instante él y yo estábamos juntos. Mientras decidíamos a dónde ir a comer, le di la tarjeta, pidiéndole de favor que se la diera a su madre y me confirmara luego la asistencia así le reservaba uno de los mejores lugares.
— ¿Qué se te antoja? —preguntó, tomando mi mano y dirigiéndome hacia la zona de restaurantes y comida rápida.
—No lo sé, ¿McDonald's? —Sonrió con autosuficiencia—. ¿Qué sucede? —Negó con la cabeza pero sin dejar de sonreír.
—Me encanta que seas diferente a todas esas chicas que pasan pendientes de las calorías que consumen. —Se encogió de hombros—. Me encantas cada vez más. —Sonreí y pese a sentir mis mejillas calientes no me sentí incómoda, al contrario. Nos acercamos a un McDonald's, mientras reíamos de un chiste que había contado comediante que hacia un show en la acera.
—Pasaré un buen tiempo sin superar lo que dijo —comentó con diversión mientras nos internábamos en el local, pero..., como si el destino estuviese empecinado en arruinarme los momentos agradables, la vi.
Estaba sentada en una de las mesas generales que se compartían con otros locales de comida rápida; se hallaba con sus amigas de siempre y ya nos habían visto, ya que, ni se molestaron en disimular que se comían a mi novio con los ojos, al tiempo que murmuraban sabrá Dios qué vulgaridades. Sentí ira e inseguridad por partes iguales. Y es que, Laila era de belleza exótica, aunque detrás de toda aquella fachada solo había algo podrido, a muchos hombres eso no parecía interesarles.
—Vamos bonita, camina... —Posó sus manos a ambos lados de mi cadera y me hizo dar un paso—... ¿o prefieres que vayamos a otro lado? —preguntó en un murmullo. Relajé mis hombros, «él está conmigo y Kyan no es como ellos», me alenté mentalmente.
—No, vamos... —respondí y me dirigí hasta la fila para pedir nuestras hamburguesas. Y fui consciente que, mientras estábamos esperando por nuestra comida, Kyan les sonrió y saludó. Me hice la demente, no iba a prohibirle que les hablara y mucho menos a montarle una escena de celos, era absurdo que lo hiciera por experiencias del pasado. Buscamos una mesa hasta el lado opuesto de donde ellas estaban.
— ¿Te pasa algo preciosa? Apenas has probado tu hamburguesa y las papas están intactas... —señaló—..., eso por un lado y por el otro que no has dejado de buscar no sé qué cosa o persona en el local. —Lo miré y traté de fingir una sonrisa, ¿era brujo o qué? Era imposible que me conociera tanto en tan poco tiempo. O quizá era demasiado obvia.
—Estoy bien, no tiene nada que ver contigo..., es solo que el hambre se esfumó. —«Ay, Emily mentirosa». Me miró elevando una ceja, al tiempo que se cruzaba de brazos, gestos muy comunes en él cuando se ponía a la defensiva.
Suspiré y le di una mordida a mi hamburguesa y al ver que no hablaría, también siguió con su comida. Asimismo, traté de sacarle plática pero me era casi imposible. Quizá lo más cuerdo hubiese sido contarle el motivo de mi estado taciturno, pero ya saben lo que eso implicaba: remover el pasado. Y solo de pensarlo se me revolvía el estómago.
—Hola, Kyan... —Abrí los ojos de par en par al verla frente a nosotros. No me percaté del momento en que comenzaron a acercarse—..., y hola Emily —dijo con una sonrisa tan fingida como el color rojo en su cabello.
—Hola... —Kyan se quedó callado de pronto, mientras entornaba los ojos y su frente se arrugaba—..., lo siento soy malo con los nombres. —Quise sonreír, « ¿qué tal eso, Laila?» Sin embargo, ni siquiera me imaginaba lo que estaba por pasar, lo poco que me iba a durar el gusto.
—Laila —dijo mientras sonreía y jugaba con un mechón de su melena fosforescente—, es un gusto encontrarte. —Y vale mencionar que la muy ofrecida solo se dirigía a él; pasé saliva con dificultad, así que, decidí enfocarme en mis alimentos, tratando de no demostrar nada de lo que sentía. No obstante, ignorar la situación fue peor—. Con las chicas pesábamos ir por la noche a un bar a unas cuadras de aquí, habrá música en vivo y barra libre, por si te gustaría ir con nosotras. Se pone de locura, seguro te diviertes más —dijo, remarcando la última palabra.
En ese momento, mi cuerpo entero se detuvo, « ¿qué demonios?» La miré un tanto incrédula, ¿era en serio su ofrecimiento? Pero nuevamente me recompuse y la ignoré. No iba a dejar que me provocaran.
—Me imagino, pero en este momento estoy aquí con mi novia y no sé si a ella le gustaría ir ahí más tarde... —dijo conciliador. Y quise esconderme debajo de la mesa, además, ni la cara de sorpresa que hizo Laila al saber que éramos novios, ayudó a que ese rato lo pasara con mayor facilidad.
—No sabía que salían... —comentó una de sus seguidoras y títeres.
—Sería estupendo que se llegarán más tarde, tal vez Emily accede a ir contigo. —Todos los ojos se posaron en mí. Me erguí en mi asiento. «Ni. De. Loca. Iría a ese sitio con ellas merodeando».
—La verdad es que termino muy cansada del trabajo, así que, no creo andar con muchos ánimos para fiestas. No sé qué dices tú, Kyan —dije. Lo mejor era que él se negará por su cuenta, no quería parecer controladora. Entonces, lo escuché.
—Pues a mí sí me gustaría, nos vemos más tarde. —Mis ojos amenazaron con salirse de sus cuencas, « ¿qué demonios?»
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