Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

16. Déjate llevar

So ~ Ed Sheeran♡

El frío comenzó a hacerse más pesado y aunque llevaba puesta la chaqueta de Kyan y también envuelta en sus brazos, él no tenía con qué protegerse. Nos subimos a la camioneta y yo estaba presa en una especie de sueño, cerraba los ojos y recordaba lo recién pasado y parecía que era irreal, pero no, ya que, al abrirlos, Kyan estaba a mi lado, sonriéndome y agradeciéndome el que le hubiese dado una oportunidad. Y la verdad era que ambos nos estábamos dando una oportunidad, ambos nos estábamos abriendo al amor.

Él; dejando a un lado las exigencias de los demás. Y yo; dejando a un lado mi aberración por sentir más.

— ¿Te gustaría ir a cenar? —preguntó, sonriéndome de una forma que erizaba mi piel. Ladeé la cabeza, no tenía nada de hambre..., pero no quería separarme de él—, o podemos hacer algo más. Si quieres o puedes, claro. —Sonreí, hasta ese día pude notar que Kyan tenía cierta inseguridad con respecto a mí, pero no entendía por qué, porque él sabía, muy bien, que me gustaba, aun así, buscaba agradarme.

—Debo llegar a casa temprano —recordé. Asintió con la cabeza, mostrándose comprensivo, lo cual me tranquilizó mucho, ya que, esa nueva etapa que estaba iniciando era completamente diferente, además, conocería una nueva faceta de Kyan.

—Voy muy deprisa, ¿cierto? —Negué con la cabeza. Había costado tanto que se abriera a mí, que ambos lo hiciéramos, que no iba a hacernos retroceder lo poco que habíamos avanzado. Debía controlar mi parte aprensiva.

—Yo no lo creo, ¿tú sí? —Ladeó la cabeza y un segundo después negó—, excelente. Y con lo otro..., yo no tengo mucha hambre..., pero si quieres podemos ir a algún lado. ¿Qué se te antoja? —Sonrió de lado y se encogió de hombros.

—En estos momentos..., contigo en mi auto, se me antoja devorarte los labios —respondió con desgarbo. Abrí mis ojos como platos, giré mi cabeza hacia la ventana queriendo ocultar mis mejillas sonrojadas. «Y ahí está la nueva faceta», pensé. Lo escuché reír—. No te escondas, me encanta verte sonrojada. Pero bueno, lo siento si te incomodó lo que te dije, pero es la verdad —dijo excusándose.

—Yo... —balbuceé. ¡Claro, por supuesto que deseaba lo mismo! Solo que no hallaba cómo decirlo.

— ¿Sí?, ¿tú también lo quieres? —preguntó curioso y con una sonrisa picara en los labios. Aclaré mi garganta y tomé una inspiración.

—Ese es canibalismo —reviré. Soltó una carcajada, que me hizo sonreír. Se miraba tan relajado; así como, hablábamos como naturalidad, con cierta confianza que, con el paso de los minutos, aumentaba, era como si nunca hubiéramos tenido alguna discusión.

Pasamos por el centro comprando una orden de tacos, luego decidimos regresar a casa. Y quizá se preguntaran cómo podía preferir estar en casa y no con Kyan, pero tenía dos razones: no le había pedido permiso a mi madre para llegar tarde y, además, no me agradaba dejarla sola cuando papá se encontraba de viaje, pues tendía a entristecerse.

Minutos después se parqueó frente a mi casa, eran pasadas las seis de la tarde, seguramente mi madre ya estaba haciendo la cena. Desabroché mi cinturón de seguridad y escuché como los seguros del auto se desactivaban, volví a verlo siento una oleada de recuerdos con solo haberme percatado de esa acción, como antes hubiese estado dispuesta a brincar del auto a la menor oportunidad, no obstante, en ese momento, ya no tenía intención de escapar.

—Listo, ya estás en tu casa, sana y salva —Sonrió. Giré sobre el asiento para verlo de frente, él hizo igual.

—Muchas gracias, este día fue..., maravilloso —musité y conforme terminé de hablar, se fue acercando a mí.

—No te has arrepentido, ¿verdad? —Fruncí el ceño y negué con la cabeza. Iba a cuestionarle a qué se debía su pregunta, ¿qué si él ya estaba arrepentido?—. No me mal intérpretes, es solo que..., comprendería que lo hicieras, tú mereces a alguien con menos complicaciones que las mías.

—No puedo prometerte que nunca lo haré, pues quizá hasta tú, con el tiempo, desees irte... —Iba a espetar pero no lo dejé—..., pero ahora, en este mismo momento, yo... —Cerré los ojos y suspiré silenciosamente—..., ya no voy a resistirme..., ya no quiero hacerlo.

—Me encanta saber eso, pero prométeme algo —murmuró, estábamos a un suspiro de romper distancias—, por favor solo déjate llevar, iremos a tu paso, pero no te frenes nunca, menos conmigo.

—Te lo prometo. —Rompió los escasos centímetros que nos separaban y selló nuestras bocas, primero atrapó uno de mis labios entre sus dientes, lo haló y mordió a su antojo, luego pasó con el otro e hizo igual, me besaba con delicadeza pero al mismo tiempo pedía todo de mí, nuestros alientos se mezclaron y se hicieron uno, su lengua delineó como un pincel el borde superior de mis labios, lo cual provocó que soltara un suspiro, entonces me invadió. Y sentía como mi cuerpo era preso de corrientes eléctricas que despertaban cada milímetro de mi piel, que vivificaban cada célula que componía mi cuerpo. Kyan me hacía volar, me transportaba a realidades subalternas, donde nada más importaba, nada fuera de nosotros y ese cálido beso. Sus labios eran suaves y adictivos, nunca me cansaría de probarlos.

Cené junto a mi madre entre nubes, me encontraba muy lejos de mi casa, mis pensamientos se hallaban repletos de imágenes de esa tarde, mi mente se hallaba sumergida en un par de posos azules que me hacían sentir en trance..., adormilada. ¡Dios!, que bochornoso era estar enamorada.

—Y dime... ¿te fue bien con Kyan?, ¿qué quería? —preguntó mi mamá, prestando demasiada atención a mis reacciones. Pasé el bocado y bebí de mi bebida, tiempo en el cual procesé qué le diría.

—Quería saber cómo estaba. —Alzó una ceja, no me creía por completo—. Eso y que quería hablar, me contó que los negocios de su familia están algo delicados... —Se mostró muy interesada. Entonces le narré un poco su situación, omitiendo ciertas partes como: La asociación por matrimonio, que George estaba de acuerdo y quería que Kyan lo hiciera y mucho menos que..., él y yo, ¿éramos novios? Esperaba que sí.

—Sí que está complicado... —dijo. Asentí con la cabeza, complicado era poco—... ¿él te contó todo esto? Vaya que te tiene confianza. —Me encogí de hombros, mostrándome tranquila.

—Eso creo, así que, por favor no le vayas a comentar nada a nadie —enfaticé—, de los Lancaster, no quiero quedar de imprudente.

—Descuida, mi cielo. No diré nada.

Subí a mi habitación e hice toda mi rutina. Iba a apagar la lámpara de noche pero vi que la luz de mi móvil parpadeaba. Lo tomé y desbloqueé la pantalla, era un mensaje.

Kyan: Gracias por lo de esta tarde, por escucharme, por darme una oportunidad y por permitirme entrar en tu vida.

Suspiré soñadora, era tan fácil sentir cosas por él. Pero entonces, sentí una opresión en mi pecho, ¿estaba sintiendo cosas demasiado pronto?, « ¿y qué?, el amor es así», pensé y eso me ayudó a encajonar esos sentimientos aprensivos, que en nada me ayudarían. ¿O si lo hubiesen hecho?

Yo: No me agradezcas nada. Yo también estoy feliz, créeme. Que descanses ;)

Le di enviar y no sabía si esperar una respuesta o qué, todo se sentía nuevo, abrumador. Y pensar que atrás, no nos tolerábamos, o eso aparentábamos. Sonreí a la pequeña pantalla, ambos habíamos actuado tan bien, que habíamos caído en nuestro propio engaño. Mi móvil comenzó a sonar, él me estaba llamando. Contesté, escuchando los latidos de mi corazón a toda velocidad.

—Hola... —dije con voz queda.

— ¿Te desperté con mi mensaje?

—No, para nada. ¿Pasa algo? —cuestioné.

—No, es solo que... —Soltó una corta riza—...m, quería saber cómo estas.

—Acabamos de vernos, ¿seguro qué es eso? —pregunté divertida y un tanto ansiosa.

—Eres tan astuta... —Si eso hubiese sido verdad, me habría evitado tanto—..., está bien, lo que pasa es que..., quería saber... ¡si te gustaría salir conmigo mañana?, luego de tu trabajo, claro. ¿Te gustaría? —Sonreí como tonta, sin frenarme.

—Claro, te veo mañana entonces... —Colgamos, tiempo después de desearnos buenas noches y me encontré deseando que el tiempo pasara volando. Me acosté y, sin poder evitarlo, mi mente se atascó de muchas imágenes donde él y yo terminábamos mal, separados, porque la situación en su empresa decaía. Y si eso llegaba a pasar, ¿cómo lograría estar conmigo por encima de su familia? Todo era tan reciente, que dudaba que fuera cierto, que él me quisiera lo suficiente como para luchar, pero debía hacerlo, debía creerle porque los otros caminos solo causaban que mi corazón fuera apuñalado. ¿Llegarían a estar de acuerdo George y Keith con nuestra repentina relación? Pensar en que no lo aceptarían me llenó de pánico, Kyan ya había entrado a mi corazón y eran pocas y débiles las barreras que quedaban para que por fin se adueñara de todo lo que ahí residía.

Cerré los ojos con fuerza y estrujé la almohada contra mi pecho, debía creerle, debía de dejar de pensar en tantos horribles escenario, ¡Dios!, escenarios que podían hacerse realidad. Pasé saliva con dificultad, un nudo se estaba instalando en mi garganta y mis ojos comenzaban a escocerse. Sé que esa noche lágrimas brotaron, pero habían sido tan silenciosas y liberadoras que al final que ayudaron a dormir pese a esa molesta sensación en mi pecho.

Lunes temprano con enormes y pronunciadas ojeras. Me maquillé un poco para tratar de ocultarlas y después me fui a mi trabajo y pase todo el día mirando cada dos segundos el reloj y como este avanzaba con parsimonia. Habíamos estado texteando un poco y se sentía raro pasar pendiente del celular, yo no era muy dada a eso. Pero, en ese momento, hasta eso cambió. Claro, por lo mismo, hablaba más con mis amigos, quienes me señalaron ese cambio, pero decidí no darle tantas vueltas al asunto, era normal que pasara eso, ¿no?

Por la tarde estuve haciendo llamadas, confirmando la asistencia del escritor para la firma de libros, la reservación en el hotel, el servicio de buffet para ese día y el sábado, todo estaba ya listo. Y la gente estaba tan ansiosa, pues llegaban a la tienda a preguntar y en redes sociales no era diferente. Y, por lo mismo, el encargo de los libros estaba a punto de sobrepasar a las existencias que teníamos. Mi jefa tomó manos en el asunto y comenzó a pedir otro envío, solo esperábamos que nos lograran surtir a tiempo, pues de lo contrario nos veríamos en graves problemas.

— ¿Lo podrían traer el miércoles por la tarde? —preguntaba Ileana, tanto ella como yo nos estábamos mordiendo las uñas, era un pedido extraordinario—. Y para el jueves por la mañana, ¿si pueden? —Mordí mi labio con nerviosismo. La campanilla sonó, avisándonos que había entrado un nuevo cliente. Mi jefa me hizo señas que saliera a atender, lo hice un poco nerviosa, necesitábamos ese pedido a tiempo.

Llegué hasta el mostrador y me detuve en seco al verlo de pie a pocos metros de separación de mí. ¡Santo cielo! Sonrió de lado al verme, le correspondí el gesto a duras penas, aún me costaba tanto el controlarme teniéndolo enfrente, ¿cómo diablos no olvidaba respirar? Sacudí la cabeza y empecé a tomar cortas bocanadas de aire, así como, las piernas comenzaron a temblarme y mis manos a sudar. ¡Dios!, eso no era normal.

—Hola bonita... —dijo, acercó medio cuerpo por encima del mostrador y buscó mi cara..., mis labios. Reaccioné varios segundos tarde y terminé la distancia, nos dimos un corto beso. Aunque, viéndolo bien, podía acostumbrarme, fácilmente, a eso: a verlo, a olerlo, a escucharlo, a sentirlo, a besarlo y sobre todo a quererlo. Y eso en lugar de alegrarme, me dio pavor..., porque lo último no estaba en mi control.

—Vienes temprano... —dije, sin poder ocultar lo nerviosa que estaba—..., aún falta una hora para que salga.

—Lo sé, es solo que andaba cerca y recordé que, usted señorita y yo, tenemos un asunto pendiente —dijo. Fruncí el ceño, ¿qué cosa? Lo escuché reí—, que memoria. Pero bien, te ayudaré..., si no mal recuerdo, habíamos quedado en que me ayudarías a escoger un poco de literatura ligera, ¿no es así? —Abrí mi boca en una 'o'. Volvió a besarme, sin que yo lo viera venir.

—Lo había olvidado, lo siento..., luego de eso pasó tanto, que se me olvidó. —Me miró culpable, pero yo le sonreí tranquila—. ¿Qué tienes en mente? —Salí del mostrador y comencé a caminar, Kyan me siguió.

—No sé, por eso quiero que tú me ayudes... —dijo con voz ronca, giré a verlo y estaba terminando de escanearme. Pasé las manos por mis piernas hasta llegar al dobladillo de la tela e intenté bajarla un poco, quizá no había sido buena idea ir ese día a trabajar en falda corta. Pero, en mi defensa, yo no sabía que iba a llegar temprano, yo llevaba un jean para cambiarme luego.

—Veré que puedo hacer... —respondí. Pasé a su lado mientras escuché que murmuró un: lo que quieras. Pasamos por la zona de ciencia ficción pero ninguno le llamaba por completo la atención. Estaba leyendo la sinopsis de un par de ejemplares cuando se acercó a mí y me señaló un libro que llevaba un joven. Le sonreí, ese género seguro le gustaba, aunque en mi fuera todo lo contrario. Lo llevé hasta el pasillo de terror/suspenso/misterio. Busqué los libros de un reconocido escritor y se los mostré.

—Se ve interesante. —Giró el libro para leer su sinopsis. Fruncía el ceño y los labios, se me antojó adorable—, me gusta. ¿Hay más o solo es este? —Sonreí, se miraba tan entusiasmado. Le mostré otros ejemplares más.

—Pero deberías llevarte uno para probar —aconsejé. Asintió con la cabeza y me sonrió.

—Muchas gracias, seguro me gusta... —dijo. Sonreí a boca cerrada, sintiendo mis mejillas calientes. Se refería a la lectura, ¿cierto?—... ¿te he dicho que me gusta verte sonrojada? —Asentí con la cabeza, mientras pasaba saliva—. Pues sí, es la verdad, me gusta eso y besarte... —A continuación fue lo que hizo. Me separé asustada mirando a todos lados, alguien podía habernos visto y eso le causó gracia—..., lo siento, esto es tan nuevo para mí, que no puedo evitar hacerlo. Nunca me había gustado tanto alguien. —Sacudí la cabeza, cuando decía cosas así, mi mente quedaba automáticamente en blanco. Y como si no tuviera suficiente, añadió—: Es en serio..., te estás haciendo vital para mí, ¿sabes? Verte, escucharte..., hablar o reír, tocarte..., probar tus labios. Me estas volviendo loco, Emily. En tan poco tiempo lo has logrado. —Y saberlo fue un alivio, ya que, yo no estaba sola en eso, él también sentía lo mismo, lo mismo que me daba temor a mí.

—Me pasa igual —confesé un poco cohibida. Pero era una verdad que no podía negar, pues aunque no la dijera, era más que obvia.

Fuimos a cobrar los libros y quedó de esperarme mientras terminaba mi turno. Y mientras eso sucedía, lo vi merodear por la tienda. Ayudé a mi jefa en los últimos pendientes de ese día y luego me fui al baño a cambiarme. Me enfundé un jean azul ajustado, una blusa desmangada blanca con encaje en la espalda, me maquillé un poco, arreglé mi cabello y salí. Lo encontré hablando con Ileana.

—Que les vaya bien. Fue un gusto Kyan. Hasta mañana Emily —dijo Ileana sonriente. Nos despedimos con la mano y salimos de la tienda uno al lado del otro y él era tan alto, demasiado grande a comparación de mi cuerpo menudo. Tenía que alzar la cabeza para verle la cara. Avanzamos unos cuantos locales cuando lo sentí cerca, su olor me alertaba, despertaba mi piel y mis sentidos. Lo miré de reojo entonces lo sentí sobre mi oído.

—Te mirabas muy bien con esa falda, es una pena que te cambiaras de ropa..., aunque así también te ves hermosa. —Pasó el brazo tornó a mi cintura y me acercó a su cuerpo, todo mientras pronunciaba con delicadeza y lentitud cada una de esas palabras que me dejaron sin aire y con la cabeza hecha un caos.

Seguimos avanzado hasta el estacionamiento subterráneo, esperamos el elevador mientras hablábamos sobre la presentación que tenía ese viernes, quién era, qué tipo de género escribía, lo cual no le interesó pues no era su tipo, aun así, me prometió que asistiría. Y la idea de verlo ahí, debo confesar, me llenó de ilusión y no sabía si era bueno sentir todo eso. Salimos del cuarto mecánico y localizamos su vehículo, me ayudó a subir y minutos después que, él hizo igual, salimos del centro comercial.

—Sales un poco tarde de tu trabajo... —comentó. Giré mi cabeza para verlo. Me encogí de hombros.

—No siempre, aunque esta semana será de locos..., Ileana necesitará toda mi ayuda —respondí. Asintió con la cabeza, tenía la sensación qué algo quería decirme—, ¿por qué?, ¿tienes miedo que me roben? —bromeé. Y tal parecía que solo yo había entendido que era una broma, pues volvió a verme con una mirada de pocos amigos.

—Ey, no digas eso... —reprendió. Y casi soltaba un: Aww. Era tan tierno saber que se preocupaba por mí o eso quería creer—..., pero dada la realidad del país y que ahora eres mi novia... — « ¡Ahí estaba la respuesta que tanto buscabas, Emily!» Lo observé con ojos brillantes, tenía una media sonrisa en su rostro, pese a su ceño levemente fruncido—..., aunque no te lo he pedido, ¿cierto? —preguntó.

—Eh... ¿no? —respondí. Volvió a verme sonriendo.

—Para mí ya lo somos, pero...

—Para mí también —interrumpí.

—Bueno, bueno. ¿En qué estaba? ¡Ah sí! ¿Te molestaría si pasara por ti cuando sales de tu trabajo? —preguntó. Mi boca se abrió en una 'o'.

—No es necesario —me apresuré a decir. Él negó en respuesta.

—Me importas, aunque antes parecía que no..., me importabas mucho. Y, ahora que estamos juntos, por favor no me prives de usar cualquier excusa para verte... —suplicó. ¡Santo cielo! A quién engañaba, me encantaba la idea de poder verlo cuando saliera del trabajo, eso y ya no tomar el autobús.

—Está bien —dije, ¿o suspiré? Ni idea, de lo único queera consciente, era de ese hormigueo que yacía en mi vientre, de mi corazóndesbocado y de la fragancia masculina de Kyan inundándolo todo, mi cuerpo y ala vez nublando todos mis sentidos. Y es que..., estar enamorada era eso:abandonar la cordura y la razón, reemplazarla por locura, emociones abrumadorasy pasión.

Muchas gracias por leer ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro