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15. A pesar de todo

Love me harder - Ariana Grande ft The Weeknd

—Hola, Emily. ¿Qué tal?, ¿te desperté? —preguntó eso último con diversión, rodé los ojos.

—Estoy bien, gracias. Y no, ya estaba despierta —respondí.

—Hmm, ¿será? Bueno, te llamaba para preguntarte si tu madre te aviso que fui a buscarte...

—Ah sí..., algo me comentó —dije, tratando de sonar despreocupada cuando en realidad estaba comiéndome las uñas.

—Eh..., entonces, ¿si puedo pasar por ti en un rato? —cuestionó. Ambos nos quedamos en silencio por unos segundos y si no fuera porque escuchaba el sonido de autos al otro lado hubiese pensado que ya me había colgado. Pero... ¿qué me pasaba? Era obvio que quería verlo y saber qué era todo eso que tenía que decirme.

—Claro, te veo en cuarenta minutos. —Y colgué. ¡Si, le colgué!

Me levanté sin querer meditar en mi reciente acción, me fui al baño, me duché y cambié en tiempo record. Me observé en el espejo que yacía cerca de mi armario, no era un atuendo extravagante y mucho menos impresionante pero me sentía cómoda.

Bajé sintiéndome segura, aunque un poco asustada y ansiosa, pero segura que ese día iba a solventar muchas dudas y, sobre todo, esperaba que mi paz mental regresara. Porque estaba harta de pasar mis días en el limbo, entre comprender lo que Kyan hacía y la verdadera razón de su comportamiento y actitudes.

Mi madre me observó con una sonrisa divertida, a lo que yo respondí rodando los ojos. Le resultaba tan divertida esa situación y sobre todo yo. El timbre sonó y corrí hacia la puerta, no sentía tanta seguridad de soportar un momento incómodo por mi madre. La conocía y algún comentario podía hacer. Lo mejor era evitar. Abrí, no sin antes de darle una mirada amenazante a mi progenitora y gracias a Dios luego de una última risa se escondió en la cocina. ¡Era tan astuta! De ahí podría escuchar todo y saberlo no me puso mejor.

—Hey... —saludé al verlo frente a mí. Hice un esfuerzo monumental por no revisar su aspecto que, seguramente, dejaría fuego recorriendo mis arterias y dificultades respiratorias. ¡No funcionó!

—Hey..., hola... —dijo, sus ojos viajaron por todo mi cuerpo, desde mis pies, ascendiendo por mis piernas, estómago y llegando a mi cara que estaba color escarlata.

Kyan iba a decir algo pero antes le dije que esperara un minuto y entré casi corriendo a mi casa, me dirigí a la cocina. Debía nivelar los latidos de mi corazón, cerré los ojos y me apoyé en una pared del interior de la cocina y comencé a respirar. ¡Patética! Pronto, sentí la presencia de mi madre, abrí los ojos y me miró extrañada y un tanto comprensiva. Le sonreí.

—Es normal, cariño. No te cierres, es normal sentir todo esto..., es como una montaña rusa, nunca sabes cuándo estarás en la cima o abajo, solamente disfruta de las cosas buenas y sé valiente ante las malas —dijo con ternura. Asentí con la cabeza, haciendo mías sus palabras y maravillosamente me sentí reconfortada.

—Eso haré... —prometí—..., creo que debo irme.

—Adelante... —Me acompañó hasta la puerta, mientras me tendía un billete por si resultaba alguna emergencia—..., tengan cuidado —pidió cuando me dejó en la entrada.

—No se apure, claro que cuidaré de Em —respondió Kyan con seguridad.

Nos despedimos de mi madre y caminamos hacia la camioneta, temía que trajera su motocicleta. Nos subimos y nuevamente había abierto la puerta para mí, le sonreí. Segundos después se subió, prendió el motor y arrancó en segundos. La radio se encendió y comenzó a sonar una canción de moda, y cuando menos sentí la estaba tarareando y moviendo mi cabeza al ritmo de la música.

— ¿A dónde vamos? —cuestioné, al ver que no nos dirigíamos al centro de la ciudad.

—Hay un parque central como a quince minutos, supongo que ya sabes a cual me refiero... —Asentí con la cabeza, era un parque muy bonito y era enorme, manzanas y manzanas de vegetación.

—Es muy bonito, solo que... —Recordé que por la misma abundancia de árboles el clima era bastante fresco, templado en algunas zonas.

— ¿Qué pasa? —cuestionó, ya nos habíamos internado a la carretera.

—Nada, solo que el clima ahí es un poco frío, es agradable —aclaré. Asintió con la cabeza, nos detuvimos en un semáforo.

—Yo traje unas cosas, en el asiento de atrás..., creo que esta una chaqueta también, ¿puedes ver? —pidió. Un poco enajenada con la reciente información, « ¿qué cosas había preparado?», chequeé y sip, ahí estaba la misma chaqueta que hace un par de semanas me había prestado. Llegamos en menos tiempo de lo que creí, se ubicó en el parqueo.

Salió y abrió la puerta del copiloto, murmuré un: gracias. Y, entonces, lo vi abrir la puerta de atrás y sacar la chaqueta, me la tendió y luego se fue hacia el maletero y de ahí sacó lo que parecía ser una canasta de picnic. ¿Era en serio?, se acercó a mí y posando su mano en mi espalda comenzó a guiarme al interior de aquel inmenso parque. Y como había recordado, el clima estaba nublado y delicioso. Me alentó a ponerme la chaqueta y... ¡Jesús!, seguía oliendo igual de bien, mejor de lo que recordaba. Buscamos una zona atestada de árboles inmensos, tendió una sábana y nos sentamos sobre ella. Kyan estaba sonriente y sus mejillas tenían un rosado muy lindo, supuse que por el frio. Volvió a verme y no pude girar la cabeza a tiempo, « ¿en qué momento me había enamorado de él?», Aterrada me cuestioné.

—Estoy impresionada —dije sonriendo. Kyan me miró de soslayo y correspondió a mi gesto.

—Es lo que buscaba —confesó al tiempo que me guiñaba un ojo, de forma coqueta. Solté una risita. Escaneé mis alrededores y habían muchas personas más, familias, niños jugando con sus mascotas o con otros niños, amigos, parejas y..., Kyan y yo—, no sabía qué te podía gustar así que preparé..., unos sándwiches Croque Monsieur. —Observé como sacaba un hermético con los emparedados, unas sodas y platitos. Y sabía que todas sus atenciones estaban provocando maremotos emocionales en mi interior, pero decidí ignorarlas, no prestarle atención al incesante cosquilleo, a mis mejillas rojas y calientes, a mi corazón.

— ¡Wow!, se ve delicioso —dije sincera.

—Tienes que probarlos antes, por favor no me ilusiones antes de tiempo —dijo haciendo uso de un tierno puchero. Me tendió un trozo y antes de acercar mi mano, él lo aproximó a mi boca, abrí mis ojos desconcertada. Mordí el pan y la combinación de los quesos se derritió en mi boca, sabía delicioso.

—Mmm —gemí, irguiéndome y sonriendo con mis mejillas infladas. Asentí con la cabeza con entusiasmo—, en serio esta delicioso. ¿Tú los hiciste? —pregunté.

—Sí, guiado por mi madre —aclaró.

—Pues debes enseñarme... —exigí.

—Claro, yo puedo enseñarte lo que quieras —respondió, haciendo uso de una de sus sonrisas más casuales pero que me derretía como hielo al sol. Sonreí a boca cerrada, fingiendo demencia.

Seguimos comiendo hablando de muchas cosas sin importancia, sobre música, películas y series, y conforme más pasaba el tiempo me sentía sumamente ansiosa, esperando a que la razón de nuestra estadía ahí, se diera.

—No..., por favor, ya no me alimentes más o me llevaras rodando de aquí —bromeé, había comido de todo: sándwiches croque algo..., fruta, galletas y otras cosas más salían de esa cesta que parecía no tener fondo.

—No seas exagerada, casi no has probado nada —acusó—, lo tomaré como que no te gustó y en verdad soy un pésimo cocinero —refunfuñó. Sonreí con ternura, en serio estaba nervioso, ¿en verdad intentaba agradarme?

—No es eso, solo que desayuné ya tarde —aclaré. Entornó los ojos—, es la verdad —inquirí. Era eso y que los nervios ya no me dejaban comer más. Escuchamos unos gritos y giramos nuestras cabeza buscando a los responsables, eran un par de niños, una de las criaturas era de los llamados niños con síndrome de down, correteaba con el otro que parecía ser su hermano menor, reían y gritaban eufóricos mientras correteaban a unas mariposas que revoloteaban a su alrededor, el cuadro era vivaz, era hermoso.

— ¿Ya te habían dicho que tienes una sonrisa hermosa? —Giré mi cabeza enfocándolo, él me observaba con atención. Me encogí de hombros restándole importancia.

—Creo que no..., así que gracias. —Asintió con la cabeza. Hubo un corto silencio, solamente se escuchaban al fondo las risas de las personas y el murmullo de la naturaleza.

—Hace más dos años comenzamos a presentar pérdida de clientes en la empresa... —Mi corazón pegó un vuelco al escucharlo—..., pero no le prestamos tanta atención no eran nuestros clientes más importantes, así que seguimos omitiendo esos pequeños números que bajaban poco a poco. Con el tiempo todo comenzó a complicarse, perdimos embarques con mercancía, lo que nos volvió incapaces de surtir los pedidos suficientes y a tiempo... —comenzó a decir mirando hacia el cielo. Y no sabía qué hacer o decir, así que, solo le presté toda mi atención—..., lo que nos costó que uno de nuestros mejores clientes se fuera y nuestra utilidad se viera perdida. Entonces, los accionistas comenzaron a quejarse y amenazar con retirar su capital e irse, con mi padre empezamos a buscar nuevos clientes pero el rumor que éramos irresponsables e insolventes con los pedidos se expandió por todo el rubro de construcción.

»—Y eso nos costó la retirada de más de la mitad de los socios, ¿puedes imaginarte cuánto dinero significa eso? —Preguntó sin verme—, era demasiado Emily..., millones y millones de dólares que nos dejaron en la quiebra. Y sin más qué hacer cerramos la sede de New York, luego las sucursales que se extendían por casi toda la costa noroeste del país. Todo eso pasó en un año, mi familia y yo estábamos desesperados, no sabíamos qué hacer, cómo resolver lo que nos estaba sucediendo. —Me acerqué a él, un poco sin que lo notara—. Y yo..., para ese entonces tenía una novia, su nombre es Larissa, su padre es un buen amigo de mi papá y comparte la rama de negocios con él. Entonces cuando nos vimos en la quiebra le sugirió a mi padre que se asociaran..., mediante un matrimonio. —Pestañé confundida, asimilar toda la información parecía no querer asentarse en mi cabeza.

— ¿Estas casado? —exigí saber, la indignación se estaba abriendo paso en mí. Lo notó, comenzó a negar con la cabeza.

—No, no lo estoy. Para cuando la propuesta se hizo, ella y yo acabábamos de terminar, por lo que esa opción la descartamos de inmediato, bueno..., mi madre y yo. Pero mi padre empezó a intentar persuadirme y a convencerme de que ella era la indicada para mí, y lo mejor de todo era que ese matrimonio significaba salvar nuestras empresas. ¿Te imaginas el peso que conlleva? Prácticamente estaban dejando en mis manos el futuro de la familia.

—Yo... —Intenté decir algo pero simplemente las palabras no salían de mi boca, sentía la tensión y la presión que estaba en él y era tan injusto que dejaran algo así a su decisión—..., creo que debes hacer lo que deseas —dije por fin. Sabiendo lo que implicaba. Me miró incrédulo, ¿qué esperaba?

—Lo sé, además, antes de venirnos acá, ella me buscó. ¿Sabes?, me pidió que regresáramos, que era lo mejor, pero con mi padre habíamos llegado al acuerdo que intentaríamos aquí, empezando de cero y que veríamos como nos iría. Pero yo sabía muy bien que si fracasábamos implicaría que yo optara por casarme... —confesó. Abrí mis ojos como platos, sentía que la bilis se me subía—..., y estaba decidido a que haría eso por mi familia, además que con Larissa siempre nos solemos llevar bien, pero no para un matrimonio. Ella es demasiado impulsiva, vanidosa, egoísta y ególatra, como solía ser yo. —Se encogió de hombros—. Pero al venir a Campbell mi decisión tambaleó, tú me hiciste cambiar de parecer.

— ¿Yo? —cuestioné incrédula—, ¿por qué yo? —Se acercó un poco más a mí.

—Te mentiría si te dijera un porqué exacto, porque ni yo mismo sé cómo pasó todo, quizá tu imprudencia me encantó o tu sonrisa, tu furia..., tu sencillez —respondió. Miré a un punto nulo en aquel lugar, sumergiéndome en mis pensamientos; todo era más complicado de lo que imaginaba, ¿cómo iba a pedirle que no hiciera lo mejor por su familia? Sí, quizá eran un tanto egoísta que lo orillaran a hacer ese sacrificio pero..., estaba la posibilidad que su matrimonio si funcionara, tenían ya una historia, nadie podía decir si sería un fracaso. Pero solo pensarlo hacía que mi corazón sangrara, aunque yo en su situación no estuviera diferente, estaría dividida. Y quizá yo buscaría lo mejor para mi familia.

— ¿Qué quieres de mí, Kyan? —pregunté. ¿Qué me hiciera a un lado para que todo fuera más fácil para él? Lo haría, por mucho que me doliera, si lo cumpliría.

—Emily, tú..., me gustas, me gustas demasiado —confesó—, y estoy seguro, ahora más que nunca, que si tú me das una tan sola oportunidad no la desaprovecharé..., porque quiero intentarlo, porque justo ahora, contigo en mi vida no concibo tener a nadie a mi lado, a nadie salvo a ti. Quizá lo veas como un capricho, pero te juro que nunca en mi vida había estado tan seguro de algo..., de arriesgarme por alguien.

— ¿Estás seguro? Quizá estas confundido... —Intenté persuadirlo. Posiblemente lo más sensato hubiese sido que me lanzara a sus brazos y selláramos todo con un beso, pero no podía, no sabiendo que el aceptar le acarrearía muchos problemas no solo a él sino que a su familia, «y también a ti, Emily», murmuró mi mente.

—No, no estoy confundido ahora más que nunca lo que quiero y que estoy dispuesto a todo por ti. —Tomó mis manos, observando la inseguridad proyectada en mis ojos, el temor y la incertidumbre de: ¿qué pasaría? No quería sufrir, no quería que rompiera mi corazón. ¿Quién quiere eso?—. que tienes miedo ahora, yo también lo tengo, pero pensar en que estarás conmigo cuando los malos ratos vengan, me infunde fuerzas, esperanzas.

— ¿Y si las cosas en la empresa no funcionan? —pregunté alarmada, haciendo hincapié en lo qué podía pasar. Negó con la cabeza, Kyan proyectaba una seguridad apabullante.

—Todo está saliendo mejor de lo que creíamos, así que, esta demás que pienses en los hubieras. —Torcí el gesto, yo necesitaba la seguridad de saberlo a mi lado siempre, no solo mientras todo fuera bien, ¿después qué sería de mí?—. Pero bien, si eso llegará a pasar no debes de tener miedo, yo haré hasta lo imposible por seguir contigo. Porque no importa lo que llegué a suceder, si todo se vuelve en nuestra contra..., confía en mí, porque yo estaré contigo a pesar de todo. Te lo prometo. Ahora, Emily... ¿cuál es tu decisión?

Sentía que el corazón estaba por salirse, tenía las uñas encajadas en mis palmas, ¿por qué debía de decidir yo? Bajé la cabeza observando hacia el pasto. Todo era tan complicado y enredado; porque yo sabía qué quería..., quería aceptar y darle una oportunidad, pero también sentía miedo que solo estuviese jugando conmigo o que todo fuera cierto y lo nuestro a la larga se volviera un fiasco. Él me gustaba mucho, demasiado a decir verdad, pero detrás de ese pequeño sentimiento venía un torrente de otros más fuertes que estaban a un poco de salirse de su cauce y barrer conmigo, en mí. Yo estaba a un corto paso de enamorarme de él. «Si es que no lo estas ya, Emily».

Entonces en ese momento las palabras de mi madre bailaron en mi mente: No te cierres, es normal sentir todo esto..., es como una montaña rusa, nunca sabes cuándo estarás en la cima o abajo, solamente disfruta de las cosas buenas y sé valiente ante las malas. Lo que mi mamá decía era totalmente cierto; todo en la vida costa de altas y bajas, sobre todo en el amor, porque un día vuelas entre nubes y nadas entre rosas color rosa, pero de un momento a otro todo esto se revierte y el gris comienza a ponderarlo todo, y es ahí cuando, con valentía, se debe de luchar. ¿Estaría dispuesta a luchar junto a Kyan cuando todo se volviera en nuestra contra?, si es que pasaba.

Volví a verlo y estaba atento observándome, lo miré directo a los ojos rebuscando una señal de arrepentimiento, de inseguridad o de mentira..., no lo encontré, sino que, todo lo contrario. Mi pecho en ese instante se hinchó de coraje y de determinación, solo una cosa deseaba saber para tomar mi decisión:

— ¿Estas totalmente seguro de que lo que sientes por mí es suficiente para arriesgarlo todo? —Porque yo sí lo estaba, yo estaba a una caricia suya para dejar que se apropiara de mi corazón, de mi mente..., estaba a una mirada de rendirme por completo.

Se levantó y me ayudó a hacer lo mismo, estando de frente, y en un segundo, lo tenía casi sobre mí, acunó mi rostro con delicadeza y se inclinó. Me absorbió en sus manantiales azules, dejándome así, el acceso a todas sus emociones y sentimientos. Ya no había barreras, no en ese momento. Abrió la boca y su aliento se estampó en mis labios tibios y prestos.

—Absolutamente seguro. Emily, no te cierres a mí, sé lo que te hago sentir, me pasa igual cuando te tengo cerca... —Apoyó su frente sobre la mía—..., cuando te tocó todo estalla en mi pecho..., todo parece tener sentido. Pero respetare tu decisión..., solo dila.

—A pesar de todo, ¿verdad? —susurré. Sonrió y asintió con la cabeza.

—A pesar de todo, mi dulce Emily... —Entonces me besó. Fue como sentir pirotecnia, luces de muchos colores serpenteando, vivificando cada parte de mi cuerpo, de mí ser mientras se apoderaba de mí, mientras lo sentía saborear mi boca y mientras yo lo probaba a él. Kyan sabía a menta y naranja, una combinación que nubló todos mis sentidos.

Nos separamos para intentar respirar, escondí micabeza en su pecho y él besó mi cabeza mientras me rodeaba con sus brazos ymurmuraba promesas que espera nunca rompiera. Entonces, fue en esemomento, donde me di cuenta que, sin pensarlo y sin previo aviso, ese chicopedante, irritable pero de mirada y sonrisa indiscutiblemente hermosa, seestaba metiendo en lo más profundo de mi ser, de mi corazón y de mi alma.Porque había luchado, había intentado con todas mis fuerzas frenar lo que en mipecho se había formado; buscando mil defectos y a su vez virtudes, pero en sulugar me terminé enamorando. Pues bien dicen: que del odio al amor solo hay unpaso, y cuando vine a darme cuenta yo ya estaba al otro lado.

¡Gracias por leer!

Y para ellos... se llego el momento de un viaje sin retorno.

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