Ya de vuelta en el gran palacio estilo romano, diviso mi ropa y está asquerosa, me pregunto donde estará la ropa que traía puesta antes de desmayarme. Camino derecho por el pasillo, hasta llegar a la alcoba que me estoy hospedando. Me detengo en frente de la puerta, pensando en que le diré a Calisto. Acerco mi mano hasta la perilla y abrió la puerta, la empujo un poco, cuando escucho que alguien se queja.

-¿Calisto?, ¿estás aquí?

-Hasta que te dignaste a volver.

-Lo siento, pero necesitaba pensar. Además, no me contaste bien la historia "cariño".

-¿Cariño?, creo que te afecto...

-La verdad es que si.

Camino, con mis brazos entre lazados y con mi cabeza en alto y mi mirada seria rodeando a Calisto. Seguro pensara que no aceptaré, pero la verdad, no me queda otra. Necesito ver a mi madre, pero además necesito cumplir mi reto.

-Entonces que has pensado, señorita Alicia.

-En todo, y ya he tomado una decisión.

-¿Cuál seria?

-En que me casare contigo y que asumiré mi responsabilidad.

-Wuauu... entonces, me permites.

El se agacha y arrodilla su pierna izquierda sacando el mismo cofre con diseños de oro, estira sus dos brazos junto con el cofre, el lo abre, y ante mis ojos tengo un anillo de oro, pero bastante raro, alrededor tiene una especie de lazos del mismo mineral. En la cúspide de el, se encuentra una pequeña rosa de diamante perfectamente cristalizado. Mis ojos expectantes y grandes por la sorpresa de Calisto. Es hermoso el anillo, pero demasiado para mi.

-Hay mujer tómalo...

-Deja de leer mi mente.

-Una de las ventajas que tendrás, cuando nos casemos no podré leer tu mente.

-Eso suena bien.

-Cierto, no me gustaría leerle la mente a mi esposa. Me basta con tenerte a mi lado.

-Lo mismo digo, para que saber lo que está pensando el otro.

-Bien ahora, ¿en que estábamos?

Mis mejillas se ruborizan, mi corazón bombea como un loco. Calisto abre su boca, para hablar, yo lo miro a los ojos, que la verdad me cautivaron desde el primer momento en que lo vi, no pensé que íbamos a estar así.

-Alicia, Pachamama, madre tierra y futura protectora de ella, ¿te quieres casar conmigo, Yo Calisto, Padre de un planeta ya muerto y futuro protector de la madre tierra, aceptas compartir conmigo, tu vida, tus penas y alegrías, todos tus sentimientos que quieras compartir junto a mi. Aceptas casarte conmigo?

Me muerdo el labio, suspiro y le contesto.

-Si acepto, Calisto. Acepto, compartir contigo mi vida, ¿prometes que me serás fiel?

-Lo prometo.

El toma el anillo y lo coloca en mi dedo anular de mi mano izquierda y se levanta, la puerta está cerrada, el tacto de sus dedos provoca una electricidad de emociones que recorren mi cuerpo. El se acerca más a mí, demasiado cerca.

Mis labios se sienten atraídos por los de el, ¿me pregunto cuáles serán los motivos?, pero ahora más que nunca quiero posar mis labios sobre los de el.

-Calisto.-le llamo yo-.Estoy sucia, me debo bañar.

-Ok, entonces me marcharé, cuídate. Te quería hacer una invitación.

-¿Cuál seria?

-Mañana habrá un baile, y quería saber si tú ¿ podrías, ser mi acompañante?

-Mmm... claro, pero no quisiera ser expuesta a tanta gente.

-Obvio, es un baile típico, que apreciamos mucho.

-Ouuu... Y ¿Cuál sería?

-Si, hemos organizado un baile inspirado en tu planeta y en una parte que la verdad admiramos mucho. Así que tú madre te traerá el traje que te están confeccionando.

-Se podría saber ¿que parte de mi planeta es?

-Isla de Pascua, habrán bailes pinturas para el cuerpo y mucho más.

-Esto será interesante.-digo sin ánimos.

-Lo será, créeme, no tienes idea de cómo son las celebraciones aquí.

-Pues es obvio, no he crecido aquí.-mi enojo comienza a volver de a poco a mi, pero hago que desaparezca rápidamente mordiéndome la lengua.

-Entonces, mañana vendré a buscarte como a las nueve de la noche.

-Ok, esperare.

-Bueno, adiós Alicia, y, no nada...

Me despido y el cierra la puerta, me recuesto sobre la que ahora será mi cama y miro el techo. No me había dado cuenta de que tenía un techo de ventanas .Desde aquí puedo ver las estrellas diminutas que parecen luces colgantes.

Pero qué día el de hoy. Extiendo mis brazos y abro mis manos, dejando ver el hermoso anillo que Calisto me ha regalado. El diamante brilla, dejándome ciega por unos instantes, hasta que recobró la visión. Me doy cuenta de que ya no estoy en mi alcoba, frunzo el ceño. Observo bien el lugar y si, si reconozco el lugar, es la alcoba de mi madre Vicky.

Mis ojos se llenan de lágrimas.

-No puede ser.-tapo mi boca con ambas manos- .Yo debería estar a su lado, cuidándola y no aquí. Esto es tan doloroso, ¡MADRE!

Ella está entrando a la habitación, su rostro se ve muy pálido, tiene ojeras, apenas se ve que puede caminar. Me doy cuenta por como se afirma a las paredes, ahora me doy cuenta muy bien, de que ha bajado de peso. Alguien está entrando por la puerta de su alcoba.

-¿Padre? -digo en voz alta por la impactante imagen que estoy viendo en estos momentos-.Que hace el con ella.

Se ve que la está ayudando. Ella debió llamarlo no hay duda de eso. Ella antes lo llamaba con frecuencia cuando tenía problemas. Han pasado dos años desde aquello y no lo ha vuelto a llamar.

Ahora, no se si quedarme tranquila o afligirme más. La verdad no se que traerá entre manos mi padre, pero algo no me calza bien. Entró en pánico y todo a mi alrededor se cristaliza desvaneciéndose en el suelo. Corro hasta una puerta creyendo que era un armario y la abro y no, era el baño con un estilo rústico apedreado. Voy hasta el lavamanos abro la llave y mojo mi rostro unas tres veces y me miro al espejo.

-Mi rostro apesta. Debo bañarme y luego ponerme ropa limpia.

Cierro la puerta del baño. Me meto a la ducha, el agua está saliendo cálida. Me siento en un asiento de piedra mientras cae el agua sobre mi cabeza y luego me levanto tomo algo que parece ser un champo, lo vierto un poco sobre mi mano, lo huelo un poco y lo hecho sobre mi cabello.

-Esta ducha es impresionante.-me digo, sorprendida, mientras humecto en mi pelo el champo.

Reviso el armario de la habitación rústica y ante mis ojos veo solo vestidos blancos, de distintos diseños.

-¿Aquí no se usan pantalones?, que tontería.

Reviso y no, no hay pantalones, tendré que ponerme una de estas ropas, no me queda de otra. Estilo griego, me falta solo el cintillo de espigas.

Me pregunto si será cierto o no sobre la tecnología. Ya que es imposible llegar mantener está isla en el espacio, sin tecnología y más encima debe de ser avanzada. Necesito esclarecer y informarme bien. Aprender lo que tenga que aprender y mantenerme firme y no demostrar más debilidad ya que se lo debo a mi madre. Mantengo mi mirada fija en el espejo, tratando de descifrar los días que se me vienen encima. No cabe duda que todo será tan nuevo para mi, es poco creíble, pero tengo que verlo o sentirlo por mi misma. Se que la tierra está sufriendo una serie de cambios en el clima y que todo ha sido alterado gracias al ser humano, pero la verdad es que prefiero mantenerme al margen, bueno eso era antes de todo esto, ahora ella es mi responsabilidad, necesito protegerla lo menos llamativamente posible o si no sucumbirá el pánico, aunque para serme sincera no les haría nada de mal un asustadita como una advertencia. Ellos se lo merecen y más aún los empresarios corruptos y ambiciosos por poder.

Mmm... Tengo una idea, que hará que se asusten.

-Espero, que lo que tengo en mente, funcione.  

Continuará... 

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