Capítulo 52.
—Te maldigo por no dejarme leer el libro una vez más.
Corey suspiró con fastidio.
—¿Hay necesidad? Si ya te sabes el libro de cabo a rabo. No me sorprendería si te escuchara grabando un audiolibro sin siquiera ver las páginas.
—Ay, no seas exagerado, Honguitochico. Además ¿sabes lo que dicen por ahí?
—¿Que soy toda una guapura? —sonrió y yo me contuve en voltear los ojos.
—Aparte de eso —hablé sarcásticamente—. Lo que dicen es que los entrevistadores son muy exigentes. ¿No viste cómo salió la chica rubia? ¡Una gelatina en pleno terremoto tiembla menos!
Esta vez le tocó a él rodar los suyos. —Tú no tienes que preocuparte por eso, porque tú sabes controlar perfectamente los nervios.
Me permití una mueca irónica. Ja, si tan solo supiera que por dentro estoy peor que una gallina drogada, que mi estómago se siente revuelto y que estoy a punto de vomitarle encima como lo hizo mi madre (agh, asco) solo de pensar que me faltan dos puestos para entrar.
Porque sí, estaba en el lugar donde se llevarían las audiciones para El Ladrón de Cunas y mi querido novio había decidido que sería buena idea acompañarme. Lo fue, la verdad, porque estoy segura de que si él no estuviese aquí distrayendome con sus idioteces estaría sumida completamente por los nervios.
Porque desde que Mich me dijo que la película iba en serio la rayita tonta, tímida y dudosa de si misma pareció querer tomar el control de mi cuerpo. La cuestión era si yo iba a permitirselo. No lo sé, Warner Bros me intimidaba demasiado para mi gusto, así sonase estúpido. Al principio pensé que sería otra peliculita más, que fuese de Netflix no me hubiese molestado en absoluto.
Pero no, El Ladrón de Cunas será una película exitosa como el libro lo fue, y era obvio que los entrevistadores se pusieran difíciles con las audiciones: para una película fantástica se necesita un elenco fantástico.
Y he aquí el problema: ¿yo soy fantástica? Digo, claro que lo soy. No tengo dudas de eso pero, ¿soy lo suficiente? Este maldito lugar está lleno de chicas, muchas super reconocidas por el medio artístico como Baylee Madison y esta peladita, la que hizo de Rue en Los Juegos del Hambre. Ellas han tenido excelentes papeles a lo largo de su carrera y yo, ¿qué tengo? Una serie de televisión cancelada y una película divertida pero infantil. Y ambas de Disney (lo cual no es malo, pero como que tampoco lo toman mucho en serio).
—Ya te estás haciendo ideas —adivinó Corey con su vista azulada fija en mí—. Ya deja de hacerte ideas, menos cuando te hacen dudar de ti.
El puchero que no sabía que estaba haciendo se hizo más pronunciado y dejé escapar pesadamente el aire que no sabía que estaba conteniendo.
—Es que, no lo sé, no creo que esté a la altura de...
—Sarcastichica —levantó la mano, haciéndome callar—. ¿De verdad tendremos esta charla otra vez? ¿Qué no has entendido que eres jodidamente fabulosa y que te van a amar?
No pude evitar una sonrisa. Demonios, con esa mirada y ese tono tan dulce pero firme con el que me habla, lo que me provoca es comérmelo a besos.
—En mi opinión, tienes el potencial para interpretar el papel. Y esto te va a llevar a lo alto, ya verás.
Otra vez esa sonrisa, aquella que no le llega por completo a los ojos.
—Algo te incomoda a ti también, ¿verdad? —pregunté.
Y lo tomé desprevenido, porque parpadeó y se rascó la nuca, con rubor apareciendo en sus mejillas. Estaba avergonzado.
—Me parece mala idea decírtelo cuando estás a punto de entrar, Sarcastichica.
—Y me lo chupas. No me importa, habla ahora o calla para siempre.
—Prefiero callarme para siem... ¡ay! —dió un brinquito y se llevó la mano a su antebrazo pellizcado—. ¿Por qué siempre eres tan agresiva? —susurró.
—No andes con rodeos, Shain. Cuenta, ¿qué es lo que te traes por dentro? Y no quiero que evadas la pregunta —apunté.
Corey suspiró.
—Esta bien, Sarcastichica. Digamos que no eres la única que se siente insegura con respecto a la película.
—Lo sabía —asentí—. Tú también piensas que no lo lograré.
Mi novio soltó una risa seca, mirándome divertido.
—De hecho, pienso sin duda alguna de que lo lograrás.
—Bueno, no es algo que no haya dicho unas mil veces ya —rodé los ojos, aunque la seriedad y franqueza con la que lo dijo me dio un poco más de seguridad sobre mí misma—. Pero eso no responde mi pregunta.
—Sí lo hace —encogió los hombros—. Me da miedo de que te hagas demasiado famosa y entonces te olvides de mí.
No hice una cara poker solo porque la suya demostraba una inseguridad incluso más grande que la mía. Lo único que pude hacer fue tomar su mano y entrelazar nuestros dedos, observándolo con dulzura.
—Eres un maldito ridículo —solté—. ¿Cómo demonios vas a pensar que yo voy a olvidarme de ti? ¿Qué acaso no me conoces?
—Temo que no.
—Bien, estoy ofendida —dejé su mano y me crucé de brazos con la vista al frente. Una chica pelirroja observaba a mi novio medio embelesada, por lo que me apresuré a otra vez a sugetsrle la mano—. Ya no lo estoy. Bueno, solo un poco, pero lo superaré. Lo que tú tienes que superar es eso de tus inseguridades con respecto a mí dejándote, porque te juro por lo más sagrado que tengo que es mi saga completa de libros de Harry Potter, que nunca de los jamases voy a dejarte. ¿Entendiste, Shain? ¿O quieres que te lo haga entender con violencia?
A pesar de su extremo sonrojamiento y sonrisa de idiota (un idiota hermoso), hizo una mueca.
—No, déjalo. Después de ver la manera en como le sacaste su trauma a Froy me prometí a mí mismo que contigo era mejor entender las cosas a las buenas.
Le sonreí y él a mí, y estaba a punto de lanzarme a besarlo (ojalá la perrita pelirroja esté viendo) cuando oí que decían mi nombre.
—_____ Córdoba es la siguiente —dijo un señor desde la puerta—. ¿Está ____ Córdoba aquí?
Ay mi Diosito santo.
Me congelé en mi sitio, los nervios apoderándose de mí de repente. Por suerte Corey estaba aquí y se levantó jalandome consigo, alzando su mano.
—Aquí está —avisó, para luego mirarme, tomar mi rostro con una mano y plantarme un corto pero dulce beso—. Y lo harás genial, como todo lo que haces. Anda.
Asentí todavía ida (más por el beso que por otra cosa) y dándome la vuelta me dirigí hacia donde el señor que me había llamado indicaba. Antes de cruzar, nuevamente escuché cómo decían mi nombre... Bueno, mi icónico apodo.
—Sarcastichica —Corey sonreía alzando sus pulgares animadamente—. Aplasta a estas perritas.
Me reí, pues todas las chicas en la sala se le quedaron viendo feo.
—Te amo —dije.
—Yo también te arrecho —guiñó un ojo.
Y entonces, con los nervios repentinamente desaparecidos, entré.
[...]
—Espera. Repitelo otra vez que no entendí —Antonella frunció el ceño—. ¿Quién es Richard Madden?
Sabrina, Rowan, Corey y yo nos le quedamos viendo en plan «¿Vives en una cueva?».
—¿Cómo no sabes quién es Richard Madden? —exclamó Row—. ¡Por Ravenclaw, que es Richard Madden!
—Yo tampoco sé quién es ese —habló Peyton, a quien ignoramos por gei.
—¡Yo sí sé! —Erick habló desde la cocina de la casa, mostrandonos su sonriente cara mientras preparaba junto a mamá unos burritos para cenar—. ¡Es quien hizo del príncipe de Cenicienta en la película liveaction!
En ese preciso momento, la cara de mi amiga rubia colombiana se desencajó en una mueca. Yo atiné a taparme los oídos antes de que se pusiera a saltar y gritar como la adolescente hormonal que sigue siendo.
—¡ES EL AMOR DE MI VIDAAAAAA! —gritó.
—Amor de su vida y hace unos segundos ni sabía cómo carajos se llamaba —Diego puso sus ojos marrones en blanco.
Antonella ni le paró pelotas, ella siguió con su danza de éxtasis mientras nosotros la veíamos como si fuese la cosa más rara del mundo (que lo es), aunque ya estábamos acostumbrados así que la atención volvió a recaer en mí.
—Entonces tu co-estrella no será nadie más ni nadie menos que Robb Stark —Rowan casi se pone a chillar de la emoción.
—Ah, ese al que mataron en la última temporada de Juego de Tronos —adivinó Peyton, ganándose una mirada fulminante de nosotros.
Así se siente el dolor en su forma más pura.
—Debes estarte muriendo de celos, Corey —Sabrina sonrió maliciosa.
El agarre en mi cintura se hizo más fuerte al tiempo en que lo sentí tensarse. Sonreí.
—Estoy muriendo de celos —cofirmó, tranquilo—. Me hierve la sangre de envidia de solo pensar que será ella la afortunada en besarlo.
Todos explotamos en carcajadas. Le di un beso en la mejilla que él respondió dandomelo en el cabello. Sorprendentemente se tomó la noticia muchísimo mejor de lo que pensé. Imagino que será porque tanto él como Row, Sabrina y yo somos mega fanáticos de Game of Thrones.
Además, eS RICHARD MADDEN HIJOS DE PUTA.
—Todavía no se emocionen, chicos. Ni siquiera sé si estoy dentro.
—¿No te dijeron nada? —inquirió Peyton.
Negué. —Mich dice que cuando eso pasa es porque te están tomando en consideración. Es algo bueno pero tampoco tengo que darme muchas esperanzas. Puede que me llamen y puede que no.
—Te llamarán —aseguró mi mamá, sacando los primeros burritos—. Si mi hija tiene algo que le sobra son pechos y talento.
—¡Mamá!
—Eso es cierto —murmuró Honguitochico, ganándose un golpe de mi parte—. Hey, me refiero a que eres muy pero muy talentosa.
Sí, ajá, y este cree que yo no lo conozco.
Cuando se terminaron de reir, mis amigos también dieron su visto bueno al comentario de mi madre (sobre el talento, no sobre mis pechos). Todos estaban cien por cientos seguros de que obtendría el papel y que tendría la suerte de besarme con Richard Madden.
La verdad es que lo de Madden me daba algo de risa. Cuando hice la audición él no estaba ahí, pero al terminar, el director de la película, un hombre demasiado alto llamado Josh Moone, quie dirigió Bajo la Misma Estrella, hizo que llamasen a «nuestro Félix» para ver cómo se veía a mi lado. Yo me esperaba, no sé, más o menos a Dylan O'brien o Josh Hutcherson. Pero no, de hecho vino algo mejor.
A quien engaño, nadie es mejor que Dylan O'brien. Yo quería que fuese Dylan O'brien, pero la vida es una perra; tuvo que darme a Richard Madden.
En fin, resultó que unas puertas al fondo se abrieron y por ellas entró nadie más ni nadie menos que Richard Madden. Casi se me cae la boca al suelo y moría por gritar su nombre, pero como soy una profesional me comporté y sólo lo obligué a que dijera «El invierno se acerca» antes de siquiera presentarme. Eso le encantó al director y, sobre todo, a la escritora, quien dijo que así veía a Amanda y Félix.
Y bueno, eso me subió bastante los humos, pero yo quiero evitar hacerme ideas. ¿Ya les dije que estaba la chica Rue? Ella se veía muy concentrada en su copia del libro, y estuvo ahí dentro casi tanto como yo.
Mi pensamiento positivo de todo esto era que, si no conseguía el papel de Amanda, al menos pude sacarme una foto con Robb Stark que atesoraré por siempre.
Qué les puedo decir, soy una chica afortunada.
Mis amigos se quedaron a cenar porque mi madre dijo que ninguno salía de la casa a menos de que se comieran los dos burritos que había preparado para cada uno, por lo que terminamos todos comiendo en la sala, algunos en los muebles y otros en el piso, cada uno con dos burritos en sus platos y unos vasos llenos de Coca-Cola bien fría, hablando de cualquier estupidez que se nos pasara por la cabeza.
A eso de las siete la puerta se abrió y por ella entró mi Ganso favorito, quien había salido a «hacer una cosa» desde las cinco de la tarde.
Lo observé curiosa. Desde hace un tiempo para acá, Froy se estaba comportando de una manera tal que daba a entender que estaba ocultando algo. Al principio pensé (e incluso deseé) que se tratara de una novia. Todavía seguía con la duda de la heterosexualidad de Froy, y a pesar de que es algo a lo que no hay que darle tanta importancia, en el fondo yo quería verlo con una novia. O un novio, lo que sea con tal de no verlo solo. Él siempre es la rueda extra del grupo y sigo sin entender por qué, ¿es que acaso no han visto esa cara? Es mi hermano y todo, pero Froy Gutiérrez es uno de los chicos más atractivos que conozco.
En fin, me alejé del tema: no, no es una novia, ni un novio, ni un/a amigo/a especial.
—Creo que esta vez lo conseguí —mencionó con voz potente, su característica sonrisa plantadota en su bello rostro—. ¡Esta vez es la definitiva!
—¿En serio, hijo? —exclamó Erick—. ¡Eso es fantástico!
—¿De qué carajos hablan? —fruncí el ceño.
Froy avanzó hasta posarse en medio del grupito y se llevó las manos a las caderas, sumamente animado.
—He estado haciendo un casting desde hace unas semanas, y creo que por fin me llamarán —anunció.
—¿Un casting, papasito? —Antonella frunció el ceño—. ¿Un casting para qué?
—¡Eso es lo mejor de todo, Miss Perver! —Ganso sonrió un poco más—. ¡No tengo ni la menor idea!
Todos nos miramos esperando a que se echara a reír diciendo que era otro chiste malo de los suyos, pero Froy siguió imperturbable.
—¿No sabes de qué es el casting pero estas seguro de que te llamarán? —solté incrédula.
—Sip, exactamente, Pato.
—¿Cómo es eso? —preguntó Row, haciendo que mi amigo se encogiese de hombros.
—Bueno, papá dijo que habían abierto un casting aquí en Los Ángeles, al parecer de una serie, pero nadie sabe de cuál y allá no dijeron nada. Seguí el casting por toda la ciudad durante toda la semana, audicionando y audicionando hasta que por fin uno de los entrevistadores (un hombre que parecía casi enamorado de mí) dijo que yo sería el perfecto Noé.
—¿Noé?
—O Nolan, no me acuerdo cómo fue que lo llamó —encogió los hombros con su mirada llena de alegría—. Pero estoy feliz porque al fin conseguí algo, ¿no? No he tenido mucho trabajo desde The Rivens, ya incluso estaba perdiendo las ganas de actuar...
—Froy —Diego habló—. ¿Te has puesto a pensar que quizás podría ser una película porno?
El rostro de mi pobre hermanito se contrajo en una mueca de trauma. —¿Q-qué?
—No solo eso —dijo esta vez Corey—. Podría ser una película de porno gay, hermano.
—Oh, por los dioses —Froy se llevó las manos a la cabeza, mega himpaktado. Los chicos menos Erick y yo sé cagaban de la risa.
—No les hagas caso, Ganso, sabes que Corey y Diego son unos asquerosos.
—Yo también te quiero, hermana/_____.
—Quién sabe, a lo mejor es una de esas series bastante exitosas que hay en Netflix —dijo Rowan.
—O una película bastante visitada en XXX.com —continuó Diego.
Y nuevamente todos reventaron en risas, deleitándose de la cara de agobio de mi Ganso.
—¿Por qué no me lo dijiste antes? —le pregunté cuando se sentó a mi lado con el plato de burritos que mamá le sirvió.
—Tú estabas muy ocupada con tus audición para El Ladrón de Cunas, lo siento —sonrió a modo de disculpa—. Y hablando de eso, ¿cómo te fue?
—Bien, creo y espero a que me llamen. Por cierto, adivina quién interpretará a Félix.
—El príncipe de Cenicienta, por supuesto —rió—. Papá estuvo gritándolo cuando lo anunciaron en estos días. Tú no lo escuchaste, ¿cierto? Fue el lunes por la noche.
Hice memorias de lo que estaba haciendo el lunes por la noche. Miré a Corey, quien sonreía de lado como si nada y entonces caí en cuentas.
—Me quede dormida temprano ese día —me excusé.
—Mentirosa —canturreó Honguitochico lo suficientemente bajo para que solo yo lo escuchará.
Me abstuve de golpearlo solo porque estábamos rodeados de gente, y claro, porque lo amo también.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro