
Capítulo 48.
—Me niego a hablar frente al condón usado —Antonella se cruzó de brazos.
Corey y yo rodamos los ojos al ser la cuarta vez que lo decía en menos de dos minutos.
—Oye, agradece que te sacamos de las garras de Erick —dijo mi novio, a la defensiva—. Por el contrario te hubieras quedado allá en la sala a llorar como una perra, como lo están haciendo Gutiérrez y su padre ahora mismo...
Y mientras tanto, en la sala...
—¡Lotso es un mal oso! —Sollozó Froy—. Engañó a todos, y cuando Woody salvó su vida, ¡lo engañó a él también! Papá, ¿en la vida real hay personas tan malas como él?
—Yo espero que no, hijo —se secó las lágrimas con el dorso de la mano—. Nadie puede ser tan malo y oler a frutas al mismo tiempo.
Nathalia y Diego, que acababa de llegar del trabajo, negaban con la cabeza.
—Nadie puede ser tan patético.
—Ni que lo menciones. Y te lo dice el que está vestido de hamburguesa.
Ahora sí, volvamos con los tres mosqueidiotas...
—Igual, no hablaré nada frente de él —Anto encogió los hombros—. ¿Dónde quedó la privacidad de hermanas? ¿Dónde quedó el tiempo de _____ por Antonella, eh? ¡Desde hace una semana que ya ni atención me prestas por andar velando por este! —miró a Corey con desprecio. Claro que todo era fingido, estaba siendo dramática solo porque le daba la gana de serlo...
—¡Lamento haber sido brutalmente atropellado por un coche, ¿okay?!
O tal vez solo para hacer molestar a Honguitochico...
Sí, esa era una mejor opción.
Sacudí la cabeza, sacando mis pensamientos randoms y soltando un suspiro de resignación.
—Pues bien, paren los dos —observé a Corey—. ¿Podrías...?
—¡Me niego a alejarme de ti en todo el día! —chilló—. Vamos, _____. Ella sabe que no diré nada. Si quieres, hasta cerraré la boca y no comentaré ni una sola palabra. Seré invisible. Ustedes ni siquiera sabrán que estoy aquí, pero no pienso moverme de tu lado.
Miré a Anto.
—Bien —gruñó—. Pero por cada vez que hable, le lanzaré algo.
—¡Ya te dije que no...! ¡AY! ¡_____, mírala!
—Ella te lo advirtió, Honquitochico —admití—. Mejor haz lo que dijiste que ibas a hacer y cállate, ¿sí? —le sonreí con ternura.
Corey bufó, pero se contentó al darle un beso. ¡Boom, poderes femeninos!... Okay, sigamos. Él, calladito y bien bonito, apartó el peluche que Anto le había arrojado y se recostó en mi cama para jugar con su celular.
—Ahora que no está jodiendo —habló Anto, a lo que Corey le sacó el dedo, cosa que ignoró—, ¿qué quieres saber?
—Pues todo —dije, obvia—. Principalmente, ¿por qué se pelearon?
—Ya no aguantaba la hipocresía entre ella y yo —encogió los hombros, yo fruncí el ceño—. Sabes que esto iba a pasar en cualquier momento, _____, no seas estúpida. Solo era cuestión de esperar. Y en tal caso, no debería de preocuparte tanto; ambas seguimos siendo amigas tuyas, pero por separado.
—¿No hay una esperanza de reconciliación? —sabía que la repuesta sería no, pero nada costaba preguntar.
Evidentemente, Antonella negó. —Luego de lo que hizo y de lo que dije, creo que no. Podremos estar juntas en una habitación, pero no hagas pijamadas con ambas o será más incómodo que echarte una flatulencia en público y que te escuchen.
—Lo dices porque te ha pasado, ¿n...? ¡Auch!
—Que te calles —Anto me observó, sonriendo—. ¿Podemos dejar de hablar de eso? Tenemos otras cosas de las que ponernos al día, marica.
—Cierto. ¿Cómo terminaste de convencer a Diego para que no saliera tras nosotros? No tuve tiempo de preguntarte...
Anto se sonrojó, cosa que me hizo alzar una ceja.
—No es lo que piensas, mente cochina —me señaló, riendo—. Tuvimos una pequeña pelea que terminó con él siendo un mar de ternura y cursilerías tan ashdjahsj —hizo sonidos y caras de agonía, pero agonía de la buena... si hay agonías buenas, claro.
Corey torció su cara en una mueca. —Dios mío, ¿qué le pasó?
—Está enamorada.
—Qué cosas puede hacerle el amor a uno. Yo no hago eso cuando hablo de ti, ¿verdad?
—No frente de mí. Pero Peyton tiene un video de ti borracho gritando a los cuatro vientos que me adoras y que me comprarás una torre de nutella y helado de chocolate —sonreí.
—Qué graciosa, Sarcastichica —siguió sumido por el poder del celular y el gato Tom.
Me giré hacia mi mejor amiga, que ya había detenido sus convulsiones.
—¿Y ya son novios? —pregunté, pero más vale no lo hubiese hecho, pues su sonrisa se transformó en una pokerface.
—No. Ese día me dijo que tenía algo planeado pero hasta ahora no ha hecho nada. Y hasta que no lo haga no pienso darle la cara. Es por eso que te llamé. No quería encontrarme con él primero o terminaría besándolo hasta llegar a segunda base en el ático de Froy. Eso pasó el día en que volvimos del hospital...
Corey soltó una risita. —¿Qué será lo que tendrá ese ático?
—¿Si, verdad? —Antonella rió con él.
Puse los ojos en blanco. De verdad que no entendía la amistad de estos dos.
—Y hablando de Diego —ella observó a Corey—. Puede que llegue en cualquier momento, ¿por qué no estás calentando esas piernas de espagueti para huir de él?
Mi novio compartió una mirada conmigo.
—No huiré —dijo—. Que me mate si quiere, pero en algún momento va a tener que aceptar que su hermana y yo somos novios.
—Wow —mi amiga se mostró bastante sorprendida—. ¿Qué droga le diste, _____?
—¿Yo? Ninguna. Es algo que pensó él solito, ¿no es increíble?
—Oh, sí. Lo es. Qué bien que ya está progresando.
—¡Lo sé, estoy totalmente orgullosa de él!
—¿Por qué hablan como si fuese un niño que ya aprendió cómo atarse los cordones? —inquirió el mismo, cohibido.
Anto y yo soltamos una carcajada en el momento justo en que la puerta se abría. Diego se hizo paso con su disfraz de Miss Hamburguesa y una toalla entre los hombros. El reloj en mi mesa de noche marcaba el medio día, por lo que venía a darse su ducha.
—Hola —saludé.
—Hola —respondió, pero en realidad estaba mirando a mi amiga, que sin yo darme cuenta había sacado su teléfono y fingía que escribía algo tanteando la pantalla en su galería—. Hola —repitió, esta vez siendo más obvio lo de a quién se dirigía.
Anto alzó la vista.
—Ah, sí, hola. Como sea —volvió a fingir que tecleaba.
Esto lo tomó desprevenido. Quizás antes hubiese sido ignorado por ella, pero antes le daba igual. Ahora, y con eso que pasaron el día de mi cumpleaños, seguramente pensaba que estaba pasando algo extraño para que actuara de esa manera.
Claro que todas sus preguntas se disolvieron cuando notó la presencia de Honguitochico.
—¡Tú! —gruñó, e intentó correr hacia él pero su disfraz era tan grande como gordo su trasero, por lo que cayó de cara al suelo.
—¡¿Estás bien?! —pregunté, alarmada.
Y yo era la única en la habitación preocupada por él, porque Antonella y Corey se rieron como focas con retraso mental.
Diego se levantó como pudo y observó a Honguitochico con la furia bramando de todo su cuerpo. Por un momento lo imaginé como el toro de los Looney Tones, que se ponía rojo y le salía humo por las orejas y nariz cuando estaba a punto de atacar.
Y ante esto, Corey hizo algo que logró que lo catalogara entre los más valientes, honrosos y más admirables idiotas: Nada.
—Voy a matarte, ¿sabes? —gruñó Diego.
Corey encogió los hombros.
—Hazlo. Eso no va a borrar lo que pasó entre ella y yo.
—¿Y lo dices así, tan descaradamente? —Mi hermano apretó los puños—. Te voy a matar, Fogelmanis. Así que es mejor que empie...
Corey suspiró con fastidio. Se levantó y encaró a Diego frente a frente, sin temblar ni titubear. En ese momento, no sé si fue por su repentino ataque de coraje haciendo que ya no pareciese inferior a mi hermano, me di cuenta de que son casi casi del mismo tamaño. Esto me sacó un poco de sí. ¿Desde cuándo Corey se había estirado tanto? No recuerdo que haya ido a la Fábrica de Willy Wonka y sido estirado por la máquina de hacer chicles. Pensé que tal vez todo esto era efecto de su nueva (y en proceso de construcción) personalidad; un Honguitochico decidido e imponente ante el ogro sobreprotector de mi hermano, justo como él quería ser.
¡Es el orgullo de mamá!
—Adelante, golpéame —dijo él—. No me importa. Más te dolerá a ti, porque sabes que ella se enojará contigo, y tú no quieres eso. ¿Por qué no lo aceptas y ya? Lo que hicimos _____ y yo es algo que hacen los novios cuando creen que ha llegado el tiempo, y ese día fue nuestro tiempo. No hicimos nada malo, que tú lo veas así es cosa tuya y de tus celos maniáticos y nada justificados de hermano, porque a lo que a mí concierne, ella no hizo nada que no hubiese querido, ni mucho menos. Nos amamos, y por eso pasó lo que pasó. ¿Lo entenderás de una buena vez, o te lo explico con dibujitos?
La cara de Diego era un poema. Con la boca abierta y la ceja ligeramente alzada en una expresión de confusa incertidumbre, bajó el dedo que estaba extendido hacia Corey y ladeó su cabeza igual que un perrito.
—Entonces... ¿no vas a correr? —murmuró torpemente.
Corey bufó.
—¿Siquiera escuchaste algo de lo que dije? Porque hombre, llevo desde hoy en la mañana practicándolo.
Y ahí está mi Corey, damas y caballeros, qué alegría volverlo a ver.
—Sí, sí lo escuché pero... ¿en serio no vas a correr? —Al ver que Corey negó, Diego frunció el ceño—. Maldición, esta parte no la decía el manual. ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? —le susurró a Anto, quién se encogió de hombros como diciendo "Si no sabes tú..."
Rodé mis ojos y tomé a ambos idiotas por los hombros.
—Escúchenme —dije clara y pausadamente—. ¿Qué les parece si dejamos los enfrentamientos tontos hasta aquí y hacemos algo más simple?
—¿Cómo qué? —inquirieron al unísono.
Me aclaré la garganta.
—Bueno, primeramente. Tú, Diego, ¿aceptas a Corey como novio de tu hermosa y preciosa hermana, para que la cuide y la respete, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la idiotez y en la pendejada extrema?
—Yo... ¿acepto?
—Bien dicho. Y tú, Corey, ¿aceptas a Diego como cuñado (ya que es el hermano de tu hermosa y preciosa novia), a pesar de sus malos humores y maltratos, sus horarios raros y sus constantes amenazas de muerte, para quererlo y respetarlo?
—No sé si esté seguro de acept... —Antonella le dio un zape—. ¡Está bien! ¡Acepto! Dios, no acabo de sanar mis golpes y ya me vienen otros...
Los solté con una sonrisa, pero eso no duró mucho pues los volví a agarrar y fundir a los tres en un gran abrazo de oso, con un hongo, una hamburguesa y una cosa hermosa y preciosa que soy yo.
Antonella comenzó a aplaudir.
—¡Admirable! ¡Estamos viendo un momento histórico, señores!
Reí y gracias a su irrupción, nos separamos. Mi hermano fijó su vista en ella nuevamente, que al notarlo dejó de sonreír y volvió a "chatear".
—Si, como sea —encogió los hombros.
Diego encarnó una ceja y con un gesto me dijo: «¿Y esta que tiene ahora?». Yo me hice la que no sabía, pero esas de las que sólo dicen no saber y que en realidad cuando vienes a ver se saben el principio, el final y hasta los capítulos extras. Como me lo esperaba, el idiota de mi hermano no entendió mi indirecta, y más confuso de lo que estaba, recogió la toalla con la que había entrado y se encaminó al baño.
—Bueno, iré a ducharme para limpiar todo lo raro que pasó en estos diez minutos —hizo un saludo militar, y antes de entrar por completo, señaló a Corey con el dedo—. No sé qué cosa movió el choque en ti, pero lo que sea que haya sido, fue para bien. Al fin te estás convirtiendo en un hombre.
—Yo digo lo mismo de ti —mi novio sonrío, con las manos en los bolsillos.
Diego asintió y acto seguido se encerró en el baño. A los segundos escuchamos la ducha abrirse y a él empezando a cantar Singing in the rain.
Antonella arrojó su teléfono a la cama, arrugando la nariz en una mueca de enojo.
—No lo soporto —sentenció.
—Eso es otra señal de que estás perdida, hermana —dije con fingida lástima. Luego sonreí y acaricié su hombro en una muestra de apoyo moral—. Relájate. Cuando menos te lo esperes, te hará el pedido. Al menos tienes la seguridad de que tiene planeado hacerlo.
—Tengo la seguridad, más no la paciencia —corrigió de brazos cruzados—. Maldita sea, no quiero parecer una desesperada pero ¡estoy desesperada, me lo quiero coger!
—¿Y por qué no lo haces y ya? —objetó Honguitochico.
Antonella lo miró como «¿Estás jodiendome, amigo?».
—¿Tú quien te crees que soy, eh? ¿Alguien que le da su virginidad a cualquiera? ¡Podré ser pervertida, pero no una regalada! Esto —señaló su zona de abajo— está reservado única y exclusivamente para la persona que se lo gane, quien para lograrlo primero tiene que cumplir con unas peticiones, de las cuales ya nueve de diez Diego las tiene hechas.
—¿Cuál es la última? —cuestionó mi novio con confusión.
—Formalizar la relación —dije—. Es una de las peticiones de todas... Juntas armamos una lista de cosas que los chicos tienen que cumplir para que nosotras nos acostásemos con ellos; una de esas era formalizar una relación.
—Sólo por mera curiosidad, ¿por qué lo hicieron y cuáles son las otras nueve?
—No teníamos nada que hacer en una de nuestras tantas pijamadas y pensamos que sería una buena idea —le resté importancia—. Y con lo otro, tú confórmate con saber que ya las cumpliste todas —le palmeé el pecho.
Corey sonrió ladinamente. —¿Y puedo seguir cumpliéndolas?
Antonella le dio un zape.
—No seas asqueroso. Cochino, sucio y marrano.
Ambas dejamos mi habitación con Corey siguiéndonos más atrás alegando vanamente que no lo había dicho con esa intención.
[...]
—Señora Córdoba, la cena le quedó genial, como siempre.
—Aw, qué lindo, Corey, gracias. Ten, toma más pastel —le sirvió otro trozo. Él me observó alzando y bajando las cejas. Pude escucharlo decir en su cabeza «Así es como se consigue más postre, perras». Volteé los ojos con diversión al tiempo en que me disponía a recoger la mesa.
Erick se levantó y me ayudó.
—No hace falta, puedo hacerlo sola —dije amablemente.
—No seas modesta, Katie. Quiero ayudarte —sonrió, los hoyuelos marcándose en sus mejillas de la misma forma en la que se marcan en Froy—. ¿Te parece si yo lavo y tú secas? O yo seco y tú lavas. Vi en un meme de instagram que el orden de los factores no altera el resultado.
Reí, encogiendo los hombros y yendo juntos a la cocina. Decidimos que yo lavaría y él secaría, pues ya varias veces a Erick se le han resbalado los platos gracias al jabón y terminamos limpiando y barriendo más de la cuenta, y como nadie quería hacer trabajos extras, decidimos hacerlo de esa manera.
En la mesa, Diego y Corey conversaban. Para mi gran sorpresa ninguno intentaba matar a ninguno, y eso que aún quedaban cuchillos por recoger. De hecho, se reían y en un punto Diego le dio unas palmadas en el hombro amistosamente, algo que jamás en el corto tiempo que se conocen había hecho. Por otro lado, Antonella se había levantado e ido a tirarse en el sillón de la sala, pues no quería estar cerca de Diego, que la siguió con la vista, más no levantó su gordo trasero de la mesa.
Mamá y Froy también hablaban. En realidad, era mi madre la única que lo hacía, pero Froy la observaba con interés, como un niño al que le están contando una historia llena de acción y aventura. En algunas ocasiones rieron y en otras mamá le arreglaba un mechón rebelde, volviéndolo a poner en su lugar con cariño.
Yo no noté que estaba acosándolos con la mirada hasta que Erick posó una mano en mi hombro.
—¿Soy sólo yo o ellos actúan exactamente como una madre y su hijo?
—Es que eso es lo que son —sonreí—. Exactamente una madre y su hijo.
Erick me imitó, estando de acuerdo.
—Me alegra que Froy haya visto en Nath a una madre. Yo pensé que nunca sabría lo que es una, ¿sabes? Su mamá... ella...
—Sí, conozco su historia —lo detuve, pues supuse que le costaba hablar de ella—. Es una de las cosas que tenemos en común. Yo... tampoco supe lo que era tener un padre. No hasta que me encontré con el Señor Luis, Mich... y contigo.
Al confesar esto, Erick me observó sin poder disimular su asombro.
—¿Lo dices en serio, Katie?
—Obvio que sí —consentí—. Claro que no eres como son los padres comunes y corrientes que imaginé pero, ¿qué en mi vida es común y corriente? —reí—. Hablando con honestidad, tengo muchas cosas que agradecerte. Empezando porque tú fuiste el que engendró al chico que, después de mi novio, es mi mejor amigo y una de las mejores personas que he conocido en mi vida. Y terminando porque le diste alojamiento a mi madre, y no sólo eso sino que también... bueno, hiciste que pasara algo que pensé que no volvería a ocurrir nunca.
—¿La embaracé?
—Aparte de eso —reprimí una carcajada y suspirando, continué—. Tú hiciste que se enamorara de nuevo. Yo pensé que mi padre había dejado un agujero en su corazón, pero ahora me doy cuenta de que no fue así. Ella es completamente feliz de nuevo, más con ese pan que le dejaste horneándose ahí dentro. Y si ella es feliz...
—Todos lo somos —culminó por mí, yo asentí—. Si, Nath también me hace sentir cosas que pensé que no me volverían a ocurrir. Y te prometo, Katie, que la haré la mujer más feliz del mundo.
—Lo sé, Erick. De eso no me queda duda.
Pero él continuó hablando:
—Y no sólo a ella, sino también a ti, a Diego, a Froy y al nuevo condón agujereado que viene en camino —sentenció, decidido—. Le daré a Froy lo que siempre quiso: una familia.
—Pensé que ya se lo habías dado —sonreí, volviendo a mirarlos. Ahora era Ganso quien contaba su historia, y por lo visto no eran uno de sus pésimos chistes del toc toc, pues mamá estaba riendo a carcajadas—. A todos, la verdad. Una familia es lo que todos queríamos, y ya la tenemos.
—Tienes razón, Katie... ya la tenemos.
Nos echamos un vistazo. La mano de Erick seguía posada sobre mi hombro, pero la moví e hice que me abrazara, pues yo estaba haciendo lo mismo con él.
Fue raro. Empezando porque era la primera vez que lo hacíamos. No obstante, eso no quitó que fuese un abrazo verdadero, ni que sintiera que él me quería así como mi madre quiere a Froy y viceversa. Estoy verdaderamente agradecida con el hombre al que abrazo, pues él y su hijo cambiaron mi vida de una manera que ni ellos mismos se imaginan, y creo que jamás se los dejaré de agradecer.
[...]
—Bien, hablando en serio, ¿cuándo carajos piensas irte? —cuestionó Antonella a mi novio.
—¿Cuándo carajos piensas irte tú? —contraatacó este.
—Yo me quedaré a dormir, idiota.
—¡Pues adivina la sorpresa! Yo también.
Anto volteó los ojos y le dio otro mordisco al pastel. No, mamá no le había dado pastel como a Corey. Sólo esperó a que ella y Erick fuesen a dormir para robarle un pedazo... Bueno, en realidad todos lo hicimos. Sí, ya sé que fuimos o muy valientes, o muy estúpidos, pero teníamos hambre. Además, no estamos preocupados por la reacción de mamá mañana... quizás porque planeamos echarle toda la culpa a Diego, ya que es un traidor al no quererse quedar con nosotros en la sala.
—¿Alguien sabe por qué Diego se fue al ático? —pregunté.
Los tres negaron.
—Seguro es porque le damos pena ajena —dijo Anto, encogiéndose con desinterés.
—¿Por qué le daríamos pena ajena?
—Yo creo que la pregunta sería por qué no le daríamos pena ajena —Corey apuntó hacia el televisor. Estábamos viendo Peppa Pig, en Discovery Kids.
—¡Es que no hay nada mejor en la tele! —chistó Froy.
—Claro que si, estaban pasando Annabelle.
—¡¡Me rehúso a poner Annabelle, Miss Perver!! Mucho me traumé ya con el episodio de Pato...
—¡Ya te pedí perdón por eso!
—¡El trauma siempre quedará aquí! —Se apuntó al pecho—. En el cora.
Suspiré y me acomode mejor entre las piernas de Honguitochico (y no vayan a mal pensar, cochinas necesitadas de iglesia), resignándome otra vez a que Froy es único en su especie.
Antonella se encontraba tirada en unos cojines a mi lado, haciéndose selfies con su teléfono. Este empezó a sonar, y ella tuvo que deshacer su boca de pato amorfo y con retraso para contestarlo.
—Sí, hola, como sea —era Diego—. Si quieres que te vaya a llevar algo puedes ir bajándote de esa nub... ¿Qué?... ¿Entonces para qué quieres que suba?... ¿Te cuesta venir hacia acá y decírmelo? —Soltó un bufido—. ¿Por qué no lo imaginé antes? Bien, ya voy. Relájate y no entres en pánico, que eso te pasa por imbécil. —tras decir lo último, colgó y se levantó de un salto.
—Se quedó encerrado en el ático, ¿no es así? —adiviné.
Anto asintió. Corey dejo salir varios «t-t-t-t-t-t-t» entretanto negaba con su cabeza, como decepcionado de la inteligencia nivel homoerectus de mi hermano.
—Qué chico tan ignorante —dijo—. ¿Cómo pudo ser tan idiota para encerrarse a él solo en el ático?
—No sé, ¿por qué no te lo preguntas a ti mismo? —lo observé sonriendo. Froy se echó a reír por la cara que puso.
Antonella murmuró algo parecido a «ya vuelvo» y subió las escaleras rumbo al ático. Mis dos chicos favoritos en el mundo y yo nos observamos con complicidad.
—¿Alguien más piensa que no volverá y que lo que pasará allá arriba será mucho más interesante que quedarnos viendo Peppa Pig? —inquirió Corey.
Froy y yo levantamos la mano. Acto seguido, nos levantamos y justos le seguimos el paso a mi amiga sin que se diese cuenta, para no perdernos ni un segundo de lo que sea que pasaría pues, si algo teníamos todos claros aquí, es que en ese ático siempre ocurren cosas interesantes.
N/A: Hoy no tocaba ningún elipse, ¿cierto?
Nah, como sea. De todas maneras, aquí estoy. HOLA :D
¿Qué tal están este día, niñaas? Espero que muy bien. Aquí les vengo con el capítulo 48 de esta divifna historia, a la cual creo que le quedan menos de cinco capítulos para finalizar *c va a shorar* Pero bueno, la vida sigue, así que sigamos con esta nota.
Ayer les prometí que dedicaría los siguientes capítulos a las chicas que respondiesen a la pregunta de ayer, así que aquí van:
Todo el capítulo está dedicado a estos hermosos y sensuales users, por los hermosos porqués que escribieron y me inspiraron para continuar haciéndolo y así no dejarlas con la duda hasta el año nuevo chino ;) (Puede que no aparezcan aún las dedicaciones, porque apenas estoy averiguando cómo ponerlas xd Disculpen mi retraso. Y en caso de que no pueda ponerlas a todas, no se preocupen que iré repartiendo dedicaciones por cada cap. Las que me llegaron más al cora las dejaré de últimas, puesto a que lo mejor se sirve hasta el final, utzea 7u7).
Nuevamente, gracias por continuar fieles a mi lado y jamás abandonarme. Las aprecio infinitamente por el apoyo que me brindan todas y cada una de ustedes. Las amo.
Y bueno, la pregunta de hoy es la siguiente, y lo que recibirán a cambio será... nu sé, ando sin ideas :v Diganme que quieren que les dé a cambio (que no sea una cuarta temporada ;'v)
Pregunta: ¿Cuál fue su capítulo favorito de cada libro de la trilogía y por qué? Piensenla bien, quien coincida con los míos se llevará el premio... que aún no sé qué será :'v
Bien, tengo un sueño que no juega carritos, así que luego de que averigüe como dedicar capítulos sin volverme un ocho, me iré a dormir. Buenas noches, niñas. Las adoro.
Se despide, xlexluthorx.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro