Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 41 [Maratón: Un cumpleaños con buen comienzo... y mal final].

Maratón 2/5:

Justo al dejar mi dormitorio, la música pareció golpearme con bastante fuerza. Cold Watter del Yastin retumbó fuertemente en mis oídos, mientras las luces de discotecas se plasmaban en las paredes, el piso y el techo con rayas, colores y relámpagos. Junto con mis amigas bajamos la escalera, mirando todo el lugar con la boca abierta.

Antonella se lució con los preparativos: el salón de los Gutiérrez no parecía ser eso sino más bien una discoteca llena de gente que bailaban entre el vapor que emitía la máquina de humo (Diego y Néstor consiguieron instalarla sin que se los comiera, ¡bien!). A todas las conocía, por supuesto: Cameron Boyce y su novia Camila, Jake Short y París Berelc, los chicos de Nick, mis primos, Rydel y Ellington de R5, los de The Rivens. Claro, todos estaban tan ocupados moviendo el esqueleto que apenas me vieron. No me importó, porque yo me enfrasqué en localizar a Honguitochico, a quien no encontré sino hasta que crucé el mar de personas hacia la entrada.

—¡FOGELMANIS! —Gritó Sabrina por encima de la música, corriendo hacia él como una loca—. ¡DAME UN CONDÓN!

Casual. Discreta. Esa es Sabrina Carpenter.

Luego de que un confundido Honguitochico le pasase un preservativo a mi desesperadamente virgen amiga —y que esta le pegara por desvirgarme—, por fin pude acercármele. Las muchachas se quedaron atrás, para observarlo todo y darnos su versión de privacidad al mismo tiempo.

Cuando nuestros ojos se cruzaron, ambos nos dimos una repasada de arriba hacia abajo sin nada de disimulo.

Estaba vestido con una camisa blanca con rayitas negras, abierta sobre una camiseta clara, que a su vez estaba metida por dentro de jeans negros que lo hacían ver elegante pero informal al mismo tiempo. Llevaba su pelo corto levantado, como siempre desde que se lo había cortado, solo que un poquito más largo. Y por alguna razón extraña, se había puesto unos lentes de montura ovalada.

—¿Qué onda con las gafas? —pregunté al estar frente suyo.

—¿No te gustan? —frunció el ceño.

—Sí, te ves como un chico tumblr bien sexy. Lo que pasa es que no sabía que estabas ciego.

—No lo estoy, estos son falsos —sonrió, acercándose un poquito más—. Pero si tú fueses sol, nena, créeme que ya me hubieses cegado con tu brillo.

Lo miré con una ceja alzada.

—¿Ese de qué volumen de conquista vino?

—Del curso gratis por internet —suspiró, cohibido.

Reí. Dios, ¿por qué siempre tengo que arruinarle sus intentos de cortejo?

Alegre, lo abracé. Corey no tardó en rodearme con sus brazos y alzarme unos centímetros, recordando que puede conmigo. Hundí mi nariz en su cuello, respirando su delicioso olor, que ahora venía acompañado con un curioso aroma extra, seguramente colonia.

—Por cierto —murmuró—. Katherine no se equivocaba: me mataste.

—Pero yo te veo vivo.

—¡Sarcastichica!

Me reí contra su cuello.

—Ya, ya, perdón... A ver, dime algo bonito y te prometo que no replicaré nada sarcástico.

Corey se lo pensó unos segundos, y luego pegó sus labios a mi oído, susurrando:

—Feliz cumpleaños, amor de mi vida.

Y menos mal que me tenía fuertemente agarrada, porque si no ya estuviese derretida ahí mismito, en el piso.

Le miré sonriendo, e iba a responderle con lo mismo de no ser porque en ese momento toda la gente comenzó a aplaudir y a silbar. Me di la vuelta, notando así que todos los que antes bailaban o simplemente no prestaban atención, ahora nos gritaban "¡Feliz cumpleaños, Cogelmanis!" o "¡Que cumplan muchos más!" o "¡Embarácense y háganme padrino de sus hijos!" (ese fue cortesía de Riker Lynch).

Honguitochico, todavía rodeándome con un brazo, me observó risueño.

—¿Qué dices, Sarcastichica? —dijo—. ¿Le hacemos caso?

—Si no quieres que te estirpe una pelota con unas pinzas, Fogelmanis, mejor que no.

Carlos apareció de la nada y me tomó de un brazo, zafándome del agarre de Corey y dirigiéndole a este una mirada llena de amor y cariño (recuerden que me dicen "Sarcastichica" por algo). Mi novio tragó en seco.

—¡Sólo bromeaba, C.A.C.A...! ¡Digo!, Carlos.

Mi primo entrecerró sus ojos marrones.

—Anda con cuidado, cuatro ojos —murmuró—. Diego y yo tenemos nuestra atención puesta en ti.

Corey frunció el ceño.

—¿Son managers?

Carlos y yo nos dimos un palmface.

—¿Cómo lo soportas? —Me preguntó y yo encogí mis hombros—. Como sea. ¿Ves esto, Fogelmanis? —Señaló la parte baja de mi vestido—. Esta parte tiene un candado que solo será abierto luego del matrimonio. De lo contrario...

—De lo contrario no pasará nada porque si le hacen algo yo les juro que no les hablaré el resto de mi vida —interrumpí, poniéndome frente a Corey—. ¿Quedó claro, primito?

Carlos cruzó los brazos, como un niñito que acaba de ser regañado. Luego soltó un gruñido, lo que imaginé sería un «okay».

—Por cierto, ¿has visto a Diego?

Negó con la cabeza.

—Cuando llegamos sólo vimos a ese amiguito tuyo, el que es bonito pero rarito a la vez.

—Froy —dedujimos mi novio y yo.

—Ese mismo —asintió—. Oye, primita, los señores Figueroa te mandan saludos. Dicen que tú y Fogelmanis tienen una cena gratis cuando quieran.

Sonreí. ¿He dicho antes que amo al señor Luis y a la señora Nacha? ¿No? Bueno, pues los amo... igual que a su comida.

—Lo tendremos en cuenta —dijo Honguitochico.

—Sí, sí, no me importa. Iré a servirme una cerveza, pero estaré cerca, ¿eh? —Carlos le hizo la seña de «te estoy vigilando» y no perdió el contacto visual hasta que se mezcló con el mar de personas.

Corey me miró.

—Tu familia me da miedo.

—¿Hasta yo? —pregunté.

—Sobre todo tú. Y hablando de eso, ¿todavía estoy en peligro de muerte?

—Por el día de hoy, no.

—Bien, con eso me conformo —asintió—. Porque tengo planeado ir a mover el esqueleto —y sacudió los brazos como si fuesen olas en vertical.

Solté una carcajada, tomándolo de la mano para arrástralo conmigo al interior del tumulto de personas que bailaban al ritmo de Controlla, de Drake. Amo esa canción, como todas las de él.

—Ese DJ conoce bastante bien tus gustos —exclamó Corey para hacerse escuchar.

—El DJ es Néstor —expliqué, comenzando a moverme—. Antonella le grabó en el pendrive de Froy todas las canciones que nos gustan a ti y a mí

—Era lo menos que podía hacer después de lo que nos hizo pasar ese puto pendrive.

—¿Disculpa? Que yo me acuerde, fue alguien el que nos encerró en el ático.

Corey sonrió, como disculpándose, y con su mano me hizo dar una vuelta, pegando mi espalda a su pecho.

—Deberías agradecerme, Sarcastichica —susurró, depositando un beso en mi cuello—. Si no hubiese sido por mi conveniente cobardía, nada de lo de ayer hubiera pasado.

Me sonrojé, pues era cierto, pero para que no lo notara (ya que no quería darle tal satisfacción) giré nuevamente y lo abracé, ocultando mi rostro en la curvatura de su cuello. Sin embargo, creo que fracasé pues lo sentí sonreír, así no estuviese viéndolo. Maldito.

Por suerte no dijo nada, y ambos continuamos bailando como si no hubiésemos hablado. Y no es que no quisiese hablar de lo que pasó ayer —porque ya lo habíamos hecho—. Lo que pasa es que estábamos rodeados de gente, pegados, había calor y Corey no ayudaba mucho dejando besos en mi cuello "descuidadamente", como si no estuviese consciente de lo que hace (sí, claro, aja). Además, corríamos el riesgo de que Riker o Guille nos escuchen y lo griten a los cuatro vientos. O, peor, que Carlos y Diego anden rondando por aquí y nos vean... aunque no tengo idea de dónde está este último.

Eso me hizo pensar en Antonella, que tampoco aparecía por ningún lado. Recordé que ella tenía ya planeada su venganza contra mi hermano y que tal vez la estuviese efectuando ahorita mismo, convenciéndolo de que se ponga el traje de oso. No obstante, cuando dejó mi habitación fue para perseguir a Ross como la psicópata que es, y cuando se trata de Ross Lynch, mi amiga colombiana es capaz de olvidarse hasta de saber bailar. Y si esta vez tampoco se venga se mi hermano, no sé cuándo carajos lo hará.

—Oye, Honguitochico —lo llamé—. ¿Quieres algo de tomar?

—En realidad quería seguir bailando.

—No sabía que tu definición de bailar era «comerme el cuello de mi novia como un maldito vampiro».

Sonrió inocentemente.

—No estoy haciendo nada.

—Si claro, y yo soy Paquita la del Barrio.

—¿Paquiqué?

—Nada, animal rastrero, camina. Tengo sed.

No le quedó de otra que seguirme a la cocina, en donde Katherine, Amir, Peyton y Rowan conversaban y atacaban la comida al mismo tiempo. Cuando llegamos frente a ellos, Peyton nos miró con el ceño fruncido.

—¿Qué? —Dijo Corey con una sonrisita—. ¿Disgustado por no ser el único virgen?

—Corey, hermano, no lo tientes otra vez. Anoche casi hace que Peyton lo arrojara por la ventana del apartamento —explicó Amir, al ver nuestras caras.

—¡Peyton! —chillamos.

—¡Estaba fastidiaaaaándome! —señaló a Corey con los dos brazos, como si quisiese decir que la culpa era de él y no suya.

—Como si no te lo merecieras —se excusó mi novio.

—¡Oh, perdón por querer presumir que fui el primero del grupo en algo por única vez! ¿Y cuánto me duró? ¡Sólo un puto mes!

—¿Te enorgulleces de ser un puberto? —Katherine lo miró.

Peyton cruzó los brazos y asintió, como un niño regañado. Kathe negó con su cabeza, decepcionada de los adolescentes de hoy en día.

—No creo que asesinar a Corey por eso sea la mejor opción, Peyton —dijo Rowan, y Corey estaba sacándole la lengua cuando prosiguió—. Y tú, Corey, no deberías andar luciéndote por ahí diciendo que ya tuviste relaciones con _____, alguien podría...

—¡¿QUE TÚ QUÉ?!

—Escucharte... —finalizó mi amiga, cerrando los ojos al darse cuenta de su estupidez.

Corey y yo nos volteamos, casi casi sincronizadamente y con los corazones a punto de ser vomitados. Un oso de color azul y la boca pintada de rojo puta nos observaba con las garras apretadas. En su pecho tenía un sostén donde se escribía con lápiz labial «Dame tu mielecita».

La primera reacción que tuvo Corey (y su sentencia de muerte) fue echarse a reír.

—¿Te parece gracioso mi tono, Fogelmanis? —gruñó Diego.

Todo pasó a cámara lenta: Honguitochico dejó de retorcerse y levantó la vista, con los ojos abiertos como pelotas de tenis azules. Diego en su disfraz de oso (seguro ya efectuada la venganza de Anto) estaba frente a nosotros y había escuchado lo que dijo Rowan. Eso sin duda lo ponía en situación de peligro e hizo lo siguiente; como un valiente caballero... dio media vuelta y se echó a correr.

—DATE POR MUERTO, HIJO DE PUTAAAA —Diego se pegó tras él.

Me giré hacía los muchachos.

—¡Perdón! —chilló Rowan.

—Todos tenemos momentos idiotas, Row, no tienes por qué disculparte... —y luego le di un zape—. Eso por pendeja. Ahora, si me disculpan, iré a salvarle el trasero a mi novio.

—¿No crees que ya es hora de que Corey se ponga los pantalones y lo enfrente? —preguntó Kathe.

Razoné eso por unos segundos. Después escuché un chillido muy familiar y mandé mi razonamiento y a Katherine al demonio. Tenía que hacer algo, y ahora.

—Tengo una idea —dije—. Pero no me esperen para cortar el pastel.

Di media vuelta y corrí lejos de ahí, no sin antes escuchar:

—¡¿Hay pastel?! —de parte de Amir.

—¿Pastel? ¿En una fiesta de cumpleaños? ¡Oye, no lo sé, Mitchel! —gritó Kathe.

Me dirigí a la salida. Me costó un poco pasar por entre las personas, pero pude abrirme camino a base de empujones frenéticos, rezando para que el disfraz de Osa Prostituta le dificultara el andar a mi hermano. Cuando estuve casi frente a la puerta principal, por poco me llevo a Antonella por delante.

—¡Marica, ¿me quieres dejar sin tetas?! ¡No, ya va! ¿Viste a Diego? ¡Me amé, parce, me amé! —Al ver mi cara, frunció el ceño—. ¿Qué pasó? ¿Te dejaron?

—Todo depende de cuánto me tarde —dije, jadeando—. Escucha, hazme un favor: intenta encontrar a Diego y tranquilízalo. Haz que se le bajen los humos o no sé...

—Pero ¿qué? ¿Qué pasó? Me andas asustando.

—Te lo explico luego. Ahora tengo que encontrar a Corey.

—Creo que lo vi salir siendo perseguido por Gruñoncita —dijo Ross, cuya presencia no había notado hasta ahora.

Miré a la rubia.

—Encárgate de Gruñoncita.

Y dejándola con más preguntas que respuestas, crucé la puerta principal.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro