
Capítulo 36.
—¿Podrían explicarme por qué Froy está cómo está? —lo señalé.
El pobre se encontraba arrinconado en una esquina de la sala, abrazando sus rodillas y con la cabeza metida entre ellas, meciéndose hacia adelante y hacia atrás, totalmente trastornado. Los desgraciados de Antonella y Diego rieron.
—Es un bebé —chistó mi hermano—. Como si no lo fuese a hacer nunca.
—¡En realidad planeaba ser virgen hasta el matrimonio! —Lloriqueó mi amigo—. ¡Pero gracias a ustedes no llegaré puro y sano de los ojos!
—¡Ahora siente lo que yo sentí, maldito! —Sonrió Anto—. Ojala recuerdes eso cuando lo hagas.
Froy la observó con la boca abierta en una mueca de asco y frustración. Soltó otro quejido, y volvió a su posición anterior. Oh, eso rimó.
Concéntrate, _____. Acaban de traumar a tu Ganso.
—¿Y cómo o por qué sucedió? —preguntó Corey a mi lado, diciendo exactamente lo que yo pensaba.
—Bueno, te explico —dijo Anto—. La cosa es que Froy vio el hermoso proceso de la creación de una vida.
—Excepto que en este caso no se crearía la vida pues se usó condón —dijo Diego.
—Condones —corrigió Anto.
—Varios condones —asintió Diego—. Ya saben, porque fueron muchas las veces que...
—¡_____, DILES QUE PAREN! —gritó Froy, con las manos en sus orejas.
Ay, Dios.
—Escuchen: es mejor que expliquen con detalles, porque si no les juro que cuando mamá y Erick regresen del viaje de negocios...
—Entre comillas —señaló Corey.
—... yo misma les diré que han dejado pendejo a su hijo que de por sí ya es bastante pendejo —culminé.
—¡Gracias por el halago, Pato! —chistó él.
Lo ignoré.
—¿Captaron? —alcé una ceja hacia la pareja-no-pareja-lo-que-sean.
La pareja-no-pareja-lo-que-sean se observó por unos momentos para luego poner sus ojos en blanco y suspirar, al mismo tiempo.
—Si no hay otra opción... —murmuró mi amiga.
*flashback narrado por tu mami sexy Antonella Morales*
—Ya llegó la yo —avisé mientras cerraba la puerta del ático de los chicos—. Y la yo está aburrida.
Ni me miraron. Froy estaba en su cama, recargando su espalda contra su almohada, con un libro en manos y las piernas cruzadas. Diego también estaba acostado en su colchón a un lado de la cama de Froy, con la vista pegada en el televisor, viendo las noticias. Este debe andar peor que yo.
—Hey —seguí, apagando la tv—. Dije que estoy aburrida.
—¿Y qué quieres que haga? —se quejó.
—Diviérteme —caminé hacia él, sentándome a su lado—. ____ está vetada, me da pereza ir para que Corey y tú eras la opción más cercana —encogí mis hombros—. Diviérteme, mierda carajo.
—¡Carajo mierda! —sonrió Papacito.
Ni puta idea de por qué invirtió mi frase pero bueh.
Volví hacia Diego.
—¿Quieres que veamos una película o te mando la lengua de una vez?
Ay, que directo. Igualito a la hermana, solo que este men tiene muchísimo menos pudor. Lo que me encanta.
—No, todavía no —me acerqué hasta hacer que nuestros labios rozaran—. Esperemos a que Papacito se duerma.
—Ni se va a dar cuenta —Diego encogió los hombros—. Está leyendo Percy Jackson.
—ÉL ES MIO, PERRA —le grité al rubio, quien bajó el libro y me miró.
—Soy hijo de Apolo. Los de Poseidón no son mi tipo —pasó una página—. Prefiero a los de Hades.
—Qué bueno, así no tendré que decirle a mi padre que te envíe a la guerra para que mueras.
—¡¿Eres una hija de Ares?! ¡¿Hermana de Clarisse?!
—Ya lo tienes, capullo —guiñé un ojo.
Froy tuvo un mini ataque fanboy.
—No tengo idea de lo que están hablando —murmuró Diego.
Froy y yo nos observamos, para luego mirarlo a él.
—Maldito mortal —escupimos.
—Locos —negó con su cabeza y tomó el control remoto—. Buscaré la maldita película.
Y fue cambiando de canal en canal hasta que...
—¡Porno! —exclamé, súper emocionada—. ¡Déjala, es porno!
—Antonella, ¿cómo crees que pondré porno teniendo a Froy aquí? —Diego bufó, pasando de canal.
—Mis ovarios, dijiste que no vería nada —mascullé—. Pon la maldita porno.
—Estás loca.
—Dime algo que no sepa —dije, obvia—. Anda, ponla.
Él no hizo nada.
—No
Que maldición con este hombre.
—Sí.
—No.
—Sí.
—Que no.
—Que sí.
—Que no.
—Que no.
—Que no —Diego sonrió de lado.
Santos Cielos. ¡Azótame, azótame!
La Anastasia Steele colombiana, entonces.
—Que no —yo imité su acción.
—Que no.
—Que no.
—Que no.
—Que sí.
—Que si... ¡Maldita sea!
Crucé mis brazos con una sonrisa de triunfo en mi cara, mientras que Diego me fulminaba con la mirada.
Hermano de una raya, en fin.
—¡Ja! —Se rió Froy—. Te ganó, Diego Go. Ya sabemos quién es la activa en esta relación.
Diego solamente lo ignoró y continuó con la vista pegada al televisor.
—¡Que pongas la maldita porno! —chillé.
—¡Froy se va a traumar!
—Ni siquiera está viendo —lo señalé—. Solo escucha. Le bajaremos el volumen.
—¿Segura? Porque no quiero terminar como ____. Yo no tengo adonde ir. Si me echan de aquí dormiré dentro del disfraz de Miss Hamburguesa en un callejón oscuro expuesto a que me violen.
Me mordí el labio. Le quisiera decir que puede venir conmigo, pero sé que Nestor, por muy amigos que sean, JAMÁS dejará que se quede con nosotros, y por razones obvias porque con un tipo como Diego Ortiz, estaría expuesto a que yo lo viole en donde sea que esté.
—Estoy segura, Diego —le dije—. Vamos, eso es más divertido que ver el noticiero —levanté una ceja, sonriente.
Él solo me observó. Gracias a Chucho que no tiene los ojos de la desgraciada de su hermana (la amo), porque entonces no sería capaz de mantenerle la mirada. Esto no lo sabe nadie pero me intimidan los ojos de color. Los prefiero marroncitos normales o como yo les llamo: color mierda. Como los de él. En realidad, prefiero todo de él.
—Okay —accedió por fin y yo festejé en silencio.
No era porno, lo que me decepcionó un poco. Pero se trataba de una película semi erótica, como Cincuenta Sombras de Grey pero sin ser Cincuenta Sombras de Grey. Así que pues, por lógica, se veía un poco mucho de acción, que no voy a describir porque seguro ustedes ya se vieron CSG o leyeron ciertas novelas con nombres de colores.
Malditas zorras pervertidas, ¡vayan a la iglesia, pecadoras!
Apostaría mi nalga izquierda a que están pensando que viendo esta película, hay tensión sexual entre nosotros. Váyanse bajando de esa nube, porque no es así. Las únicas veces que me he sentido fuertemente atraída (sexualmente halando) por él fueron 1) cuando bailamos en la premier de The Rivens y 2) durante nuestro primer beso. Y en ninguna de esas dos ocasiones cogimos, así que sí, perras, sigo siendo virgen. Y lo seré siendo, porque cuando la película finalizó, los dos soltamos un bufido de aburrimiento.
—Admito que un video de dos gatos fornicando me mojaron más que esto —solté.
Diego echó la cabeza hacia atrás y dejo salir de su interior una carcajada que casi me reventa el tímpano. Lo miré, sorprendidamente sorprendida. Wow. Es la primera vez que lo veo reírse de verdad, esa risa que te hace doler las entrañas, sin ningún toque de ironía, ni sarcasmo, ni hostilidad e indiferencia en ella. Se estaba riendo porque le causó gracia, y su carcajada de gracia se le ve hermosa en su cara.
Azótamex2
—¿Es en serio? —preguntó, regalándome ahora una sonrisa de dientes blancos y perfectos.
Azótamex3.
—Claro que no —dije, tragando en seco. Acabo de descubrir otra cosa de él que me fascina—. Eras gatitos, lo que me ocurrió fue que quedé trauma... ¿Dónde está Froy?
Como robots, ambos giramos la cabeza hacia la cama al mismo tiempo. El chico no estaba ahí. Nos levantamos, repentinamente alarmados. ¿Pa' donde se fue mi papacito, pues? Admito que ni lo sentí. ¿Y si fue al baño? No, de ser así hubiese pasado frente al televisor y no lo hizo. Además, su libro, Los Héroes del Olimpo: La Marca de Atenea (lo robaré próximamente) seguía ahí. Si fue a mear o cagar, imagino que se lo hubiese llevado como el buen lector que él es, ¿no?
—No puede ser; se han llevado a Froy y ni nos dimos cuenta. —Murmuré, tomando el libro entre mis manos—. Espera —lo abrí—. El separador está al final del libro...
—Se lo terminó —dijo Diego, y por su tono, lo miré—. ¿Sabes lo que significa, nena?
—¿Qué ya no estaba distraído?
—Exacto. Sube a la cama y mira.
Hice eso mismo. Entonces vi a Papacito, en posición fetal, lloriqueando en silencio en el rincón al lado de la cama, con el teléfono en manos.
Ay, santo Ares.
—Bueno, Diego —lo observé—. Espero que Miss Hamburguesa sea cómoda.
*Fin del flashback narrado por tu mami sexy Antonella Morales*
Corey y yo teníamos unas caras pokers que no jugaban juegos. La sala estaba en silencio, nadie se atrevía a hablar. Antonella y Diego seguían sonriendo de manera inocente, pero se les notaba la diversión que le causaba esto en sus ojos.
—¿Así que estuvieron... —mi novio observó su reloj— veinte minutos hablando, solo para llegar a la conclusión de que Froy se traumó solamente por una película erótica?
—Exactamente —asintieron los dos.
Tuve ganas de darme un palmface, pero no lo hice.
—Como verán —dijo mi hermano—, a esta chica no le importa una mierda que duerma en la calle. ¡Me obligó! ¡Soy solo una víctima!
—¡¿Solo una víctima?! —mi amiga se carcajeó—. Mejor cierra la boca y comienza a empacar, lindura. Hoy duermes en un traje de goma espuma apestosa.
—Y eso a ti no te importa, ¿verdad?
—Claro que no —Anto encogió los hombros—. Me da igual así duermas en una caja donde ni quepas.
Era obvio que estaba bromeando, pero mi hermano negó con la cabeza, fingiendo decepción.
—Tú derramas dulzura, Antonella —rezongó, sarcástico.
—Lo que pasa es que cuando a mí me crearon se les olvidó echar la azúcar —respondió mi amiga, sonriendo a modo de disculpa.
Diego cerró la boca, sin palabras, y Corey se rió.
—Lo más gracioso de esto es que ustedes están ahí peleándose como si nada cuando Froy tiene cara de querer desaparecer de este mundo.
—En realidad eso se acerca bastante a lo que quiero, Honguitochico. ¡Gracias! —Ganso le sonrió unos instantes y luego regresó a su posición anterior.
Rodé los ojos, levantándome del sofá y yenfo directo a donde estaba él. Me arrodillé a su altura.
—Froy... —lo llamé suavemente.
Alzó la mirada... y le di un zape.
—¡AAAUCH! —chilló, tomándose la cabeza—. ¡¿Por qué?!
—¿Ya lo olvidaste? —inquirí.
—¡Obvio que no, pero no entiendo por qué...!
¡PAF!
—¿Ya lo hiciste?
—¡QUE NO!
¡PAF, PAF!
—¡Dime si ya lo olvidaste! —le grité en la cara.
—¡Auxilio! —aulló mi hermanastro.
—Sarcastichica, creo que deberías... —me giré hacia Corey como la chica del Exorcista y cerró su boca—. Continuar, por supuesto.
¡PAF, PAF, PAF!
—¡FROY, CONTESTAME! —chillé.
—¡ME MALTRATAN!
Otro zape.
—QUE ME DIGAS —exigí.
—¡NO TENGO IDEA DE QUÉ QUIERES QUE TE DIGA, PATO! —lloriqueó.
Entonces asentí, lo solté y regresé tranquilamente al sofá. Solté un suspiro, dejándome caer ahí.
—Asunto solucionado.
Los cuatro me miraban con cierto miedo, Froy con los ojos bien abiertos.
—Oooookay —dijo Corey, apartándose un poquito de mí—. Recuérdenme no traumarme por lo que sea cuando ella esté presente.
—Anotado —dijeron los demás.
Crucé mis brazos y sonreí, al tiempo en que Froy se levantaba del suelo e iba a la cocina por, imagino yo, una pastilla y una bolsa de hielo.
—Empiezo a creer que es verdad que la violencia física si ayuda a superar traumas emocionales —dijo, haciendo una mueca cuando se sentó en el sillón más alejado de mi persona—. Aunque a lo mejor cree traumas cerebrales.
—Si eso pasa, lo siento —dije, Froy encogió los hombros, descuidado—. ¿Ya puedo volver?
—¿Prometes no volver a ejercer violencia contra mí?
—Lo prometo.
—¿Con el meñique?
—No, con el corazón —alcé la mano izquierda y con la derecha hice una X encima de mi corazón. Ganso sonrió.
—Y damas y caballeros, acabamos de ver el lado Grey de _____ —Anto me señaló.
—Oh, cállate, ¿quieres? —chisté, y ella se rió.
Las siguientes horas las pasamos conversando. Era curioso, porque ni Corey ni Diego (sobre todo él) se miraron feo o algo por el estilo, Antonella no hizo insinuaciones pervertidas acerca de mi novio y yo, y Froy no hizo ningún chiste malo, lo que es verdaderamente sorprendente. Éramos simples amigos hablando de cualquier cosa, riendo y comiendo pizzas que Honguitochico pidió.
Tan bello él.
A eso de las ocho, mamá llamó al teléfono de la casa. Froy corrió para atender y cuando regresó, una sonrisa más grande de lo habitual le dibujaba el rostro.
—¿Qué pasa? —preguntó Diego.
—Adivinen quienes se van a quedar una semana más en Miami —respondió.
Los cuatros abrimos los ojos con asombro. Mucho asombro. Y rápidamente, Froy me contagió su sonrisa.
—¡Bromeas! —exclamé, levantándome.
—¡Claro que no, sabes que yo no miento! —Froy se rió—. ¡Estamos solo a pocos pasos de ser hermanastros legales, Pato!
—¡Pido ser la dama de honor de la boda! —Antonella alzó la mano.
Me giré como un halcón en su dirección.
—¡Me la chupas! ¡Esa seré yo!
—¡_____! —gritaron Froy, Diego y Corey al mismo tiempo.
—¡¿Qué es esa clase de vocabulario, señorita?! —chilló mi hermano.
—Que conste que yo no se lo enseñé —se excusó Antonella.
Me reí.
—¡Ay, vamos! —exclamé—. Si se van a quedar una semana más es porque les gusta la soledad. Y la soledad trae sexo. Y el sexo atrae a la relación amorosa. Y la relaciona amorosa equivale al noviazgo, al cual le sumamos unos años, y se convierte en boda. ¡Y yo quiero ser la dama de honor!
Corey me observó.
—¿Esto te emociona mucho, verdad?
—Como no tienes idea —respondí—. Mamá no ha tenido un novio desde...
—Que tienes memoria —finalizó Froy por mí—. Me recuerda a alguien, ¿quién será? ¡Ah, sí! ¡Mi padre! Están hechos el uno para el otro, santos dioses.
Asentí, señalándolo animadamente.
Diego, Anto y Corey se rieron, mientras que Ganso y yo hacíamos un baile raro con las manos, con movimientos de olas y cantábamos «¡Oh si, aja, oh sí!» por lo bajito.
—Esperen —murmuró Corey—. Si dicen que estarán fuera por una semana...
Nos detuvimos. Hice cálculos mentales.
—Significa que no vendrán para mi cumpleaños —dije.
—Nuestro —corrigió mi novio.
Lo ignoré.
—Esa era la parte mala que no quería decirte por miedo a que me pegaras —comentó Froy, encogiéndose como si fuese a pegarle.
De un momento a otro, me sentí un poquito menos emocionada de que Erick y mi madre estuviesen allá un tiempo más. Jamás había pasado un cumpleaños sin ella.
—Oye, marica —Antonella avanzó hacia mí y puso una mano en mi hombro—. Mírale el lado positivo.
—¿Qué lado positivo? —inquirí.
Entonces una sonrisa de oreja a oreja se le asomó en su cara y sus ojos mostraron una idea malévola que se estaba maquinando en su perversa mente.
—¿Qué es lo que hacen los adolescentes americanos cuando sus padres no están en la casa? —susurró.
—¿Pedir pizza y ver una película de Dreamworlds? —inquirió Corey.
Antonella lo miró con incredulidad y luego, rodando sus ojos de color miel, regresó a mí.
—Una fiesta —sonrió de nuevo—. Una fiesta descontrolada. Loca. Una fiesta de diecisiete digna de la fabulosa Sarcastichica... —mi novio se aclaró la garganta— y el gay no descubierto de Corey.
—¡Oye!
—Una fiesta a nuestro estilo —comenté, como embelesada.
Antonella asintió, y su sonrisa se volvió más grande de lo que ya era.
—Una fiesta a nuestroestilo —repitió.
N/A: Mas de treinta.
Mas de treinta chicas pensaron mal de Diego y Anto *niega con la cabeza* Que falta de confianza les tienen a estos dos jovenes, ¿eh? (aunque al fin y al cabo no resultaron ser del todo inocentes).
El capitulo va dedicado a esas mas de treinta que mal pensaron. Me encantó ver sus comentarios xD
Espero que les haya gustado. Comenten su parte favorita y les dedico el siguiente (no es por nada, pero yo siendo ustedes me mataría por el siguiente. Solo digo). Las amo, ¡espero que tengan un buen día!
Se despide xlexluthorx.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro